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Las semanas pasaron en un abrir y cerrar de ojos, Hoseok estuvo tan agotado del entrenamiento que llegaba con las justas a su trabajo. Menos mal faltaba un día para su descanso laboral y podría hibernar como un oso, pero sus planes no salieron como quería.
La alarma de su celular sonó, pero el cansancio hizo que la posponga, dando como resultado que se levantara a las seis y media. Se levantó tan rápido que sintió un tirón en la pierna -calambre- pero le dio poca importancia, solo tenía treinta minutos para llegar al campamento de entrenamiento.
Se arreglo en menos de cinco minutos, corrió hasta la parada y para su tranquilidad, el bus llegó rápidamente. Maldecía a cada persona que bajaba o subía del transporte, haciendo que se retrase más. Tenía el corazón en la boca, faltaba cinco minutos para las siete cuando bajó del bus y empezó a correr al campamento.
No podía presentarse así, debía dejar sus cosas en su casillero e ir a la formación. El reloj de su muñeca marcaba un minuto menos para las siete, pero mientras corría al lugar donde sus compañeros estaban -que era el otro extremo del campamento- el sonido de la sirena le informó que llegó tarde.
Se ubicó en su lugar respirando agitadamente, el instructor Jeon estaba de espalda y observó que un joven recién llegaba.
-¿Quién fue el que llegó tarde? -preguntó serio.
Hoseok por un momento tuvo miedo, desde que empezó el entrenamiento se había esforzado mucho. Dando un paso al frente, habló.
-Yo Señor -respondió.
Hoseok tenía la mirada en alto, pero cuando Jeon se giró, dándole una mirada tan gélida y cargada de ira, la mirada bajó al suelo inmediatamente.
-¿Cuál es su apellido? -preguntó Jeon sin despegar la mirada del joven.
-Jung.
-Entonces señor Jung, ¿piensa que esto es un juego? -inquirió Jeon, mirando al joven y al resto del grupo.
-No Señor.
-Si no es un juego para usted, ¿es una falta de respeto? No tolero la impuntualidad, lo recalque el primer día.
Hoseok no respondió, ¿qué podría decir para no verse como un irresponsable?, prefirió callar y seguir escuchando el regaño de su instructor.
-Vuelva a su lugar Señor Jung, a la hora del almuerzo lo espero en mi oficina -finalizó Jeon para dar paso al entrenamiento.
-Si Señor.
Hoseok regresó a su lugar un poco apenado con sus compañeros, el estómago le rugía por no tomar desayuno y ahora se perdería el almuerzo.
¡Vaya día que tendría!
Jungkook no fue nada piadoso a la hora del entrenamiento, les recordó que esta era su decimosegunda semana, que ya no estaban en la primera semana donde los puso a prueba y fue más flexible en el entrenamiento. Los jóvenes casi boquean por lo dicho, las semanas anteriores habían trabajo mucho físicamente y teóricamente, si ahora venía lo difícil, ya se imaginaban desmayados por todo el campamento, pero este era su sueño y manera de superarse, así que no podían quejarse.
La hora del almuerzo llegó para alegría de todo el grupo, Hoseok caminaba cansado a la oficina del entrenador Jeon. Tocó la puerta, esperando una respuesta. Mentiría si dijera que no tenía miedo, sus piernas temblaban y sus manos estaban húmedas por el sudor. Escuchó un "adelante", exhaló el aire retenido en sus pulmones y entró.
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Jungkook estaba furioso, que ese mocoso insolente se atreviera a llegar tarde al entrenamiento lo tenía hechando espuma por la boca, pero esa no era la única razón por la que estaba molesto con Jung. Aquel muchacho era el causante de sus más recientes erecciones.
El había observado a los jóvenes mientras se duchaban, pero un cuerpo en particular le llamó la atención.
Ese joven tenía la piel blanca, un abdomen plano, piernas torneadas y, por último, lo que más le interesó fueron unas enormes nalgas, redondas y firmes, que formaban la curva perfecta rumbo al pecado.
Se había imaginado su cara entre esas carnes, lamiendo, besando, mordiendo y chupando un hermoso anillo de músculos, que aún no conocía, pero con solo ver su cuerpo sacaba sus propias ideas.
¡Mierda!
Jeon no quería castigar al chico y provocar que este se marche del campamento, no antes de tenerlo bajo su cuerpo, follarlo y escucharlo sollozando de placer.
Estaba tan concentrado en sus fantasías, que no recordó la conversación con el joven sobre su falta por llegar tarde. Al verlo parado ahí en la puerta de su oficina, se percató de la rigidez que había crecido en medio de sus piernas.
Decidió actuar frío como siempre, no podía permitir mostrar su excitación ante aquel joven, aún no.
-Pase Señor Jung, que no muerdo -"solo si usted me lo pide" pensó.
Me acabo de dar cuenta que es muy corto el capítulo.
Si algún día hago una revisión y edición, luego de terminar la historia, acomodo esta parte.
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