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El castaño no podía dejar de mirar el pene de Jeon. Largo y grueso, con un pronunciado glande, seguido de unas venas que sobresalían por la piel hasta llegar a una base de vello espeso, oscuro y rizado . Además de estar muy erecta, prepara y dispuesta para él.

Por instinto quiso cerrar las piernas cuando sintió un tirón en su parte baja, pero no pudo al observar la mirada cargada de deseo que tenía el mayor. Se lamió los labios y decidió entrar con un poco de calma.

Jeon tampoco había dejado de observar ese cuerpo pecaminoso, esas piernas blancas lucían más apetitosas y las duras nalgas blancas que lo hacían desear marcarlas con sus dientes, además de la expresión de asombro al observar su pene, lo ponía a mil.

Esa noche lo tomaría de muchas formas duras y salvajes, para provocar que el castaño gritara y llorara de placer, haciendo que pida más.

—¿Tienes condones? —preguntó.

—Si, compré extra largos y resistentes —respondió.

Jeon no pudo soportar más el deseo, con una zancada estuvo encima del cuerpo de Hoseok y tomó su boca, devorando cada parte, mordiendo los labios con fiereza mientras sus manos recorrían la cintura y cadera del castaño, bajando hasta tomar cada nalga con sus manos y apretarlas tan fuerte dejando pequeñas marcas de los dedos.

El menor fue acorralado en la pared y sus manos estaban en los hombros del pelinegro para evitar caerse. Jeon dejó su boca y bajó al cuello con besos húmedos. Hoseok dejó escapar un gemido de su garganta, estaba excitado, su cuerpo lo delataba.

De un momento Jeon dejó de besarlo y se alejó, Hoseok tuvo que sostenerse de la pared, sus rodillas temblaban y temía caerse, pero su cuerpo fue girado y ahora se encontraba con el rostro pegado a la pared y las piernas separadas.

—Te prepararé, así disfrutarás más —dijo con voz ronca.

—¡Oh!  —fue lo único que pudo decir cuando sintió la fría lengua de Jeon juguetear en su agujero.

El cuerpo de Hoseok quemaba por el deseo, estaba siendo preparando por una experta lengua que lo penetraba, lamia y chupaba. La lengua se alejó y sintió un líquido viscoso y frío acompañado de un dedo.

El dedo avanzó el primer músculo de anillos, realizó unas cuantas penetraciones y rápidamente adentró otro dedo, haciendo tijeras por dentro, el pelinegro no podía esperar para estar enterrado en él. Mientras Jeon lo preparaba con sus dedos, su boca no había dejado de besar y morder las nalgas, dejando varias marcas en ellas y en las caderas.

Hoseok sentía que su orgasmo se avecinaba con sólo ser preparado, pero tampoco le diría que empiece, porque pensaría que estaba desesperado.

Como si sus pensamientos fueron leídos, Jeon se levantó y empezó a besar su cuello. Los dedos dejaron una sensación de vacío en su interior, pero esta fue sustituida por una gran pedazo de carne.

Hoseok fue penetrado de una sola estocada, soltando un gran gemido ahogado.

—Estas tan apretado —susurró Jeon es su oído.

Jeon empezó un vaivén lento pero duro, quería desesperarlo y encontrar su delicioso punto. Cuando lo encontró, Hoseok tembló y casi gritó — gimió de placer. Había llegado el momento de empezar a follarlo de verdad.

Y así lo hizo, las penetraciones fueron más rápidas, las cálidas paredes de Hoseok lo apretaban y succionaban haciéndolo poner más duro y excitado. Sujetaba las caderas de su amante, dejando marcas de sus dedos en la blanca piel.

Hoseok fue girado y observó unos ojos dilatados, recordándole a un depredador cuando cazaba su presa. Sus pies dejaron de tocar el suelo y se asombro por la fuerza del pelinegro, ya que se encontraba empotrado en la pared con las piernas tocando su pecho.

Jeon lo penetraba como un poseído, sus manos separaban el par de nalgas del castaño para poder enterrarse más profundo. Hoseok no podía aguantar más, necesitaba liberar su orgasmo pero Jeon se percató de aquello y no le permitió, tomando su polla y tapando el pequeño agujero para liberarse.

El castaño quería llorar por la desesperación, el quería que termine rápido para el también hacerlo, así que colocó su boca en el cuello del pelinegro y empezó a bajar hasta su hombro, en donde dio una gran mordida. Su pene fue liberado y con una estocada profunda se pudo liberar.

Su semen manchó gran parte de su torso y piernas, pero ahora se sentía tranquilo. Las penetraciones no pararon y su cuerpo vibraba por ellas.

Jeon estaba alcanzando el clímax, así que bajó el cuerpo cansado del castaño y lo arrodilló frente a él, tomó su barbilla y la acercó a su pene, se quitó el preservativo, tirándolo en el piso y con sus dos manos empezó a masturbarse recordando las cálidas paredes del menor. El rostro del menor empezó a ser salpicado por grandes cantidades de semen.

El menor tenía los ojos cerrados, sentía su agujero palpitar por la penetraciones y su reciente orgasmo, sus rodillas y piernas temblaban, pidiendo un poco de descanso. Sintió su rostro lleno de semen, no olía mal.

Jeon tomó de los brazos al menor y lo levantó, llevándolo al baño de su habitación para que se limpie. Le brindó un paño y éste lo utilizó en su rostro.

—Puedo bañarme solo, te puedes retirar —comentó agitado.

—¿Por qué lo haría?

—¿Cómo qué por qué? Ya terminamos, así que debo irme —respondió.

—¿Quién dice que hemos terminado?

¿Cómo qué no habían terminado? Debía ser una broma, el muy iluso creyó que sería una sola vez. ¡Por un demonio!

—¡Maldito! ¡TU ME DIJISTE QUE SERÍA UNA SOLA VEZ! —reclamó.

—Si, pero eso era por el castigo, ahora no será así. Yo tomaré tu cuerpo cuantas veces quiera.

—¡Esto es injusto! Te denunciare por acoso sexual —respondió.

—Puedes hacerlo y veamos a quien creerán, además cuando se enteren donde trabajas pensarán que eres un mentiroso —dijo calmado.

—¡Y TU UN MALDITO PERVERTIDO!

—Pero este "maldito pervertido" te hizo gozar mientras te follaba —le recordó.

—¡CALLATE! —el menor empezó a tirar de sus cabellos, el maldito le mintió diciendo que sería una sola vez. Ahora él estaba en la boca del lobo e iba a ser devorado completamente —pensó.

—Mejor ven, bañémonos que quiero follarte en la ducha —comentó.

—¡NO! Ya lo hicimos, así que me marcharé —exclamó.

Hoseok tenía la mano en la perilla del baño cuando sintió una dura erección entre sus nalgas, que empezó con un roce suave sin penetración. Su pene fue tomado con una mano y masturbado, mientras era besado en su cuello de manera ruda.

—¿Seguro te piensas ir? —preguntó en susurro muy cerca de su oreja, dando un leve mordisco en ella.

—Si-i —respondió en un hilo de voz, estaba flaqueando ante el deseo.

El mayor lo guió hasta la ducha, donde se arrodilló en frente del mediano falo del castaño, tomándolo con sus manos para introducirlo por completo en su boca. Quería que Hoseok llegue a su límite para tenerlo dócil y blando bajo su pene.

Después de hacerlo en la ducha y luego en la cama, Jeon decidió pedir comida a domicilio. El cuerpo cansado y dormido del menor se encontraba acostado a un lado de él. El timbre sonó y tomó una pantalón de dormir para vestirse, caminó a la puerta y la abrió.

Recibió la comida y pagó, dirigiéndose a la habitación para levantar al menor, debería alimentarlo para que resista.

—Levántate Hoseok, pedí comida —habló.

El menciono se estiró, miró al pelinegro y asintió

—¿Qué hora es? —preguntó.

—¿Para qué quieres saber?

—Para no irme tan tarde a mi departamento —respondió.

—Tú no te iras hoy.

–¿Y el campamento mañana?

—Yo te llevaré.

—¿Por qué lo harías? —preguntó curioso.

—Porque quiero follarte más veces, así que levanta ese rico culo que te cargas y ven a comer —dicho aquello se marchó dejando al castaño sin argumentos.

La noche aun era joven y Hoseok debía resistirla.

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