Capítulo 4
"La vida y la Muerte están entrelazadas por el destino, sin la vida no hubiese muerte y sin muerte no hubiese paz final en la vida"

—No soy nadie en esta vida, y por lo otro... uhm... solo fue un favor, que no te incumbe saber —contesta Mao.

El joven varonil, la vida en persona la observaba entre embobado e incrédulo por la contestación.—Tú y yo sabemos, que eres algo, es de mala educación dejar a las personas que la palabra en la boca.

Mao solo camina sin interés pasando por su lado.
Pero él la sostiene del brazo, asustando al hombre por la frialdad de la piel misma.
—¿Te encuentras bien? Estás fría —pregunta el hombre preocupado.

Mao no entiende ni la mayoría de lo que dice.—Si, estoy bien si me permites suéltame —exige con educación.

El hombre endurece la mirada y sin poder controlar su cuerpo, la atrae a él. Acariciándole la mejilla a Mao. Pudiendo observar la oscura y vacía mirada.—Te falta la luz en ti... —murmura el hombre.

Mao al sentirlo tan cerca, por primera vez en toda su existencia sintió un electricidad recorrer su cuerpo. ¿Pero qué era ésta sensación?—No me hace falta nada, soy el ser más común y normal de los que hay, suéltame no lo volveré a repet...—empezó a decir pero las palabras no pudieron seguir saliendo de sus labios.

Porque unos labios habían frenado sus palabras, sentía una extraña sensación, como un trillo de picotazos y sabores parecidos a la manzana. Tenía lista la mano como para abofetearlo pero, por un instante se dejó embargar por esa sensación de paz y un matiz de quizás... ¿amor?

¿Podría ser acaso que la Muerte misma pudiera recibir cariño?