13▽
El pelinegro succionaba los labios del castaño con vehemencia mientras retiraba su ropa y la dejó en puros retazos de tela. Había extrañado ese cuerpo y especialmente aquel orificio tan caliente, que lo apretaba con gusto, diciéndole también cuanto lo anhelaba dentro.
Un dolor en su mejilla izquierda hizo que Jeon dejara de divagar y despierte de su imaginación, el dolor empezó hacerse notar cuando tocó la zona golpeada. Miró con asombro al menor y se sorprendió encontrarlo con ropa y en la acera donde lo acorraló.
—¿Estás demente? —preguntó Hoseok alzando la voz —. ¡Casi me follas en la calle!
¿En serio estaban en la calle? ¿Ya no estaba alineando su gran polla en el agujero del menor?
—Esta situación se tiene que acabar —dijo apuntando con el dedo índice —. ¡Ya no aguanto más!
Al no obtener respuesta del entrenador, Hoseok decidió marcharse.
—¿A dónde crees que vas? —habló ya saliendo del asombro —. Yo vine a follarte —dio pasos para acercarse a Hoseok —. Y vamos a follar, entendiste.
—¡Ja! Mira cómo me río, idiota —Jungkook alzó una ceja —. Ay, ¿no lo sabías? En el campamento todos te llaman el idiota Jeon.
—No me interesa como me llamen en el campamento. Tú me puedes decir como desees, siempre y cuando tengas mi pene en tu culo.
—Entonces nunca más —respondió a la defensiva y enojado —. Porque esto se acaba hoy —aclaró con seguridad.
—Eso quiere decir que tu hermana y querido cuñado saben dónde trabaja el menor de los Jung —mencionó con veneno —. ¿Ya le contaste que eres un puto?
—No tengo que explicarte nada.
—¡Si lo tienes! Maldita sea —gruñó.
—No, así que bye —se despidió con la mano de manera burlona.
Jungkook quiso agarrar el brazo de Hoseok, pero este fue más ágil y se giró rápidamente para enfrentarlo. Miró alrededor, observado por donde correr, si Jeon se volvía loco. Claro, más de lo que era.
—Ni que fueras el único culo del mundo, puedo encontrar muchos donde vaya y más dispuestos que tú. No te creas tan especial —espetó enojado por la actitud del castaño.
Hoseok se alegró, aunque no lo hizo notar —¡Mira tú, acabas de llegar y vienes a buscarme para follar! —respondió haciendo movimientos con sus manos —. Pero bueno, encuentra todas las putas que quieras, porque yo —se señaló —. Ya no seré tu puta.
La mandíbula de Jeon se apretó con rabia, su cara estaba roja y sus manos hecha puño. Bufaba y trataba de calmarse, el siempre obtenía lo que quería y no pensaba quedarse de bajos cruzados. Tendría a Hoseok bajo su cuerpo una última vez para follarlo con ímpetu.
Se acercó nuevamente al menor dando pasos lentos, no había notado en qué momento Hoseok se había alejado más.
—Hola Hoseokie —habló una voz dulce y suave detrás de Jeon.
Jungkook se detuvo y miró a una señora de edad avanzada tras suyo, una canasta llena de verduras tenía en su brazo derecho. Caminaba despacio en dirección al castaño, quién le devolvió una enorme sonrisa que resplandecía. Ni parecía que unos momentos antes estaba furioso.
—Señora Choi —saludó afectuoso Hoseok tomando la canasta de la anciana —. Déjeme ayudarle.
Aquella anciana había sido su salvación, Hoseok estaría agradecido con su tierna vecina.
—Muchas gracias Hoseokie, pero no ¿estabas conversando con ese joven apuesto?
—No, ya terminamos de conversar —respondió. Si gritar en medio de la calle sus intimidades era conversar, entonces, sí lo hicieron.
Hoseok se retiró con la anciana, quién posaba su mano en el brazo de éste. Jungkook los miró hasta que giraron, no esperaba que nada de esto sucediera. Sus planes de tener una noche de sexo y placer se fueron a la basura.
Varios minutos después llegaron al edificio, luego de acompañar a la señora Choi hasta su departamento y esperar que cierre la puerta, Hoseok se dirigió al suyo. Estaba nervioso, sabía que ese momento llegaría y no podía seguir aplazándolo por más tiempo. Hoy sería el día.
Ya en la noche y con su pijama limpia ya puesta, Hoseok se encontraba a punto de dormir. Acostado es su cama sintió que se había quitado un peso de encima, esperaba que todo lo que había planeado se concretara, él se esforzaría por lograrlo.
Unos minutos antes Hoseok había llegado de la casa de su hermana, cenaron, charlaron y confesó su mayor secreto. El lugar donde trabaja. Él no podía avergonzarse por trabajar, nunca lo haría, le ensañaron desde muy joven el valor de tener un empleo y el estaba agradecido con aquello, pero ahora siendo un lugar con una reputación mala, no sentía lo mismo.
Minjae lo tomó más calmado que Jiwoo, no le recriminaron ni criticaron, sólo escucharon atentamente a Hoseok hasta el final. Comprendieron la situación y el punto de vista del menor, lo que él quería era no incomodar con sus gastos a la pareja y poder acoplarse a la vida independiente de un adulto.
Bostezó cansado, para ser un jueves donde no tenía trabajo, se sentía como uno. Al día siguiente iría hablar con su jefe para presentar su renuncia. Los ahorros que tenía serían suficientes para sus gatos en lo que terminaba el curso.
Hoseok se durmió con una sonrisa en su rostro.
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Por otro lado, en un cuarto de hotel, Jeon se encontraba satisfaciendo sus instintos carnales con dos cuerpos más. Embestía con brío el ano de un joven, agarrando sus caderas para seguir atacando de manera intensa, mientras el otro se encontraba arremetiendo la entrada de una mujer rubia. Era una bola de sexo, posiciones, fluidos y gemidos.
En el último round, Jeon penetraba a la mujer, notando la zona externa del sexo de una coloración rosa. La irritación por las embestidas ya estaban apareciendo, pero más podía el placer, porque la rubia no dejaba de gritar por más. El otro hombre, un hombre fornido y de cabellera castaña no la hizo esperar y coloco su pene en la boca de ella.
Así estuvieron, la rubia siendo follada por dos a la vez, mientras los hombres no tenían clemencia antes las embestidas, no les importaba nada, solo su placer. Ella se sintió llena cuando las esperma tocó su lengua y tragó por completo, levantándose para su siguiente dosis, Jeon terminó en la boca rosada de la mujer.
Agotados y muy satisfechos terminaron cambiándose en completo silencio. Jungkook salió primero, tomó sus pertenencias y lo que sobraron de preservativos no usados. Podía olvidar el rostro de quien follaba, pero nunca de usar condones.
El viernes no tenía por que presentarse al campamento, podría ir el lunes con calma. Regresar del operativo le había dado de regalo varios días de descanso, de los cuales los usaría para buscar un buen culo.
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