20▽
Hoseok sentía sus párpados pesados, tenía que levantarse rápido para ir a la estación y presentarse, pero por más que intentaba moverse no podía, ¡ni un solo jodido músculo!. Escuchó atento para ver si algo le decía que tan tarde era, pero nada.
Murmullos. Eso escuchó. Demonios, un ladrón entró a su casa, tenía que levantarse y tomar lo primero que encuentre para defenderse, pero lo que debía hacer primero era ponerse de pie. La voz de su hermana le llegó como un suave ruido.
Jimin ya se había despertado. Con un dolor de cabeza y cuerpo terrible. No recordaba nada, solo que había salido con Hoseok y que tomaron una copa antes de ir a bailar.
Varios minutos después, Hoseok logró abrir los ojos y el color blanco de las paredes lo encandiló.
—Habla más bajo Jiwoo —el castaño cerró sus ojos.
—Ya te explicamos —Jimin intervino —. Salimos a bailar y tomar, nada más.
La hermana de Hoseok escuchaba con atención, les creía, claro. Su pequeño hermano no tenía esas costumbres o andanzas, ni tampoco esa clase de amigos.
—Al menos recuerdan sus rostros. Minjae me dijo que tienen a dos tipos y que estos serían los responsables —dijo serena.
—Yo si, del que estaba cerca de mí —murmuró Jimin.
Hoseok había escuchado lo sucedido la noche anterior y entendía, Jiwoo sólo les había explicado que habían sido drogados y nada más. Pero no era ningún niño, comprendía la razón de drogarlos.
—Menos mal que Jungkook se encontraba en el mismo Bar y se percató de todo.
Esperen. Hoseok había escuchado mal o era uno de los efectos secundarios de lo que les dieron. ¿Jungkook? El jodido policía calenturiento que no podía pasar un día sin follar.
¿Ahora tenía que agradecerle por no haber terminado siendo follado por un viejo?
Su estómago se removió de sólo pensarlo. No es que fuera diferente con Jeon, porque este al menos es bien de parecido, tiene un cuerpo tonificado y su rostro —por más que le cueste admitir— es varonil. En resumidas palabras, guapo en todo el significado de la palabra.
Y bien sabía, con ese tipo no sería una vez. No sé quería imaginar cuántas veces hubieran sido y cómo. ¡Oh no!
A Hoseok le vinieron unas arcadas y por más que intentó, no pudo retenerlas. Vómito a un lado de la camilla donde se encontraba, el sabor amargo al final le quedó en su garganta, escupiendo ahí mismo para intentar eliminarlo.
Jiwoo corrió a buscar al encargado de limpieza.
—Yo si pude retenerlo —murmuró Jimin frunciendo la nariz.
—Es que de solo pensar que hubiera pasado si no…
—¡Cállate!, que ha mi también se me revuelva el estómago de solo pensarlo.
Pero no solo por eso a Hoseok le daba náuseas. No. Porque también le enseñaron desde muy joven a tener cuidado cuando fuera a un lugar. No despegar la vista cuando preparan su trago, no dejar su vaso con bebida, no recibir un trago de un amigo sin ver cuando lo sirvieron.
Su hermana siempre le decía aquello y Minjae también. Les fallaba por segunda vez.
Demonios. Otra arcada vino, y sólo escupió agua y la poca saliva que le quedaba por la falta de hidratación.
—Calma.
Jiwoo estaba dando pequeñas palmaditas en la espalda de manera cariñosa, reconfortado a Hoseok.
En la tarde pudieron salir y llegaron a la estación, para dar su declaración y poner la denuncia. Hoseok mordía nerviosamente la parte interna de su mejilla, no quería que se enteren de lo que sucedió. No.
Ya para la noche, todo hacía acabado y los tipos tendrían el juicio la próxima semana. Hasta entonces, estarían en prisión preventiva. Jimin sabía de los cargos y había protestado por la mínima condena pedida por los abogados de los demandados.
El lunes regresó a la estación y con toda la vergüenza acumulada, debían ir a dar las gracias al estúpido de Jeon. Maldito hijo de perra quedaba mejor en sus pensamientos. Pero para su sorpresa, cuando Min llegó por la estación le comentó que este había viajado a Seúl y no sabía el tiempo exacto que regresaría.
Claro, aunque Yoongi lo supiera no hubiera dicho ni pío. Cosa de trabajo y casos especiales, quedaban ahí y se es una tumba. Uno nunca sabe cuando hay un soplón.
Hoseok se despidió educadamente y dejó que Min siguiera en lo suyo. Al menos podría pensar que palabras decirle.
¡ESPEREN!
Tenía pensado aprenderse o practicar.
Maldito hijo de perra.
Bueno, solo le diría. Gracias, mi amigo y yo te debemos una.
¡No!
Sacudió la cabeza. Si le debía algo, se lo cobraría con sexo, y si eran dos, hasta seguro hacia un trío.
Mejor diría:
Gracias por salvarme de esa, yo prometo olvidar lo que pasó antes y del chantaje.
Negó nuevamente. El no podría olvidar tan fácilmente, no se consideraba una persona rencorosa, pero eso no se podía olvidar.
Quizás debía decir:
Lo de esa noche lo tomó como una disculpa de tus actos anteriores y chantaje.
Si, eso diría. Ahora debía esperar que el oficial Jeon regrese.
▽
Jungkook había llegado cuando aún amanecía. Llegó al que era su departamento cuando vivía ahí, seguía de la misma manera como la última vez que se quedó por el operativo. Revisó los documentos enviados por HyunBin, leyendo detenidamente lo escrito por el fiscal del caso y el juez.
El nombre de uno de los funcionarios se le hizo conocido. Quizás en otro caso y del cual los delincuentes quedaron impunes. Tenía que averiguar más a fondo y que pronto Kim Taehyung estuviera condenado por varios años pudriéndose en la cárcel.
Eso sería un gran logro para su orgullo de oficial.
▽
Navidad llegó y la noche se vio invadida de una fina capa de nieve, Seúl poseía temperaturas más bajas en el país en esa época del año. Envolvió una caja de regalo con un gran moño rojo y salió. Las familias reunidas, tomando un chocolate caliente, los pequeños abriendo sus regalos emocionados. Todo tan bonito pero al mismo tiempo tan empalagoso y ridículo para los ojos de Jeon.
Tocó el timbre de una bonita casa, muy elegante y de tres pisos. La puerta de madera con figuras doradas talladas se abrió, dejando ver a una señora de unos casi cuarenta años.
—Buenos días, soy Jeon Jungkook —se agachó haciendo un leve reverencia —. Tengo una charla con su esposo.
—Es navidad, ¿no pudo escoger otro momento? —la molestia se reflejó en la mujer.
—Lo lamento tanto, no soy de Seúl y estaré solo unos días. No le quitaré mucho tiempo. Además —mostró la caja —. Les traje un pequeño obsequio para los pequeños.
Si podía morir Jungkook, escogería ese momento. Ser delicado, entregar regalos y amable no estaba en sus genes.
—Espere un momento, voy a…
—Cariño
La voz del hombre se escuchó desde la escalera y bajó sin preocupación hasta la puerta.
—Buenos días Jeon. La puntualidad es buena en usted.
—Los dejo, si me disculpan —la señora se retiró con el regalo en las manos.
Ambos hombres se dirigieron al despacho del dueño de casa.
—No seré tan sutil y amable, como lo fui con su esposa. El caso de Kim que usted lleva a cargo esta siendo muy lento cuando todas las pruebas están ahí, claras como el agua.
—No se de lo que habla, yo no tengo ningún caso así.
—Aparte de idiota, también se hace el olvidado. Si no quiere el caso, puede darle la opción a otra persona, no se haga el ignorante.
—Nadie me obliga a que lo siga o ceda.
El dueño de casa estaba sentado, con las manos junta golpeteando sus yemas.
—Usted cree que saldrá bien luego del dictamen del juez —rió con desgano —. Su familia corre peligro y si lo deja libre, el hará callar a todos los que le ayudaron. Incluyéndolo.
—¿Me está amenazando?
—Yo no, pero ya mismo llegarán si no lo deja libre pronto y luego, cuando ya esté fuera. Usted me entiende.
—¿Y quién me garantiza que estaré bien aunque me exenta del caso?
—Nadie, pero puede poner un justificativo de cualquier cosa para asignarlo a alguien más. Usted es inteligente.
Se quedaron en silencio, escuchando los suaves murmullos de la sala provocados por lo pequeños. Jungkook le estaba dando tiempo para que piense.
—Mi intención desde que llegué a Seúl era patear traseros, pero primero vengo a hablar como las personas civilizadas y no cómo la bestia que dicen que soy —Jeon dice antes de levantarse.
—Estaré hasta después de año nuevo y espero que haya tomado una decisión.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro