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Con su mirada fija en la taza de chocolate humeante y que soltaba un aroma delicioso, esperaba con paciencia a su hermana mientras llegaba tarde a su clase de Derecho Penal II.

Imaginaba lo importante que era la reunión para que Jiwoo lo llamarae casi a medianoche y le pidió no faltar. Además, le recordó en la mañana por si acaso quería excusarse.

Por eso continuaba ahí, con unos minutos de retraso, esperando la deslumbrante entrada de su hermana por la puerta de la cafetería.

Ella llegó agitada e interrumpiendo los pensamientos vagos de Hoseok, brindándole una sonrisa de disculpa y acercándose a la mesa, intentando regular su respiración.

—Lo siento —ocupó uno de los asientos y en el otro dejó su cartera. —Me demoré por Jiho —dijo mirando la hora y luego acomodando su cabello suelto hacia atrás.

—Tranquila —negó con la cabeza y restó importancia a la tardanza. —Mejor dime que era eso tan importante —continuó hablando y se calló para escuchar respuesta.

Le mostró una sonrisa que Hoseok definía como traviesa, de esas cuando hacía algo y ocultaba para ver la reacción del resto.

—¡Te ayudaré a cumplir tu sueño! —emocionada, levantó sus manos, llamando la atención del resto de la clientela.

—¿Seré millonario? —respondió con la misma emoción sin levantar las manos.

La sonrisa no desapareció del rostro de la joven y se carcajeó ante las ocurrencias del menor.

—No, es algo bueno, pero no tanto como lo que dijiste —pensó en la idea de ser millonaria y le gustó imaginarse en el plan. —¡Irás al curso para ser policía! —y con su mano lo detuvo para que no lo interrumpiera y poder terminar de hablar. —No es la escuela de oficiales —aclaró. —Es la de policías rasos.

El aire se le escapó de los pulmones al escuchar las palabras mágicas "Ser policía", no le importaba que no fuera de la escuela de oficiales, porque realmente no podría pagárselos y había desistido por falta de recursos.

—¿Cuándo empiezo? —preguntó nervioso y apretando sus manos.

—En dos meses —respondió ella con calma.

El tiempo pasaba rápido, en menos de un mes tendría los exámenes finales y luego vacaciones de fin de semestre.

Debería dejar los estudios congelados por un tiempo —pensó.

—¿Cuánto dura el curso?

—Un año exacto

—¿Seguro?

—Sí, es menos tiempo que la de oficiales.

—No es ninguna broma, ¿cierto? —la incertidumbre aún se reflejaba en la pregunta.

—¡No! —negó repetidas veces con la cabeza. —¿Cómo crees que puedo bromear con este tema? —dijo un poco indignada al decir que el tema no era serio.

—¡Gracias! —se levantó sin previo aviso y le dio un fuerte abrazo.

—Me asfixi-xias —habló quejándose un poco por la emoción de su hermano.

—Lo siento —avergonzado, se disculpó y ocupó su lugar en la mesa

Al carajo la clase y el resto de las clases de ese día.

La conmoción pudo con él e hizo tal locura de permanecer sentado con su hermana y continuar charlando.

Su mente divagó a lo que sería después del curso y el corazón le golpeaba emocionado el pecho.

Cuando se dio cuenta, sus exámenes llegaron y pasó los días estudiando para obtener un buen promedio, por eso faltó a su trabajo y propuso recuperar las horas cuando estuviera de vacaciones.

Sus ganancias no podían permitirle el gasto extra de un curso de policía, por eso trabajaba de camarero en un bar-club gay nocturno.

Mohan.

Abril llegó a su fin con un peso menos cuando el semestre terminó y de la mano de buenas calificaciones. Trabajó horas extras y hasta su día libre para poder ahorrar, además de iniciar una rutina de ejercicios para poder llegar con buena resistencia del curso.


❍❍❍


El bulto en su cama hizo que se esfumara el sueño, no era agradable despertar a lado de una persona que ni recordaba su rostro y mucho peor, su nombre. La fina sábana estaba cubriendo una parte del cuerpo desnudo, recordando un poco de la noche anterior.

Él jamás olvidaba lo que sentía cuando su pene estaba dentro de alguien, ya sea una vagina, un ano o una boca, la sensación de succión y las paredes de los músculos internos contraerse.

Se levantó de la cama sin importarle si despertaba a quién dormía a su lado y cerró la puerta del baño de un golpe fuerte. Al salir limpio y desnudo, despertó a quién rayos seguía en la cama y lo mandó a la calle luego de patearle el culo y tirarle la ropa fuera de su departamento.

Recordó que no fue tan placentero la estrechez de su agujero y prefería no tener que volver a ver ese rostro. Los flashes habían llegado antes de portarse como un idiota y por eso, hizo lo que hizo.

Le encantaba el sexo, como a todo el mundo con cuerpo sano, pero si tenía que elegir una manera que nunca se cansaría, sería el sexo anal. La poca lubricación y la manera de succión de esa zona lo ponían muy caliente.

Se alistó con paciencia y una hora después llegaba a la oficina de su jefe y a su vez, gran amigo. Este le había comunicado que necesitaba de su presencia con suma urgencia.

—Buenos días, Kim —saludó al entrar.

—Buenos días, Jeon —respondió sin despegar la mirada de unos documentos en su escritorio.

—Para que soy bueno, aparte de serlo en todo —mencionó con altanería y sentándose en un sillón frente al escritorio.

—Qué modesto —su voz fue neutra y lo miró fijamente. —Menos mal eres mi amigo, Jungkook —sonrió levemente.

—Claro que lo soy, ahora dime que trata esta reunión —ser directo era su manera de ser.

—Sabes que tienes menos de un año de tu regreso a Gwangju —se acomodó los lentes que llevaba puestos y continuó. —Pero necesito que estés a cargo de grupo de jóvenes que van a ingresar al curso de policía. —Fue directo al grano y en ningún momento demostró inseguridad o denotó una sugerencia.

Era una orden de su mayor pedido en una charla de amigos.

—¿Quieres que les enseñe a novatos? —preguntó curioso y mantuvo la seriedad del asunto. —Por favor, sabes que mi paciencia es escasa y los estaría estrangulando desde el día uno —mencionó con una sonrisa que se colaba en sus palabras.

—Pareciera que le tienes miedo a un grupo de jóvenes ignorantes de conocimiento policía —comentó sin importancia a un nada impulsivo Jeon.

—No tengo miedo y mejor dime cuando empiezo —se rindió tan fácil que no mostró ningún tipo de cambio en su actitud.

—La próxima semana —respondió mirando nuevamente a sus documentos y luego a él.

—Me debes un gran favor —señaló con su dedo. —Porque para niñero no sirvo y mi única paciencia viva se queda con tu hijo.

—Está bien, te espero el lunes a primera hora en mi oficina, necesito delegarte el lugar de entrenamiento —habló con pausa. —Min te dirá el grupo del que estarás a cargo.

El policía asintió y se levantó para despedirse en la puerta.

Su oficina estaba cerca y no demoraría en revisar la información que Min le envió.

Mentir estaba mal cuando nunca había entrenado a nadie y se hallaba muy nervioso.

Una vuelta por Mohan no le vendría mal y acompañada de una buena follada en culo pomposo. 

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