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Capítulos 6.-Mutuamente enamorados.

Nariyuki fue el primero en salir de la academia al acabar de ayudar a su amada profesora. Él salió con un gesto de victoria y satisfacción.

¿Pudo hacer algo más? Tal vez, pero eso que logró lo conformaba muchísimo, así que no se quejaba.

La tarde ya había caído, el muchacho arrastraba de la academia el calor del amor que sentía en su corazón, teniendo ganas de que ya fuera el siguiente día para volver a ver a su ángel. Pensar que mañana tenía clase con ella lo hacía sentir muy feliz como hacía tiempo no lo era.

No tenía hambre, el oxígeno del aire no era lo que mantenía vivos sus pulmones, sino el amor. Nariyuki respiraba amor, lo cual alimentaba el fuego de su joven corazón, el cual ardía como fogata de año nuevo.

Le gustaba sentirse enamorado, ya que aquel sentimiento no pasaba por su alma desde algún tiempo. Ese calor en su alma hizo que tuviera un impulso: el de correr.

No tenía prisa por llegar a casa, pero quería correr, correr lo más lejos que pudiera, para ver si así se igualaba el latir de su corazón como al ver a la profesora Kirisu. Necesitaba ese latir rápido, pero armonioso.

Estar tan distraído al haber caído tan duro en el amor no lo hizo percatarse que era observado por dos personas. La primera de ellas era la misma Kirisu, quien se sintió apenada de ver esa sonrisa de baboso en Nariyuki que era tan característica en un hombre que se desnuda al amor.

Cuando él vio de regreso a la academia, la propia Kirisu se dio cuenta de que los ojos del muchacho brillaban como si fueran estrellas en la más obscura de las noches.

-¿Está enamorado de mí? –El corazón de la profesora comenzó a latir con fiereza al preguntarse eso, causando un rubor hasta en sus orejas.

Ella sabía que se sentía estar enamorada. La profesora Kirisu se enamoró en su no muy alejada juventud preparatoriana, sí. Lo curioso es que no era amor a un hombre, sino a un deporte en concreto: el patinaje artístico, por supuesto.

Cuando Kirisu patinaba, se sentía enamorada. En ese preciso instante, la mujer ni siquiera tenía puesto su uniforme de patinaje, pero sentía "eso" en su corazón.

Trataba de negarlo, pensando que era un sentimiento que el día de mañana desapareciera. Nunca le habían dado rosas con una intensión medianamente romántica, caso con Nariyuki.

-Esa puede ser la razón. Tranquilízate, Mafuyu...no te puedes enamorar de un alumno tuyo, esa idea es muy estúpida. Pero es que él...él.

La otra persona que veía a Nariyuki en su caminar y en su correr era Fumino. Ella, reacia a no saber quién era la chica del corazón de su amigo, se quedó esperando en la entrada. Sospechaba de alguien muy en específico, pero no podía estar segura.

-Ojala que sí sea ella... -Sonrió Fumino, al ver correr a Nariyuki sin el ramo de rosas.

Pasaron unos minutos más para que se viera a la profesora Kirisu con aquel ramo tan imponente en sus manos. Se notaba confusa y apenada, pero más apenada que nada. Ella subió a su auto, colocando cuidadosamente las rosas en el asiento del copiloto. Seguían frescas.

Eso causó que Fumino explotara en amor. No por alguno de ellos dos, sino por la historia que tendrían que enfrentar. Era como lo describía ella misma, un amor prohibido, reprochable ante los ojos de toda la sociedad.

Su secreto no estaría a salvo con ella. Estaría completamente resguardado a carta cabal, nada la haría hablar ante eso.

-Bien. Ambos están enamorados...ahora tengo que comenzar con la operación: Cupido para los dos enamorados CPLDE. Será sumamente difícil...pero no imposible.

Aquellos dos enamorados tenían una firme confidente y ayudante...sin que lo supieran. Si se quería lograr esa relación, se necesitaría de tres.

Para la mañana siguiente, Fumino caminaba sonriente en los pasillos de la academia. Estaba ansiosa de poder ver a Nariyuki en la clase de la profesora Kirisu. Curiosamente, eso sucedería antes de que ella lo esperara.

Ambos enamorados se encontraron en uno de los pasillos de la academia. Ella lo notó al instante, Nariyuki sonrió con sus ojos resplandeciéndole. Ella se ruborizó levemente, con ese mismo resplandor.

-Buenos días. –Se dijeron ambos y al mismo tiempo. Se sonrieron tímidamente, desviando la mirada.

Aquello causó que Fumino volviera a explotar en amor. Se llevó las manos a las mejillas, babeando de ternura.

-¡Son tan lindos! ¡Tengo que hacer algo por ellos! ¡Al diablo eso de que algunos amores son mejor siendo platónicos! –Fumino se lanzó al ataque, pasando a un lado de la profesora Kirisu.

-Buenos días. –Volvió a saludar ella, pero sin aquel resplandor en sus ojos y sin ese rubor en sus mejillas. Aquello fue una victoria para la chica de cabello azul.

-Profesora Kirisu, ¿sabía usted que en Argelia cuando un hombre le regala rosas de color rosa a una mujer, ella le debe regresar el gesto con un beso en la mejilla? (Mentira)

-¿A qué viene el comentario? –Kirisu se sintió extrañada y un poco nerviosa de haber sido descubierta.

-Por nada. Lo leí en internet ayer en la noche cuando estaba en mi casa a eso de las tres de la tarde. (JAJAJAJA)

Kirisu recordó el horario, ella había salido después de Nariyuki a eso de las tres treinta. Supuestamente, no había nada de qué preocuparse.

-¿Entonces no es por nada en especial?

-En lo absoluto, profesora. Quizá sea uno de esos datos irrelevantes que nos hacen un poquito más inteligentes. Ahora ya sé que hacer en caso de que me regalen rosas de color rosa. –Fumino sonrió inocentemente...dándole ideas a su profesora.

La operación se gestaba con mediano éxito. Ella no podía estar segura, pero rezaba porque su profesora hubiera captado la indirecta. En efecto, ella sí que lo captó.

Saltándonos rápidamente hasta la clase de historia, la profesora Kirisu entró como siempre lo hacía, inspirando ese miedo en todos...menos en dos chicos, claro. Uno de ellos la miraba con un resplandor en los ojos, la otra sentía ternura por eso.

Dos regaños a un joven que no tenía bien puesta la corbata y, para rematar, tenía el cabello muy largo fue lo primero que sucedió en esa clase. El siguiente lo causó una coleta mal arreglada. Tras esos regaños, la clase comenzó.

Para Fumino era muy impresionante ver cómo es que Nariyuki se recargaba en su mesa teniendo sus codos apoyados en ésta, apoyando las manos en el mentón. Miraba con ojos hipnotizados a la profesora Kirisu.

Quien no se quedó atrás en darse cuenta de esos detalles fue Uruka, sorprendiéndose de la atención que ponía su buen amigo en clase de historia, cuando era una que no le gustaba tanto.

-Vaya que está comprometido con su trabajo de ayudante de la profesora. –Pensó ella, sonriendo para sí misma.

Antes de acabar la clase, Kirisu se le quedó viendo un poco feo a Nariyuki, quien se sorprendió un poco.

-Tengo que hablar contigo con respecto a tu desempeño. –Sentenció ella para marcharse del salón.

Eso al joven no le preocupó en lo más remoto. Sabía que su rendimiento era perfecto, aunque sus compañeros le gritaron "uhhhhh" como si algo malo le fuera a pasar.

Uruka le sonrió, levantándole el pulgar. –Ojala que no grite tan horrible. –Se burló ella.

-No creo...

El corazón de Kirisu latía bastante fuerte, puesto que lo que haría sería un poco...¿Cómo decirlo? Quizá muy temerario, por no decir que estúpidamente arriesgado.

En cuanto ambos estuvieron en la oficina de la profesora, ella cerró la puerta incluso con seguro para que nadie los interrumpiera (o descubriera). Era de aquellos días en donde se tenía que hacer el registro semanal de avance.

-Tu rendimiento es bueno y tienes mucho compromiso. –La voz se notaba nerviosa en Kirisu. –Creo que te pondré una nota excelente.

-Gracias, profesora Kirisu. No obstante, ¿se siente bien? Se le escucha un poco rara.

-¡N-no es nada! ¡Me siento perfectamente!

-Puedo ir por un vaso de agua si es que ese es el problema. –El muchacho sonrió, causando un rubor en las mejillas de Kirisu.

-No te molestes. Un momento, tienes algo en los lentes. –Kirisu se comenzó a acercar.

-¿De verdad? Como es que no... -Un sonido muy específico sonó en toda la oficina. Era el sonido de un beso en la mejilla.

En cuanto la profesora Kirisu se separó, el muchacho dio dos pasos hacia atrás, casi cayéndose al suelo de no ser por la pared, que lo mantuvo en pie.

Sería incensario decir que los rostros de ambos enamorados se tornaron al rojo vivo, siendo un momento bellamente impresionante y levemente incómodo para ambos. Nariyuki sintió como si le pusieran una escalera al cielo, logrando ver un poco de El Paraíso.

-Gracias por las rosas...fue un detalle muy bello.

-N-no hay de qué. Si usted quiere, puedo traerle otras.

-Hazlo...pero que te quede claro que eso no te ayudara con las notas que te ponga.

-Je. Nunca tuve intensión de que me subiera una nota. Mi clase está por empezar, así que nos vemos después.

Al salir el muchacho, un silencio ensordecedor invadió toda la oficina. Segundos después, en toda la academia se escuchó una sola cosa: un grito de victoria por parte de Nariyuki. (Inserte a Ronaldo gritando Síiiiiii)

Escucharlo hizo que la profesora Kirisu se apenara bastante, notándosele al torcer la boca para soportar la vergüenza. No era una pena ajena, sino propia.

-Eso me confirma...que sí le gusto. Dios mío, qué pena. –Una vez más, el rostro de Kirisu se puso rojo hasta las orejas. 

Lo que más pena le daba a ella era aceptar...que estaba mutuamente enamorada de su alumno.
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Continúa xd

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