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17▽

La semana de estar en las calles pasó rápido, lo siguientes días no tuvieron incidentes parecidos a la de la joven con el señor, pero tampoco habían sido tranquilos. Ladrones de carteras y unos cuantos problemas por personas que se querían ir de algún lugar sin pagar lo consumido. Minjae le había escrito todos lo días, preguntándole si había algún acercamiento de Jeon hacia el.

La respuesta era la misma por parte de Hoseok.

Gracias por preocuparte Minjae, pero El Idiota se ha mantenido alejado.

Hoseok había hecho prometer a su cuñado para que no le dijera nada a su hermana, no quería que se preocupe y vaya armar un escándalo a la oficina de Jeon. Ella no andaba con rodeos y el castaño solía tener miedo de los impulsos agresivos de Jiwoo.

Estar en la estación era más fácil, no tenían que soportar el sol, el cansancio de estar de pie y el cambio de temperatura, porque en la mañana podría estar fresco y nublado, mientras que al medio día, el sol salía y quería chamuscar a todos en la tierra. El aire acondicionado lo hacía querer permanecer ahí hasta que se acabara el curso, pero sabía que eso no podría ser y el simplemente se conformó a disfrutar de su estancia en el lugar.

Así pasó un mes, donde no había visto, oído ni leído sobre Jeon. Mejor, mucho mejor para Hoseok.

Por otro lado el pelinegro estaba preocupado, su impulso lo había llegado a terminar con la única amistad honesta que tenía desde hace años. Tenía amigos —los considera conocidos—, pero ellos sólo eran de fiestas, borracheras, ir a buscar algún culo con quien follar, nada más. Minjae era diferente, a él podía contarle sus proyectos, ideas de trabajo y miedos, en cambio los demás, no le pondrían atención.

No había querido insistir, pero su conciencia estaba haciendo mea culpa y sin darse cuenta, se castigaba así mismo en no ir a ningún burdel. Se mantenía ocupado en el trabajo y también en el caso de Kim.

El idiota Kim.

Un mes y no lo habían condenado aún, estaban en prisión preventiva y el juicio no se apresuraba. Malditos jueces corruptos. Sabía que estaban recibiendo algún dinero por debajo de la mesa para alargar el juicio y al final, darles una condena pequeña y con posibilidad a libertad condicional.

—Hijos de puta —golpeó el escritorio de su casa. Bueno, del departamento que alquilaba porque no sabía cuánto tiempo se quedaría y no era capaz de gastar sus ahorros en una casa.

Miró su entrepierna, estaba dura, tiesa, erguida, dolida y dispuesta a ser calmada con cualquier agujero, no se pondría exquisita luego de un mes de abstinencia. También podría utilizar la mano, no importa cuál fuera el objeto para ayudar a calmar sus ganas, su falo deseaba lanzar todo el semen que tenía acumulado en sus bolas.

—No, muchos problemas me has causado —regañó a su verga.

Además, faltaba menos de un mes para navidad y un poco de nostalgia lo estaba invadiendo. No tanto por no poder follar a Hoseok, la amistad con Minjae era mucho más grande y le dolía perderlo, a él, a Jiwoo y al pequeño Jiho.

Quizás debía regresar a Seúl para apresurar el juicio de Kim, le ayudaría a despejar su mente y le daría tiempo a Minjae en calmarse y poder hablar con él sin que le rompa la cara. Podía visitarlo y llevarle un juguete a Jiho.

—No, mejor hago que le envíen el juguete con una tarjeta de mi parte —murmuró cerrando un documento que estaba revisando.

—No puedes decidir por ti mismo Jeon.

—Por eso te estoy comentando. Ya va más de un mes SeokJin.

—Tengo que hablar con HyunBin sobre el avance del juicio.

Jungkook golpeteó sus dedos en el escritorio.

—Será un par de semanas. Además el grupo de novatos ya está afuera y ya no necesitan de mi.

—Por eso mismo, tengo que llamar para que me den la orden si es necesario que vayas o no.

La furia empezó a correr por las venas del pelinegro. Pero no era bueno que se enoje con su jefe, el no tenía la culpa. Tenía que descargarse con HyunBin y los demás de Seúl, que lo buscaron para ayudar.

—Diles que así como me llamaron para el operativo, que también me tomen en cuenta en el avance del “juicio” —con voz y semblante serio, pero no molesto.

Jungkook se levantó y salió de la oficina de SeokJin. Tenía que regresar a su oficina, en otro edificio y que estaba un tanto lejos. Conducir cuando él aire golpeteaba el rostro de seguro le calmaría.

 ▽


Llegando a su oficina, encontró a Yoongi en el pasillo. Lo considera un compañero muy entregado en su trabajo, prudente y confiable.

—Jeon.

—Min.

Ese era siempre el saludo. Por más que lo conocía de años atrás, ellos seguían siendo así y a Jungkook le gustaba que no se atribuyera confianzas que no fueron dadas.

—El próximo sábado se hará una reunión general por las fiestas —comentó cuando ya estaban alejándose —. Nadie está obligado a ir —y siguió caminando.

Jungkook podría ir, no le vendría mal salir después de haber pasado de su casa al trabajo y viceversa. Su erección creció, animada de la próxima salida.

—No, tu sigues castigada.

 ▽

—¡Si yo no te llamo, tu no te dignas a mandarme un simple mensaje!

—Jimin, he llegado cansado toda la semana. No me regañes.

—Y ahora te haces la víctima —se escuchó un bufido del otro lado de la línea —. En una hora estoy en tu departamento.

Y colgó. Hoseok pasó su mano por su cara y cabello de manera frustrada. No por Jimin, si no por el mismo. En un momento llegó a pensar que estar en la oficina sería más fácil y nada estresante.

Mentira. Una vil mentira.

Llegaban personas a realizar denuncias entre gritos, llantos, peleas, borrachos, heridos o por otras razones.

 —¿Todo bien Hobi?

Ese era Minjae, escribiéndole para saber que si todo estaba en orden.

—Si, todo en orden para ser un jueves J

Bajó al mini market, compró cervezas y otras chucherías. Jimin llegó una hora después de manera puntual.

—Ya veo que estar rodeado de policías te ha sentado bien —comentó cuando entró —. Estás con más masa muscular y —levantó la camisa —. ¡Tienes cuadritos!

—Baja la voz. Después del entrenamiento en el campamento me quedé con el hábito de hacer ejercicio —respondió sereno.

—Me hubiera venido bien ir a ese entrenamiento —abrió la refrigeradora buscando que comer.

—Sentí que en cualquier momento moría —confesó —. Fueron días muy agotados.

Jimin lo sabía, podía notar las ojeras alrededor de sus ojos cuando aún trabajaba en el Mohan. Cuando se dormía ni bien se sentaba en su auto camino a casa.

—Lo sé —abrió el horno y percibió el delicioso aroma de algo preparado.

—Vamos a comer, muero de hambre.

 

—¿Llegaron policías? —Jimin asintió.

—Estaban afuera y tuvimos que cerrar temprano.

—¿Les dijeron algo a ustedes? —Jimin nuevamente negó.

—Estaban buscando a alguien que había llegado como cliente y parece que estaba involucrado en algo. No se bien porqué sólo son rumores.

Hoseok escuchó con atención, en su antiguo trabajo no habían tenido problemas con la policía, llevaban todo en regla.

—Cambiando de tema ¿Qué tal si salimos? —Jimin habló.

—¿A comer?

—No, bailar, divertirnos. Nunca hemos tenido la oportunidad de salir los dos —pidió.

—Está bien, me dices el día y la hora —cedió ante su amigo.

Nada podría salir mal. ¿Cierto?

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