Capítulo 7.-Su casa.
Era uno de los días en que Nariyuki guiaba a sus tres compañeras como lo haría Mao Tse Tung con la revolución china, ya que ambos tenían un mismo objetivo: la victoria.
(Así me imagino a nariyuki :v)
Cada una de ellas se notaba con mejor desempeño en las materias en las que iban mal. De hecho, a Uruka le vino de perlas aquel consejo que su buen amigo le dio, por lo que no iban nada mal.
Todo estaba perfectamente viento en popa.
-En la literatura el género romántico es, sin pensarlo mucho, el más famoso de todos. La mayoría asociamos los libros con algo romántico, o que la historia de guerra, revolución y muerte tiene romance, ¿o no?
-¿No será eso culpa del cine yankee? –Cuestionó Rizu.
-¡No! ¿Cómo crees?...bueno, tal vez sí. Esos Yankees sacando dinero con cualquier tontería, ya ven. Lo que sí, es que en Japón hay muchas historias de samuráis que se enamoran de la hija de sus señores.
-Yo he leído historias en donde los alumnos se enamoran de sus profesoras...y ellas terminan correspondiendo a sus sentimientos. –Intervino Fumino, haciendo bastante énfasis en eso.
-¿Y qu-qué es lo que hacen los protagonistas para conseguirlo? ¡Claro, no es que me interese saberlo!, pero da curiosidad.
-Oye Fumino, ¿no lo dirás por la novela que estás escribiendo?
-Tal vez. –Ella se rió un poco. –Ya tengo escrita una nueva parte erótica, pero ahora es con la rival de amor de la profesora.
-¿Sigues con eso? ¡Mejor continuemos, carajo!
Todo siguió a marchas forzadas entre bromas de Fumino y de Uruka y algunos comentarios fatalistas de Rizu. Ahora el muchacho se las apañó más para tratar de sacar las cosas adelante.
Cuando el receso llegó, Nariyuki se tumbó en una de las bancas del patio de la academia, teniendo un ligero tedio por las clases y por tener que ayudar a sus compañeras.
Se sentía medianamente relajado, repasaba las lecciones en su mente, tratando de aprenderse lo mayor posible en contenidos.
Aquel día la profesora Kirisu no le impartía clases, razón por la cual su buen ayudante se notaba un poco decaído. Desde aquel beso, los sentimientos del muchacho no hicieron sino más que crecer, incluso en contra de sus propios deseos.
No podía hacer otra cosa sino más que pensar en ella. Cada lección que repasaba en su mente, fuera de la clase de la profesora o no, él la pensaba con su voz, aquella que lo enamoraba.
Fue muy sorpresivo para él cuando una llamada llegó a su celular, lo cual, por sí mismo, ya raro. Lo siguiente fue, más o menos, igual de extraño.
Quien llamaba era la profesora Kirisu, algo que alegró/asustó a Nariyuki. Sería escuchar su voz en ese día donde ella no iría por cuestiones extra académicas.
-Profesora, buenos días. –Saludó él, cordialmente y con notorio entusiasmo.
-Yuiga, ¿tienes tiempo en la tarde? Sé que te cargué un poco de trabajo el día de hoy, pero el director me acaba de llamar y hay más trabajo que hacer.
-Claro, ¿la espero en su oficina?
-No exactamente...
Eso le complicó un poco la situación. El "No exactamente" era algo que el muchacho no tenía contemplado en lo absoluto, poniéndolo muy nervioso.
Tendría que ir...a la casa de la profesora Kirisu.
Él no era ajeno al nerviosismo y a la pena. La propia Mafuyu pensaba en que aquello era, a pesar de estar en las instrucciones del muchacho, algo innecesario.
No es porque no le pareciera bien o le desagradara la idea. La tenía un poco con pendiente, eso era todo.
Ella, con anterioridad, había leído algunos relatos de que ocurría cuando una chica invitaba a un compañero de clase a la casa para "hacer una tarea". Los resultados, en algunos de los casos, resultaban en un intento de violación o en acoso sexual.
Los índices era lo que tenían a Mafuyu con pendiente, ¿Qué tal si Nariyuki era un oportunista que ocultaba un Mr. Hyde por dentro? Nada era certero cuando de un joven hormonal se trata.
No obstante, la confianza que tenía en su ayudante le medio bloqueaba esos pensamientos ligeramente lascivos de la mente. Imaginar que Nariyuki la tomaba de las muñecas, estampándola contra la pared para besarle el cuello la hacía sonrojar de la pena.
Llegó un punto en donde hasta se imaginó el cómo sería si algo así sucediera.
-Yuiga, que atrevido. –Diría ella con un tono seductor.
-Ahora seré yo quien la castigue.
-¡¡¡No!!! –Farfulló ella, tomando esa cinta cinematográfica mental para lanzarle un fosforo y que esos deseos impuros se consumieran en las llamas del infierno. –Yo no sería capaz de consentirle eso...y él, ¿sería capaz de insinuárseme?
Si Mafuyu supiera la realidad...Nariyuki no sería, ni por error, capaz de preguntar tal cosa. Recordemos como es que se puso cuando Uruka le leyó las escenas eróticas entre él y la profesora, ahora que él fuera quien lo insinuara, se oye difícil.
En la clase de gimnasia, el muchacho practicaba baloncesto con Uruka, quien era bastante buena jugando. Le hizo una finta perfecta a su buen amigo, dejándolo bastante humillado en frente de toda la clase.
Su orgullo no se dañó del todo...hasta que Fumino, quien destacaba más en humanidades que en deportes, también lo humilló. Y no bonito, sino bastante feo.
-Me siento idiota. –Se quejó él.
-Ya lo eres. –Se burló Uruka, haciendo que una vena le saltara del enojo.
-Pero ya veremos qué tal le va en el examen de inglés que tengo pensado especialmente para ella.
Durante gran parte de la clase, Nariyuki se vio muy torpe en sus movimientos, distrayéndose a veces, incluso Uruka le lanzó un balón al pecho, teniendo intensión de que lo atrapara. Es claro que no resultó como ella pensó.
Ella tuvo que sacar a Nariyuki de la cancha al también haberle sacado el aire.
-Ouch...
-Vamos, Nariyuki, ¿Por qué estás tan distraído el día de hoy? ¡Deja de pensar en tu enamorada, rayos!
-¡No estoy pensando en ella, Takemoto!...o bueno, quizá un poquito nada más. Pero un poquito.
-Mo, me preocupas. ¿Qué tal si se te rompen los lentes o te golpean duro? ¿Acaso quieres que esa chica no te vea atractivo?
-Son una plasta de barro comparado con ella. –Nariyuki se sonrojó al pensar lo que iba a decir. –Es más hermosa que ver el alba en la bahía de la ciudad.
-¡Ayyy! ¡Ternurita! –Uraka le revolvió los cabellos a su amigo.
-¡M-me haces sentir como un idiota! Sé que suena cursi...pero ella tiene el cielo en sus ojos, y su cabello es como un parque de cerezos y de maples.
Uruka sonrió de oreja a oreja, dándole un golpe con su dedo a la nariz de su contrario.
-Dile eso...y la vas a enamorar perdidamente.
-¡Y-ya basta! M-me avergüenzas, Takemoto. –Nariyuki se sonrojó un poco más de lo que ya estaba.
-No lo digo para avergonzarte. Un día de estos deberías hacerme un cumplido tan lindo como ese. Estoy segura...que me enamorarías aunque estás un poquito feo. –Rió ella.
-Eres cruel. –Sentenció el muchacho.
Ahora sí, hora de marcharse. Ya se habían acabado las clases, por lo que Nariyuki fue con bastante prisa al lugar donde la profesora Mafuyu le dio la indicación.
Tenía una serie de apartamentos delante de él. No era la gran cosa...pero el nerviosismo se apoderó rápidamente de su mente. Tragó saliva, pesadamente.
Tenía en su celular el número de departamento de su profesora, recorría lentamente los pasillos del complejo, observando los números en la puerta.
711, aquel era el número de departamento de la profesora Kirisu. El muchacho tragó saliva una vez más, tocando el timbre de la casa. Pasaron unos segundos, hasta que se escuchó como alguien se movía detrás de la puerta.
-¿Quién? –La voz era tan clara como el agua.
-S-soy yo...Nariyuki Yuiga.
Se escuchó el seguro ser corrido, para inmediatamente abrirse la puerta.
Esta parte es complicada de describir, pero el joven se ruborizó al tener frente a frente al que él ya decía era el amor de su vida vestida de una forma diferente de la academia.
Aquel casi uniforme monótono que ella usaba todos los días, siendo su saco y falda de un color rojo obscurecido, parecida más a una trabajadora de un banco que una profesora.
Lo que ahora ella usaba como su ropa de casa, la que quizá usaba de forma más casual era, primeramente, un suéter delgado de color café, un pantalón de mezclilla azul marino, y unos tacones negros. En sí, ese conjunto la hacía ver hermosa. (Cambié que usara el uniforme de deportes por que no mames :v, pinche autor se la mamó con eso a pesar de que tiene su encanto xd).
Los lentes se le quebraron un poco al muchacho, además de darle un tic en el ojo que delataba lo impresionando que estaba.
-Pasa. –Pidió ella, estoica y con toda calma. No obstante, también se sentía nerviosa de recibir a un alumno suyo en su casa.
No era sólo porque se trataba de un alumno suyo, sino de un hombre. Hombre que no le inspiraba del todo confianza al estar leyendo algunas cosas acerca de asaltos sexuales. Eso era lo que la ponía más nerviosa todavía...y por otra cosa más.
La casa era un auténtico y verdadero desmadre...
Era como la primera vez que Nariyuki visitó la oficina de la profesora Kirisu, idéntico era aquel desastre que tenía ella por casa, pero peor todavía al ser más grande que su pequeña oficina.
-Santa...ciencia. –Exclamó el muchacho al ver todo el basurero.
-No prestes atención a los pormenores, Yuiga.
-¡¿Por menores, dice?! No es por ser especial ni nada pero...no creo poder trabajar en un ambiente como este.
La profesora Kirisu soltó una pequeña risa, lo cual causó un gesto de desagrado en la cara de su alumno.
-Vaya que eres delicado, Yuiga. No es como que en este lugar uno pueda desarrollar una alergia o algo. –Mafuyu estornudó como gatito, provocando en el joven una risa nasal.- ¿Te burlas de cómo estornudo? ¿Eh?
La mirada amenazante y fulminadora de Mafuyu le atravesó el alma a Nariyuki. Ella estaba enamorada de él, pero no por eso le pasaría por alto burlarse de ella, así fuera de manera indirecta.
-¡Pa-para nada! Como sea, pero algo me dice que ese estornudo no fue por casualidad. La ayudaré a limpiar, no se preocupe.
-¿Me ayudarás en lo que yo hago el trabajo que nos dejó el director?
-¡Así es! No se preocupe por lo demás, no robaré nada de valor de su casa. Seré pobre, pero no deshonrado.
"Es un santo" pensó Mafuyu al ver la decisión de su alumno aparte de su honradez y sinceridad.
-Está bien...no me molestaría que me ayudaras.
Continuando con el resto de las cosas, la profesora Kirisu llenaba algunos papeles, escribía x cosa en su laptop a la vez que su ayudante y enamorado recogía gran parte de las cosas de la casa. Salía mucha basura, siendo impresionante la cantidad.
Llegando la hora de sacudir, Nariyuki se encontró con un obstáculo, siendo una manta blanca que cubría una estantería.
-Ok, ven para acá. –Pensó él, tomando la manta para quitarla con rapidez y de forma descuidada.
Ese descuido le valió un buen golpe al caerle un trofeo arriba de la frente, en la parte central del cráneo. Aquel golpe lo dejó ko.
Al momento en que Mafuyu escuchó un golpe seco y el de que haría una cosa de metal al caerse, ella se alarmó un poco, caminando con incertidumbre al origen del ruido.
Lo que vio la sorprendió bastante para mal, Nariyuki yacía tendido en el suelo, con el trofeo que le cayó en la cabeza al lado. Los demás trofeos que no se cayeron estaban al borde de.
Lo último no le preocupó en nada a la profesora Kirisu, sino su joven alumno.
-¡Yuiga! –Exclamó ella, asustada.
Él seguía respirando, cosa que la tranquilizó un poco. Acto seguido, lo medio arrastró por la sala para tratar de acostarlo en uno de los sillones. No podía, Nariyuki era muy pesado y ella no tenía fuerzas para eso.
-¡No me hagas esto, Yuiga! ¡Ayúdame a llevarte hasta el sillón! –Murmuró, teniendo dificultad para llevar al joven.
Dándose por vencida, ella mejor fue a mojar un trapo para ponérselo en la parte donde sufrió el golpe. Se notaba la hinchazón en la cabeza por el golpe sufrido.
-¡¿Cómo es que pudo pasar esto?! –Pensó, desesperada.
Ella colocó la cabeza de Nariyuki sobre sus piernas, esperando que fuera, por lo menos, un poco cómodo para él. No tardaría mucho en despertar, eso era seguro.
-Yuiga, eres un muchacho muy inteligente...pero torpe a la vez. ¿Desmayarse por que un trofeo le cayó en la cabeza? Suena de lo más absurdo...y te pasó a ti.
Veía al joven con los ojos cerrados, completamente inconsciente. La respiración de ambos era a la par, siendo armoniosa y delicada. Ella lo tomó de la mejilla, acariciando el lugar exacto donde lo besó.
Recordando eso, ella se ruborizó ligeramente, apenada por el momento aquel y por el que ahora mismo estaba pasando. Tenía al hombre por el cual sentía amor frente a él, quitándose esa loca idea hasta que lo volvía a ver, rindiéndose a lo que verdaderamente sentía su corazón.
Tratar de negar ese sentimiento no hacía sino más que avivarlo. Pensar en eso la comenzaba a apenar, comenzando su cuerpo a desconectarse poco a poco.
Es como si se apagara un interruptor. Cada que se apagaba uno, Mafuyu perdía el control de una parte de su cuerpo, siendo reemplazada por las ordenes de su corazón.
Ella estaba tan a acostumbrada a dar órdenes, pero tan extrañada y ajena a recibirlas; por lo que, sin poder evitarlo, y a pesar de que, según ella, lo quería, no pudo evitar comenzar a agachar su cabeza, yendo directamente a los labios de amado alumno, ella le dio un beso a su labio superior.
Fue algo corto, pero sintió las chispas saltar al haberlo hecho. Sus dos labios tocaron el labio superior de Nariyuki. Sus ojos se cerraron de forma involuntaria, pero esa acción del beso fue sin querer queriendo.
En cuanto ella se separó del pequeño beso y levantó una vez más la mirada, el muchacho comenzó a despertarse, llevándose una mano a la frente, lanzando un quejido de dolor.
-Agh. ¡Mi cabeza! –Nariyuki se levantó de las piernas de Mafuyu, llevándose ambas manos a la cabeza, tirando el trapo que tenía en la frente. –Siento como si me hubieran dado con un martillazo.
-No fue un martillo...fue un trofeo. –Mafuyu no daba la cara, y era mejor para ambos. Ella se levantó lentamente, caminando hacía el baño a la vez que tomaba el trapo del suelo. –Ya regreso...iré a remojar el trapo. Ya te cuento todo, tú siéntate.
-Está bien. –Al prestar más atención a su terrible dolor de cabeza, Nariyuki ignoró todo lo demás. En efecto, se sentó en uno de los sillones, quejándose de su dolor.
Mafuyu se recargaba en la puerta del baño, completamente roja de toda la cara. Apretaba con fuerza el trapo, exprimiendo de forma suficiente para que éste comenzara a chorrear.
-¿Qué acabo de hacer?... –Se cuestionó a sí misma. Claro que, en su cabeza, no tenía sentido lo que acababa de pasar.
Fue su primer beso. Un poco ridículo y mal dado, pero con toda la magia que sólo puede ofrecer una primera vez. En su estómago volaban cien mariposas amarillas de forma danzante. Era, nada más y nada menos, que el sentimiento de un amor por Nariyuki que se terminaba de asentar, de forma definitiva, en su corazón.
-En Dios espero que no se haya dado cuenta...no se pudo dar cuenta, estaba inconsciente. ¡¿Por qué rayos lo hice?! ¡No quise hacerlo! ¡¿O sí quería?! ¡No, imposible!
Puras excusas se inventaba ella misma para tratar de convencerse a sí misma que no fue con verdadera intensión y que lo hizo en un arrebato sinsentido.
"Repite esas palabras hasta que te creas tu propia mentira, patética." Le decía su corazón. Ya que sí, su corazón encontraba patético el hecho de negarse a un sentimiento tan natural como lo es el amor.
Era curioso, pero Mafuyu sentía nervios de lo que pudiera hacerle Nariyuki, no pensando en que sería ella capaz de hacerle a su amado en caso de que se hubiera presentado la oportunidad.
La propia Mafuyu estaba completamente convencida del muchacho al que ella casi casi llamaba un santo no sería capaz de ponerle una mano encima si es que ella se hubiera encontrado en esa situación.
Tras pasar por aquellos fuertes problemas del corazón, la profesora Kirisu tenía el trapo mojado en sus manos, poniéndolo sobre la cabeza de Nariyuki, quien se sorprendió al sentir el frío en su frente.
-Te cayó un trofeo en la cabeza golpeando tan fuerte que te desmayaste.
-Qué estupidez... -Las mejillas del muchacho se tornaron levemente rosadas. -¿En verdad eso pasó?
-No. Te estoy inventando una historia.
-¡¿De verdad?!
-Por supuesto que no, Yuiga. ¿Por quién me tomas? ¿Por un payaso? Eso fue lo que te pasó.
-Ouch. –No sabía que le dolía más, si esas palabras o su cabeza. Le daba mucha pena desmayarse de una forma tan increíblemente ridícula.
Pasó un rato hasta que el dolor de cabeza disminuyó para Nariyuki. La profesora Kirisu estuvo a su lado todo el tiempo, trabajando en su laptop para no descuidar el trabajo.
Él caminó hasta el lugar donde le cayó el trofeo, que ya había sido puesto en su lugar. Revisó que todos eran de patinaje artístico, algo que lo sorprendió profundamente, cayendo incluso en la admiración.
Aparte de esto, se tenían algunas fotografías de Mafuyu patinando, dando algún salto o recibiendo uno de los trofeos. Cuando él iba a sacudirla, fue detenido.
-Déjalos así. No malgastes tu tiempo en sacudir esas tonterías.
-¿Tonterías? Profesora, si es que todo esto me resulta maravilloso, no sabía que usted era tan buena como para ganar torneos, ¡mire éste, lo ganó en Suiza!
-Esos días ya quedan muy lejos, Yuiga. Es mejor mirar al futuro en vez de que estar anclado al pasado como un mal perdedor.
-¿Sufrió alguna desilusión?
-Eso me lo reservo para mí, Yuiga.
-Debería ser más honesta. –Pensó él, pero no se atrevió a decirlo. –Llámeme por mi nombre...por favor.
-¿Por tu nombre? –Mafuyu se ruborizó un poco.
-S-sí. Me trata como si fuera uno más del montón, al menos sería bueno que me considere un poco más por ser su ayudante personal en la academia.
-No estoy segura... ¡está bien, porque lo pides tú! –Exclamó ella, levemente apenada. Una sonrisa se esbozó en el rostro de su contrario, además de que el brillo en sus ojos resplandecía más. –Pon un poco de música, si eres tan amable...Nariyuki.
-¡Claro! –Farfulló él, buscando entre un montón de CD con dos intensiones.
La primera era, por supuesto, atender las indicaciones de su amada. La segunda, era conocer un poco más de sus gustos musicales, viendo si podía compaginar con ella en ese sentido.
Había en los discos una foto de la juventud de Mafuyu. Era ella con un vestido de los años cincuenta, ella bailaba rock de los 50s o 60s y sonreía como nunca se le veía en la academia. Eso le dio una idea muy concreta a Nariyuki.
Sacando el siguiente CD tras aquella foto, Nariyuki lo puso en el reproductor. Se notaba que ya tenía sus años, unos buenos siete u ocho, antes del declive de los discos compactos.
Como fuera, subió un poco el volumen, a la vez que hacía un gesto de aprobación.
-¿Así está bien, profesora? –Preguntó él.
-Es perfecto, Nariyuki. Ahora ven a ayudarme.
-En un segundo. –Con la música pasando por todo su sistema nervioso, el muchacho no pudo evitar bailar un poco, en especial un ritmo tan movido. Era J-pop bueno para bailar.
Mafuyu tenía que ir por una carpeta que dejó en su auto, por lo que atravesó el pasillo hasta llegar a su sala, en donde vio al muchacho bailar de forma graciosa, con los ojos cerrados.
No pudo evitarlo a pesar de tratarlo, pero soltó una buena risa al ver a su joven amado bailar, más o menos con estilo, pero seguía siendo gracioso. Eso le heló la sangre a Nariyuki, quien se puso blanco como un papel, además de tropezarse, casi cayéndose.
Tras recuperar el color de su piel, ésta se tornó rosa clavel por la pena. Mafuyu pasó a su lado, tomándolo del hombro.
-¿A eso le llamas bailar, Nariyuki? Tienes mucho que aprender. –Dijo ella, más o menos altanera.
-Cl-claro que sé bailar...lo hacía sin pensar.
-Bueno, no te avergüences. De mis labios no saldrá nada.
-Por favor...profesora Kirisu.
Ella salió por la puerta, dando una última risita. El muchacho sintió unas leves ganas de llorar al sentirse humillado. Mejor dejó de bailar y se dedicó a lo suyo, aun con esa vergüenza que sentía.
No obstante, existía algo que no dejaba de molestarlo desde un rato atrás. Notaba en sus labios un sabor a fresa, ¿Por qué? No había comido algo con fresas, pero ese sabor lo tenía bien presente en sus labios.
Poco o nada sabría él que ese sabor a fresa era por el beso que Mafuyu le dio. Sólo recordaba que, antes de despertar, sintió algo en sus labios.
Su desmayo era curioso, ya que escuchaba todo a su alrededor, pero no podía moverse o pensar. Era como una especie de sueño, en donde todo era negro. Escuchaba como si arrastraran un saco, algunos jadeos de esfuerzo y algunas respiraciones cerca de él.
Lo que sintió en sus labios le pareció algo tan extraño, puesto que nunca sintió una sensación parecida. Ese era también su primer beso...a medias, aunque fue su primer beso.
Ese sentimiento vino acompañado de algo más. Vino acompañado de una magia electrizante, que fue lo que lo despertó. Se tocó los labios con la punta de su dedo índice, tratando de pensar qué fue eso que sintió.
-No tengo ni la más remota idea de que fue...pero se sintió como algo que quisiera volver a repetir.
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Uhhhhh
A diferencia de Enamorándome de mi profesora, aquí hay besos aparte de que no se desarrollan tramas secundarias (por que hay especialitos a quienes no les gustan :/ ), pero aunque este primer beso sea muy ñeh,ya luego vendrá lo mero bueno :3
Ahorita apenas es una probadita que les estoy dando de lo romántica que será la relación de estos dos
Un gran avance es que Mafuyu ya le dice Nariyuki al princeso este de mierda :v y ya no falta mucho para que sea a la inversa.
Nos vemos en una semana, disfruten los dos capítulos xd
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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