Capítulo 1.-Camarada asistente.
Era de los primeros días de los últimos trimestres en la academia, el reloj de la entrada sonaba en señal de que era hora. Todos caminaban por los pasillos, Nariyuki se acomodaba los lentes.
Tenía varios libros en manos, ¿y cómo no? Quizá no fuera el mejor, el más destacado o el más inteligente de su salón o de la academia...pero tenía algo que los demás no, y ese era el Ojo de Tigre.
Si nos remontáramos a la definición que nos diera Apollo Creed en la película de Rocky III, uno diría que Nariyuki no tenía Ojo de Tigre, ya que era muy escuálido, con una no muy buena condición física y, además, era pésimo para pelear al ser un chico bastante calmado.
Este Ojo de Tigre sería, en efecto, sus ganas de superarse a sí mismo, emocionarse de la lucha, levantarse ante el espíritu del rival, y el último superviviente conocido que acecha a su presa en la noche.
Resumidamente, Nariyuki era alguien que siempre se las ingeniaba para poder superar sus problemas, siendo el más destacado al hacerlo.
Esa era la razón por la cual fue propuesto para una recomendación académica para su universidad. Siendo de pocos recursos, eso le vendría a la perfección, así que era mejor esforzarse lo más que pudiera.
Mientras él acomodaba los libros en su mochila, tuvo que detenerse para que no se le cayeran al ser bastantes. Tenía que ir a la oficina del director para poder hablar con él acerca de ese asunto que era tan importante.
Repasaba en su mente lo que era la materia de Historia. Al fin y al cabo, era como aprenderse un cuento o un libro, nada complicado si es que se le tomaba el gusto. Lo que eran las fórmulas matemáticas las dejarías para más al rato, quizá en el almuerzo.
Una vez en la oficina del director, el muchacho se acomodó la corbata, tronándose el cuello para abrir la puerta, entrando con un ligero cuidado.
-¿Se puede? –Preguntó él, un poco tímido.
-Por supuesto. –El director acodaba algunos libros en su escritorio, sonriendo para darle uno a Nariyuki. –Te lo obsequio, quizá te sirva más que a mí.
-Muy amable de su parte. –El título del libro era de lo más curioso "¿Cómo tratar con personas complicadas?". -¿Para qué quería verme?
-Sabemos que quieres la recomendación por parte de la academia para la universidad, pero tu promedio no da para tal cosa. Te falta punto y medio para que tengas derecho a la recomendación.
-Para los siguientes trimestres subiré mi promedio y así podré...
-A eso voy, Yuiga...el promedio no es la única forma por la cual puedes obtener la recomendación, ¿te agrada la idea?
-¡Por supuesto que me agrada, director! –Nariyuki se levantó de la silla, notoriamente emocionado. Incluso le brillaban un poco los ojos.
El director sacó de su escritorio tres hojas, que eran solicitudes para tutorías, el director las firmó rápidamente, guardándolas una vez más. A la vez que lo hacía también frunció un poco la boca.
-¿Conoces a la profesora Kirisu? Ella le dará tutoría a tres chicas que van mal en algunas materias, y eso es una carga de trabajo que la dejará con muchas cosas que hacer. Por esa misma razón, le asigné un asistente.
-¿Asistente?...¿qué quiere decir? –Nariyuki no tenía idea de qué significa eso o que tenía que ver con su caso.
-Si quieres acceder a tu recomendación puedes, o bien alcanzar el promedio solicitado o...
-O...
-Hacer servicio social. –El director sonrió de forma muy amplia, esplendiendo un poco.
-¿Eso es que barreré la escuela, lavaré los baños o haré trabajo administrativo?
-Acertaste, Nariyuki. No obstante, tu "trabajo administrativo" será ser asistente.
-Genial, no tengo problema. ¿Seré asistente suyo, director?
Él rió un poco y de forma melancólica. -¿Me estás prestando atención? –Preguntó, calmadamente. –Dije que a la profesora Kirisu le fue asignado un asistente...y tú fuiste asignado como asistente, ¿logras unir las piezas, Yuiga?
-¿Eh?... ¡¡¿Eh?!!
-¡Por eso mismo, Yuiga, debes de estar preparado!
De un momento a otro, Nariyuki estaba vestido como un soldado del Ejército Rojo, teniendo en sus manos un Ppsh-41 y un Pilotka soviético en la cabeza, haciendo el saludo militar.
-¡¿Crees tener lo que se necesita para ser asistente personal de la profesora Kirisu?!
-¡Por supuesto que no, señor! ¡Dicen que ella es muy exigente, incluso que da miedo!
-Entiendo... ¡eres un kuritsa, eso es lo que eres!
-¿Un qué?
-Cómo sea, si es que quieres esa recomendación, serás el asistente personal de la profesora Kirisu. Ahora quítate eso, te ves ridículo.
-¡No sé ni a qué hora me lo puse!
-Da lo mismo. Eso sí, Nariyuki te digo...que a la profesora Kirisu no le agradó la idea de tener un asistente personal, por lo que ella puede llegar a ser un poco...grosera.
-En-entiendo...
Saliendo de la oficina del director, Nariyuki tenía de regreso su uniforme escolar. Suspiró pesado, de todos los trabajos le tocó el más complicado. Prefería lavar la mierda de los baños a tener que ser asistente personal de la profesora Kirisu. Era la muerte segura.
Sin otra cosa que hacer más que resignarse y seguir adelante, Nariyuki trató de pensar en lo positivo que sería ser asistente. Claro que le venían cosas terribles ya que la profesora Kirisu tenía fama de ser muy desgraciada, pero eso era lo de menos.
Quizá el ser su asistente no sería tan malo después de todo...¿o sí? El muchacho tenía una cosa bien en claro, y era que le sobraría un poco de tiempo para leer y estudiar, así que no tendría problema alguno.
Era muy seguro que, en caso de tener alguna duda, la profesora Kirisu se la respondería sin mayor problema, de ahí que las cosas no sonaran ya tan mal. Nariyuki soltó una pequeña sonrisa, pensando en que, de tener suerte, no le iría tan mal.
Su servicio como asistente comenzaría ese mismo día, incluso el director le facilitó una hoja con algunos deberes, horarios, etc. En esa hoja se encontraba todo lo que necesitaba, por lo que no tenía problema.
La primera tarea de su carrera como asistente comenzaba tras acabar las clases, quedándose en la academia para ayudar con el papeleo, revisar tareas, cosas así.
Nariyuki vio que la profesora Kirisu pasaba frente a él en los pasillos de la academia, por lo que él sonrió, ampliamente.
Ella caminaba lentamente con el abatir de sus cabellos rosados, los cuales le llegaban hasta más abajo de la cadera, con sus coletas a los lados y sus ojos zafiros.
-¡Profesora, le tengo que decir algo importante! –El muchacho corrió para llegar a donde ella.
-Yuiga, ¿Qué se te ofrece? ¿Es de la clase?
-No precisamente, es respecto a...
-Entonces no me quites el tiempo. –Sentenció ella, marchándose.
-¡N-no! ¡Por favor, esperé, de verdad es importante!
-Sigh. Dime, Yuiga, ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme? Tengo prisa, se breve.
-Soy su nuevo asistente personal. –Sonrió Nariyuki, mostrando los dientes. La profesora Kirisu hizo un gesto de desagrado, dándose la media vuelta y marchándose sin decir más. -¿Eh?...
Fue en ese momento en que el bueno de Nariyuki recordó que el director le había dicho acerca del parecer de la profesora Kirisu de tener un asistente. El chico pestañeó dos veces, retirándose a la vez que fingía que no sucedió nada.
En eso, iba pasando Uruka, quien sonreía como siempre, tropezándose hasta casi caer. Se había distraído un poco.
-¿Qué fue eso, Nariyuki? ¿Por qué la profesora te vio tan horrible? ¿Con que trataste de chantajearla? –Cuestionó ella con cierta picardía.
-Es una larga historia...ahora soy su asistente personal.
-¿Eh?... –Uruka tomó de los hombros a Nariyuki y comenzó a agitarlo con furia. -¡¿Cómo es que no me lo dijiste antes?! ¡¿Por qué siempre me dices todo hasta el último?!
-¡Me acabo de enterar, Takemoto, así que no me eches la culpa!
-Que buen amigo eres, Nariyuki. –Se quejó Uruka, formando un gesto de inconformidad. -¿Sabías que ella será mi tutora? Es probable que nos veamos los tres después de clase.
-Malamente para mí, tendré que seguirla a todos lados, incluso iré a su casa cuando me sea requerido. Pero no sé...estar con ella en clase da miedo, ¡ahora imagínate a solas!
-Je, je. Trata de no pensar "cosas raras" por estar a solas con una mujer durante todo el día.
-¡No digas tonterías, Takemoto! –El muchacho se sonrojó, su amiga le dio un pequeño golpe en el hombro y después se retiró a la vez que soltaba una risa.
Los dos amigos se dirigieron al salón. Una chica de cabello azul preguntaba por la profesora Kirisu. Nariyuki le dijo a aquella chica donde se encontraba la profesora, que era por el ala este de la academia.
-Gracias...
-Nariyuki. Ese mis nombre.
-Dime Furuhashi, si no te molesta. –La chica sonrió tímidamente, despidiéndose con su mano.
Curiosamente, ambos iban en el mismo salón, pero no había tenido contacto alguno con ella en sus poco más de dos años en la academia. Cosas que pasan, se dijo él mismo.
En el salón, las cosas eran un poco más de lo mismo. Tenían clase de filosofía, por lo que las cosas se calmarían un poco. Lo difícil venía (al menos para Nariyuki), a la siguiente hora, la cual impartía la profesora Kirisu.
Le era complicado pensar que cara podría ponerle, o incluso que le diría. No sería algo bueno, pues el simple gesto que le hizo dejó muy en claro las cosas...no la tendría nada fácil.
Ahora sí que Nariyuki se explicaba por qué el director le había dado ese libro de "¿Cómo tratar con personas difíciles?" Era una decisión inteligentemente maquiavélica. Le Serviría, por supuesto. Que el director era un hijo de puta por no decirle el porqué de ese obsequio, también.
Furuhashi, quien se sentaba a unas tres bancas de él para la parte de atrás, le envió un avioncito de papel, diciendo de quien era el mensaje. Pasaban las entreclases.
El joven se sintió sorprendido por ver la letra tan impecable de aquella chica, siendo unos kanjis perfectamente delineados y escritos, tanto así que daban ganas de colocarlos como adorno.
No era el caso, así que mejor venía concentrarse. La nota, para Nariyuki, era mejor no leerla. "Gracias por decirme donde estaba la profesora Kirisu, pero se veía de muy mal humor, incluso me dio miedo preguntarle lo que quería."
Cuando Nariyuki volteó a ver a Furuhashi, lo hizo de forma lenta y entrecortada, casi como si fuera un autómata descompuesto. Su mirada: ensombrecida. Sus ganas de vivir: por el suelo.
Furuhashi le sonrió, agradecida por el pequeño favor que le hizo. La pobre era ignorante de lo que ese mísero pedazo de papel representaba para el joven.
-Me quiero morir... -Suspiró el muchacho, desparramándose en su lugar al ya haber perdido las esperanzas.
En el momento en que la profesora Kirisu corrió la puerta del salón para entrar en el mismo, todos corrieron a sus lugares, sentándose y teniendo un orden perfecto. Las plumas, gomas y estuches puestos en las paletas quedaban alineados como soldaditos.
-Buenos días. –Saludó ella. Todos regresaron el gesto, casi como si fueran militares.
Ella caminaba, escuchándose únicamente sus tacones y el sonido de las respiraciones nerviosas de los alumnos. La primer víctima del día caería mucho más rápido de lo previsto.
-¡Siéntese bien! –Kirisu golpeó la banca del alumno con su regla.
-¡Pe-perdón! –La profesora siguió avanzando, inspeccionando todo con muchísimo recelo.
-¡Arréglese esa corbata!
-¡L-lo siento!
Ya todo quedaba "en orden". La profesora Kirisu empezó con la clase, notándose su voz ligeramente relajada, pero esos ojos serios no era para estarse con tranquilidad.
La lección era rápida, no había mucho tiempo para tomar pausas, salvo las ocasiones en que la profesora cambiaba de hoja en su libreta de notas o explicaba más a detalle una parte de la clase, siempre y cuando fuera necesario.
En una de esas ocasiones, la profesora Kirisu tomó un postig para cambiarlo de hoja, notándose sería y con el ceño fruncido. Fue, tras unos segundos más, que la lección se reanudo con la velocidad de siempre.
-Eso es todo por hoy. –Sentenció ella al faltar cinco minutos para acabar la clase. –Nariyuki.
-¡¿S-sí?!
-Ven conmigo...ahora.
El muchacho abrió los ojos de sobremanera. Existían dos opciones: o su primer encargo como asistente de la profesora Kirisu llegaba más pronto de lo habitual o, en su defecto, era para que ella le pidiera (exigiera), su renuncia como asistente.
No importaban las dos opciones, las cosas sonaban para mal, y mucho antes de lo previsto. Primer día que le daban la tarea...para que renunciara unas horas después de ello.
Apenas la profesora salió del salón, todos señalaron a Nariyuki al tiempo en que le gritaban "Uhhhh". Muchos creían que ya tenía el cuello en la soga.
Él tragó saliva, juntando valor para poder salir del salón. Mirando atrás, Uruka le levantó el pulgar a la vez que le sacaba la lengua.
La profesora Kirisu caminaba con cierta velocidad, notándose que tenía prisa. Nariyuki tuvo que trotar con prisa para poder alcanzarla antes de que ella llegara a su oficina, así que estuvo bien su jugada, ella no notó su ausencia.
-¿Qué es lo que se le ofrece, profesora Kirisu? ¿Cómo puede este humilde asistente suyo ayudarla? –Preguntó Nariyuki, rascándose detrás de la cabeza. La respuesta de Kirisu fue chitarle. -¿Eh?
Ella abrió la puerta de su oficina, notándose que la misma se encontraba completamente desordenada. Al muchacho se le quebraron los lentes de ver tanto desastre.
-Y creer que dicen que los profesores son responsables y organizados. –Pensó él.
-Es un martirio tener que buscar estas cosas. –Se quejó la profesora. –Tu primera tarea como mi "asistente personal" es ayudarme a buscar los expedientes de las tres alumnas a las que daré tutoría.
-Cl-claro...¿Cuáles son sus nombres?
-Rizu Ogata, Uruka Takemoto y Fumino Furuhashi.
-Ahh. Conozco a Takemoto y a Furuhashi, pero de Ogata sólo he escuchado hablar.
-No te pregunté eso, te pedí ayuda para buscar sus expedientes.
-¡Que fría! –El muchacho se acarició los brazos para darse calor a sí mismo.
La verdad era que Nariyuki se empezaba a desanimar más rápido de lo que creía posible. La actitud fría (cayendo incluso en lo grosera), de la profesora no ayudaba en mucho.
Era impresionante la cantidad de cosas que tenía Kirisu en su oficina, había incluso latas de café, botellas de agua o envases de unicel. Llegó un punto donde al muchacho le dio una pequeña ahorcada por tanta basura que descubría.
No obstante, entre tanta mierda, encontró oro. Siendo un sobre plastificado que tenía el hombre de Uruka Takemoto, fue que él descubrió lo que se buscaba.
-Aquí tiene, profesora Kirisu. –Sonrió el muchacho, dándole el sobre.
-En efecto, este es. Ya puedes retirarte Nariyuki, no vayas a perder clases. Bien hecho.
-N-no hay de que, profesora Kirisu. –Saliendo de la oficina, el muchacho sonrió muy ampliamente. Dos palabras lo hicieron sentir muy feliz "Bien hecho". Desde aquella vez, nadie le repetía esas palabras, por lo que Nariyuki se sentía orgulloso de sí mismo y muy realizado.
Esa misma alegría se le notaba al caminar y en su sonrisa babosa que tenía mientras recorría los pasillos de la academia. Llegando al salón, esa alegría no se le quitó.
Todos lo miraban con cierto recelo. Pensaban que el muchacho regresaría destrozado y sin ganas de vivir, pero el resultado era complemente contrario. Incluso Furuhashi se sintió bastante confundida.
La que sí se alegró entre ese jaleo fue Uruka, pensando que ella le había contagiado un poco de buena suerte al deseársela.
Las clases continuaron como era normal, siendo aquello pan comido para Nariyuki, en especial ya que la alegría aún no se le esfumaba. Eso lo impulsaba a terminar la jornada académica de ese día.
En los trabajos por equipos, más especialmente en lengua, lo que fue Uruka y Fumino se acercaron con Nariyuki para pedirle un poco de ayuda.
-Disculpa, Yuiga. ¿Podemos hacer equipo? –Preguntó Fumino, un poco tímida.
-Ni siquiera es necesario que le preguntemos, claro que él acepta. –Intervino Uruka, haciendo a un lado las cosas de Nariyuki.
-¡Oye, no seas tan agresiva! –Se quejó el muchacho.
Con los tres sentados en círculo, Nariyuki tenía una cara de inconformidad, Uruka sonreía alegremente a la vez que movía los pies de atrás hacia adelante, y, lo que era Fumino, ella sonreía un poco incomoda.
-Espero que no te causemos molestia, Nariyuki.
-Tú no, ¡pero Uruka!
-Está jugando. Es que así nos llevamos de pesado. –Uruka comenzó a jalarle la mejilla a Nariyuki, él seguía con su cara de inconformidad.
Dejando de lado la primera no tan linda impresión, los jóvenes empezaron el trabajo de ciencias. Nariyuki se concentraba...Uruka jugaba con su lapicero y Fumino tenía los ojos dándole vueltas al no entender un carajo.
-¿Cómo van? –Preguntó el muchacho. Fumino se puso nerviosa.
-N-no muy bien. –Respondió ella.
-¿Puedo ver?
-¡Me-mejor no, Nariyuki! No llevo mucho, pero eso no quiere decir que sea un mal trabajo, ¿ o sí?
-No llevas nada, ¿verdad?
-Perdón... -Se rindió Fumino. En efecto, su libreta estaba vacía.
En cuanto el muchacho vio la libreta de Uruka, él le dio un coscorrón, riñéndola de que ni siquiera se esforzaba un poco. Nariyuki se desparramó en su lugar, frunciendo el ceño a la vez que pedía acabar ya el día.
-Por cierto, ¿Por qué la profesora Kirisu te mandó a llamar? –Cuestionó Uruka, tallándose la cabeza.
-Es algo complejo, pero me asignaron como su asistente personal para poder obtener la recomendación por a la universidad por parte de la academia.
-¡Oh! Asistente de la profesora, eso suena interesante. –Exclamó Fumino. -¿Y exactamente que tienes que hacer como su asistente?
-Hum, no sé muy bien. El director me dio una hoja de tareas que, probablemente, me pedirá la profesora.
-Pero ella da ¡miedo! ¿Eso no te tiene con pendiente? –Preguntó Uruka, teniendo un pequeño escalofrío.
-Quizá dé miedo...pero no puedo quejarme ya que no tengo de otra si es que quiero entrar a la universidad sin problema alguno.
-Suena un poco difícil, ¿Cómo le harás con las tareas? –Continuó Fumino.
-No me preocupo, yo tendré todo bajo control. –Sonrió el muchacho, victorioso.
Ya era la salida escolar, razón por la cual fue hacía la oficina de la profesora Kirisu. Le daba un poco de miedo abrir la puerta, pero no importaba mucho. Ella tenía, de manera forzosa, que estar ahí, no había otro lugar.
Conteniendo la respiración antes de abrir la puerta, el joven entró sin mayor dilación. Le sorprendió el hecho de que la profesora Kirisu le daba un pequeño "retoque" a su maquillaje.
El muchacho miró bastante atontado como es que Kirisu se veía en su pequeño espejo de bolso, frunciendo un poco el ceño. Ella tenía veinte años y Nariyuki dieciocho. Sus diferencias de edad eran, en realidad, no muy notorias.
Cual fuera el caso, cuando ella se repintó los labios de un color un poco más claro que el suyo propio natural, el joven abrió los ojos, sorprendido. Ver eso lo hizo darse cuenta de algo que no pensó jamás.
Se dio cuenta que la profesora Kirisu era, y sería insuficiente decirlo así, muy hermosa.
-Pasa, Yuiga. Me pones de nervios al estarte ahí parado como tonto. –Dijo ella, sin dejar de maquillarse.
-¡L-lo siento! –Exclamó. -¿En verdad me vio, juraría que no era así? –Pensó él.
Siendo las dos de la tarde con cincuentainueve minutos, el muchacho comenzaba, de forma oficial, su servicio como asistente personal de la profesora Kirisu.
Nariyuki se adentró por la oficina de su profesora, revisando que la misma seguía tan desordenada como la primera vez que la vio. Eso había sido algunas horas atrás, por lo que no había nada de raro en ello. Ni siquiera se extrañó por tal cosa.
-Tu primera tarea como mi "asistente" será limpiar mi oficina. En cinco minutos tengo tutorías de historia, así que la quiero limpia cuando regrese que será en... -Kirisu se revisó el reloj. –Poco más de una hora.
-¡Una hora! ¡Profesora Kirisu, es imposible que haga en una hora lo que usted me pide!
-Siendo así...le diré al director que no fuiste apto para el puesto de mi "asistente".
-Está bien, ya me convenció. Lo limpiaré en una hora.
-Tengo audífonos en mi cajón por si quieres escuchar música pero no tienes. Si gustas tomar un poco de café, sírvete con confianza. –A pesar de lo que Kirisu decía, su tono de indiferencia no ayudaba en mucho.
-Lo tendré en cuenta. Gracias...supongo. –La puerta se cerró, el muchacho comenzó a casi llorar de ver todo lo que tenía por limpiar. No había otra manera, era eso o perder la recomendación.
Tronándose los dedos, tomando varias bolsas de basura, una escoba y un trapeador, Nariyuki comenzó a limpiar todo lo que estaba en esa oficina.
Todo era un desastre, pero no era tan complicado como se lo pensó al principio. De alguna forma u otra, si se apresuraba, lograría terminar incluso antes de la hora, algo que lo tenía bastante feliz.
Eso representaba, como no, irse antes a casa...o ese era el plan.
Cuando ya no quedaba nada más por ordenar, el muchacho cayó rendido en la silla de la oficina, sintiendo el cuerpo pesado y las piernas bastante dolidas de todo lo que limpió. Cuando Nariyuki volvió la vista hacía la entrada, él notó en el escritorio una foto enmarcada de la profesora Kirisu.
Se notaba que era de hacía algunos años, quizá unos cinco ,incluso cuatro. El chico se sorprendió, tomando la foto con bastante delicadeza. Era Kirisu sonriendo para la cámara a la vez que ella tenía un curioso uniforme de patinaje color azul que era bastante lindo.
-Nunca la he visto sonreír, ahora que lo pienso. –Pensó Nariyuki. –Honestamente...se ve muy hermosa sonriendo. ¡No, que estoy pensando, debo terminar de recoger!
Sintiéndose un poco mal consigo mismo, Nariyuki dejó la foto en el escritorio, sacudiendo el marco de la misma y la mesa, en general. Por más que quiso, nunca le quitó los ojos de encima a aquella foto.
Él pensó que, seguramente, le había entrado mucho polvo en los pulmones por tanto recoger. Nariyuki tuvo una leve taquicardia, sentía que la garganta se le cerraba, su pecho se sentía oprimido, sudaba a mares, a la vez que las piernas le temblaban.
-Dios...algo no está bien en mi interior. –Susurró el muchacho, siéndole difícil respirar, sumado a que el corazón le empezaba a latir más rápido.
La manija de la puerta se movió para empezar a abrirse. Era claro que iba a suceder. Quien entró fue Kirisu, notándose bastante sorprendida de ver todo en su oficina perfectamente limpio y en orden.
Su rostro lo delataba todo, la sorpresa, incluso un poco de gusto que sentía de ver la oficina así. Ella, por primera vez a los ojos del muchacho, sonrió de forma tan autentica. Mostraba sus dientes, blancos y brillantes.
Sin poder evitarlo, Nariyuki se ruborizó ligeramente, teniendo los ojos bien abiertos y el corazón casi saliéndose del pecho.
-Hiciste un excelente trabajo, Yuiga. Debo reconocer y felicitar lo que hiciste, pero debes saber que no hemos acabado, ni de lejos.
-¿Eh?
-Te falta archivar estos documentos que tengo mientras yo reviso tareas y trabajos. –La profesora Kirisu terminó de abrir la puerta, dejando ver una caja de cartón...que, seguramente, estaba llena de papeles y cosas así. –Los quiero por número, ya que fueron desordenados cuando la caja se cayó por las escaleras.
-¿Cómo cuantos son? –El chico se veía blanco como un papel, tenía la boca abierta de la no tan agradable sorpresa.
Eran las cuatro cuando Nariyuki comenzó con el trabajo que tenía, acabando a eso de las cinco y media en únicamente ordenar esos papeles por su número. Todavía no acaban, faltaban algunas cosas por hacer.
Dieron las casi nueve de la noche cuando la profesora Kirisu y Nariyuki acabaron los pendientes... de ese día, únicamente.
Ya era tarde, por lo que Kirisu se ofreció a llevar a su joven asistente a su casa. Era claro que la madre del chico se sentiría muy preocupada al haber pasado ya seis horas de la salida de la escuela y que su hijo no apareciera.
Nariyuki no caminaba...se tambaleaba de camino al auto por lo cansado que se sentía. El cuerpo le pesaba bastante.
-Un día fructífero, ¿No crees Yuiga? Mañana será igual, así que espero llegues puntual para no perder ni un solo segundo.
-Llegaré temprano, se lo aseguro. –Balbuceó el muchacho, casi cayéndose de cansancio.
El pequeño auto rojo (Inserte el himno de la URSS 🚩), de la profesora era lo justo y necesario para ella.
Resultaba curioso que el sueño y el cansancio se le quitaron al joven cuando recordó la foto donde vio a su profesora cuando era más joven, sólo para recordar después cuando ella sonrió al entrar a su oficina.
Había cambiado, por supuesto. Eran algunos detalles, notándose más una mujer que una niña de quince años. La sonrisa se mantenía igual de hermosa, sin pensarlo mucho. Lo que cambió más fue su belleza, ahora la profesora Kirisu era mucho más bella que al momento de tomarle esa foto.
Los síntomas de ese instante regresaron con un poco más de intensidad, sumándole un pequeño pánico repentino. Nariyuki se encontraba en el auto de la profesora, a solas y la música tranquila del radio haciendo ruido de fondo.
La noche no tenía mucho de especial, las luces de los rascacielos y de toda la actividad nocturna invadía el parabrisas del auto, notándose todo eso en la larga distancia.
-¿Vives muy lejos, Yuiga? –Preguntó ella, sacándole un pequeño susto al muchacho.
-N-no mucho...usted siga derecho, por favor.
-¿Estás nervioso? Sabía que inspiraba terror en mis alumnos, ¿pero tanto así? –Ella rió amargamente. –Así tiene que ser...
-¿Por qué lo dice?
-Me parece inaceptable que un profesor tenga lazos de amistad con los alumnos. Debe existir una diferencia muy clara en la amabilidad y en la amistad. Las amistades entre profesores y alumnos siempre acaban mal.
Nariyuki se sintió un poco triste. Cualquier oportunidad de llevarse bien con la profesora Kirisu quedaba extinta en ese momento. La suya sería una relación muy ambigua.
-Eres mi asistente, Yuiga. Me acompañarás a muchos lados, incluso visitarás algunas veces mi casa cuando la carga de trabajo aumente, pero ten en claro que no es obligatorio que compaginemos.
-L-lo entiendo, profesora Kirisu. Ya llegamos. –advirtió el muchacho. Su rostro de desánimo se ocultaba tras cansancio.
Las explicaciones que la profesora Kirisu le dio a la madre de Nariyuki le fueron suficientes, incluso le dio bastante gusto escuchar que su hijo había sido asignado como su asistente personal para la recomendación académica. Era una cosa menos de que preocuparse, quizá.
-Hasta mañana, Yuiga. No llegues tarde.
-No, profesora Kirisu.
En cuanto la profesora se fue en su auto, Nariyuki cayó sobre sus rodillas. Era la primera vez que podía descansar en todo el rato que llevaba fuera.
Lo único malo es que faltaba hacer las tareas. "No me preocupo, yo tendré todo bajo control." Esas palabras ya se escuchaban tan distantes que parecían haber sido dichas hacía tanto tiempo atrás.
Para la hora de dormir, Nariyuki se acomodó en su cama, mirando al techo para acomodarse boca abajo.
-Lo que ella dijo...es verdad, ¿no? –Pensaba él. –No puede existir amistad entre profesores y alumnos. Tch, no debería impórtame lo que ella dijo, apenas si la conozco, no sé por qué me afecta.
En cuanto los recuerdos de aquella fotografía de la profesora Kirisu regresaron a la mente de Nariyuki, a él se le abrieron los ojos de sorpresa, acelerándose su corazón. Eso le impidió dormir durante una media hora, pero el sueño le terminó ganando.
Soñó con ella.
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Awwwwww, que romántico :3
Primer capítulo de mi primer fic de este anime, la pareja me encantó y a pesar de que ya había escrito un profesoraxalumno me animé a dar un ultimo esfuerzo
Para los nuevos lectores, hay capítulos TODAS las semanas los días VIERNES sin falta alguna o, en su defecto, nada más cuando salga de viaje o que le pase algo a mi celular xd
La trama de la historia cambia bastante ya que Nariyuki no es tutor, sino asistente de tutor pero eso no afectará la relación del princeso con las tres genias.
Ojala les guste la historia, he visto que los MafuyuxNariyuki siempre se pasan el anime por los webos, lo cual no es malo hay que hacer historias originales :3
Nos vemos en una semana.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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