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Capítulo 13.-Los días a tu lado se han ido acumulando.

Nariyuki se encontraba en su futón, dando vueltas como loco en el mismo, no logrando conciliar el sueño al tener insomnio por una cuestión que le daba muchísima ansiedad.

El día de mañana se cumplirían ya tres mes meses de que él y Mafuyu eran novios secretos, por lo que era seguro que ella le diera un regalo.

Cuando cumplieron un mes, él le regaló una rosa roja para celebrar que ahora sí eran novios, ya no de color rosa. Ella le dio una caja de chocolates.

Para el segundo mes, él regalo dos rosas rojas, simbolizando los dos meses de unión de noviazgo que llevaban. Mafuyu obsequió una fotografía suya enmarcada.

No llevaba su ropa de academia, sino algo que usaría más normalmente. Se notaba que Fumino había tomado la foto, puesto que era en una calle llena de cerezos con sus hojas de color rosa claro.

Ella sonreía de forma tan esplendida como lo hacía en esa foto donde todavía era patinadora, notándose los cambios de la edad, pero siendo la misma belleza de cualquier modo.

Ahora las cosas eran diferentes, su situación proletaria se había puesto un poco peor, lo que le pegó en sus de por sí muy malas finanzas. En palabras más resumidas, no tenía dinero para un regalo.

Le había escrito una carta a Mafuyu para compensar cualquier cosa, y Fumino le ayudaría con un corazón de chocolate que se lo podría pagar después. Éste tenía la palabra Mafuyu escrito dentro de sí. Claro que tendría que guardarlo con mucho cuidado para que nadie, absolutamente nadie lo descubriera. En el caso contrario, las cosas se pondrían muy feas para él.

La causa de su ansiedad se debía, principalmente, a que su regalo pudiera ser malo en comparación del de Mafuyu, y con esos problemas de inseguridad que se cargaba al tratar de ser el mejor novio posible, las cosas sólo empeoraban para sus nervios.

El insomnio fue tan jodido que apenas le permitió dormir dos horas y media, así que, al día siguiente, el muchacho andaba todo "podrido" en su caminar a la academia.

Se notaba despierto a las sinco: a las sinco-mer, sin dormir, sin bañarse. Un día tan especial como ese empezaba terriblemente mal.

Uruka llegó golpeándolo en el hombro, pero él ni siquiera reaccionó al golpe al sentirse tan cansado, tan desvelado.

-¡Wha! ¡Nariyuki, ¿estás bien?! –Exclamó ella, preocupada.

-Para nada...siento como si me hubiera pasado tres veces por encima un camión de carga.

-¿Te desvelaste estudiando? Eres un ñoño. –Se burló ella, llevándose una mano a la boca.

-No tengo energía para regañarte, así que me abstendré de cualquier comentario. Tengo que entregar un documento importante a la oficina de la profesora Kirisu, así que ya regreso.

-Te acompaño, no te vayas a caer de aquí a allá.

-No, gracias...no me agrada la idea de que me vengas molestando. –Nariyuki enchinó los ojos.

-¡Oye! Te ofrecí mi amistad... ¡y me escupiste en la cara! –La muchacha le dio un jalón de mejilla a Nariyuki, quien comenzó a quejarse.

-¡Basta, Takemoto! ¡Si prefiero ir solo es porque se trata de un asunto sin importancia, nada más voy a dejar el documento y ya!

-Hum. Igual eres un cruel conmigo.

-Lo siento...pero hoy estoy muy mal, de verdad. Le pediré a la profesora a ver si me puede regalar una taza de café...no hay café en mi casa.

-Siempre igual. –Uruka levantó sus hombros, como que diciendo ¿Qué más puedo hacer? Así que dejó ir a su camarada.

El muchacho, conforme se acercaba a la oficina de su enamorada, empezaba a ponerse nervioso y a respirar rápidamente. Deseaba que no fueran a encontrarse en los pasillos o en la misma oficina. Le daba pena verla a la cara con detalles así de "simplones" desde su punto de vista, claro está. No serían súper regalos, aunque no eran terribles.

La verdad es que el simple detalle del corazón de chocolate con su nombre en él era algo típico, y no dejaría de ser encantador. Después de todo, era mejor y menos arriesgado que llenarle de postigs el auto...aparte de menos ñoño.

Abriendo la puerta de la oficina, el muchacho suspiró de alivio al no ver a nadie en la oficina, apresurándose a sacar la cajita con el corazón de chocolate en la misma. Ésta tenía una nota que decía "Siempre tuyo" junto con la carta escrita a pluma fuente.

Aprovechando que se encontraba ahí, Nariyuki asaltó la cafetera para servirse una taza de café tibio, que le veía perfecto para bebérselo rápido por las prisas que tenía de ir a clase y de no ser descubierto.

Para su mala suerte, como no podía ser de otra forma, Mafuyu entró a la oficina, viendo al muchacho beber café y los regalos que se encontraban en su escritorio. Eso la hizo sonreír mostrando los dientes de la alegría. Él se sonrojó hasta las orejas.

-Te acordaste...pensé que se te olvidaría.

-El hecho de ser hombre no me hace olvidar días importantes de pareja. Aparte de que, para mí, ese día es inolvidable.

-Lo mismo es mi caso...no podré olvidar que fui un poco tonta al tratar de evitar lo nuestro. No importa, ahora puedo hacer esto con toda libertad. –Mafuyu tomó de la corbata a su contrario, jalándolo contra sí para darle un beso en los labios, cerrando los ojos. Nariyuki los tuvo abiertos, cosa de la que ella no se percató.

-Tus labios me saben a café y hueles a crema de afeitar...me gusta. –La muchacha torció la boca a modo de una tímida y pequeña sonrisa, ruborizándose en el proceso.

-Tu boca tiene perfume de gardenias.

-Qué lindo eres.

Para deslindarse, el muchacho le dio un beso en la frente, bebiendo de su taza para acabársela de un gran sorbo, pasándole la lengua por los labios para "limpiarse". Tras eso, dejó la taza junto a la cafetera.

-Iré a clase, ya voy tarde. –Nariyuki comenzó a caminar a la puerta.

-¡Espera! –Detuvo ella. –Quería darte tu regalo. –Sonrió, caminando hasta su bolso para sacar de ella una caja larga pero delgada, ¿sería un libro?

-Muchas gracias. –Sonrió él, dándole un beso "de patito" en los labios, ahora sí saliendo de la oficina.

-¡Te espero en receso!...

Siendo la fecha de cumplidos los tres meses de relación, se esperaba que ambos estuvieran todo el día juntos, en la academia, en la casa de Mafuyu, quizá hasta llegado el atardecer.

Ese día la profesora inventó un pretexto para no darles tutorías a las chicas, y el muchacho igual se excusó diciendo que le necesitaban en su casa, de ahí que no pudiera asistir.

Eso le dio un indicio a Rizu, ¿Qué curioso que ninguno de sus dos tutores les fuera a dar clase a ella y a sus amigas?

Sospechaba bastante que los dos se tenían algo entre manos, ¿pero que importarle? Claro que estaba mal que ellos dos fueran pareja al tener un vínculo académico, aunque a Rizu no le afectaba en nada, ¿así que para que meterse en esos asuntos?

Necesitando preguntarle unas cosas a la profesora Kirisu, la muchacha tenía una libreta de notas y un lapicero en manos al pensar que los necesitaría.

Entrando a la oficina de la profesora, se dio cuenta que nadie se encontraba en esta...salvo una cosa en especial.

-Profesora...Kirisu. –Desde la entrada se veía la caja con papel para regalo. -¿Será de él?

Dando un rápido vistazo, Rizu entró al salón para ver más detalladamente la caja. Encima tenía una nota que decía: por nuestros tres meses. En el sobre se leía el "Siempre tuyo".

La letra era, inequívocamente, de Nariyuki, por lo que Rizu se sorprendió mucho, escapando inmediatamente del lugar. ¿Tres meses de novios? Sus sospechas ya le habían sido confirmadas una vez, ya con esto no le cabía la más remota duda alguna de lo que en verdad sucedía con los dos.

Hasta cierto punto, le daba vergüenza imaginarse a Nariyuki y a la profesora besarse en la oficina, seguramente lo habían hecho. Y es que sí, lo habían hecho antes.

La profesora regresaba a su oficina tras ir a la del director a informar los avances con las chicas. Una cosa era casi un hecho: Nariyuki tendría su recomendación y ella un aumento de sueldo como era cordado.

Entrando a su oficina, lo primero que hizo fue ahora leer la carta que su chico le escribió. Le encantaba el detalle de pluma fuente, evidenciando que se trató con mucha delicadeza, aparte de que el hecho de escribir con pluma fuente ya hace las cosas especiales.

El muchacho no quería revisar el regalo que le había dado Mafuyu por dos cosas: quería evitarse que le preguntaran de quien era el regalo si es que lo abría en clase, aparte de que se sentía nervioso, ¿El regalo era muy bueno? ¿Sería mejor que el suyo? Ninguna idea le gustaba.

Fumino sentía curiosidad de que le obsequiaron al muchacho por dos razones primordiales: se moría de amor por pensar que era alguna especie de simbolismo romántico y por qué era una buena idea copiarlo para su novela, en especial por eso.

Lo demás ya venía siendo un rodeo.

Para la hora del receso, Fumino le dejó una nota en la banca a Nariyuki, rogándole que abriera el regalo para que se dejara de, prácticamente, mamadas, puesto que no importaba el tamaño del regalo, era más especial la intensión que se tuviera al entregarlo.

Se llevó a Uruka para que no hubiera interrupciones con el pretexto de ir a comprar un bollo de chocolate. Él quedó solo, ahí con la caja del regalo.

Le gustaba el envoltorio, eso sí. lo que ya no le gustó fue lo que aparentaba ser al empezar a abrirlo. Era una marca de relojes ψ, que era bastante cara.

Costaba, fácilmente, unos ocho mil yenes...caro. Él había invertido, en realidad, quinientos.

Ver reflejado casi veinte veces el precio de su regalo lo hizo sentirse estúpido, ineficiente.

-¿No puedes ni dar bien un regalo? ¡¿En verdad no puedes hacer eso, inútil?! –Se riñó el muchacho a sí mismo, en su mente. Se sentía frustrado y enojado consigo mismo, no había más palabras que pudiera describir.

No obstante, una nota aguardaba al final del paquete, siendo un papel doblado, escrito a pluma fuente de la misma manera en que él lo hizo. Mafuyu siempre escribía notas con pluma, salvo que ahora cambió el color de la tinta a un rojo obscuro, no lastimando tanto la vista.

Sé que el reloj es muy costoso para ti, pero para mí no. Acéptalo, no te sientas menos por no darme un regalo igual de caro, así me des apenas un beso en los labios me será suficiente. No olvides nunca Nariyuki, que el amor no se mide por bienes materiales ni por palabras...sino por acciones. Puedes darme oro y plata y tu corazón ser de piedra. Puedes decirme todas las palabras de amor que se han dicho en una vida entera y ser una mentira todas ellas. Pero, si me dices "te amo" y me besas con cariño, tomándome de la mano para llevarme a pasear en tu vida siendo parte de ella y no sólo algo de paso, puedes decirme que me amas, y yo te voy a creer.

Las palabras escritas en aquel papel doblado lo hicieron ponerse a pensar, ¿en verdad tenía que dar regalos lujosos para que Mafuyu supiera que lo amaba? Era obvio que no. Que su amor hablara antes que su bolsillo, que su propia boca.

Tirando el plan por la borda, Nariyuki se encaminó a la oficina de Mafuyu, esperando que ella estuviera ahí. En efecto, pero trabajaba, comiendo el corazón de chocolate a trozos no sin antes tomarle una foto, para el recuerdo.

Él entró tímidamente, asomando los ojos por la puerta. Ella lo miró, sonriéndole de inmediato.

-¿Te gustó?...

-No era necesario gastar tanto en un tonto como yo. Lo que sí, es que reconozco que me servirá mucho. Gracias.

-Supuse que no tendrías suficiente dinero para darme un enorme regalo, así que también supuse que te deprimirías por eso...por ello te quise dar una lección.

-Me hacía falta, tengo que empezar a valorar más lo que hago...pero ya sabes a que se debe.

-Cállate ya con ese tema. –Pidió ella, entre ruda y amable. –Mejor escucha lo que yo tenga que decirte, yo que siempre valoraré lo que hagas por mí y lo que hagas conmigo. –La muchacha se acercó hasta él para besarlo en los labios de forma rápida, abrazándolo con mucho cariño, acariciándole la espalda a modo de tranquilizarlo.

-Felices tres meses...

-Vayamos por muchos más...apenas vamos empezando, y siento que te conozco de toda la vida.

Cuando dos personas se interesan, no importa que se conozcan de un día, dos días. Si en verdad están destinados a amarse, el tiempo no vale nada, vale más lo que dicte el propio corazón, ya que no se necesita nada más.

Teniendo los labios impregnados con el sabor del otro, ambos se pusieron a platicar como si fuera un día cualquiera, bebiendo café y sentándose frente a frente. Charlaban, por ejemplo, de la academia, ya que se encontraban en ella.

La razón por la cual no se ponían de melosos era bastante simple: tendrían tiempo para eso en lo que quedaba del día, teniendo mucho tiempo de sobra.

No soportaban las ganas de ir salir ya de una vez de la academia, la campana sería lo mejor que escucharían en todo el día, eso era más que probable.

Llegando la hora de regresar a clase, Nariyuki se despidió de Mafuyu con un beso en el dorso de la mano, haciéndola sonrojar levemente por aquella acción.

-¡Espera! –Pidió ella, antes de que su amado se fuera.

Lo abrazó, apretándole fuerte y dejándolo sin posibilidad de mover los brazos. Ella cerraba los ojos con fuerza, escondiendo la parte derecha de su rostro en el hombro del muchacho.

-Te amo... -Le confesó, a pesar de no ser secretó para él.

-Como te lo he dicho muchas veces...soy siempre tuyo.

Se sonrieron sin abrir la boca, Nariyuki le dio un beso en la nariz, riendo porque ella tenía el maquillaje arruinado por poner su rostro en el suéter del muchacho.

-Te desmaquillaste un poco. –Advirtió, limpiándose del hombro el maquillaje de su contraria.

-Valió la pena el abrazo. –La mujer fue hasta su bolso para sacar su espejo de mano y su maquillaje. –Ve a clase, me molesta cuando me dices que se te hará tarde por mi culpa.

-Es mía ya que prefiero quedarme. Nos vemos en la salida...corazón.

-¡Nariyuki! –Exclamó ella, sonrojada.

Él se fue dando una risa, sintiéndose más que feliz por pasar tiempo con Mafuyu, su novia, su amada...su corazón.

A ella le encantaba recibir halagos por parte de su enamorado, ya que le daban a entender que la amaba. Y eran halagos lindos, hermosos, la satisfacían en un buen sentido, en realidad.

Cuando Uruka y Fumino vieron a su buen amigo sonriente y viendo como baboso al pizarrón, supieron que algo pasó con él.

Uruka sospechaba que, quizá, había visto a la chica que le gustaba, la cual siempre fue un misterio, uno tal que muchos pensaron que Nariyuki siempre regresaba a su casa con las rosas porque la muchacha se las rechazaba. Ese rumor hizo que algunas muchachas odiaran a la enamorada imaginaria, puesto que muchas matarían por tener un novio que regalara un ramo de rosas así de hermosas.

Fumino ni siquiera tuvo que preguntarse a que se debía, ya sabía la respuesta desde el principio, incluso se reflejaba por el poco maquillaje que quedaba en el hombro del muchacho.

-Es tan tierno que sean así de lindos... -Pensó, haciendo una rápida anotación en su manuscrito novelesco.

Siempre fueron tiernos el uno al otro, eso fue lo que los llevó a enamorarse.

-¿Por qué tan alegre? Nos toca ciencias...y es taaaan aburrido. –Uruka se recostó en su banca, esforzándose por mantener los ojos abiertos a pesar de que el profesor ni siquiera llegaba aún.

-No es por nada...tengo un pequeño tic.

-¿Acaso Thai te compartió de sus galletas? Una vez le robé una porque no soporte la tentación, me sentí un poco extraña toda la tarde, aparte de que no podía evitar sonreír, hasta me dolieron las mejillas ese día.

-Thai le pone cierta hierba a sus galletas. –Pensó Nariyuki, sudando una gota gorda. –No, Thai no me dio de sus galletas. (Algo así pasa en mi Facultad...no es de extrañarse que estudio Filosofía :v) –No, no comí de las galletas de Thai.

-Creo que les pone mucha azúcar, por eso me reí demasiado.

Justamente, Thai iba pasando silbando al tiempo en que sudaba una gota gorda, notándose nervioso.

El tema fue raro, incluso el profesor de filosofía dijo que también había comido galletas parecidas a las de Thai cuando era estudiante. De ahí salieron muchas ideas que tuvo, todas llenas de sabiduría.

Dejando las galletas con hierbas extrañas de lado, Nariyuki ya salía de la academia, despidiéndose de sus tres amigas, las cuales iban a la biblioteca. Rizu se regresó a su salón al percatarse que dejó una libreta en el lugar, y era la que necesitaba.

Se fue sin mucha prisa.

Quien escapó tras despedirse, fue Nariyuki. Uruka se le quedó viendo a Fumino.

-Lo que tenga que hacer, vaya que lo tiene apresurado.

-Exactamente... -Sonrió Fumino.

Mafuyu lo esperaba en el estacionamiento de la academia, se irían juntos con el pretexto académico de que el lugar a donde iría ella, quedaba cerca de una de las estaciones del tren que podría tomar el muchacho.

Aunque eso fue únicamente al director, que era con quien se tenían que conformar con decir por qué se iban solos en el auto de una profesora.

Quien no sabía, pero sí intuyo algo así, era Rizu, quien, en realidad, no había olvidado nada. Miraba por la ventana, estando atenta a que hacían esos dos.

Pensando que nadie los veía, ya que no había nadie en la academia y la biblioteca no estaba cerca del estacionamiento, se dieron un beso en los labios, subiendo al auto.

-Vaya que son descarados esos dos...tanto que se jacta la profesora Kirisu de ser "correcta". –El rencor de Rizu hacía Mafuyu era latente en algunas ocasiones, a pensar de que la profesora nunca lo hizo con mala intensión.

De camino a la casa de Mafuyu, el muchacho apoyaba su cabeza en el hombro de su contraria, dormitando de ratos por lo cansado que lo dejó el día. Terminaba bien, después de todo.

Quizá eso sería lo que ambos harían: dormir. Dormirían abrazados, eso sí, ya que Mafuyu también se sentía cansada.

La tentación de la cama sería grande, más por parte de Nariyuki, aunque se controlaría para no enojar a Mafuyu. En la cama las parejas hacen dos cosas: dormir, o hacer el amor. Sólo hay de dos sopas.

En cuanto entraron por la puerta, el muchacho tomó por detrás de la cintura a Mafuyu, abrazándola al tiempo en que se mecían de un lado a otro.

Siendo levemente más alto, Nariyuki reposaba su mentón en la cabeza de Mafuyu.

-Oye. –Rió ella. -¿Qué haces?

-Siento como sí ya estuviéramos casados: un día de trabajo, los dos cansados, comeremos y nos iremos a dormir.

Ella se ruborizó, dando gracias que Nariyuki no podía verla a la cara.

-L-lo que dices es muy atrevido, tientas mucho al futuro.

-Me da un aire, no insinuó más. Ni siquiera trabajo...

-Comamos un poco, muero de hambre.

La comida ya había sido "hecha"...era comida de microondas, lo que dejó un poco decepcionado al muchacho. De cualquier modo, no es como que Mafuyu tuviera tiempo de cocinar al llevar una vida tan ajetreada.

Eran cosas simples, incluso el ramen que comieron no tenía condimento más que puerro picado y un huevo cocido en el propio calor del caldo.

Recordaron sus mejores momentos antes y durante su relación. Ya llevaban tiempo sin ir a bailar, casi necesitaban hacerlo de nuevo para ir a divertirse sin límites una vez más, algo que sin duda les encantaba por lo que representaba en su relación.

-Siento que no era necesario que me dieras un reloj tan caro. –Reprochó Nariyuki, soplando a sus fideos.

-Lo sé. Quise hacerlo para darte una pequeña lección solamente, pero quédatelo, te verás bien con él.

-Sigh. No te haré cambiar de opinión, así que lo conservaré.

-¿Conservarás?

-Es muy caro, ¿Qué tal si lo pierdo o me lo roban? Perdería un muy lindo recuerdo de tu parte, por eso prefiero conservarlo a usarlo y que se desgaste.

-Yo conservaría todo lo que me das...pero las rosas se secan y el chocolate se pudre, así que no hay de otra. Todavía me acuerdo que las rosas que me diste esa vez me duraron casi tres semanas, las cuidé muy bien por ser tan bellas.

-Lo bello siempre acaba, menos si es un amor de verdad.

-Opino lo mismo que tú.

Acabada la comida, ambos recogieron la mesa y los platos, lavándolos y secándolos. El calor causado en el estómago por la comida los terminó de convencer para irse a la cama a dormir por un buen rato.

La cama, y el cuarto en general, lucía muy limpió y recogido, ya que eso hizo Mafuyu la noche de ayer a sabiendas de que irían a su casa a celebrar sus tres meses de novios.

Mafuyu se quitó los tacones, teniendo los ojos pesados. Se sentía cansada, por lo que se acostó de inmediato, notándose parte de la piel de su abdomen.  

El muchacho también se quitó los zapatos, recostándose con mayor suavidad en la cama. Dormían "de cucharita" hasta que Mafuyu se dio la vuelta, quedando de frente al muchacho.

Se sonrieron sin abrir la boca, Mafuyu le quitó los lentes a Nariyuki, ya que la flojera no lo dejó hacerlo. Ahora sí que se veían directamente a los ojos cada uno de ellos, besándose de la manera más genuina posible.

-No quiero que pienses que soy una atrevida o una lasciva...aunque he pensado una cosa en todo el día.

-¿Qué cosa?

-Dices que eres mío...quiero que seas mío, quiero hacerte mío.

Nariyuki se sonrojó de arriba abajo ante las palabras dichas por su amada.

-S-si es lo que tú quieres, yo no le veo problema. –Los dos se levantaron para quedar sentados en la cama.

-Pero yo te enseñaré como se hace. No me malinterpretes, soy virgen...aunque como profesora, quiero enseñarte a como ser mío.

-Y quiero ser siempre tuyo.

-Primero se comienza así... -La muchacha se acercó para darle un beso en los labios, cerrando sus ojos, tomándolo de la mejilla con la mano izquierda.

Él, a pesar de los nervios que sentía, prefirió ser arrastrado por la corriente de la sensualidad y de la pasión, cerrando también los ojos al tiempo en que sus manos, de estar en la cadera de Mafuyu, bajaron hasta su trasero.

Podía sentir el encaje de las bragas de su contraria, lo cual le causó una risa mental. Se la iba a pasar bien, no lo ponía en duda alguna.

En el momento en que Nariyuki quiso tomar la iniciativa de los besos, tratando incluso de voltear en la cama a Mafuyu para ser él quien daba los besos, ella se lo impidió.

-Déjate ser mío... -Le pidió, calmando al muchacho al ponerle la mano en el pecho de éste.

-Trataré de controlarme...claro que también tengo deseos de que seas mía.

-Mi corazón te pertenece. No obstante, todo de ti es mío, tu cuerpo, tu corazón, tu amor, tus sentimientos...son míos y para mí.

-Diría que eres una narcisista...si es que no me hubiera entregado a ti. Bien, soy siempre tuyo.

Comenzando a quitarle el suéter a Nariyuki, Mafuyu empezaba a respirar un poco más rápido, sintiendo miedo de cualquier cosa que pudiera suceder. Embarazarse de un alumno suyo era algo que, definitivamente, no se encontraba en sus planes, pero ya tendría varias salidas en mente.

Al tener al muchacho completamente con el torso desnudo, Mafuyu lo besó del cuello y un poco de sus casi inexistentes pectorales. Era la primera vez que veía a Nariyuki sin playera, siendo como se lo esperaba: un brote de frijol.

Sería innecesario decir que Nariyuki casi se volvía loco al no poder besar a Mafuyu, a poder sentirla. Se contentaba con apretarle suavemente el trasero, provocando un rubor en las mejillas de su amada al nunca antes haber sentido las manos de un hombre hacerle caricias.

-Cr-creo que es mi turno de quitarme algo... -De forma rápida, desesperada y con un temblor en las manos, Mafuyu se desabotonó el sacó junto con la blusa, dejando ver su blanca piel y su esbelta figura.

El sujetador de ella era de color violeta con negro, aparte de tener un hilo grueso que hacía ver sus senos más grandes. Comenzó a quitárselo, desviando la mirada y ruborizándose muy notablemente por lo que iba a hacer. Nunca antes un hombre la vio desnuda, Nariyuki sería quien tendría tal privilegio.

Al momento en que éste cayó, Nariyuki también se sonrojó, Mafuyu se cubrió los pezones. Le temblaba un poco la boca por la vergüenza.

-¿Por qué tenía que ser de temprano?...así me puedes ver más. Qué pena.

-¿Y crees que yo soy estoico ante la situación? ¡Claro que me muero de vergüenza! –Exclamó él, un poco alterado pero sin hablar fuerte.

-Al menos tienes decencia.

Para no avergonzarse más de lo que ya estaban, los dos se terminaron de desnudar sin verse de todo. Mafuyu se metió a la colcha, quitándose la falda, mallas y bragas, quedando por completo desnuda, sintiendo en toda su piel la sedosidad de su cama.

Nariyuki la tuvo un poco más complicada, retirándose primeramente los calcetines al no agradarle la idea de tenerlos puestos durante la primera vez que haría el amor. El pantalón fue relativamente fácil de quitarse, pero al llegar a los boxes...se la pensó.

-T-te estoy esperando. –Le dijo ella, teniendo el torso sin tapar, cubriéndose los senos con ambos brazos. Él le estaba dando la espalda, sentado en la cama.

-Me da mucha pena... -Conteniendo la respiración unos segundos para luego dar un suspiro pesado, Nariyuki se quitó el bóxers, abriendo la colcha para ingresar junto con ella.

De inmediato, sintieron sus cuerpos tocándose. Eso los apenaba pero excitaba a ambos a la vez.

-Acuéstate. –Pidió Mafuyu, quitándose la colcha para dejarse ver como Dios la trajo al mundo.

Él hizo lo pedido, por lo que ella se puso arriba del muchacho. Antes de dejarse caer, Mafuyu tomó las manos de su contrario para llevarlas hasta su cintura.

-Puedes tocarme y besarme, pero yo quiero hacerte mío, Nariyuki.

-Me agrada la idea...

-V-voy a darle la primera clase de cómo se debe hacer el amor.

Eran los dos tan ignorantes en el tema del sexo, pero se entregaron con el alma, la cual los conduciría en el camino de la pasión y la sensualidad.

Mafuyu tomó el miembro de Nariyuki para llevarlo hasta su intimidad, causando una sensación increíble para él, haciéndolo abrir los ojos de la sorpresa, aparte de un gemido con notoria emoción.

Ella gimió de una forma tierna y linda, parecida a la forma en que estornudaba. Era excitante para su contrario escucharla gemir de esa manera tan hermosa, teniendo ganas de ser él quien tuviera la iniciativa, manteniéndose al margen.

Con leves movimientos de sus piernas y su cadera, Mafuyu hacía suyo a Nariyuki, quien se dejaba llevar de la mano, únicamente agachando a su amada para poder besarla, llevando sus manos hasta el trasero de ella.

Sentía los senos de Mafuyu apretarse contra su pecho, algo que a ella le apenaba. Pensaba que al muchacho le parecería incomodo que algo le apretara el pecho.

Era todo lo contrario, a él le gustaba, pero prefería dejarse hacer el amor.

Ambos lo disfrutaban por igual, la sensación que le causaba tener dentro de sí a su joven novio dio un punto de inflexión al momento en que ella tuvo su primer orgasmo, sorprendiendo al muchacho por algo así.

Mafuyu seguía gimiendo como gatita, respirando cual caballo tras plena carrera. Por su lado, Nariyuki sujetaba, por una parte, la espalda de la ya mencionada y, por la otra, la sábana de la cama para reprimir su deseo de ser él quien tomara la batuta y por el enorme sentimiento de placer que le causaba hacer el amor.

-A-así es como se hace el amor... -Suspiró ella, recuperando el aliento

-No presté atención, me distraje un poco. ¿Puedes volver a enseñarme? –Nariyuki se ruborizó al preguntar.

No te preocupes...a todos nos pasa. –Sonrió ella, levantándose de nuevo para tomar las manos del muchacho, quien seguía acostado.

Prácticamente lo sometió, puesto que ella le impedía mover las manos al poner las suyas sobre éstas, dejándolo sin mover.

-Quiero sentirte...

-Yo quiero que seas mío.

La muchacha se agachó para besar a Nariyuki, quien no podía hacer otra cosa más que responde el beso que le era dado. Mafuyu seguía haciéndolo suyo al saltar sobre su miembro, moviendo la cadera para que éste entrara en su intimidad.

Llegó un momento en donde Nariyuki se separó del beso por tirar su cuello para atrás, gimiendo fuerte por sentir la estrechez de la intimidad de su amada, lo cual le causaba un placer que, hasta ese entonces, nunca se imaginó como es que se podría llegar a sentir.

Entre besos, el sometimiento por parte de Mafuyu, al también impedirle mover las piernas por el peso que ella ejercía sobre él, Nariyuki acabó dentro, haciendo que Mafuyu ya no gimiera como gatita, sino como una mujer, entrecortándole la respiración.

Aprovechando la debilidad de Mafuyu por el momento aquel, él la volteó, quedando sobre ella. Mientras la erección se mantenía, Nariyuki le hizo el amor a Mafuyu, quien le arañó la nuca y la cintura, incluso un poco el trasero.

El placer venció a ambos, dejándolos tirados en la cama con dificultad para moverse, descansado al abrazarse, unidos.

Sentía el sudor de su contrario en su piel, lo cual les daba un poco de incomodidad, pero les daba un poco igual debido a que preferían mantenerse juntos.

La clase concluyó, con el sol pegándoles en sus cuerpos.
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Oie que riko pues ya llego el tan ansiado lemmon porque me lo exigían a cada momento >:v ya ahí lo tienen y uno muy bello uwu

Tomemos en cuenta que la personalidad de Nariyuki aquí es mas relativamente humana...pues en el anime es demasiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaado princeso xd es el puto princeso de esa temporada, por eso tiene esa personalidad de desagrado con las acciones que pueden afectar su relación con Mafuyu bb, es frustante no tener dinero para comprar un regalo y que la otra persona se enoje por eso :/

Pero bueno, las cosas se van a seguir calentando aún todavía, así que ya verán que pasa :0

No, Mafuyu no queda embarazada xd

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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