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Capítulo 10

Mis ojos impactan con los de Christopher, me regala una sonrisa y seguidamente dice:

—Buenos días señorita Tiana.

—Se-señor Christopher—tartamudeo—buenos días ¿Qué hace aquí?

—Bueno, vine por un café—se acomoda el cuello de la camisa.

—Ah ya—le doy una sonrisa.

—¿Que acaso no puedo venir por un café?

—Si puede, usted es libre de hacer lo que quiera—digo y el me regala una sonrisa de boca cerrada. Un silencio reina el espacio entre nosotros, me quedo como una boba viéndolo, observando cada parte de su atractivo físico ¿Por qué tiene que ser tan hermoso?

Mis manos tiemblan. El vaso de café que sostengo está caliente, siento que no lo puedo sostener más, mi piel arde, quema, pero no puedo soltarlo, no puedo pasar vergüenza delante de la señora Brenda, Isaac y el fabuloso Christopher Harrys.

Muerdo mi lengua del dolor ¡Diablos está muy caliente!

—Señorita Tiana, ¿Va a quedarse ahí parada, derritiéndose por ese hombre o va a venir a traerme el desayuno?—dice la señora Brenda y Christopher gira su cabeza hacia otro lado.

Mierda ¡Pero qué pesada que es! ¿Cómo se le ocurre decir eso? Cojo aire y me acerco hacia la mesa en donde se encuentra la señora Brenda. Estoy un poco impresionada ya que Isaac no dijo nada, se que es mi jefe pero no debería dejar que me traten así.

Dejo el café en la mesa y le doy una falsa sonrisa a la señora Brenda, si pudiera le tiraría todo el café caliente encima, pero, seguramente me despedirían. Me devuelve la sonrisa, me mira y seguidamente pregunta:

—¿Y mi emparedado?

—Ya se lo traigo señora Brenda.

—No pierda tiempo—juega con el anillo que tiene en el dedo.

No digo nada, solo me doy vuelta y voy directamente a la cocina. Observó a Amara como envuelve el emparedado en una papel blanco con pequeños dibujos de hamburguesas y papitas, me le acerco y le pregunto:

—¿Ya está listo el emparedado?

—Si—coje el emparedado y lo coloca en una bandeja, junto a unas salsas y unas servilleta—ten—me entrega la bandeja en las manos.

Me dirijo nuevamente a la mesa de la señora Brenda, poso la bandeja en la mesa y le sirvo el emparedado.

—Gracias—me sonríe y yo me quedo sorprendida, es muy raro escuchar un <<gracias>> de su boca.

—Por nada—me retiro de la mesa, aún tengo ganas de asesinarla.

Vuelvo a la barra y espero a que se acerque alguien para atenderlo. Chloe coloca su mano en mi hombro y seguidamente dice:

—Tiana, ése hombre te llama—señala con la cabeza a Christopher. Esta sentado en una de las mesas manejando su celular.

¡Pero diablos hasta manejando el celular se ve sexi!

Me acerco hasta donde esta Christopher. Esta con la cabeza metida en el móvil y no se da cuenta de mi presencia, hasta que finjo una pequeña tos y pregunto:

—¿Me llamaba señor Christopher?

—Si, señorita Tiana—aparta la vista del móvil y me mira fijamente, sus ojos azules se encuentran con los míos, siento que me ahogan, me hunden.

—¿Que desea señor Christopher?

—Dos cosas señorita Tiana, primero un café grande.

—Vale, ya se lo traigo, ¿Y lo segundo?

—¿Qué puede ofrecerme?

Su pregunta me deja un poco confusa ¿Cómo que, que puedo ofrecerle?, Pienso en los croissant, los donuts que podrían ir muy bien con el café y los famosos emparedados. Así que lo miro y le respondo:

—Hay unos ricos croissant, unos donuts que harían una perfecta combinación con el café y los famosos emparedados.

—No me refiero a eso—muestra una leve sonrisa.

—¿Entonces?

—Cuando hablo de que puede ofrecerme, me refiero a una amistad u otra cosa.

Me le quedó viendo por un segundo, ¿U otra cosa?, ¿A qué se refiere con eso? Frunso el ceño.

—Siéntese señorita Tiana—me dice, señalando la silla que tiene al frente.

—¿Qué?

—Que se siente.

—No.

—¿Por qué?

—¿Señor Christopher se le olvida que estoy en hora de trabajo?

—¿Y eso qué tiene qué ver?

—No puedo sentarme con usted ni con ningún cliente.

—Vamos, solo es un rato—insiste. Tomo aire lo miro, me siento rápidamente y coloco las piernas fuera de la mesa, siento la mirada de Isaac encima de mí.

—Bien, ¿Que quiere?—pregunto rápidamente.

—¿Que puede ofrecerme?

¡Demonios! Sigue con la misma pregunta, no se qué trata de decir.

—No lo entiendo, es mejor que hable rápido, no quiero que me despidan.

—¿Tienes miedo a que la despidan?, si eso llega a pasar yo le puedo dar trabajo.

—No, me gusta trabajar en este lugar, ahora con permiso—me levanto y entonces siento que coje mi mano.

—Señorita Tiana, quiero hablar con usted.

—Lo siento señor Christopher, será en otro momento—le digo y quedó boquiabierta ante mi comportamiento, hace unos minutos lo observaba como una tonta y ahora rechazo la charla con él. Aunque no puedo negar que aún me parece hermoso, deseo sus labios y su cuerpo encima del mío. Entonces lo oigo decir:

—Está bien, no la seguiré molestando, ¿Pero al menos podemos hablar en otro momento?

—Si.

—¿Hoy después del trabajo puede?

—No lo creo señor Christopher, salgo siempre a las seis o siete.

—¿Y no tiene una hora de descanso, donde pueda almorzar?

—Si, si la tengo.

—¿Podríamos almorzar juntos?

Su pregunta me sorprende mucho, un hombre muy atractivo y millonario, invitando a una cualquiera como yo, las ilusiones me rodean, lo pienso un rato y digo:

—Si, me parece bien.

—Excelente—muestra una encantadora sonrisa y yo se la devuelvo.

—Iré a buscar su café.

—Tiana, mejor que sea para llevar, por favor.

—Vale—digo y me dirijo a la barra, preparo el café y Christopher se acerca a la barra. Todavía siento la mirada de Isaac encima de mí. Cojo el café, lo tapo y se lo entrego a Christopher.

—Mmm delicioso—le da un sorbo al café.

—Lo se—le guiño el ojo de manera divertida.

—Nos vemos a las doce nena—me regala una sonrisa y se retira del restaurante.

¡Me ha dicho nena, y voy a almorzar con él! Esto es increíble, tengo ganas de darme un pellizco en el brazo para ver si es un sueño o es la realidad, lo hago y cuando me doy cuenta que no es un sueño y es la realidad, sonrió como una tonta y las ilusiones se apoderan de mi.

☕︎☕︎☕︎☕︎

A las doce y veinticinco salgo del restaurante, es mi tiempo libre donde puedo almorzar y tomar un poco de aire. Traigo las ilusiones por los cielos, almorzaré con el gran Christopher Harrys.

Tengo el uniforme del restaurante puesto, pero en realidad no me importa, solo es un simple almuerzo. No es una noche de gala, ni nada por el estilo, además trabajo en el restaurante, así que tengo que estar con este uniforme durante todo el día.

Doy unos pasos para incorporarme en el río de gente ¡Dios! esto parece el tráfico de la ciudad. Pasa una persona, pasa otra persona, pasa otra persona y ¡Pum! Me caigo como un saco de papas, pero antes reacciono y pongo las manos, para no pegar la boca contra el suelo.

Me he dado duro en la rodilla, me duele. La gente pasa y no me ven, creo que soy invisible para ellos. De pronto escucho una voz gruesa y se me hace muy familiar, es la de Christopher.

—Señorita Tiana, ¿Se encuentra bien?—se acerca a mí, se agacha, me ofrece su mano y juntos nos levantamos.

—Si, gracias—le doy una sonrisa y paso mi mano por mi vaquero, está un poco sucio.

—¿Le duele?

—No, no se preocupe.

—Bueno—sonrie y empezamos a caminar.

Por el camino empezamos a platicar, estoy muy nerviosa, la voz de Christopher es un poco intimidante, su perfil es perfecto y su físico es muy atractivo.

Las manos me empiezan a sudar y me trabó en todo lo que digo, esto siempre me pasa cuando trato con alguien por primera vez. Christopher me ofrece su mano y yo la tomo. Siento la calidez de su mano y un poco de frío por el metal de su anillo.

Seguimos caminando hasta que nos paramos en un restaurante, miro el letrero y leo: <<Épicerie fine>> bonito nombre.

—¿Es aquí?—pregunto.

—Así es—asiente.

—Nunca había venido a este restaurante.

—¿No?

Niego con la cabeza y entonces muestra una sonrisa y dice:

—Te encantará.

Le devuelvo la sonrisa y entramos. Christopher tenía razón, apenas entro quedó encantada con el restaurante ¡Es hermoso! Está ambientado con música clásica, las mesas están vestidas con unos delgados manteles de color beige y en el centro tienen una hermosas lámparas doradas y rojas.

Nos sentamos en una mesa y se nos acerca un camarero y cuando nos ofrece el menú, Christopher alza la mano, niega con la cabeza y dice:

—Solo lasaña, al menos de que la señorita quiera otra cosa—me mira.

—No, la lasaña está bien—sonrio, la lasaña es uno de mis platos favoritos.

—¿Y que van a querer de beber?—pregunta el camarero.

—¿Hay jugo de fresa?

—Si.

—Tráigame un jugo de fresa, por favor.

—Vale, ¿Y usted señor Christopher?

—Un jugo de fresa también, por favor—dice y el camarero repite el pedido, asiente con la cabeza y finalmente se retira de la mesa.

Miró a Christopher, espero unos segundos y entonces le pregunto:

—¿Y que quería hablar conmigo señor Christopher?

—Ah, si eso—juega con el anillo de su dedo—primero que nada, ¿Cuánto tiempo le queda para que regrese al restaurante?

—Mmm—saco el móvil, lo enciendo y veo que la pantalla marca las 12:50—Bueno, no me queda mucho tiempo, ya son las doce y cincuenta y tengo hasta la una y media libre.

—Entonces será mejor que hable rápido.

—Si, es una buena idea—bromeo y el sonríe.

—Bueno señorita Tiana, debió estar un poco confundida, cuando le dije que quería hablar con usted.

—Así es.

—La razón por la que le dije eso, es porque quiero tener una amistad con usted—respira hondo—mire señorita Tiana, sé que hemos hablado en persona solo dos veces, hoy y la vez del taxi y puede que suene muy loco, pero desde esa vez supe que usted era única, no era como las demás.

Eso me deja muy confusa, ¿Única?, yo me quedo en silencio y Christopher prosigue:

—Para ser más claro y que usted entienda mejor, solamente quiero una amistad con usted.

Amistad, solo quiere amistad conmigo, mis ilusiones se esfuman, bueno, ¿Que creía, que me iba a decir?, ¿Que le gustó, que no deja de pensar en mí y que quiere ser mi novio? No. Eso jamás iba a pasar. Me quedo en silencio y el dice:

—Quiero que sea mi compañera, mi amiga, ¿Acepta usted ser mi compañera?

—¿Y usted no tiene amigas?

—Si tengo, pero ellas no son como usted, ellas hacen otras cosas diferentes, no solo son mis amigas...son diferentes.

Todo lo que dice me deja aún más confusa ¿Otras cosas diferentes?, ¿Y no solo son mis amigas?, ¿A qué se refiere con eso? Lo miro un rato y le pregunto:

—¿Cuáles cosas diferentes?

—Señorita Tiana, no está preparada para ese tema de conversación.

—Vale—asiento y me pregunta:

—¿Acepta usted ser mi amiga?

Ser amiga de el señor Christopher Harrys, no estaría nada mal, me gusta la idea, así que lo miro, le doy una sonrisa y digo:

—Acepto.

—Bien—sonrie y nos damos un buen apretón de manos.

Minutos después llega el camarero con nuestro pedido, lo deja en la mesa y se retira. Entre pláticas y risas nos acabamos la lasaña y los jugos de fresa. Cuando terminamos de almorzar nos despedimos y cada uno se dirige a su trabajo.

Christopher Harrys en increíble.

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