Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11. Noticia inesperada

Un día de finales de abril, por la mañana, en Barcelona.

¿Qué es ese ruido? Me ha despertado.
Me levanto de la cama enfadada y bajo las escaleras para ver quien ha sido el culpable de haberme levantado malhumorada.

Observo a mi madre pasando el aspirador. Mejor no le digo nada. Cuando llegué ayer por la madrugada, no me dirigió la palabra. ¿Se habrá enfadado por lo que le dije por teléfono? Supongo. Pero es la verdad, estaba agobiada por su culpa. Tantos mensajes, tantas llamadas... No soy inútil, no me iba a pasar nada.

Rosa se da cuenta que la estoy mirando y inmediatamente deja lo que está haciendo y se aproxima hacía mí.

—Catalina, tengo que hablar contigo —exclama seria.

—Mamá, si es por lo de ayer, lo siento una vez más.

—No, no es eso. Aunque sigo decepcionada contigo por ese motivo.

—¿Entonces?

—Sígueme.

Se dirige al salón. Voy detrás de ella.

Hay un hombre sentado en un sillón. Tendrá unos treinta y pocos años, lleva gafas y va vestido bastante elegante.

¿Será el abogado de mi madre? Al verme se levanta y me sonríe. ¿Qué está pasando? ¿Quién es ese hombre y que hace en mi casa?

—Siéntate —me ordena mi madre.

Me siento en el gran sofá de color beige. Ella se pone al lado mío.

Me agarra las manos y me mira a los ojos.

—¿Qué me quieres decir, mamá? —murmuro asustándome un poco por esta situación.

Parece que es importante lo que me va a decir a continuación.

—Jorge, ven —llama al hombre.

Jorge se acerca a nosotras y se sienta al lado de mi madre. Esta situación cada vez me confunde más.

—¿Quién es? —pregunto confundida.

—Se llama Jorge y es mi...

—Prometido —interrumpe el hombre.

¿Prometido? ¿He escuchado bien?

—¿Cómo? ¿Pro-prometido? —tartamudeo.

—Sí, cariño —murmura mi madre mientras me acaricia la cara—. Nos vamos a casar.

No... no me lo puedo creer. ¿Esto es una pesadilla, verdad? Sí, esto no es real. Me pellizco. Duele. No funciona, no me despierto. Me golpeo una vez más con todas mis fuerzas. Hago una mueca de dolor. Joder, es real.
Mi madre me mira muy preocupada.

¿Se van a casar? Pero... ¡Ni siquiera sé quién es ese hombre! No, no, no. No lo voy a permitir.

—No —balbuceo.

—¿Qué? —pregunta mi madre extrañada.

—¡¿Pero que dices, mamá?! —grito, asusto a Jorge y a Rosa—. No pienso aceptar a este hombre, ni siquiera lo conozco.

Mis ojos se humedecen. Siento rabia, tristeza, decepción por no habérmelo contado antes.

—No te lo había presentado antes... Lo siento, cariño. Pero somos muy felices juntos y quería que lo conocieras. Hemos decidido dar este gran paso, casarnos.

Trago saliva. Esto no me puede estar pasando a mí. No me lo puedo creer. Nunca había imaginado ver a mi madre con otro hombre que no sea mi padre y viceversa.

¡¿Y si este señor se quiere aprovechar de mi madre?!

—Cat, prometo hacer muy feliz a tu madre y, por supuesto, a ti también —murmura demasiado sonriente.

—Contigo no quiero hablar. Y para ti soy Catalina, no Cat.

—Catalina, por favor, tranquila — balbucea mi madre.

—¿Cómo quieres que esté tranquila? Me acabas de presentar a tu futuro marido. Nunca me habías dicho nada, ¡mentirosa! —se me saltan las lagrimas.

—No le hables así a tu madre —me ordena Jorge.

—Jorge, no...

—¡¿Se puede saber quien te ha hablado a ti?! —grito histérica.

—¡Catalina, ya basta! —chilla mi madre rabiosa—. No te estoy preguntado si me puedo casar con él, te estoy informando. Y si no te gusta lo vas a tener que aceptar. Además, ¿qué son esas formas de hablar?

Aspiro, espiro. Intento tranquilizarme.
Las lagrimas vuelven a caer. Sorbo por la nariz. Jorge y Rosa me miran preocupados, pero también, comprensivos. A lo mejor me he pasado un poco.

—Lo siento, mamá. Y a ti también te pido disculpas, Jorge.

—No pasa nada. Comprendo que estás en una situación difícil —exclama tranquilo— Ya nos conoceremos, estoy seguro de que nos llevaremos bien.

Yo no estoy tan segura de eso. ¿Qué le ha visto mi madre a ese tío? Muy atractivo no es y parece medio lerdo.

—Vale... Bueno, ¿puedo ir a mi habitación a reflexionar un poco? —pregunto un poco más calmada.

—Claro, cariño —murmura mi madre.

Me levanto del sofá y salgo del salón. Pero antes de irme a mi cuarto me quedo escuchando la conversación entre mi madre y su prometido.

—Vaya. Tu hija tiene carácter, eh.

—Mucho. No sé de quién lo habrá sacado —exclama sonriente.

Sueltan una carcajada y... se besan. No un solo beso. Ni dos. Ni tres.

¡¿Pero que pasa, se van a enrollar en el sofá?! Puaj, que asco.

Subo los escalones hasta llegar a mi habitación. Me tumbo en la cama y miro el techo. Se me vienen a la mente todos los recuerdos que tengo de mis padres juntos.

Lo pasé muy mal cuando mi madre se fue. Mis notas bajaron, salía todos los días de fiesta, discutía con Max, me juntaba con malas personas y hasta empecé a fumar. Me costó mucho dejar esa adicción, pero lo conseguí. Ahora mismo lo que más me apetece es un cigarro.

Pero, es que no entiendo como mi madre ya ha superado a mi padre. No hace ni dos años que se separaron y ya se va a casar otra vez.

¿Y si estaba con ese hombre mientras seguía casada? Claro que no. Estoy hablando de mi madre, no de una cualquiera. ¿No sería capaz de serle infiel a mi padre, verdad? Estoy llena de dudas.

No hay cosa que más odie que las infidelidades. Es repugnante. Si ya no sientes amor hacia una persona, rompe con ella. No la engañes.
La infidelidad es un abuso de la confianza que tiene la otra persona en ti.

Este tema lo tenía muy hablado con mi exnovio, si en algún momento no estábamos seguros de la relación lo dejamos, pero nunca serle infiel al otro.

La noticia que me han contado hace relativamente poco me ha quitado el poco hambre que tenía. Todo esto es una mierda. No quiero que Jorge sea mi padrastro y, mucho menos, que se venga a vivir a nuestra casa.

Tengo que hablar con mi madre sobre eso.
Si él viene a vivir con nosotras, yo me voy de vuelta a Sevilla. He venido aquí para estar con ella, sin ningún hombre de por medio.

Se escucha como la puerta principal se cierra. ¿Ya se ha ido? Salgo de mi habitación de puntillas, sin hacer ruido y, miro si sigue estando en casa. No se le ve. Mi madre acaba de salir del baño. Está sola. Perfecto.

Me acerco hacia ella y le miro seria, muy seria.
Rosa se alegra de verme, aunque sea con esa expresión de pocos amigos.

—Oye, mamá —comienzo.

—Dime.

—No quiero que Jorge venga a vivir a casa.

Suspira.

—A ver, todavía no va a venir a vivir con nosotras, pero llegará un momento que tendrá que mudarse aquí o mudarnos nosotras a su casa.

—Yo no pienso vivir con él —le comento.

—Lo tendrás que hacer. Por las buenas o por las malas —exclama mi madre, que ya se le ha acabado la paciencia.

—Si me obligas a vivir con él me vuelvo a Sevilla —respondo en un tono de voz amenazadora.

Se queda petrificada. ¿He conseguido lo que quería?

—¿Me estás chantajeando, jovencita? —dice sorprendida.

—No, solo te aviso para que después no te sorprendas si ocurre eso.

—Cat, todavía no lo conoces lo suficiente para juzgarlo.

—No quiero conocerlo más —le aclaro.

—Tarde o temprano vamos a vivir los tres juntos, te guste o no.

—Yo no lo pienso hacer —contesto.

—¡Catalina, lo vas ha hacer como que me llamo Rosa!

—Genial, mamá. Vas a perder a tu hija por un hombre —exclamo desafiante.

—Vete a tu habitación ahora mismo.

—Vale. Piensa en lo que te he dicho, no era ninguna broma —murmuro mientras subo al piso de arriba.

Ya le he planteado mi oferta. O Jorge o yo.

Ese mismo día, en ese mismo sitio, unas cuantas horas después.

El día está grisáceo. Parece que va a haber una gran tormenta.

Hay una frase que me gusta mucho para animarme en este tipo de días. «Que tu día sea o no gris no lo decide la lluvia. Lo decide tu mente». Hoy mi mente ha decidido que es un día gris, muy gris.

De repente, alguien abre la puerta de mi cuarto. Es mi madre. Tiene una expresión entristecida.

—¿Qué quieres? —respondo, aún muy enfadada.

—Venía para ver cómo estabas.

—Pues ya lo has visto. Ahora vete —le echo mientras hago un gesto con la mano.

Se gira para dar media vuelta y irse pero la detengo.

—Espera.

La expresión de su cara cambia. Ahora está ilusionada.

—¿Si?

—Una pregunta... —comienzo un poco nerviosa—. ¿Por qué has cambiado de opinión?

Mi madre se acerca y se sienta en el borde de la cama.

—¿A qué te refieres? —pregunta mientras me acaricia un mechón de pelo.

—Cuando... ya sabes, nos dejaste a mí y a papá dijiste que esa vida no estaba echa para ti — trago saliva —, lo de casarse, tener hijos y todo eso. ¿Y ahora te vas a casar? Solo han pasado dos años, ¿tan rápido has cambiado de opinión?

Mi madre se queda inmóvil. Sus ojos azules se abren, pestañean muy rápido. Empieza a temblar, pero no hace frío.

—Yo... lo siento una vez más por haberos hecho eso —rompe a llorar.

—Mamá, no te estoy culpando. Solamente quiero que te expliques.

—Supongo que cuando conocí a Jorge él hizo que cambiara de idea.

—¿Con papá no eras feliz? —se me humedecen los ojos una vez más.

—Es complicado de explicar. Éramos demasiado jóvenes.

—Pues explícate lo mejor que puedas.

—Mira... estaba con él por ti, solamente por ti —me comenta—. Cuando me quedé embarazada de ti y decidimos tenerte, todo era maravilloso. Nuestra relación era perfecta. Había mucha pasión y, sobre todo, amor — hago una mueca de asco. Rosa se ríe al ver mi reacción.

—Sigue.

—Pasaron los años y ya no era lo mismo. Al menos, yo, no me sentía igual que antes. Comencé a sentirme atrapada. Con un marido al que impresionar y cuidar de ti nunca ha sido fácil. Mi vida se resumía a ir al trabajo, comer, cuidarte y dormir. Un bucle infinito que parecía que no había salida. No tenía ilusiones, me sentía cada día más apagada. Fui al psicólogo y me detectaron depresión. Cat, no tienes ni idea de cómo estaba en ese momento. Fingía estar bien, por ti y por tu padre, pero, en realidad, no sentía absolutamente nada. Era como si no tuviera emociones, como si tuviese un vacío por dentro. Obviamente no es culpa de ninguno de vosotros. Solamente que no estaba en mi mejor momento. El psicólogo me ayudó mucho a encontrarme un poquito más feliz. Y descubrí lo que realmente quería hacer en esta vida.

—¿Qué querías hacer?

—Ser libre, no depender de nadie. Y así fue, os dejé aquella nota y me marché. En este poco tiempo que llevo en Barcelona, me he sentido más feliz que en catorce años.

—Lo-lo siento por haberte hecho pasar eso —respondo con la voz temblorosa sin parar de llorar.

—¡Oh, no, no! Repito: no es culpa tuya, ni de tu padre, ni de nadie, ¿vale? No te eches la culpa de algo que ni siquiera sabías.

—¿Por qué no nos lo contaste?

—No quería haceros sufrir. Tu padre se dio cuenta de que no estaba bien, él no sabía porque estaba así. Insistía en que buscase ayuda y me intentaba animar, pero yo siempre le decía que era una mala racha, que ya se me pasará y que no se preocupase. Así que, si alguien tiene la culpa, soy yo, por ser tan egoísta.

Me abalanzo hasta mi madre y le doy un abrazo. Las dos somos un mar de lágrimas.

—No me puedo creer que lo hayas pasado tan mal —susurro con un hilo de voz.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro