15
Continuación del cap anterior.
Holaaaaa.
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Narrador.
Mientras Alejandra descansaba profundamente en los brazos de Belén, los amigos de esta última comenzaban a poner en marcha el elaborado plan. Reunidos en un pequeño pero sofisticado centro de operaciones, equipados con laptops, teléfonos satelitales y documentos detallados, trabajaban con precisión quirúrgica.
—Bien, chicos, fase uno —dijo el líder del equipo, un hombre llamado Gabriel, mientras encendía el proyector. Un plano del vecindario de Sofía apareció en la pantalla—. Necesitamos que esto parezca tan real que ni siquiera se le ocurra cuestionarlo.
Una mujer del equipo, Sara, comenzó a hacer llamadas estratégicas. Su voz cambiaba de tono con cada conversación, adaptándose a los personajes que debía interpretar. A un lado, otro miembro llamado Javier revisaba un conjunto de correos electrónicos falsos que habían preparado, diseñados para dar la ilusión de que Sofía estaba bajo vigilancia constante.
—¿Qué tan lejos podemos llegar con esto sin que sea ilegal? —preguntó Sara, cubriendo el auricular por un momento.
Gabriel la miró con una media sonrisa.
—Belén nos dijo que tenemos libertad total mientras no dejemos rastros. Y ya sabes que somos los mejores en eso.
Sara asintió y continuó con sus llamadas, contactando a personas clave que jugarían papeles específicos en el plan. Mientras tanto, Javier activó un software que simulaba cámaras de vigilancia instaladas alrededor de la casa de Sofía, haciendo que pareciera que estaba siendo observada las 24 horas.
—¿Qué hay de los mensajes de texto? —preguntó Gabriel mientras repasaba una lista de tareas pendientes.
—Listo —respondió Javier, mostrando en su pantalla un conjunto de mensajes intimidantes pero sutiles que llegarían al celular de Sofía en intervalos aleatorios—. Parecerá que alguien sabe absolutamente todo sobre ella, incluso lo que hace dentro de su casa.
El equipo se movía con una sincronización perfecta. Otro miembro del grupo, un hacker llamado Marcos, estaba plantando pistas digitales que llevarían a Sofía a creer que estaba siendo investigada por una supuesta organización internacional. Cada detalle estaba pensado para desestabilizarla emocionalmente, sin cruzar los límites legales.
—El objetivo es claro: queremos que Sofía sienta que no tiene escapatoria, que lo mejor que puede hacer es ceder la custodia de Isabella —dijo Gabriel mientras señalaba un cronograma en la pared—. La fase uno es sembrar la duda. Luego, pasamos a la presión directa.
En ese momento, Sara colgó una llamada y levantó la mano.
—Listo. El dueño del restaurante donde suele almorzar Sofía aceptó colaborar. Durante su próxima visita, recibirá un sobre “olvidado” en su mesa con información comprometedora sobre ella.
Gabriel asintió, satisfecho.
—Perfecto. Mañana enviamos la primera ola de mensajes y activamos las cámaras falsas.
Todo el equipo trabajaba con dedicación, moviendo las piezas de un elaborado juego de ajedrez. Aunque su trabajo parecía frío y calculador, había algo claro: lo hacían por Belén y, sobre todo, por Alejandra. Querían asegurarse de que esas niñas estuvieran lejos de una madre que no sabía cuidarlas.
—Belén nos pidió que cuidáramos cada detalle —dijo Gabriel, mirando a su equipo con seriedad—. No vamos a fallar.
Con eso, la sala volvió a llenarse del sonido de teclas y murmullos estratégicos. Mientras tanto, el atardecer se desvanecía, marcando el inicio de lo que sería un plan brillante y meticulosamente ejecutado.
Alejandra no podía conciliar el sueño. A pesar del cansancio, su mente estaba llena de pensamientos mientras sus brazos rodeaban el cálido cuerpo desnudo de Belén, que respiraba tranquila, profundamente dormida a su lado. La luz tenue de la lámpara iluminaba el cuarto, resaltando la tranquilidad del rostro de Belén, que tenía una leve sonrisa incluso en su sueño.
Ale la miraba con una mezcla de admiración y ternura. ¿Cómo era posible que alguien como Belén existiera? Ella era todo lo que Sofía nunca fue. Belén le pedía permiso para tocarla, la escuchaba cuando hablaba, no la humillaba, y jamás levantaba la voz, mucho menos una mano. Belén la trataba como si fuera lo más preciado del mundo, y, para colmo, la hacía sentir en el cielo cada vez que estaban juntas.
Suspiró y bajó la mirada, acariciando suavemente la espalda de Belén con la yema de los dedos, dibujando líneas invisibles mientras sus pensamientos se arremolinaban. "La amo", admitió Ale en su mente, casi sorprendida por la claridad de esa idea. Pero, al mismo tiempo, había una batalla interna. Entrar en algo serio con Belén significaba aceptar que alguien podría ser bueno para ella, que alguien podría amarla sin condiciones. Y eso le daba miedo.
Sacudió la cabeza ligeramente, riéndose en silencio de su propia contradicción. "Es perfecta", pensó mientras miraba a Belén dormir plácidamente. Su sonrisa tonta no desaparecía mientras sus dedos seguían acariciándola. Ale necesitaba hablar con alguien. Necesitaba consejo.
Con cuidado, alcanzó su teléfono que estaba en la mesita de noche. Abrió el chat grupal que tenía con sus hermanas, Paulina y Daniela, y comenzó a escribir:
Ale: “¿Están despiertas?”
Unos segundos después, los puntitos de escritura aparecieron.
Pau: “Siempre. ¿Qué pasó?”
Dany: “Ale, ¿estás bien? ¿Todo está tranquilo?”
Ale suspiró y mordió su labio antes de responder.
Ale: “Sí, sí… Todo bien. Solo quería preguntar algo…”
Pau: “Ok, eso suena sospechoso. Habla.”
Dany: “Dinos qué está pasando.”
Ale miró a Belén de nuevo, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo. Respiró hondo y escribió:
Ale: “¿Cómo sabes si deberías ponerte seria con alguien? O sea, de verdad seria.”
La respuesta llegó casi al instante.
Pau: “¿Esto es sobre Belén, cierto? 👀”
Dany: “JAJAJA sabía que algo así venía.”
Ale rodó los ojos pero no pudo evitar sonreír.
Ale: “Sí, es sobre Belén. Ella… es increíble. Nunca nadie me había tratado tan bien. Me hace sentir especial, me respeta, es buena conmigo. Pero no sé si estoy lista para algo serio después de todo lo que pasó con Sofía.”
Hubo una pausa antes de que ambas respondieran.
Pau: “Ale, Belén no es Sofía. Son personas completamente diferentes. Si te hace feliz, ¿qué importa el miedo?”
Dany: “Exacto. Además, siempre te has merecido a alguien como ella. Alguien que te ame de verdad, que te cuide.”
Ale se mordió el labio, pensando en sus palabras. Quería responder, pero Pau volvió a escribir.
Pau: “Pregunta clave: ¿La amas?”
Dany: “Sí, responde eso. ¿La amas?”
Ale se quedó mirando la pantalla por un momento, sintiendo su corazón acelerarse. Miró a Belén, tan tranquila y hermosa, y supo la respuesta sin lugar a dudas.
Ale: “Sí. La amo.”
La reacción fue inmediata.
Pau: “¡Entonces ya está! No le des más vueltas.”
Dany: “Dale una oportunidad, Ale. Mereces ser feliz.”
Ale dejó el teléfono a un lado, sintiéndose un poco más clara. Se inclinó hacia Belén y le dio un beso suave en la frente, susurrando para sí misma:
—Creo que ya sé lo que quiero…
Belén suspiró en sueños, como si de alguna manera escuchara a Ale y estuviera de acuerdo.
Ale se quedó quieta, fingiendo estar dormida mientras sentía el movimiento suave de Belén a su lado. No fue hasta que sintió una leve nalgada y los labios de Belén rozando con suavidad la parte trasera de su cuello que supo que su chica estaba despierta.
Belén, como siempre, tenía un toque que era tanto juguetón como amoroso. Sus labios dejaban pequeños besos en el costado del cuello de Ale mientras sus brazos se apretaban alrededor de su cintura, pegándola más a su cuerpo.
—Buenos días, amor —murmuró Belén, con una voz ronca por el sueño, pero cargada de cariño.
Ale dejó escapar un suspiro y se relajó completamente, inclinando un poco la cabeza para darle más acceso. Belén aprovechó, dejando un rastro de besos lentos y suaves en su piel, hasta llegar a su clavícula.
—¿Sabes? —dijo Belén, con una sonrisa audible en su tono mientras seguía besándola—. Te amo.
El corazón de Ale se aceleró al escuchar esas palabras. Cerró los ojos por un momento, disfrutando del momento antes de responder.
—Yo también te amo… —confesó en un susurro, sorprendiendo incluso a sí misma con lo natural que sonaban esas palabras en sus labios.
Belén detuvo sus besos por un segundo, sorprendida, y luego apretó más su abrazo.
—¿Lo dices en serio? —preguntó, sonriendo contra su piel.
Ale asintió y giró un poco su rostro para mirarla por encima del hombro.
—Lo digo en serio.
Belén le acarició la mejilla y le dio un beso en la frente antes de volver a pegarse a su cuerpo. Ale sonrió con ternura y, tras un momento de silencio, murmuró:
—Creo que necesito un baño.
—¿Te sientes sucia? —preguntó Belén con diversión, comenzando a besarle el hombro.
—Tal vez… —respondió Ale con una sonrisa traviesa, girándose hacia ella. Belén arqueó una ceja.
—¿Y qué propones?
—Que te bañes conmigo —dijo Ale con decisión, sosteniéndole la mirada.
Belén soltó una risita y le dio un beso en la nariz antes de levantarse de la cama.
—Entonces, ¿qué estamos esperando?
Juntas caminaron al baño, donde Ale encendió el agua caliente. Belén, siempre atenta, comenzó a preparar el ambiente. Puso una luz tenue, sacó un par de velas aromáticas que había comprado y las encendió. Ale la miraba, conmovida por cada pequeño gesto.
Cuando el vapor comenzó a llenar la habitación, Belén se acercó a Ale y le quitó lentamente la toalla que llevaba puesta. Sus ojos se encontraron, y Belén le dedicó una sonrisa cálida antes de besarla suavemente.
—Eres tan hermosa… —murmuró Belén mientras sus manos acariciaban la cintura de Ale.
Ale sintió que el calor en sus mejillas era mayor al del vapor que las rodeaba. Se dejó llevar, permitiendo que Belén la guiara bajo el agua caliente. Belén tomó el jabón y comenzó a masajear los hombros de Ale, tomándose su tiempo para cuidarla.
—No tienes idea de lo mucho que me importas —dijo Belén, rompiendo el silencio mientras sus manos seguían acariciando la piel de Ale.
Ale cerró los ojos, disfrutando de las caricias y las palabras.
—Y tú no tienes idea de cuánto te necesito… —respondió en un susurro.
El baño se convirtió en un intercambio de miradas, caricias y besos lentos y cargados de emoción. Belén cuidaba cada detalle, asegurándose de que Ale se sintiera especial.
El agua caliente caía sobre sus cuerpos mientras Ale tomaba la barra de jabón con cuidado, deslizándola por la espalda de Belén con movimientos suaves y cariñosos. Sus manos repasaban cada curva, deteniéndose un poco más en los hombros de su chica mientras la miraba en silencio, reuniendo el valor para hablar.
—Belén… —murmuró finalmente, con una voz tenue pero cargada de sinceridad.
Belén giró un poco su cabeza, lo suficiente para mirarla de reojo con una pequeña sonrisa.
—¿Sí, amor?
Ale dejó escapar un suspiro mientras seguía enjabonando su espalda, sus manos temblaban apenas perceptiblemente.
—No soy buena para esto… —admitió—. Me cuesta mucho amar, me cuesta confiar.
Belén, al escuchar el tono serio en la voz de Ale, dejó de moverse y la miró por completo, girando lentamente hacia ella. Sus ojos buscaban respuestas en el rostro de Ale, quien parecía estar luchando consigo misma para continuar.
—Pero... —continuó Ale, tomando un respiro profundo—, te amo.
Las palabras resonaron en el pequeño espacio, y Belén abrió los ojos con sorpresa.
—Te amo tanto que a veces me da miedo... —confesó Ale, soltando el jabón y tomando las manos de Belén entre las suyas. Su mirada estaba llena de una mezcla de nerviosismo y vulnerabilidad—. Pero también te amo tanto que quiero intentarlo. Quiero algo real, algo oficial contigo.
El silencio que siguió hizo que el corazón de Ale latiera con fuerza, temiendo lo peor. Pero Belén, lejos de apartarse, se quedó quieta, procesando lo que acababa de escuchar.
—¿Oficial? —preguntó Belén con un tono suave, aunque había un brillo de esperanza en sus ojos.
Ale asintió, apretando suavemente las manos de Belén.
—Sí. Quiero estar contigo, no solo como ahora, sino... de verdad. Quiero construir algo contigo, algo que dure.
Belén dio un paso más cerca, dejando que el agua cayera sobre ambas, sus ojos fijos en los de Ale.
—¿Eso significa…?
Ale asintió nuevamente, esta vez con más determinación.
—Que quiero ser tu pareja oficial, que quiero llamarte mi novia frente a todos, que quiero dar el siguiente paso contigo.
Belén tragó saliva, sintiendo cómo su corazón se aceleraba. Una sonrisa llena de emoción se extendió por su rostro mientras soltaba una de las manos de Ale para llevarla a su rostro.
—Alejandra Villarreal… —dijo con un tono tembloroso pero firme—, ¿quieres ser mi novia oficialmente?
Ale se rió suavemente, emocionada y aliviada, antes de responder:
—¿No acabas de pedírmelo?
Belén negó con la cabeza, sus ojos brillando.
—No, quiero hacerlo bien.
Entonces, aún bajo el agua, Belén tomó ambas manos de Ale, entrelazando sus dedos.
—Quiero hacerte feliz, quiero cuidarte, quiero amarte cada día más. ¿Me dejarías hacerlo como tu novia oficial?
Ale sintió cómo una lágrima escapaba por su mejilla, mezclándose con el agua de la ducha. Asintió con fuerza antes de inclinarse y besar a Belén profundamente, con todo el amor y la emoción que sentía en ese momento.
—Sí, Belén. Sí.
El beso se alargó, lleno de ternura y pasión, sellando el comienzo de algo nuevo y prometedor entre ellas.
Salieron de la ducha entre risas y besos, el vapor aún envolviendo sus cuerpos. Belén tomó una toalla grande y envolvió a Ale con cuidado, secándola con amor mientras depositaba pequeños besos en su frente y mejillas. Luego, Ale hizo lo mismo con Belén, envolviéndola en otra toalla y asegurándose de que estuviera cómoda.
—Te ves preciosa, ¿sabes? —dijo Ale mientras la miraba, una sonrisa tonta en su rostro.
Belén rió suavemente, pasando sus dedos por el cabello húmedo de Ale.
—Y tú te ves irresistible —respondió, inclinándose para robarle un beso rápido.
Entre risas, caminaron juntas hacia la cama, intercambiando besos que poco a poco se hicieron más intensos. Apenas tocaron el colchón, Ale se tumbó de espaldas, tirando de Belén hacia ella, quien no dudó en seguir el ritmo, cubriéndola con su cuerpo.
Belén empezó a besarla lentamente, recorriendo con sus labios el cuello y los hombros de Ale. Sus manos bajaron por el costado de su cintura, provocando que Ale soltara un suspiro entrecortado.
—Belén... —murmuró Ale, su voz cargada de deseo.
Belén sonrió contra su cuello antes de mirarla a los ojos, con una chispa traviesa.
—Dime, amor.
—Me estás volviendo loca… —admitió Ale, sus mejillas enrojecidas y su respiración agitada.
Belén se separó un poco, dejando que su mano viajara lentamente por el muslo de Ale. Cuando llegó al punto donde sabía que la tenía completamente a su merced, sonrió aún más.
—Diría que estás un poquito húmeda… —bromeó Belén, mirándola con una sonrisa juguetona.
Ale bufó y se cubrió el rostro con las manos, avergonzada pero divertida.
—No empieces con tus bromas, por favor.
Belén soltó una carcajada y bajó sus labios nuevamente, besando la clavícula de Ale antes de susurrarle:
—Sabes que me encanta cómo reaccionas conmigo.
Ale la miró desde debajo de sus pestañas, con una mezcla de timidez y anhelo.
—Entonces no me dejes así...
Belén arqueó una ceja, fingiendo estar pensativa.
—Mmm... lo estoy considerando, pero tengo una reunión importante.
Ale dejó escapar un pequeño gemido de frustración y tiró suavemente de los hombros de Belén, rogándole con la mirada.
—Un rapidín, por favor. No te puedes ir dejándome así…
Belén se inclinó para besarla de nuevo, profunda y apasionadamente, antes de murmurar contra sus labios:
—Solo porque me ruegas tan bonito.
Antes de que Ale pudiera decir algo más, Belén deslizó dos dedos dentro de ella con destreza, provocando que Ale soltara un gemido de puro placer.
—Mírame, amor —ordenó Belén suavemente, sus ojos fijos en los de Ale mientras comenzaba a moverse lentamente.
Ale sonrió, aferrándose a los hombros de Belén, dejando que el placer la consumiera mientras los minutos pasaban. Belén sabía exactamente cómo tocarla, cómo hacerla sentir única, y Ale no podía evitar dejarse llevar.
Cuando finalmente terminaron, Belén le dio un último beso en la frente y se levantó para vestirse. Ale, aún tumbada en la cama, la observaba con una sonrisa satisfecha mientras Belén se ponía su chaqueta de cuero.
—¿Vas a tardar mucho? —preguntó Ale, su voz aún algo ronca.
Belén se giró hacia ella, ajustándose la chaqueta y sonriendo.
—Intentaré no hacerlo. Pero sabes cómo son estas reuniones, amor.
Ale se incorporó un poco, apoyándose en los codos, y le lanzó una mirada traviesa.
—Bueno, entonces regresa rápido. No te prometo que me quede quieta sin ti.
Belén se acercó para darle un último beso, acariciándole la mejilla con ternura.
—No tardaré, lo prometo. Además, siempre vuelvo por ti.
Ale sonrió, viéndola salir por la puerta con esa seguridad que la volvía loca. No podía esperar a que regresara.
Ale quedó tumbada en la cama por un momento, todavía sintiendo el cosquilleo en su cuerpo. Su sonrisa no se borraba, y no podía evitar morderse el labio cada vez que recordaba los ojos de Belén mirándola con tanta intensidad. Quería gritar su felicidad al mundo, pero optó por algo mejor: contarle a sus hermanas.
Agarró su celular y, sin pensarlo dos veces, marcó el número de Pau, quien atendió al segundo.
—¿Qué pasó, Ale? —preguntó Pau, con curiosidad evidente.
—Oficialmente estoy de novia —soltó Ale, sin poder contenerse.
Del otro lado de la línea se escuchó un grito agudo.
—¡Daniela, ven rápido! —exclamó Pau.
En segundos, la voz de Dany también se unió a la conversación.
—¿Qué es eso de que estás de novia? ¿Con Belén? ¡Cuéntanos todo, ya!
Ale rió suavemente, tratando de calmarse.
—Denme unos minutos, ¿sí? Necesito que las piernas me dejen de temblar y vestirme antes de hacer una videollamada.
Pau y Dany soltaron risas simultáneas.
—¡¿Qué hiciste para que te tiemblen las piernas, cochina?! —se burló Pau, con un tono claramente divertido.
—Eso no es asunto suyo, señora metiche —respondió Ale, con fingida indignación, pero sin poder ocultar la sonrisa en su voz.
—Ay, por favor. Si llamaste para contarnos que estás de novia, mínimo danos los detalles jugosos —insistió Dany, entre risas.
Ale se llevó una mano al rostro, intentando ocultar su sonrojo, aunque ellas no podían verla.
—Prometo que les cuento, pero más tarde. Por ahora solo necesito un poco de privacidad para vestirme.
—¡No te hagas la tímida ahora! —exclamó Pau, riendo aún más fuerte.
—¡Cállate, Pau! En serio, denme unos minutos.
—Está bien, está bien. Pero no tardes o te volvemos a llamar —dijo Dany, con tono amenazante aunque claramente en broma.
Ale colgó la llamada y suspiró, dejando el celular a un lado mientras intentaba calmarse. Se quedó recostada un rato más, sintiendo el calor en sus mejillas y la emoción en su pecho. Finalmente, se obligó a levantarse.
Caminó hacia el armario, todavía con una sonrisa tonta en el rostro. Sacó una camiseta cómoda y unos shorts, y comenzó a vestirse lentamente. Mientras lo hacía, no podía evitar recordar cada detalle de cómo Belén la había mirado, tocado y, sobre todo, cómo la había hecho sentir tan amada.
Una vez vestida, tomó su celular de nuevo y se sentó en la cama, preparándose para la videollamada. Se arregló un poco el cabello y respiró hondo antes de marcar.
Cuando Pau y Dany respondieron, ambas aparecieron en la pantalla con expresiones de expectativa.
—¡Ahora sí! Suéltalo todo —exigió Pau, con los ojos brillando de emoción.
—Bueno, pues… fue después de una ducha romántica —comenzó Ale, y las dos soltaron un sonido de "ohhh" al unísono, lo que hizo que Ale se echara a reír.
Les contó cómo Belén le había propuesto ser novias oficialmente en medio de su torpeza para expresar lo que sentía, y cómo ella misma había aceptado con un beso lleno de amor. Aunque dejó fuera los detalles más íntimos, el brillo en sus ojos y el rubor en sus mejillas delataban lo bien que la había pasado.
—¡Esto merece una celebración! —dijo Pau, aplaudiendo emocionada.
—Definitivamente. Tenemos que planear algo —añadió Dany.
—¿No pueden simplemente alegrarse por mí sin hacer un escándalo? —bromeó Ale, aunque sabía que eso era imposible.
—¡Ni lo sueñes! —respondieron ambas al mismo tiempo, haciendo que las tres estallaran en risas.
Ale se sintió increíblemente agradecida por tenerlas en su vida, siempre apoyándola y celebrando cada momento importante. Al final, prometió mantenerlas al tanto de todo y no dejar fuera ningún detalle emocionante.
Ale estaba disfrutando de la conversación con sus hermanas cuando un sonido inesperado las interrumpió. Un pequeño llanto se escuchó en segundo plano, y, antes de que pudieran procesarlo, Olivia apareció en pantalla tirándose sobre Pau como si fuera su última esperanza en la vida.
—¡Mamá Pau! ¡Me mintieron toda mi vida! ¡Barney no es real! —gritó la pequeña, entre lágrimas.
Pau, sorprendida, la atrapó antes de que ambas terminaran en el suelo.
—¿Qué? ¿Quién te dijo eso? —preguntó Pau, confundida, mientras miraba a Hanna, quien apareció segundos después en pantalla, claramente exasperada.
—Intenté consolarla, pero ya sabes cómo es. Una vez que empieza, no para —dijo Hanna, suspirando y saludando a Ale con una sonrisa cansada. —¡Hola, Ale! ¡Hola, Dany!
—¡Hola, Hanna! —respondieron ambas al unísono, aunque sus ojos estaban pegados a la escena caótica.
Olivia seguía sollozando, aferrada a Pau como si su vida dependiera de ello. Pau, claramente sin idea de cómo manejar la situación, le dio unas palmaditas torpes en la espalda.
—Bueno, hija… Es solo un dinosaurio de peluche. No era como si fuera a aparecer en tu cumpleaños o algo así.
El llanto de Olivia se intensificó al nivel de una sirena de ambulancia.
—¡¿CÓMO PUEDES DECIRME ESO?! —gritó, alejándose de Pau con los ojos llenos de lágrimas y la expresión de traición más dramática que Ale había visto en su vida.
Hanna, que estaba al borde de perder la paciencia, miró a Pau con una ceja levantada.
—¿En serio? ¿Eso es lo mejor que se te ocurre decirle? —le recriminó, cruzándose de brazos.
—¿Qué? ¿Qué querías que le dijera? Es la verdad —respondió Pau, encogiéndose de hombros.
Hanna apretó los labios y señaló a Pau con el dedo, como si le estuviera dando un ultimátum.
—Si no haces que deje de llorar ahora mismo, te quedas sin sexo por dos semanas.
Pau abrió los ojos como platos y se puso de pie rápidamente.
—¡Olivia, espera! —gritó, persiguiendo a la pequeña que había salido corriendo entre lágrimas.
Hanna, al ver que Pau había salido de escena, ocupó su lugar frente a la cámara y dejó escapar un suspiro agotado.
—Lo siento, chicas. Ha sido un día largo. —Luego se giró hacia Ale, con una sonrisa más relajada. —¿Qué tal tú? ¿Cómo va todo?
—Bueno, oficialmente estoy de novia con Belén —soltó Ale con una sonrisa enorme, sintiéndose todavía algo tímida al decirlo en voz alta.
Hanna arqueó las cejas, claramente impresionada.
—¡¿En serio?! ¡Eso es increíble! ¡Felicidades, Ale! —dijo, con entusiasmo genuino.
Dany, que seguía riéndose de la situación anterior, intervino.
—Sí, pero ahora queremos detalles. ¡Ale se puso toda cursi y no nos ha contado cómo fue!
—Oh, no te preocupes. Pau y yo nos encargaremos de sacarle todo cuando la veamos en persona —bromeó Hanna, guiñándole un ojo a Ale.
En ese momento, Pau regresó a cuadro con Olivia en brazos. La pequeña ya no lloraba, pero tenía los ojos hinchados y una expresión que claramente decía que aún estaba procesando su dolor existencial.
—Bueno, ya está. Le dije que Barney podría ser un actor, pero que eso no significa que no sea especial para ella. ¿Contenta, Hanna? —dijo Pau, algo gruñona.
Hanna la miró de arriba abajo, evaluándola.
—Hmmm… Por ahora, sí. Pero si vuelve a llorar por Barney, ya sabes lo que pasa.
Las risas explotaron en la llamada, incluso Olivia soltó una pequeña carcajada mientras se acurrucaba en los brazos de Pau.
—Bueno, parece que todo se resolvió… al menos por ahora. ¡Así que celebremos! ¡Ale tiene novia! —anunció Hanna, levantando un puño en el aire.
—¡Sí! —gritó Dany, siguiendo la corriente mientras Ale no podía evitar sentirse más feliz que nunca al ver cómo su familia siempre lograba llenar cualquier momento de caos con amor y humor.
Las horas pasaron entre risas, chismes y bromas. Ale seguía hablando animadamente con Pau, Dany, y ahora también Hanna, quien tenía a Olivia profundamente dormida en sus brazos. La pequeña se veía completamente en paz, mientras Hanna abrazaba a Pau, quien tenía una expresión mezcla de amor y agotamiento tras el caos de Barney.
Ale estaba tan concentrada en la conversación que no notó cuando Belén entró silenciosamente a la habitación. Llevaba dos ramos de flores: uno de rosas rojas y otro de petunias, ambas combinaciones cuidadosamente seleccionadas para significar amor y ternura.
Belén se detuvo un momento, admirando a Ale, quien seguía hablando emocionada, su sonrisa iluminando la habitación. Entonces, los gritos inesperados de sus hermanas rompieron la burbuja.
—¡ALE! ¡DA LA VUELTA! —gritó Pau, señalando hacia la puerta de la habitación.
Ale frunció el ceño, confundida, hasta que escuchó las voces de Dany y Hanna uniéndose al coro.
—¡VOLTEA, MUJER!
Ale se dio la vuelta rápidamente, sobresaltada, y allí estaba Belén, con una sonrisa traviesa y los ramos en las manos.
—¿Qué es esto? —preguntó Ale, sorprendida y al mismo tiempo emocionada, poniéndose de pie.
—Flores para mi novia, por soportarme, por amarme y por ser la persona más increíble que conozco —respondió Belén con dulzura, avanzando hacia Ale.
Ale sintió su corazón derretirse al instante.
—Eres demasiado perfecta… —susurró, tomando los ramos mientras sus ojos brillaban de emoción.
En ese momento, las voces de sus hermanas y cuñados se alzaron nuevamente desde la pantalla.
—¡BÉSALA! ¡BÉSALA! —gritaban Pau y Dany al unísono, mientras Hanna reía entre dientes.
Belén levantó una ceja, divertida, y miró a Ale con una sonrisa desafiante.
—¿Qué opinas? ¿Les damos lo que quieren? —preguntó Belén, inclinándose ligeramente hacia Ale.
Ale dejó las flores sobre la cama con cuidado, se acercó y, sin pensarlo dos veces, tomó el rostro de Belén entre sus manos.
—Siempre. —Y entonces la besó, profundamente, como si fuera la primera vez, como si fuera la última.
El grito colectivo de las hermanas y los cuñados resonó desde la pantalla, pero Ale apenas lo notó. Su mundo se había reducido al suave roce de los labios de Belén, a su perfume, a la forma en que sus brazos la rodeaban con tanto amor.
Cuando finalmente se separaron, con las respiraciones entrecortadas, Belén acarició la mejilla de Ale y le susurró:
—Eso fue como si nunca nos hubiéramos besado antes.
Ale rió suavemente y apoyó su frente contra la de Belén.
—Es porque cada beso contigo se siente como el primero.
—¡OKAY! ¡DEMASIADO! —interrumpió Pau desde la pantalla, fingiendo hacer una mueca de asco.
—¡Déjenlas! —protestó Hanna. —Es como una película romántica en vivo.
Belén miró hacia la pantalla y sonrió.
—Gracias por cuidarla mientras yo no estaba, chicas. Ahora es toda mía.
Ale tomó la mano de Belén y asintió.
—Siempre lo fui.
Los gritos, risas y bromas continuaron desde la pantalla, pero para Ale y Belén, en ese momento, el mundo era solo de ellas dos.
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Holaaaa.
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