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Capitulo 20




Advertencia de autora:

tener precaución al leer, (o sea... no lo lean cerca de sus padres, a menos que les guste la adrenalina), recuerden que todo lo hecho aquí, esta concientizado por dos personas mayores de edad.




Noches que nunca mueren.



Aura Hasthings

No sé si la estoy cagando.

No sé nada.

Lo único que sé es que él, es como ver porno.

Este hombre está bueno de todos lados.

Puedo sentir mis piernas temblar.

Y no estoy pensando en retractarme.

Ya no.

No puedo.

Por más que piense que es una locura que SI quiero cometer.

Mi parte más razonable me advierte otra cosa.

Solo un gusto, solo uno.

Y es que Avicii dijo una vez; un día, dejaras este mundo atrás. Así que vive una vida que recordaras.

Pues bueno... ¿Por qué no un poco de desmadre?

Y es que ya no puedo sentir mi corazón, mis piernas y mi respiración más afectados

Juro que jamás había sentido mi corazón latir con tanta fascinación, con tal rapidez.

Ya no siento que tengo el control, en mí. O quizás sí, y tal vez solo me dejo llevar.

Porque sé, que quería que esto pasara.

A la mierda sí.

Quería que pasara.

No voy a negarme a eso.

El me gusta, si joder me gusta, me atrae físicamente, y no voy a retractarme con eso. ¿Quién dijo que hay que estar enamorada para tener este tipo de contacto?

Porque no lo estoy.

En el fondo lo pensé.

Hace tiempo sé la importancia de la autoestima. Siempre trato de trabajar en ella. Pero algo me dice que hasta este día logre entender con claridad la importancia que tiene esta, desde este día entendí por qué el me hacía sentir esa rara sensación en el estómago cuando lo veía.

Diablos, sabe lo que hace.

Nunca pensé que enfundarme en un Oscar de la Renta me serviría de tanto, por primera vez en demasiado tiempo alguien había mojado mis bragas con solo besarme, y ni si quiera lo planee.

Solo pasó, y ya.

No pienso reprimirme. Nadie debería hacerlo. No cuando se trata de la persona que hace que tus piernas tiemblen.

Lo necesito, y no pienso reprimirme más.

No iba a mentirme con nada.

Sabía exactamente lo que estaba sintiendo...

Me estaba excitando de sobre manera, y aún tenía la ropa puesta.

Joder... y es que...

Jack estaba como quería, tenía su cuerpo bien formado, su complexión era delgada pero los músculos... joder, los músculos estaban bastante formados, definidos (demasiado para mi pobre vista mortal), llenos de tinta, la espalda ancha y el abdomen marcado, muy marcado. Se le marcaban la línea de los abdominales de una forma tentadora.

No podía dejar de mirar su espalda desde que se deshizo de la estorbosa prenda, era tan ancha que era imposible de ignorar, sus hombros y brazos...

Dios hizo esto muy rico como para desperdiciarlo, amen.

Parpadea, pendeja, parpadea.

El calor en mi entre pierna se sentía tan irreal que dolía... carajo... dolía.

Aun en el mesón, (no sabía cómo) pero estaba debajo, ya no tenía mi trasero sobre el mármol, mis pies descalzos pisaban con crueldad la fría madera.

Seguía moviendo sus labios como todo un experto, jugaba con su lengua, acortaba mi respiración.

Joder. ESTABA PASANDO.

Y se sentía glorioso.

No sé en qué momento, pero al sentirlo me alerte, me subió el vestido, tocaba mis piernas como si fueran suyas.

Dios... se siente tan bien que sé que está mal.

Pero me importa un carajo, porque en ese instante comenzó a tocarme las nalgas y los senos.

Tuve que ahogar jadeos.

Mi cuerpo vibraba de arriba abajo, me sentía nerviosa.

Pero lo quería así.

Y no voy a culpar al alcohol, sabía que quería esto.

—Jack... necesito más... — murmure extasiada, jodidamente tensa, con los vellos de todo el cuero erizados, el estómago encogido por el nervio y la respiración lo suficientemente afectada para respirar sonoramente.

¿Respiración? ¿Qué es eso y con que se come?

Ya no podía sentir mis piernas.

A la verga, ¿Cómo se respiraba?

Maldición está torturándome, sus besos todo de él.

No voy a superar el verlo así, desde ese día que lo vi sin camisa note que estaba bueno, pero de cerca, la puta vida.

No puedo quitarle la vista a su abdomen, mierda, tiene cada músculo marcado, y sus sutiles tatuajes negros le corren por todo este dejando espacios entre ellos, aún no logro descifrar qué dicen, pero le dan un toque tentador.

Su torso desnudo era algo digno de ser admirado, imposible no embobarse con esa figura.

Si está más bueno que el pan.

Se separa de mí, para mirarme desde su intimidante altura cuando mis palabras hicieron eco.

Se detuvo a mirarme por un corto segundo.

No dijo nada.

No con palabras.

Con el cabello revuelto, me tomo de la mano y se dirigió a una habitación llena de amoblados iluminada de una tenue luz azul.

No espero nada de mi parte.

Yo ya estaba revuelta.

Y no pienso culpar el alcohol.

A la mierda... Se sentó en el amoblado.

Me miro con el torso desnudo desde esa posición.

Me sentía jodidamente nerviosa, pero algo en su mirada me tranquilizaba.

Porque me miraba así... como si estuviera hechizado por lo que ve.

Y lo demostró. Pues se apoyó en sus codos, mirándome con malicia. Y no espero para pasar sus manos por mis muslos. Se introdujo dentro de mi vestido, como si le estuviese estorbando.

Nunca, ni si quiera cuando me lanza una de esas miradas maliciosas frente a todo el mundo, me había sentido tan diminuta, frágil. No voy a mentirme y decir que no me gusta. Pero me consume.

El relame sus labios y me da una escueta sonrisa pícara.

Me hace mal... sabe cómo tocarme, y donde hacerlo.

Sus pupilas están dilatadas, y su pecho sube y baja tranquilamente.

¿Porque mierda siento que soy la única persona en esta habitación que está a punto de entrar en la hiperventilación?

¿Porque mierda se separó? ¿Que intenta hacer? ¿Torturarme? Porque de ser así, lo está logrando.

Estoy al borde del descontrol. O quizás ya pase esa delgada línea hace tiempo.

Con Jack nunca se sabe.

No puedo negar que en el momento su mirada me expresa, peligro. Pero, así me gusta.

Estoy por dar el paso.

El maldito paso.

Porque siento que perdí completamente la razón.

Él se acerca con una lentitud abrumadora, estira con agilidad sus brazos y me ayuda buscando el cierre del vestido.

Cuando lo encuentra me tenso un poco al saber que estaré semidesnuda frente a él, y no es que me incomode, no del todo, pero es que para una chica que tuvo tantos problemas de autoestima, no es del todo fácil.

Pero no me quiero detener.

Me mentiría si dijera que sí.

Mientras desliza el cierre pasa a bajar el vestido por mis piernas e me acorta la respiración, y de inmediato lo noto; No entiendo como alguien puede verme así, de la manera en cómo él lo hace, nunca nadie lo había hecho, y me reconforta.

Siento como mis piernas tiemblan al sentir la calidez que emana su cuerpo cuando levanta la mirada para encontrase conmigo, observándolo como nunca, tiene el cabello revuelto y la respiración ligeramente agitada pero se ve jodidamente bien.

Se siente tan mal, y a la vez tan bien que duele, joder duele.

Estaba dilatada. Y es que... Jack besaba como un puto dios. Movía sus labios de tal forma que sentía que el hacía todo el trabajo mientras yo solo disfrutaba de sus labios carnosos, y su sabor a gloria.

Tomo mis piernas y me empujo sin delicadeza para que quedara encaramada sobre su regazo.

En ese momento lo sentí.

Mierda.

¿En qué me había metido?

Pero-

Que era lo que-

No puede ser.

Tuve que soltar un gemido al sentirlo sobre mi ropa interior.

Sentirlo.

En toda la palabra.

—Aura... —habló con la voz ronca — no llevamos mucho de esto... —murmuro casi sin despegarse de mis labios.

Lo excitada que estaba no me dejo pensar en que iba a responderle.

—Estoy jodida... —murmure —. N-no aguanto las piernas...—admití en un jadeo cuando sentí su mano deslizarse a mi ente pierna ardiendo por más.

— ¿Necesitas más? —pregunto en un gruñido.

Su voz lo empeoro todo, TODO.

Mi corazón latía rápido, demasiado.

Me sentía temblorosa, jodidamente nerviosa.

Seguía abierta de piernas sobre él, y podía sentir esa presión tortuosa.

No sé si le guste lo que ve y él no dice nada para confirmarlo, me tocaba como si ya le perteneciera, eso me aterra, pero me gusta cómo se siente cuando sus manos recorren mis piernas, de manera sutil, delicada, ya siento la humedad en mí entre piernas.

En ese momento empujo mis caderas sobre su formada erección.

Una oleada de calor me golpeo de inmediato, haciéndome sentir algo en el estómago, ese deseo trémulo.

Deje salir un suspiro que se escuchó como jadeo.

—Siento... siento...— balbucee nerviosa. Compostura pendeja, no tienes que demostrar todo lo que sientes —, siento que me lastimas... —dije al fin. Tomo mis caderas con precisión y me pego más a él.

El roce indebido contra mi intimidad y la fina tela de su pantalón era lo que me tenía mal.

Ese contacto empeoro todo.

TODO.

Ya podía sentir la humedad mojar mis bragas, y de alguna manera eso me avergonzaba un poco. Cosa que descarte cuando recordé que era totalmente normal.

—... ¿Con que? ... —pregunto con el aliento agitado, el cabello revuelto y los pantalones casi por sus glúteos dejándome ver la franja de sus Bóxer Versase —. Aun no entra.

A la verga, morí y reviví.

Cerré los ojos y dejé que me guiara. Seguía empujando mi caderas hacia él, cada roce me ponía peor, la presión que hacía era más, y más fuerte.

No quiero esperar más joder.

Así se disfraza el pecado... y me vale, ya me quiero quemar en el infierno.

— Es que tu... tú... —la palabra no me salía. Pero es que sentía la dureza demasiado grande.

Trague con dificultad intentando no demostrarme nerviosa.

— Mi... Erección... —explicó sobre los labios. La sángrenme corrió rápido, tanto que sentí mi cara y mi cuerpo arder.

Asentí mirando sus labios sintiendo cada vez su respiración más pesada.

—Tu erección me lastima... se siente... —deje escapar un jadeo cuando volvió a empujar mis caderas, el roce era mucho, estaba muy dilatada y eso no ayudaba. Tenía miedo a que su pantalón se mojara, ya sentía las bragas húmedas—. Se siente muy grande... y duele el solo sentirlo.

Necesito que pase si va a pasar.

Me tortura.

No perdí la timidez... pero la calentura, el ambiente, el momento me hizo perder mis inhibiciones. Joder ya quería que pasara.

Pero me asustaba lo que sentía entre mis piernas. Se sentía grueso, grande.

— Aun tenemos la ropa puesta... — volvió a atravesar mi cuello con sus besos lentos mojados.

Joder, me tenía...

Adrede moví mis caderas sobre su entre o pierna.

No sé qué me encendió mas, si la fricción o el oírlo gemir casi en mi oído.

Sentí sus grandes mano aferrarse aún más a mis caderas.

El movimiento se sentía irreal, y no es que antes no haya tenido sexo, es que... mierda... se siente jodidamente bien.

—Puedes... puedes ya... —nada me salía de la puta garganta. El deseo me arrastraba. El cuerpo entero me vibraba—. Se siente muy dura...—volví a murmurar sobre su oído, no puedo creer lo que acabo de decir.

Me tomo ferozmente del cuello y volvió a juntar nuestros labios, como si de eso dependiera.

Mi cuerpo se estremeció, deje salir un gemido, y el soltó uno similar. Enrosco los dedos en su cabello y tiro con fuerza, puedo sentir como sigue presionando mis caderas, guiándome a que siga con los movimientos, sin querer controlarme a mí misma,

— ¿Quieres hacerlo con ropa? —pregunto con voz ronca, pausada y agitada mirándome.

Sus ojos grisáceos me tenían jodida.

No quería hacerlo.

No quería que dejara de besarme.

Por si iba a pasar esto.

Sabía lo que hacía.

Se contenía, y eso me estaba volviendo loca.

Y sabía lo que pasaría... Iba a ver sus ojos grises y seguido de eso iba a avergonzarme.

Mierda... de verdad me gusta.

Solo un gusto, solo uno.

No respondí, mi rostro le dejo claro que no entendía a lo que se refería. Yo quería más, pero me asustaba eso nuevo que sentía, ya había estado con un chico antes, y esa dureza no se sentía cómo está.

En ese momento dejé que mi mirada bajara a sus zapatos.

Mierda...

No, no...no. ¿Cuánto calza?

No me dejo pensarlo.

El deseo que sentía lo llevo a volver a besarme con frenesí.

Lo hacía con tanto talento, como si lo quisiera separar de mí. Como si quisiera desprenderme la ropa aquí mismo.

Empujó mis caderas a su dureza. Una sensación extraña me abarco.

— No se como se hace eso... —admití.

— No hace falta ir directo al asunto—deposito un beso húmedo en mi cuello—. Puedes disfrutarlo mas si es lento, lo que viene antes.

—¿Directo?

— No necesariamente es meterla y ya... —sentí mi rostro arder, el calor en mi no me dejaba pensar con claridad, pero una vez me miro malicioso dejo salir una sonrisa... puta... que sonrisa se manda... —¿Quieres que te enseñe?

Mi rostro lo sentía en llamas.

Había oído sobre el Petting, pero jamás lo había practicado.

Y eso me hacia sentir incomodada. Pero quería hacerlo, si era con el iba a arriesgarme.

Incapaz de responder, trague grueso y asentí levemente.

—¿Quién dice que hay que desnudarse para pasarla bien?—murmuro con una sonrisa.

—Yo no...

—Hay cosas que no sabes... —admitió. Me tenia embelesada, y odiaba el sentimiento, pero me importo un carajo.

—¿No?

—Demasiadas... —paso una mano por mis piernas desnudas.

Odiaba que me viera como inexperta, ¿pero que podía decir?... jamás lo había hecho así.

—Puedes enseñarme... —me encogí de hombros tratando de parecer menos tensa. Menos nerviosa.

El por otro lado, paso una mano libre por mi mentón, obligándome a verlo directamente a los ojos, seguido de eso deslizo su pulgar por mi labio inferior.

El contacto empeoro el calor en mi entre pierna.

El pecho me subía y bajaba con rapidez.

Jack aprovecho el momento y volvió a hacer el contacto con mis caderas. Sus fuertes manos se aferraban cada vez mas, con más fuerza y precisión.

Esta vez se sintió distinto.

Los labios de mi zona estaban abiertos, por lo que la estimulación fue mas placentera, rozando partes inimaginables.

Luego de sentir esa oleada de calor pregunté en un jadeo:

— ¿A esto te referías con tener sexo con ropa?

—Más o menos—asintió con los labios entre abiertos, rojos de tanto roce—. Déjame enseñarte mejor...

No me controle.

Mi mano desciende desde su abdomen tallado por dioses hasta llegar a su entre pierna.

Me detuve en seco nerviosa.

¿Qué era lo que estaba sintiendo? Puta madre... no es real.

Sé que no puede resistirse, y eso me complace más de lo que debería.

Pero al sentir, eso... Me asuste.

Esta tan duro... y tan excitado.

El grosor me hizo tragar grueso.

Sentí su enorme erección sobre mi intimidad mientras lo acariciaba con mis manos. No sé si fue por el alcohol, pero sentí que lo tenía gigante y eso me excitó demasiado. Me estaba tocando toda con sus manos calientes y llenas de deseo. Cuando bajó a mi zona intima me tense, introdujo un dedo y la sintió mojada, se detuvo.

—Joder... —gruñó sobre los labios —. ¿Siempre te mojas así? ... —me dijo al oído.

Me encantó.

Pero no supe que responder.

— Quiero sentirte... más... —exclame con el pecho subiéndome y bajando rápidamente.

Ya no aguantaba joder.

Las piernas me temblaban.

Lo dedos me cosquilleaban.

La saliva no quería bajarme de la garganta.

—Tengamos sexo con ropa para calmar las ganas.

—...Por... ¿Por qué?... — me tenía como quería, deseosa por más.

—No quiero acabar rápido... —gimió sobre mi boca.

Yo ya estaba en ropa interior el aún conservaba sus pantalones.

No era justo... pero me asustaba ver lo que podía encontrarme si se los bajaba por completo.

Empecé a buscar su cremallera para bajarlo.

—Quítatelos... —gruñí al no poder hacerlo.

Hizo caso omiso a mis pensamientos.

—No puedo... —respondió mirándome directamente a los ojos.

¿Qué?

— ¿Por qué...no? —pregunte nerviosa. ¿Acaso... ya se había retractado?

—Estas encima de mí... —murmuro mirando mis labios—. No puedo moverme—explico.

Sentí un raro alivio.

No lo pensé dos veces.

Con una dificultad que no esperaba me baje de su regazo y empecé a sacarle el pantalón. Por poco me arrodillo, el término de hacerlo una vez estuvo por sus rodillas, y cuando subí la mirada.

Mierda...

Trague con dificultad cuando lo vi.

¿Pero que ven mis pobres ojos mortales?...

Intente no llevarme una mano a la boca.

Bueno... dicen que dios hace las más grandes batallas para sus mejores gurreros.

¿Pero que pienso?

¿Y si me voy?

Lo mire al fin.

Ladeo el rostro intentando saber que pensaba.

Gracias a todo lo bueno, no existe el don del leer mentes.

No sé qué lo hizo hacerlo, pero me tomo la muñeca y volvió a posarme sobre él.

Me siguió besando, subió sus manos por mis piernas desnudas, lo hizo hasta dejarme completamente mojada.

Seguía gimiendo sobre mis labios, y eso me enloquecía.

Jamás me había encendido más oír a un hombre gemir.

Se sentía jodidamente gratificante y placentero.

Sabía lo que hacía.

En ese momento no me importó mucho nada a mí al rededor.

Quería arrancarle la ropa.

Lo disfrutaba...

Cada caricia cada beso y lo siguiente fue el roce.

Mierda.

Empeoro.

Mi humedad, mis piernas y mi respiración empeoraron repentinamente.

El roce era demasiado, seguía asustándome el sentirlo grande y duro, sin embargo se me pasaba cuando tomaba mis caderas y hacia que el movimiento tuviera más fuerza.

Joder... esto es la puta gloria.

Sentía mi cuerpo arder.

No sentía mis piernas.

Empecé a gemir más fuerte, por lo que me lleve una mano a la boca para ahogarlo.

—... No hagas eso... —me tomo de esta ordenándome apartarla.

— ¿Uhmm? —me miro como si estuviera haciendo algo mal, por lo que la respiración se me corto de inmediato.

—...No cubras tu boca... —murmuro sobre mis labios —. Quiero oírte gemir... —añadió en un gruñido.

Volvió a apoderarse de mis caderas, arrastrándome contra su erección, salí de mi embeleso por escucharlo ordenarme, para empezar a mover mis caderas.

Me sentía demasiado nerviosa.

Pero el sentimiento se opacaba al sentir su aliento agitado chocar con mmi cara, el calor de su cuerpo bajo el mío, el placer que estaba sintiendo al pegarme contra él, al frotar mi sexo contra el suyo por encima de la ropa.

Al momento entendí lo que hacía con mis caderas cuando las empujaba más, y más.

Me follaba, sin follarme, pero lo hacía como si falláramos.

Tenía una explosión de sensaciones.

Mis manos recorrían el abdomen más perfecto que haya visto.

Me agarraba con fuerza, con firmeza de la cintura. Siento su energía bajo mis piernas, la firmeza y dureza de su miembro acariciarme toda... a pesar de la poca ropa que nos acompañaba.

Sus dedos se abrían por mi espalda, acariciándome. Elevo los brazos y me aferro a su cuello; mientras el descendía sus besos hasta el mío mientras acariciaba mis pechos con la mano izquierda y deslizaba la derecha contrayendo mi cadera.

No sabía que esto existía... No lo creí posible.

Que se podía sentir algo así.

Sus besos fueron aumentando, el ambiente se puso más denso, la música y la iluminación volaba irán a la perfección.

Jack fue aumentando progresivamente la intensidad, la presión y la frecuencia.

Sabía lo que hacía.

Yo jamás lo había intentado así.

Pero de alguna manera me sentía cómoda.

Sentía estímulos suaves, especialmente en las sienes y al final de la Columna vertebral.

Me sentí débil cuando se despegó de mis labios para bajar de mi hombro a mi clavícula subiendo por mi cuello.

Me debilitó.

Siguió estimulando la línea que va desde la nuca hasta la parte lateral de las caderas, pasando por los pezones, la cintura y poniendo especial atención en las orejas.

Joder... ¿Qué acabo de descubrir?

Me prendió en sobremanera la estimulación de las orejas.

Con el vaivén nuestros cuerpos se animaron, y los roces se convertían en necesidad. Sin plantearnos ir más allá y resarcirnos con la paso que ahora ansiábamos, pero haciendo lo posible por emular las sensaciones por encima de la ropa.

Mi excitación ya calaba mis bragas y Jack comenzaba a notar la humedad sobre su vestida erección, incrementando esto el morbo de ambos a límites inimaginables, y descubriendo poco después un gemido entre sus labios, preludio de un discreto orgasmo que le revolvió entre mis piernas.

Si vestidos, de manera tan inesperada y con el alma desnuda lo hemos disfrutado tanto, no me imagino cuando por fin desnudemos nuestros cuerpos y la unión sea completa...

Ahora todo tiene un regusto a prohibiciones. Cierro los ojos abandonándome a él. Los metros cuadrados ya no existen, todo se reduce a una burbuja, en la que nos encontramos el, y yo. Entre suspiros y gemidos pienso: Desde hace tiempo quería esto.

Mi corazón late cada vez más fuerte. No aparto mi mirada de él, no lo he hecho desde que lo conocí, ¿Cómo podría? La intensidad que encuentro en sus ojos es, única.

Siento que voy a explotar.

Gimo su nombre; anticipando el orgasmo, y cuando pensé que no podía sentirse mejor, acelera. Entrelazo mis dedos en su cabello revuelto, una electricidad penetrante atraviesa mi cuerpo.

No puedo más.

Ya no siento mis piernas.

Una deliciosa sensación hace que mi cuerpo se estremezca, que tiemble y que arquee mi espalda. Sus manos se aferraron con mas fuerza en mi cuerpo. No tengo que ser experta en el tema para saber que llegue al orgasmo. Él por otro, lado sigue por unos segundos más hasta soltar un gruñido, y suspirar.

Quise que mi respiración se normalizara, pero lo siguiente me tomo desprevenida.

Jack tomo mis piernas con fuerza y me hizo caer sobre el amoblado gris. Mi espalda sintió el calor de este.

—Ya puedes decir que tuviste sexo con ropa... —murmuro con una sonrisa, subiendo su mano por mis piernas.

Lo mire un poco asombrada, pues no lo esperaba. Pero no espero, siguió besándome la única diferencia es que ahora el estaba arriba, sosteniendo su peso apoyándose con sus manos alrededor de mi rostro.

Lucia demasiado bien, imponente, perfecto en todos los sentidos.

Mis piernas estaban abiertas, sentía vergüenza al imaginar que iba a desnudarme.

Y lo empezó a hacer lentamente.

Tomo el borde de mis bragas mojadas y jugueteo con el.

Pase mis manos por su gruesa y marcada espalda, sintiendo sus músculos tensos.

Mierda... ahora se viene lo chido. Lo más chido.

—¿Quieres esperar?... —pregunto al sentirme tensa.

Trague grueso.

Todo estaba bajo control ahí abajo, ¿entonces que me detenía?... ¿el nervio?... ¿Qué carajos?...

Seguía esperando mi respuesta.

Estaba muy nerviosa, no sabia si era una inseguridad, o el sentir su erección punzarme mi zona débil.

Lo quiero... joder.

—... No quiero esperar nada... —respondí con un dejo de nerviosismo, pero queriendo más.

Ladeo una sonrisa y tomo la orilla de su bóxer azul.

Diosito soy yo otra vez.

—Este es el después... —murmuro para volver a besarme mientras se movía adrede para que lo sintiera más, lo sintiera todo.

Ahogue un jadeo frunciendo el ceño. Estando así debajo de el el deseo y las ganas que le tenia eran más grandes.

Se sentía más grande.

Una vez empezó a tomar el elástico de las bragas blancas, se detuvo por un ruido que lleno la habitación.

Lo ignoro, pero yo no.

El ruido siguió, hasta que se obligo a detenerse.

Miro a un lado ladeando el rostro... el sonido provenía de sus pantalones tendidos en el suelo, aun lado de sus zapatos.

Mi respiración seguía agitada.

Intento hacer caso omiso.

Pero insistía.

Gruño y suspiro con pesadez.

Estiro el brazo y tomo el aparato sin bajarse de mi regazo.

Me sentía incomoda y expuesta.

Atendió la llamada... la maldita perra llamada que interrumpió el momento.

—Mierda... —bufo para mirar la pantalla, apenas lo hizo quedo mudo, sin pensarlo se llevo el celular a la oreja y se separo completamente de mi—. ¿Qué carajos?... —volvió a decir a regaña dientes. Me sentí más incomoda, cerré las piernas intentando calmar la respiración.

No funcionaba, su parte intima no era lo único grande que tenia...

¿Y ese trasero?... Dios nos odia a las mujeres.

—¿Que?... —pregunto poniéndose a medio lado...

Joder... algo no iba bien... este tipo es la definición de todo lo bueno y bien hecho del mundo.

—No me jodas... ¿Dónde esta? —hablo exaltado, preocupado tocándose el puente.—No... no hagas nada... —negó cabreado. Ahí supe que ya no habría mas nada. Me levante corriendo tome el vestido y me lo puse inmediatamente. Cuando mis pies volvieron a tocar el piso me sentí extraña. La humedad que sentía hacia que me sintiera... resbalosa—. Ya mismo voy para allá... ¡¿Que no oíste?! —grito de tal manera que lo mire raro.

Ya no me asustaba con frecuencia, no después del verano con Jason.

Cuando se giro a verme sentí mi cara arder.

De pie, y con tan solo esa prenda parecía un pecado...

Por eso ese apodo.

Se extraño al verme vestida pues frunció ligeramente el ceño.

Iba acercándose a mi.

Intentaba no bajar la mirada.

Pero lo hice.

Mierda...

Dios bendiga a los altos.

—Tengo que...—asentí nerviosa e incomoda.

—Lo escuche —le interrumpí haciéndole entender que no abría problema... cuando en realidad si lo abría... Ladeo el rostro, pues pareció tergiversarlo—... Digo, si... ya sabes, entiendo que tengas que irte... —balbucee.

Me pone pendeja verlo sin camisa.

Concéntrate mamona...

—Puedo pedir un Uber si estas muy ocupado... —no. Aura, no. Tu no te demuestras así de insegura frete a alguien. Espabila pendeja.

—No... ven conmigo—dijo con la respiración cortada. Su comentario me extraño, y el lo noto—, digo, bueno... no se, si quieres—se corrigió así mismo recogiendo sus cosas—. Voy a desviarme, y puede que tarde algo, pero... te dejo en tu casa—aclaro una vez compuso su espalda dejándome verle el tórax tatuado.

Ya deja de ver... ya deja de ver...

Sus músculos lucían más tensos, duros. Todo en el lo estaba.

No digas que te vas con el... no lo hagas, luego quedas como pendeja. Pensé.

El ambiente estaba muy tenso.

Nos habían interrumpido abruptamente.

Y se sentía raro que siguiéramos con el cabello revuelto, las reparaciones agitadas, el con su muy grande y notaria erección, mientras yo sentía mi entre pierna mojada.

—No hay problema—dije —, bueno si no... no tienes... —me detuve para abofetearme con un sartén mentalmente —. Vamos —suspire y me decidí.

El parecía extrañado.

Simplemente asintió.

—Necesito ir al baño antes... —admití.

—No tardes —ordeno poniéndose los pantalones.

No mires...

Y mire.

Bueno... mejor si voy al baño.

Con las mejilla ardiendo, busque un baño por los oscuros pasillo. Entre en el primero que encontré, justo en la misma planta.

Una vez encendí la blanca luz mire mi reflejo en el espejo.

¿Qué me había hecho?

El cabello desordenado, mi maquillaje casi regado y... ¿Qué carajos fue eso?

¿Por que de repente me siento así... débil, y... diminuta?...

No... yo no soy así.

Tal vez sea el hecho de que... lo vi como quería hacerlo, lo sentí, y eso... quizás sea eso lo que me tiene embelesada.

Y es que... este tipo esta como quiere.

El solo imaginarme sus manos al rededor de mi cuerpo... el hecho de que haya terminado todo apenas empezándolo, me dejo así...

Sentí mis pezones endurecerse.

Tengo que hacer algo.

Mierda.

Trague duro sintiendo mi respiración volver a fallarme.

Mis manos tomaron vida propia, conduciéndose por si solas a mi zona, quería saber que tan húmeda estaba.

Mi cuerpo se tenso.

Y no me detenía, quería hacerlo, pero necesitaba saber.

Mi mano iba lentamente, hasta que tacaron la puerta.

Me detuve en seco con el rostro ardiendo.

—...Ya salgo—grite.

No perdí más tiempo.

Salí y me encontré a Jack de espaldas.

Seguía hablando con alguien por su teléfono molesto, parecía estar reclamando.

No pregunte, le seguí el paso.

Hasta que ambos nos encontrábamos fuera del lugar.

Encendió el auto estacionado, y entramos en el.

Una vez lo encendió termino la llamada y tiro el celular a la guantera.

¿Y ahora que había pasado?

No podía sentir el ambiente más tenso.

Y no sabía que pasaba.

Pero tampoco pregunte.

— ¿Estas bien? —preguntó al poner en marcha el vehículo.

—Si... como siempre —mentí, mis piernas aun me temblaban. Sin embargo no lo mire.

— ¿Por qué tardaste tanto en el baño?

¿Había tardado?

Lo mire disimulando confianza.

Entonces lo note mirarme incrédulo.

—No tarde —negué.

—Lo hiciste —contradijo.

—Necesitaba mojarme a cara...

—Lo que necesito no lo puedo hacer ahora —murmuro tenso.

— ¿Y qué era eso? —sabia a lo que se refería, pero quería oírlo decirlo.

Ladeo el rostro apartando la mirada del camino. Y se miró la entrepierna. Su gran erección seguía intacta, solo que ahora la cubría la tela oscura del pantalón clásico.

Volví a sentir mi rostro arder.

Joder... esto no me puede poner tan mal.

—... ¿No te molesta que te vean con eso? —pregunte casi sin mirarlo.

—Puedo arreglarlo con la mano apenas llegue a mi casa.

— ¿Ah sí?...

—A menos que lo quieras hacer tú... —propuso serio.

Lo mire extrañada.

No bromeaba.

Aun se sentía esa electricidad entre ambos.

—Vas... conduciendo... ¿Cómo?... como esperas que lo haga —murmure.

Sin embargo no estoy sorprendida, simpatice con él. 

— ¿No lo harías?...

— ¿Ahora?...

Negó levemente.

— ¿Lo harías contigo misma?...

Sentí todo tenso.

Mierda... ¿Por qué no acabo esa tensión sexual?... ¿Qué pasa?

—También lo haría —respondí mirando el camino, con el estómago contraído.

No lo oí decir nada.

Hasta que sentí su enorme mano posarse en mi muslo desnudo.

Entonces tome valor y lo mire

Era evidente que había quedado igual de afectado que yo.

—Enséñame... —murmuro para mirarme. No respondí, no pude.

Las palabras se me quedaron en la garganta.

Sentí su mano subir, y subir.

—Jack... pero, vas conduciendo—refute.

—Quede muy mal... — admitió —. Muy duro... —añadió subiendo más su mano. El interior del deportivo era pequeño, por lo que no tenía que esforzarse mucho.

—...Y...—quería oír más.

—Sé que quedaste igual... —refuto —. Si no... ¿Por qué tardaste tanto en el baño?

Atrapada.

No sé qué me arrastro a ceder, si sus caricias o el querer hacerlo.

De repente empezó a hacer calor.

Y no medí nada.

Lo quería, ambos lo queríamos.

Aparte su mano de mi pierna desnuda.

El me miro raro.

Pensó que había tomado una decisión.

Y hasta ahí había quedado.

Pero las manos me cosquillearon y se condujeron a su muslo.

Miro esta y luego a  mí.

Lo sentí tenso.

No espere.

Aun sorprendido apretó el volante con ambas manos y miro la mía, quien subía lentamente.

No sabía que había pasado... si era por la curiosidad que sentía de volver a sentirlo, o porque quería verlo.

Pero lo hice, por que quise, y por qué se me dio la gana. Estaba en llamas, y quería seguir viéndolo igual de afectado, no era justo que fuera solo yo. No es justo que siempre sea la mujer que quede  como inexperta.

Mi mano fue directamente a su aun erecta entre pierna.

La toque sobre el pantalón, se sentía completamente igual, dura y grande.

Apreté suavemente sin mirarlo, mirando como el bulto crecía.

Joder... me estaba enloqueciendo verlo así.

Seguí haciendo esa presión hasta sentirlo más tenso.

Oí como gruñía, y eso me libero para usar ambas manos y empezar a buscar la cremallera.

Lo baje, y una vez volví a ver su ropa interior me tense.

Me asusta como conduce, y voy a hacerlo... estoy loca.

—Mierda... —gimió cuando lo toque sobre estos.

El miembro se sentía caliente. Tome el dobladillo para sentir su abdomen bajo duro, iba a introducir completamente mi mano.

Pero de nuevo el sonido del celular me interrumpió.

—No te detengas... —dijo en un gruñido mirando mis manos ansiosas.

Trague grueso.

—Te están llamando...—mire el aparato.

—Que se jodan... —bufo en un gruñido desesperado— estoy contigo...

Asentí sonriente.

¿Y ahora por qué sonreía?

Juguetee con el elástico para torturarlo.

Es una locura que esté pasando.

No me quise detener.

Me sentía atrevida, y quería provocarlo. Empecé a trazar círculos con mis dedos sobre su abdomen bajo, su pecho subía y bajaba, pero su mirada seguía fija en la carretera.

Era una mala idea.

Pero la noche no moría, y yo quería que pasara.

Volví a deslizar mi mano dentro, pero otra vez el sonido interrumpió.

Esta vez bufo fuertemente.

Entonces me separe cuando sentí que la velocidad iba a más de lo que habitualmente lo he visto conducir.

Oh no, no, no, oh no, no.

Suspiro fuertemente y volvió a contestar.

—Ya me hinchaste los cojones —dijo apenas atendió  — ¡Que voy en camino!

Y ahora...

Termino la llamada y lanzo el aparato a la parte trasera del vehículo.

— ¿Qué pasa?... 

Lo pensó antes de confesarlo.

—Es Dan.

— ¿Le paso algo?

—Le paso que esta ebrio, y hecho un jodido mierdero—dijo enfadado.

— ¿Por qué tienes que ir tu por él? —intente calmar mi respiración, pero no mi curiosidad.

Se pasó una mano por el cabello, lleno de frustración.

—Porque desde que pasó todo, Stefan me obliga a vigilarlo como si fuera un muñeco de porcelana —admitió incomodo —. Piensa que si algo le llegara a pasar... seria mi culpa —apretó la mandíbula —. Otra vez...

Un silencio incomodo nos acogió.

Aún sigo sin creer que haya tenido el valor para confiar en mí, para decirme algo así. Y es tan raro, pero tan único que no se cohíba, y que no se cierre desmesuradamente a mí.

Es la primera vez que me pasa esto con un chico.

Y eso me asusta. Sin embargo no puedo ni imaginar... que padre es tan malo, para culpar a su primogénito de tal desafortunada vuelta del destino.

Luego dicen que la generación más jodida es esta.

Es evidente, que ha pasado por tanto... ¿Cómo es que sigue de pie? Irradiando esa sonrisa, y ese carácter no tan culero.

No quise preguntar más al respecto. 

Sentí como se incomodó cuando lo hice, y no lo juzgo, si a mí me hubieran culpado por tantos años algo que sé que no hice, no sé dónde estaría.

Una vez estaciono el auto me extrañe, pero no pregunte.

Ya habíamos llegado al centro de Beverly Hill, y no cualquier lugar. 

Era la parte más exclusiva, edificios enormes iluminados por luces artificiales. Espere a que dijera algo pero no lo hizo.

—Voy contigo... si quieres... si necesitas una mano.

Asintió con cansancio.

¿Desde cuándo lo hicieron creer eso? Por Dios...

Yo creí que en esta elite lo más cruel era que las personas con dinero les importara un carajo las necesidades de los demás, que solo se interesaran el ellos.

¿Pero qué tipo de padre odiaría tanto a su progenitor, para mentirle y hacerle creer que por su propia culpa su madre habría muerto, y su hermano estuviera a punto de perder la vida?

Por eso en la mesa era tan distante, por eso actuaba así.

Y es que cuando me contó la historia sentía ganas de vomitar.

No decía nada.

Las ganas de decirle algo para animarlo me llegaron, pero no sabía por qué no podía decir algo, así sea estúpido.

— ¿Vienes? — Así que abrí la puerta y saque un pie para bajarme.

—Adelántate... —dijo sin mirarme.

—Jack...

—No es la primera vez que lo hago...—admitió suspirando.

— ¿Hacer que?...

—Dejar lo que quiero por salvarle el pellejo.

Lo que... ¿quiero?...

Me quede mirándole como pendeja por unos segundos.

—Tiene casi veinte años, pero se embriaga como uno de cuarenta... —admitió a regaña dientes.

—Si te hace sentir mejor... voy a estar contigo — ¿y ahora que mierda me pasa? —... Por si ya sabes... si necesitas una mano extra.

Ladeo el rostro para mirarme.

—Ya estoy acostumbrado —dijo sereno, pero a la vez cabreado —, y no es que este compadeciéndome por sus pendejadas. No he bajado porque... —se detuvo e hizo una mueca para bajar su mirada señalando con esta su entre pierna.

Entonces lo entendí.

Y yo que creí que pasaba por una crisis existencial.

No pude evitar ladear una sonrisa.

—Tendrás que arreglar eso solo.

—No hay nada que arreglar en mí, soy perfecto —volvió su egocentrismo—, es solo que... literalmente necesitaba una mano—se pasó una mano por la nuca.

Puse los ojos en blanco.

—Eres perfecto... dudo que alguien le importe lo parada y grande que la tienes... —me burle citando lo que antes había dicho.

Pero... ay no... así no era.

— ¿Cómo?

Mi cara ardió al darme  cuenta que lo noto.

—Que te espero en el gran edificio —... así tampoco era —, que digo  afuera...

—Espera...

Le escuche decir cuando baje del auto.

No espere, pase el lobby, la instalación era enorme, lujosa, mármol negro y blanco, espaciosa de unos no se cuentos pisos.

Vi el asesor y me dirigí a él, me sentía extraña, cada paso era extraño.

El hombre detrás del mostrador hizo una seña para que me detuviera.

Pero no lo hice.

Seguí directamente al elevador, decidida a saber quién fue el culpable de haber arruinado mi perro día sin poder realizar el acto de la pasión, el gritos felices, el coito, el sin respeto, la follasion.

El hombre se acercó, pero yo ha había entrado al elevador.

Una sonrisa se dibujó en mis labios cuando vi a Jack correr a este mismo.

Le dijo algo al tipo y el asintió para alejarse.

Deje reposar mi espalda al espejo de atrás.

Jack entro con la respiración agitada.

Unas personas se acercaron, y el presiono seguidamente el botón para cerrar la puerta.

—Qué...—me interrumpió cuando la puerta se cerró. Se acercó y puso una mano a un lado de mi cara para acorralarme.

No espero para juntar nuestros labios.

El beso seguía siendo fogoso, ardiente. Sus manos se deslizaban por mi pierna desnuda, presionándome contra su cadera.

—... Eso no va a ayudar a tu erección...  —murmure sobre sus carnosos labios.

—Me importa un carajo...—hizo el mismo gesto.

Y así siguió, hasta sentimos la puerta abrirse.

Acomode mi cabello y calme mi respiración, supe que era el piso pues hizo un ademan para que caminara.

Y lo hice me abrí paso por el piso. Sentía un ruido ensordecedor al fondo del pasillo.

No lo sentí caminando, gire el rostro y lo vi parado en el ascensor.

— ¿Y ahora?...

—Creo que no lo pensé bien.

Rodé los ojos y seguido de eso camino a mi lado.

En cuento llegamos al final, note lo lujoso que era el lugar, en este piso para ser exacta, esa una suite, el piso estaba cubierto de una alfombra que se veía jodidamente costosa, los adornos eran minimalistas, colores brillantes, todo parecía bañado en oro.

¿Dónde estamos?

Una vez llegamos a la última puerta el no espero para abrirla de par en par.

La habitación era más enorme que todo el pasillo, habían mujeres por doquier, algunas en trajes de baño, otras en trajes costosos, todas hablando entre ellas. La música se sentía más  fuerte, el ambiente apestaba a alcohol, lujuria,  sexo y drogas...

Veía todo con suma atención, habían solo dos hombres en mi campo de visión.

Nate embriagado, y Adam arrastrado por el carajo.

Entonces lo supe.

El pendejo que había arruinado mi noche tenía nombre y apellido: Noah Thompson.

Apreté los puños fuertemente.

Jack se me adelanto.

Camino delante de mí.

Hasta que los dos chicos inmersos en el alcohol, nos notaron.

Jack no se detuvo, supo a donde dirigirse, camino fuera en un balcón que daba vista a la lujosa ciudad, había un Jacuzzi cuadrado transparente, dejando ver todo a imaginación.

— ¿Quién carajo los dejo entrar? —grito la voz de Noah.

Mire con atención la estructura. Estaba el, frente a una pelinegra hermosa, y Daniel ebrio, lo bastante ebrio para estar casi desnudo acostado boca arriba.

Parecía muerto.

—... Entraron solos... —explico Adam.

—No me digas... como siempre entrometiéndose —bufo Noah haciendo a un lado la perfecta chica.

— ¿Qué le hiciste? —pregunto Jack mirándolo.

El ambiente se jodio.

Todo estaba a punto de irse a la mierda.

Todo estaba a punto de irse a la mierda.

Noah salió del agua.

Intente no mirar pero fue inútil.

El abdomen lo tenía desnudo, solo unos pequeños pantalones para baño, era lo que lo acompañaba.

El agua hacia que se le adhiriera a todo... todo.

Bendita imaginación.

Su manga tatuada se veía imponente, y su mirada parecida a la de un depredador.

—Yo llame a Jack —balbuceo Nate—. Daniel se lo está llevando la fregada—lo señaló casi tambaleándose.

— ¡¿Qué?! —Pregunto Jack exaltado— ¡¿Le dieron alcohol?!

—Y una ramera... de nada— respondió Noah.

Lo mire asqueada.

— ¿Qué carajos haces aquí? —pregunto mirándome.

—Viene conmigo...  —explico Jack—. ¿Qué mierda le hiciste? ¿Le diste droga? Él no puede consumir nada de eso... —se acercó casi corriendo a su hermano.

Quede estupefacta.

Jack se inclinó y lo abofeteo para despertarlo.

El chico no respondía.

Me alarme.

—Relájate... —volvió a decir Noah—,  esta hormonal el pendejo, debe probar lo bueno de la perra vida.

—Noah, él no podía beber —Nate dejo la bebida  aun lado y salió corriendo a auxiliarlo.

Quede espantada, no sabía que hacer. Ambos intentaron despertarlo.

No funcionaba.

— ¿Qué le diste? —pregunto Adam espantado.

—...Nada... él bebió solo—respondió como si no le importara.

—Noah...—llamo Adam con un tono lleno de preocupación —, tuvo una recaída, intento suicidarse. ¡No puede beber! Le dan pastillas, para controlarse. ¡¿Qué le diste?!

No despertaba.

Dos personas intentando reanimarlo.

No despertaba.

Sentí el ambiente joderse a mi alrededor.

Jack, Nate y Adam parecían desesperados.

No sabía qué hacer, no sabía si moverme.

Un recuerdo de aquella noche me goleo, me dejo inmóvil.

La respiración se me corto.

No se movía.

Joder, ¿Por qué no despertaba?

Me lleve una mano a la boca horrorizada.

Estaba inmóvil, su cuerpo tendido sobre el piso mojado... ¿hace cuánto está ahí? Y... ¿si se ahogó?

Mire a Noah.

El miraba la escena con el ceño fruncido.

Me desespere.

—... ¿Qué mierda hiciste?... — pregunte completamente nerviosa, inmóvil, horrorizada, con los ojos aguados... y si... ¿murió?

Me miro ceñudo.

Luego lo hizo con la escena.

Nada.

Una mierda.

Su rostro no reflejaba nada.

No me atrevía a girar el rostro.

Sentí la voz de Jack llamar su nombre repetidas veces, la música se apagó, el ambiente se enfrió, de repente ya no me sentía aquí.

—... No le... no le di nada —admitió Noah.

Volvía mirar, Adam ya se pasaba una mano por el cabello preocupado.

No podía ver el rostro de Jack.

Por Dios... no.

No.

El cuerpo se sacudía.

—Le diste algo... ¡¿que le diste?! —grite espantada al ver que seguía inerte.

En eso los tres chicos se levantaron.

Incluido él.

—Estaba durmiendo... ¿Qué les pasa idiotas?  —hablo por fin el chico totalmente perdido, ebrio.

El aire volvió a mis pulmones.

Jack se apresuró a Noah, iba directo a él. Pero Nate lo tomo del hombro.

Me tense, pensé que iba a pegarle un puñetazo, se merece como diez, directos en el culo.

— ¡¿Qué te pasa hijo de puta?! —jamás había visto a Jack tan furioso, los puños se le tornaron blancos, y la mirada asesina —. ¡Sabes que no puede hacer eso!

Noah no decía nada.

—Ups... —fue todo lo que pronuncio.

A Jack le salía fuego por los poros.

—Estoy harto de tus mierdas.

De un momento a otro se le soltó a Nate, y se dirigió a él. No iba con intención de golpearlo, y Noah lo sabía, pues permaneció inerte, confiado.

—... Pues vas a tener que acostumbrarte —admitió —. Porque apenas empiezan.

— ¡Ya deja de actuar como un imbécil! —no me aguante.

Noah me miro ceñudo.

—... Ahora soy el malo—bufo—. Tú no sabes nada... así que cállate.

Me enervo la sangre.

—No lo voy a hacer... —me negué apretando los puños—. La gente no te dice la verdad porque te temen, no te respetan un carajo...  —admití desafiante —. Aburres, fastidias, no te respetan, te temen porque saben que eres un hijo de puta. Tu apellido, da asco. 

Su rostro se ladeo.

El ambiente se tensó.

Me enervaba saber, y ver como seguía siendo un maldito narcisista.

—No hay que pelear...—hablo el pendejo que hacia muerto—. Sigamos la fiesta... somos los Thompson...a ver... ¿dónde está el trago? —balbuceo.

— ¿Qué? —pregunte confundida.

Mire a Jack, se acercó a mí, pero Noah volvió a llamar la atención.

—Un momento... —dijo Noah.

—Noah, cállate, ya la cagaste lo suficiente—le ordeno su hermano.

—A ver si entendí... —señalo mirando entre Jack y yo—. Jack... no te ha dicho la verdad, ¿o sí?

—De quien menos quiero saberlo es de ti... —mire el rostro de Jack ya no estaba preocupado, parecía... nervioso.

—Puedo ser un narcisista... Pero jamás un mentiroso.

—No me importa creerte una mierda.

—No fue mi culpa si te has hecho la pendeja creyendo, que él era el tipo bueno  —lo señalo abiertamente.

—No soy el tipo bueno... —se defendió Jack —, ¿y qué?... No existen buenos ni malos, solo personas que intentan conseguir lo que quieren.

Ambos se miraban con ganas de caerse a golpes.

—Déjenme preguntar algo, antes de que se maten a golpes...—inquirió Adam.

Todos los presentes lo miraron.

—No vayas a salir con una pendejada que esto se puso bueno—bufo Nate.

— ¿Sabían... que...las mujeres cagan? —pregunto—. Yo no, y creo que ya no me gustan. Qué asco...

Nate me leyó la mente, le dio un zape que hizo que se le reiniciara el Windows.

—... Te mintió—volvió a hablar Noah ignorando al pendejo de Adam.

No sé  por qué, ni que me hizo creerle, pero entonces note el rostro de Jack serio.

Lo hizo.

Pero ¿en qué?

No se defendió, eso explico mucho.

—No te metas en esto —fue todo lo que dijo con decisión.

—Eso no justifica que le hayas mentido —le respondió con una sonrisa petulante.

Entonces si es verdad.

Me sentía humillada.

Las personas a mí alrededor me miraban con extrañeza.

Me encogí en el lugar, pero no baje el mentón.

—Haces esto a propósito—dijo Jack.

Acaba de confirmarlo.

Sentí un horrible bajón.

—Ella tenía que saber con quién se metía—aclaró sin importancia—. Qué tipo de persona eres... porque la realidad Jack... es que sí, todos tenemos dos caras... yo las tengo...—explico burlón —, en las dos me veo igual de celestial. Pero tú... en una eres un maldito mentiroso, y feo en la otra. Lo ocultas con esa capa de perfección, pero sabes que tu lugar es en la basura.

—Nadie en este mundo es bueno... —dijo el imitando su sonrisa.

Eso encabrono a Noah.

Me volvió a mirar, evaluándome de arriba abajo.

—Te mintió... no solo es un Archivald, es un Thompson para mi desgracia  —bufo. No entiendo un carajo—. Stefan y Christian son hermanos, y su madre y la mía igual.

— ¿Qué?... —pregunte sin entender nada.

La cabeza me quería dar vueltas.

—Si piensas que mi apellido te da asco, es porque no lo habías conocido a él... —lo señalo —. Lo oculta con un apellido de pila... Wilder, para sus apuestas y quien sabe que más porquerías.

Negué con la cabeza.

Noah sonrió abiertamente satisfecho.

—Ups... creo que te mintió—añadió sonriente.

Me sentía completamente humillada.

Todos me miraban.

Incomoda.

Me sentía incomoda, ultrajada.

Por el subsuelo.

Pero no quería darle la razón.

Por más bajoneada que me sentía, no quería darle la razón. 

Así que oculte mis ganas de llorar, por la humillación.

—Lo sigo eligiendo a él... —alce el mentón.

Oí como la gente hablaba a mis espaldas, en voz baja.

—Sin estilo, y sin dignidad...—murmuro.

Seguido de eso, la típica notificación nos avisó que ya se había regado el chisme.

No espere dos veces para ocultar la vergüenza sacando mi teléfono para leer.


Noticia bomba...

Hoy jugamos a ponernos nombres de pila... yo empiezo. Mi verdadero nombre es... Gosht A.

Ahora que me revele, voy a contarles un cuento, titulado... Noches que nunca mueren.

Dicen que en una torre, muy alta, se encontraban dos príncipes, y una princesa.

El primer príncipe salió a mentir.

Y el otro a regar la verdad.

Pero los mentirosos siempre ganan, a pesar de que la chica siempre quede sin dignidad.

Quizás no son los lazos de sangre los que nos convierten en familia. Quizás lo es la gente que conoce nuestros secretos, y que nos quiere de todas formas para que nosotros podamos ser nosotros mismos.

¿Qué ira pasar son este cuento de hadas?... O ¿Con este trio?

xox

Gosht A ...


Nota de Autora

Petting:

El petting es una práctica sexual no penetrativa, placentera en sí misma y con un gran repertorio de caricias íntimas para disfrutar en la intimidad erótica.

Bueno este capítulo es oficialmente el inicio de una verdadera revolución, no voy a entrar en detalles.

💋

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