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19▽

Jungkook manejó a exceso de velocidad, no le importaba las multas que le impondrían, en fin, su auto no era y el dueño era SeokJin. Su jefe tenía bastante dinero para pagar una simple multa.

Los balbuceos de ambos jóvenes no ayudaban, pero se recordaba que no estaban en sus cinco sentidos. Jamás había tomado a alguien que no estuviera consciente, a Hoseok de manera no voluntaria, pero consciente.

Llegó a una clínica en menos de cinco minutos y bajó con rapidez para llamar al guardia y que le ayude con los dos jóvenes. Hoseok y Jimin se habían desmayado o eso parecía, pero de lo que sí podría estar seguro era que no estaban conscientes de nada, absolutamente nada.

Minutos pasaron y Jungkook se quedó respondiendo todas las preguntas que le hacía la enfermera, para anotar el ingreso de los jóvenes. El pelinegro le contó todo, mostró su placa e identificación.

Los revisaron e ingresaron en una habitación, donde luego de ponerles suero, los dejaron descansar.

—¿No tiene el número de algún familiar que se pueda llamar? —preguntó la enfermera.

—Del castaño si, soy amigo de la hermana y cuñado —dijo, dejándole un sabor amargo, aunque el quería seguir diciendo que su amistad no se había visto afectada.

—Entonces llámelos, necesitamos hablar con ellos.

Jungkook, un hombre adulto, grande, musculoso y de rostro serio, se encontraba en el baño de la clínica haciendo caras para poder relajarse y llamar a Jiwoo. Ella si le respondería, Minjae no.

Marcó y esperó, sus manos sudaban, secándolas con un poco de papel.

—Hola.

—Jiwoo.

—¡Jungkook, que sorpresa!

—Eh… si.

—¿Pasó algo?

—Si y tiene que ver con Hoseok.

El suspiro de sorpresa lo puso más nervioso al pelinegro.

—Está en una clínica —silencio, Jiwoo escuchaba con atención —. Lo drogaron junto a un amigo.

Sabia que Minjae mal interpretaría todo. Porque cuando tuvo la oportunidad de quedarse a solas con Jeon, le lanzó una mirada aniquiladora.

—Espero que por tu bien, estés involucrado —le susurro acusándolo con su dedo índice que chocó con su pecho.

Jungkook no respondió, solo observaba a una nerviosa Jiwoo y Minjae tratando de calmarla. Su trabajo como buen samaritano había terminado, mejor regresaría al lugar de origen de todo el embrollo y devolvería el auto.

—SeokJin, soy Jeon. Ya llegó la familia de uno de los jóvenes, dime donde estas para dejarte tu auto.

Escribió un mensaje, que fue respondido al minuto.

—Estamos aún en el bar.

Jungkook sonrió y tronó sus dedos. Tendría diversión y no como la había imaginado.

SeokJin levantó al tipo del suelo y lo llevó a los baños, para darle una golpiza y luego, si ya se sentía mejor, lo llevaría a la estación y pondría los cargos a su nombre.

La puerta del baño fue golpeada y de un cubículo, salió un hombre.

—¿Por qué tardaste tan… —se quedó paralizado al ver a su “amigo” con la nariz rota.

El tipo del baño era un hombre mayor, con algunas canas en su cabello y surcos en su cara. Un ser repugnante, pensó Jin al darse cuenta que el plan lo habían armado entre los dos.

—¿Así que tu también conoces a este idiota?

—Yo… eh… qué… —tartamudeó.

—Veo que si —sonrió de lado.

SeokJin lanzó al tipo con la nariz rota contra su “amigo”. Salió de los baños y jaló a otro tipo que pasaba.

—No dejes salir a nadie de este baño —mostró su placa.

El tipo asintió nervioso y se colocó como seguro. SeokJin caminó hasta encontrar un guardia y lo llamó.

—En el baño hay dos tipos que no deben de salir por nada, así que tu pondrás llave a esa puerta y te encargarás de vigilarlos. Y si te preguntas ¿quién diablos soy? —hizo como si pensara —. Soy un maldito policía.

La música seguía en alto volumen y lo último le dijo cerca del oído del grandulón guardia aunque a lado de SeokJin, quedaban casi de la misma altura.

El guardia avanzó donde estaba el otro tipo muerto del miedo vigilando. Llamó por la radio e informó lo que estaba pasando.



—Min, necesito que me hagas un favor.

SeokJin se acercó al grupo que no se había dado cuenta de lo que pasó. Estaban un tanto ebrios.

Luego de comentarle todo a Yoongi, esta vez SeokJin se dirigió en busca del dueño del local. No fue difícil llegar a la oficina, aunque el personal de seguridad no ayudaba porque se le cruzaba en el camino. Si tenía tan buena seguridad, ¿cómo es que diablos permitían expender drogas a diestra y siniestra?

Esperando a que la oficina se abriera, tambaleaba su pie con impaciencia. La puerta fue abierta, dentro de la habitación los colores ocres formaban parte de la decoración haciéndola sentir cálida. SeokJin no estuvo con formalismos, ni se sentó ni nada.

—Esta será una primera y última advertencia —habló.

SeokJin salió minutos más tarde, con una sonrisa retorcida en su rostro. El dueño iba tras él, un poco nervioso.

El jefe de la policía llegó primero a la barra, mientras el dueño se dirigía donde el guardia que resguardaba el baño.

—Hey —Jin llamó al barista.

—¿Se le ofrece algo?

—Si, ese tipo sentado del otro lado me llama la atención y pensaba querer llevármelo a la cama.

El barista lo miró y luego al tipo mencionado. —Puedo ayudarte, pero te saldrá caro —le hablo acercándose más al mesón mientras fingía que limpiaba.

Bingo.

 

 

Cuando Jeon llegó, el bar seguía como si nada pasara. Su celular sonó y vio que era SeokJin.

—Mira a tu izquierda.

Jungkook lo hizo y encontró a su jefe de pie con los brazos cruzados. SeokJin se veía sexy, con la camisa desabrochada los dos primeros botones y doblada las mangas hasta la altura de los codos. Lo volvía a repetir, lastima que a su jefe no le gustaba recibir.

—¿Cómo están?

—Bien, supongo.

—¿Llegaron sus familiares? —Jungkook asintió —. ¿Conversaste con ellos?

—Solo con uno, porque…

SeokJin lo miró esperando respuesta.

—Es familia de Kim —carraspeó —. Kim Minjae.

SeokJin hizo memoria y lo recordó. Es un buen hombre, dedicado a su trabajo y familia.

—Hablaré con el después —le posó su mano en el hombro del pelinegro —. Ahora tu me contaras lo que pasó exactamente.

 

 

En la clínica Jiwoo seguía preocupada, ni bien había escuchado decir a Jungkook que su llamada tenía que ver con su hermano drogado, sintió el miedo recorrer su cuerpo. Hoseok le comentó que saldría con Jimin cuando lo había querido invitar ese sábado a comer en la noche.

Dejó a su pequeño con una niñera en casa y corrió, junto a su esposo donde estaba internado su hermano. No había podido hablar con Jungkook, porque este se marchó poco minutos después de llegar.

—Pueden venir mañana, ellos no despertaran —les sugirió un enfermero —. Se que están preocupados, pero ahora están con sueros y eso los mantendrán adormecido hasta que pase el efecto de la droga.

—¿Es peligrosa? —preguntó nerviosa.

—No cariño —respondió Minjae.

—Cómo mismo lo dice su esposo, no es peligrosa, pero los mantendremos vigilados.

—Gracias.

 ▽


La sangre en los nudillos se habían secado, por eso Jungkook se encontraba en el baño de la estación, refregándose con abundante jabón. Sonrió con burla al recordar como quedó el rostro de los hombres luego de haberles dado unos cuantos golpes —mentira, al que dijo que se quería follar a Hoseok, le había partido la cara.

Salió ya sin rastro de sangre en sus manos y se encaminó a la oficina de SeokJin. Hasta ese momento ya era media noche y tenía que preparar una maleta para salir al día siguiente, bueno unas diez horas después.

—De aquí en adelante me encargo yo —habló su jefe mirando su celular.

Jungkook asintió. Los tipos estaban aún en la estación y debían esperar a que Hoseok y su amigo se despierten y pudieran dar declaraciones.

—Felices Fiestas Jeon.

—Felices Fiestas jefe.

Varias horas después, Jungkook subía al avión para ir a Seúl. Iba a patear algunos traseros y si que le gustaba eso.


Bueno, hasta aquí la historia estaba en la otra cuenta. Espero que la sigan leyendo :)

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