Capítulo 5.-Ramo de rosas.
Todos sus ahorros se le fueron en comprar eso, teniendo incluso que vender las galletas que sus tres compañeras le regalaron por ser tan buen tutor. Era el día siguiente de aquel helado que comió con la profesora Kirisu.
Él se sentía bastante agradecido con ella por decirle aquellas palabras que lo hicieron sentir mejor, por lo que su agradecimiento sólo podía ser demostrado por medio de un regalo.
Aunque eso sí, no era únicamente por que estaba agradecido con la profesora Kirisu. Aquello tenía una intensión doble; que, de hecho, era una oculta.
Caminaba completamente decidido por las calles para ir a la academia, pasando por un rumbo diferente para no encontrarse con Uruka o con Fumino. Aquello tendría que ser una sorpresa.
Las tres chicas platicaban de una película que Uruka vio en inglés, contando parte de la trama y el como ya empezaba (más o menos), a tomarle sentido a las palabras, o irlas contactando con el japonés para tratar de saber que decían. Muchas veces acertaba, pero otras, no.
En el pasillo los alumnos susurraban, debido a que un silencio invadió a todos. Nariyuki pasaba con un pequeño rubor en sus mejillas, era clarísimo a quien se referían esos susurros y secreteos.
Cuando Uruka vio a Nariyuki, ella sonrió con bastante emoción.
-¡Nariyuki! -Gritó ella, corriendo hacia él. -¡¿Te le vas a declarar a alguien?!
-N-no...por ahora. -Eso último, lo susurró.
-¿Hum? ¿Qué dijiste?
-¡N-nada, Takemoto! Son cosas personales.
Las otras dos chicas alcanzaron a los dos amigos. A Fumino le brillaban los ojos por ver que Nariyuki sujetaba un imponente y elegante ramo de rosas color rosa.
-Que romántico eres, Yuiga. Me recuerdas a Noah de Diario de una pasión. -Fumino se llevó las manos a las mejillas, sonrojada y notoriamente emocionada. -¡Eso me da más ideas para la historia!
-¡Wah! ¡¿Sigues con eso, Furuhashi?! -Cuestionó el muchacho.
-¡Sí! -Fumino olió las rosas. -Huelen precioso. A quien se las vayas a dar, seguramente quedará completamente enamorada de ti.
-Oh vamos, mi vida se asemeja más a una tragedia de Esquilo que a una novela de Lyev Tolstói, así que dudo que eso pueda pasar.
Rizu se alzó sobre sus puntillas para oler las rosas. -En efecto, Fumino tiene mucha razón. Las rosas huelen muy bien. ¿Para quién son? -Cuestionó ella.
-¡Es secreto, así que no pregunten por que no les pienso decir!
-Lo sabremos al final del día, por ello no te preocupes. Eso es inevitable -Sonrió Uruka, bastante retadora
En sí, ella tenía bastante razón, por lo que Nariyuki pensó en un plan bastante especifico, sonriendo para sí mismo por lo bueno que era.
Entrando a su salón siendo visto por las tres chicas, el muchacho dividió las rosas en dos jarrones, debido al tamaño del ramo, poniéndoles con cinta adhesiva "No tomar, propiedad de Nariyuki Yuiga".
-Vaya que tomó precauciones. -Mencionó Uruka.
-Si las puso en jarrones con agua es para que no se sequen, lo que quiere decir que la chica a quien se las dará no es de su salón. -Analizó Rizu.
-Cierto...tendremos que esperar a receso o a la salida para ver que chica tiene un ramo. -Finalizó Fumino.
Nariyuki doblaba el celofán y la tela decorativa que envolvían el ramo. Asimismo, enrollaba el listón azul que lo amarraba.
-Ahora lo más difícil...esperar. Lo bueno es que hoy no tengo clase con ella y así se llevará una sorpresa más grande todavía. -Sonrió el muchacho, sacando sus cosas para empezar la clase.
Éstas fueron las mismas, salvo que ahora Fumino no le pidió ayuda para resolver los ejercicios en ciencias. Eso le provocó una sonrisa, sintiéndose satisfecho.
Todo el tiempo estuvo pensando en ella, en su ángel. Se preguntó si es que era buena idea hacer lo que tenía en mente, puesto que pensaba en darle otra sorpresa a la profesora Kirisu además del ramo de rosas.
De vez en cuando, las miraba. Seguían hermosas y frescas. En las entre clases, el muchacho las bañaba con un poco de agua para que todo estuviera igual. Las olió y su perfume se mantenía a pesar del tiempo.
-Vaya que se está tomando en serio las rosas. -Observó Uruka. -¿Quién será la chica a quien se las a dar?
-Ni idea...pero es tan romántico. -Fumino juntó sus manos, apoyándolas sobre su mentón a la vez que sacaba corazones de la cabeza. -Ojala que ella le diga que sí.
-Claro que le dirá que sí. Ya casi no se regalaran rosas...por lo que ninguna mujer se negaría a tal detalle. Aparte de eso, ¡son hermosas!
El profesor de filosofía iba llegando, por lo que corrió la puerta del aula para entrar. Tenía un libro en sus manos.
-Furuhashi, la clase de hoy te va a encantar. -Sonrió el profesor. -Hoy veremos Poética de Aristóteles.
-¡Sí!
La clase avanzó sin que Fumino apenas pestañeara. Ponía atención a todo detalle de la clase, estando bastante despierta.
Los demás no tenían su enorme emoción de saber qué opinaba Aristóteles de la poética(o del teatro...), ya que no es como la fueran a usar en su vida...menos uno de ellos. Nariyuki prestaba más atención que el resto, pero no tanto como Fumino. Uruka se percató de eso, conteniendo una risa.
Pensaba en que su buen amigo tenía planeado escribirle algún yambo de amor o una tragedia desesperada a su enamorada, lo que le causaba mucha gracia. No sabía si eso era tierno o caía en lo excedente
-La belleza consiste en magnitud y orden. Aristóteles dice que un animal "bello" es uno no muy grande, pero no extremadamente pequeño, sino un punto medio. Es como el valor y coraje de un guerrero, tiene que ser valiente, pero no un suicida. Debe ser precavido, pero no un miedoso.
-El punto medio es un término que se usa mucho en filosofía clásica, ¿no es así, profesor Karu?
-Hem...más o menos. Sócrates y Platón no lo usan, podría ser a partir de Aristóteles, considero yo.
-Punto medio... -Pensó Nariyuki.
Ahora que lo pensaba, la profesora Kirisu podía ser "un punto medio". Tenían una edad similar, al ser ella dos años mayor. No era poco...y tampoco precisamente mucho.
Ambos eran de estaturas similares, no notándose por los tacones de Kirisu. Si ella se los quitara, el muchacho ganaría por una media cabeza de altura. No era poco...pero no era mucho.
Ella era de carácter fuerte cuando se requería. No era una máquina sin corazón, teniendo uno muy bueno para cuando él estuvo en problemas. Recordó cómo es que lloró en su hombro, y ella lo abrazó para tranquilizarlo. Eso lo hizo sonrojar.
-Yuiga, te vez un poco rojo, ¿estás bien? -Preguntó el profesor.
-¡S-sí, profesor Karu! ¡Si-simplemente tengo un poco de calor!
-Ahora que lo mencionas...no estaría mal abrir las ventanas, en verdad hace un poco de calor. -Salvado por un pelo.
Todo entre Nariyuki y la profesora Kirisu era lo justo y necesario.
En el receso, el muchacho descansaba en una banca debajo de un árbol. Platicaba con sus dos nuevas amigas, sumado a Rizu, con quien más o menos se llevaba bien. Ella le seguía teniendo desconfianza.
Mientras charlaban, la profesora Kirisu los miró por la ventana. Ella esperaba que estuvieran hablando de algún tema relacionado con la escuela.
Saliendo de su oficina, pasaron dos jóvenes pertenecientes al salón de Nariyuki. Iban charlando sobre las rosas.
-¿Para quién serán? No sabía que a Nariyuki le gustara alguna chica.
-Es muy reservado con esos temas, casi no habla de su vida personal. No sé tú, pero lo he visto muy cerca de Takemoto, ¿serán para ella?
-También lo he visto con Furuhashi, ¿no serán para ella?
-Quien sabe.
La profesora Kirisu se sorprendió del tema, pero no quiso preguntar al no verle mucho caso. Era normal que un joven como Nariyuki se enamorara. Lo que le extrañaba es que regalara rosas, eso ya no se acostumbraba, lo cual le traía melancolía. Hacía muchos años, quizá demasiados, que no le regalaban, así fuera, una pequeña gardenia.
-Profesora Kirisu. -Llamó una de las alumnas del salón de Nariyuki. -Venga un momento, por favor.
-¿Qué sucede?
-Estoy haciendo un pequeño ensayo sobre historia en la edad media pero...me faltan algunos detalles, ¿podría revisármelo?
-Claro. No tengo muchas cosas que hacer ahora y mi siguiente clase es casi a las doce del día.
-¡Gracias!
Alumna y profesora fueron hacía el salón de ésta. Al entrar, Kirisu se llevó una buena y grata sorpresa: todo el salón tenía un aroma muy delicioso a rosas. Notando que era lo que provocaba ese olor, la profesora Kirisu sonrió sin mostrar los dientes.
Ella vio las rosas durante varios segundos. Eran de un color rosa muy lindo, siendo de un tono suave, extrañamente parecido al de su cabello. En los detalles está el diablo, o, en este caso, Dios.
-¿Verdad que son lindas, profesora? Las trajo Yuiga, pero no ha querido decir para quien son. Me extraña un poco que las dejara ahí a pesar de ser receso.
-La chica a quien se las vaya a dar será muy afortunada. Pero no es el tema, ahora vamos a tu ensayo.
-¡Ah, sí, sí! Perdón por distraerla, profesora Kirisu.
De regreso con nuestro buen Nariyuki, él tenía que observar, casi como si fuera un castigo, como es que sus compañeras comían. La que tenía una ración más grande era Uruka, debido a que practicaba natación y vaya que debía tener mucha energía para dar todo de sí en los entrenamientos.
La que seguía era Rizu, quien comía Udon traído de su casa, se mantenía caliente. Por último quedaba la ración de Fumino, que era lo ideal para una chica alta y delgada como ella. Ensalada, un poco de arroz y una pieza de bollería.
Nariyuki tenía...nada, en realidad. Desayunaba bastante bien en su casa para no tener hambre en la escuela, pero ver tanta comida le causaba hambre, ineludiblemente. Vaya que su día no iba muy bien.
-¿Quieres un poco? -Ofreció Uruka, quien tenía un poco de comida de sobra. -Debes estar fuerte y con energías cuando le digas a esa chica especial lo que sientes.
-N-no me le declararé...es un detalle. Me hizo un buen favor, y me gustaría devolvérselo como Dios manda.
-Me parece un poco exagerado que le regales esas rosas a alguien a quien únicamente le agradecerás un favor. -Dijo Rizu. En cierta parte, tenía razón.
-Quizá...pero me hizo un favor muy grande, por lo que quiero que sea así.
-O ese puede ser un pretexto para que le regales flores cuando en verdad tienes una intención romántica. -La suposición de Fumino no pudo ser más acertada.
-¡Furuhashi, claro que no es eso que piensas!
-Te pusiste nervioso, así que Fuminocchi tiene razón. -Se rió Uruka, dándole un pequeño golpe en el hombro a Nariyuki.
Se lo pensó por varios segundos. Ya había sido descubierto y, lo más seguro, es que las chicas no le creerían si se trataba de deslindar.
De todos modos, él le daría el ramo de rosas a Kirisu cuando ya fuera la hora de la salida, en donde se quedaba con ella para ayudarla en los asuntos académicos.
-¡Está bien! ¡Furuhashi tiene razón, la chica a la que le daré las rosas me gusta y eso de agradecerle es un pretexto!...en lo que no miento es que no me le voy a declarar.
-Hum...eso complica la historia de amor que estoy escribiendo para ti y la profesora Kirisu. -Por el comentario de Fumino, Nariyuki se sonrojó. -Aparecerá un personaje como el Dr. Juvenal Urbino... pero en mujer. ¡Tendré que darle un nombre creativo!
-¡¿Por qué escribes una novela romántica de mí y de la profesora Kirisu?!
-Les cambié los nombres, obvio. Llevó ya ciento catorce páginas en tamaño carta, ¿no es lindo? -Fumino le mostró el manuscrito a Nariyuki.
-¡Da miedo!
-Yo leí una parte. Es muy erótico, tengo que felicitar a Fumino por hacerlo así. Me mata de risa ya que tú jamás podrías hacer algo como "Entonces él comenzó a besarle el cuello, desabotonando su blusa y..."
-¡No sigas, Takemoto! -Gritó el muchacho, completamente apenado. Todas las chicas se burlaron de él, incluso Rizu.
El pobre de Nariyuki se tenía que echar aire con las manos para tratar de quitarse el calor que le provocaba el sonrojarse, por si no fuera poco el calor que ya hacía en el ambiente.
Corría un aire seco que le movió los cabellos a las tres chicas, quienes se seguían burlando de su compañero, humeando de la pena.
Rizu se acomodó los lentes, dando una última risita. Ya casi era hora de entrar de regreso a clases, por lo que fue mejor comenzar a recoger las cosas.
-No conozco mucho a Yuiga, pero sí que da la impresión de que no es como Fumino lo describe en su historia. Ése sí es un hombre valiente y fuerte.
-¿No soy valiente y fuerte? -Pensó Nariyuki, un poco molesto.
-En lo que sí se parece es que siempre sonríe en ver a la profesora Kirisu. Vaya que siempre te anda por verla, ¿a qué se debe?
-Mientras más rápido la vea más rápido acabamos el trabajo y más pronto me puedo ir a mi casa a descansar, ¿no es obvio? -Nariyuki tuvo que ocultar su sonrojo.
-Tiene sentido si lo dices así. Nos vemos chicas, tengo clase de filosofía, por lo que me adelantaré. -Rizu se despidió una última vez con la mano antes de irse corriendo a su salón.
Finalizaron las clases, todos miraban a todos para ver quien tenía el imponente ramo que Nariyuki trajo. Algunos curiosos lo miraban desde la puerta de su salón. Se le veía con toda la calma del mundo, no teniendo prisa en lo más mínimo. Uruka se comenzaba a desesperar.
Rizu se encontraba en la entrada de la academia buscando a alguna chica con un ramo de flores, pero no había nada. Ella puso una cara de inconformidad, retirándose a su casa.
Lo que era Fumino, la romántica muchacha escribía un segmento de su novela a la vez que vigilaba el patio, por cualquier cosa que pudiera pasar. Trataba de ver si alguna chica tiraba el ramo de rosas en la basura, lo cual ella pensaba era imposible. Cualquier mujer que tuviera corazón no tiraría ese hermoso ramo de rosas color rosa con el listón azul diamante que las envolvía.
Pues nada, la búsqueda de las tres chicas fue un fracaso absoluto...ya que las rosas no eran para ninguna alumna...sino para una profesora.
El enamorado muchacho daba vueltas y vueltas en el corredor que conectaba con el pasillo que daba a la oficina de la profesora Kirisu. Se iba a retrasar si no tomaba valor e iba de inmediato. Ahora ella lo tendría que esperar a él, no al revés.
Tragaba saliva pesadamente al sentirse muy nervioso, incluso sudaba. Cuando dio un último suspiro, Nariyuki sacó de su bolsillo un pequeño perfume, poniéndose un poco en el cuello y en las axilas para que no olieran.
Revisó sus dientes con la cámara de su celular en búsqueda de alguna mancha de comida o algo. Todo bien. Se secó las manos al tenerlas sudorosas por culpa de los nervios, usando un pañuelo para secarse la frente y un hilo de sudor que le corría por la patilla izquierda.
Todo listo, ahora sólo quedaba en encomendarse a Dios pidiéndole una tregua a su mala suerte para que no jugara en su contra.
Ahora sí que él se sintió listo, caminando decididamente por el pasillo, parándose frente a la puerta, afrontándola. La tocó dos veces con decisión, recordando que la profesora Kirisu le dijo que era un chico con coraje, por lo que no debía actuar como un kuritsa en ese momento tan importante.
-Adelante, Yuiga. -Dijo ella, del otro lado de la puerta. El muchacho corrió ésta a la mitad, poniéndose el ramo de flores en la espalda.
-Profesora Kirisu...quisiera decirle que aún recuerdo lo que hizo ayer por mí. He tenido tan mala suerte en la vida que cuando le digo que su ayuda es lo mejor que me ha pasado, son las palabras más sinceras que alguna podrá escucharme decirle.
-Yuiga...me alegra que me digas eso ya que demuestra que me tienes confianza. Y, en verdad, olvida ya ese tema, por favor. Tienes muchas cosas que lograr todavía, no dudo que esa recomendación VIP sea tuya al final del año.
-Gracias...esas palabras me ayudan a sentirme mejor. No obstante, quería darle un pequeño presente para agradecerle.
-Oh, no es necesario. En verdad yo... -En cuanto la puerta fue completamente abierta, el muchacho dejó ver las rosas que tenía en su espalda, siendo tan hermosas como cuando las trajo a la academia.
La profesora Kirisu quedó verdaderamente sorprendida, sintiendo mucha confusión en su corazón...a la vez que una inmensa alegría.
-Por favor... ¡acéptelas! -Nariyuki se inclinó hacia adelante, casi implorando que ella aceptara. -Me dijeron que sería muy exagerado, aunque yo no lo creo así. No encuentro otra forma de agradecerle esas palabras que me dijo...por favor, acéptelas.
Algunas lágrimas cayeron en los lentes de Nariyuki. La profesora Kirisu se levantó de su escritorio de forma inmediata, abrazando al joven para consolarlo una vez más.
-Muchísimas gracias, Yuiga, pero no sé si debería aceptarlas, la verdad me parece que no sería correcto.
-Por favor. Es para agradecerle lo que hizo por mí.
La profesora Kirisu seguía muy indecisa de si aceptar el ramo de rosas o no. Aquello no podría ser catalogado de "normal" entre un alumno y su profesora.
-Está bien, las aceptaré ya que es muy gesto muy amable de tu parte, y estas rosas son muy hermosas como para declinarlas. No recuerdo cuando fue la última vez que me dieron flores. -Kirisu tomó el ramo entre sus manos, aun con ese sentimiento de duda en su corazón.
Recordó cuando le dijo a la chica del ensayo que la mujer a quien Nariyuki le diera esas flores sería la más afortunada. Nunca pensó que se refería a ella misma.
El muchacho soltó una pequeña risa, limpiándose los ojos, los cuales ya no soltaban más lágrimas. Su llanto se debió a una pasión desesperada, a la intensidad del momento, pero ahora su corazón se tranquilizó por completo.
Ella tenía el ramo en sus manos, girando hacía la ventana para ver como los rayos del sol entraban por la misma. Quería evitar una cosa muy en concreto.
-Bueno, Yuiga. ¿Puedes ir a la sala de profesores por mis cosas? Digamos que las olvidé ahí.
-¡Claro! No tardaré mu...
-¡Tomate tu tiempo, por favor! No hay prisa.
-Ok... -El muchacho se fue caminando tranquilamente, saliendo de la oficina para cerrar la puerta tras de sí.
En cuanto quedó sola, la profesora Kirisu se sonrojó muchísimo, teniendo el corazón latiéndole a mil por hora. Con las rosas en las manos, ella las analizó un poco más, teniendo un sentimiento entre alegría, duda, confusión, mucha vergüenza y sabrá Dios que otro sentimiento tendría en ese corazón suyo.
-Si-siguen hermosas...y con el listón azul, son más hermosas. -Pensó ella. -Qué curioso...es el mismo azul de mis ojos...y el rosa es el mismo de mi cabello. -Kirisu echó humo de sus orejas como si fuera una tetera, poniéndose su rostro al rojo vivo por la pena que sentía. -Que detallista fue Yuiga...es un detalle muy ro-romántico.
La profesora Kirisu dejó las rosas en un jarrón que tenía unas artificiales, poniéndoles agua que ella llevaba en una botella. Tras eso, se sentó de nuevo en su escritorio, ocultando su aún muy sonrojado rostro entre sus brazos.
"Enamorarse" en ingles se dice "Falling in love". Traduciéndolo literalmente, se diría "caer en el amor". La gente cae cuando tropieza...y Kirisu tropezó muy fuerte con aquellas rosas...que la hicieron caer sin la posibilidad de poner las manos.
Los dos hacían lo propio, pero sin dejar de pensar el uno en el otro, sonrojados y apenados por descubrir...que habían caído, casi de manera inequívoca, en el amor.
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Awwwww :3 si creen que el capítulo fue romántico, no han visto nada todavía uwu.
Que bonitas rosas, del mismo color de ojos y cabello de Mafuyu, ay que lindo :3
Nos vemos en una semana, pimpollos amantes de este ship tan hermoso.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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