Capítulo 3
Capítulo 3"¿Sólo un sendero has de tomar, prefieres quedarte o irte a un lugar mejor? "
Aquella mañana se alzaba el ostentoso día se observaba que cada ser humano estaba realmente animado, emocionado, o eufórico. Los niños corrían en dirección a tiendas con disfraces de hombres lobos, hadas, trajes de esqueletos, de diablillo entre otro.
Mao, la shinigami de la muerte rondaba por aquellos lares, comiendo una manzana acaramelada observando por cualquier motivo las oscuridades de los callejones que aún eran iluminados por los rayos del sol. Al ser un ser mitológico para muchos o solo una leyenda ella tan sólo se hacía visible a los espíritus o almas que morían, no era vista por los humanos, y que ella supiera no había ningún ser místico cerca para molestarla.
Una vez fuera de disfrutar y terminado ya su deliciosa manzana, pudo escuchar un estruendo que más bien se podía percibir a leguas que era un accidente. Sin más despliega sus alas llegando al lugar, observando que dos autos habían chocado, uno se prendía fuego y sin poder hacer mucho uno de ellos explota carbonizando restos de cuerpos humanos.
Mao sin miramientos se acerca al lugar, pudiendo observar dos destellos de luz, dos almas nuevas a los lares del mundo espiritual. Pero lo que ella no sabía era que cierto hombre de vida la observaba sorprendido... ¿Porqué ? Por que él si era visto, pero a ella ni la percibían.
Mao se acerca a las dos almas.
—Bienvenidos al mundo de los espíritus, almas o como deseen llamarlos —saluda gélida.
Tanto la madre como el niño de unos 10 años la observan con miedo. Mao no demostraba ningún gesto ni emoción por lo que podría decirse que al observarla se sentía el frío de la noche.
—...
Sólo el silencio, y temblores por parte de los seres -antes- vivos, recibió.
Ella se acerca, ellos tiemblan, suspira con cansancio y pone la mejor sonrisa para ganar confianza. —Soy Mao, la muerte y seré su fiel servidora de llevarlos al cielo, si me pueden otorgar el placer de hacerlos llegar con Dios se los agradecería —se presentó.
La madre abrazó más a su hijo, y asintió con algo más de confianza. Una vez que Mao pudo tener ese matiz pequeño de confianza, ella se puso de cuclillas ante el niño.
—¿Cómo te llamas? —pregunta viéndolo.
El niño agarraba a su madre, pero al ver de cerca las alas negras de Mao, lo maravilló.
—Soy Javier, pero me dicen Javi —contesta algo tímido.
Mao sonríe un poco, quizás con los niños nunca pudo ser fría pero a ellos no podía dirigirse fría.
—Muy bien, Javi, ¿Quisieras acompañarme a darles una sorpresa para ambos? —pregunta Mao con empatía en su voz.
Javier, el niño, la observa curioso.
—¿Cuál sorpresa? ¿Dónde? —pregunta.
La madre sonríe con un poco más de confianza al ver a Mao.
—Una linda sorpresa que os espera a ambos en un lugar, ¿me acompañan? —vuelve a decir.
El niño asiente emocionado olvidándose de la confusión del accidente, en que perdió la vida. Y su madre relajada. Sin más espera, Mao no perdió el tiempo y levantó el dedo índice de ambas manos dibujando un extraño signo en el aire. Una luz los iluminó y se empezó a escuchar el canto de pájaros y una voces que a ambos los llamaban.
—¿Abuelo? ¿Abuela? —preguntó Javier, el niño.
Aventurándose con la madre a la luz, la madre al comprender todo, dedicó una sonrisa a Mao.
—Gracias Mao... —dijo antes de desaparecer ante la luz.
Unas almas nuevas habían puesto pie en el cielo.
—¿Cómo hiciste eso? ¿Qué eres? —pregunta una voz varonil.
Mao sin ninguna expresión se gira, frunce el ceño levemente ante la no grata sorpresa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro