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14. Me di cuenta (no se burlen)

THEA

Félix podía ser un cobarde, pero yo no era mucho mejor. Al menos, él no inventaba historias ridículas sobre relaciones falsas para salir de un aprieto y luego no sabía cómo terminar dicha relación porque no sabía qué excusa pensar para justificar la ruptura.

—No dirás que fue por infidelidad —me amenazó Félix mientras bajábamos hacia el estacionamiento del centro comercial—. Vas a arruinar mi reputación.

Suspiré y apoyé la mano en la barandilla de las escaleras eléctricas mientras pensaba. Frente a nosotros había una familia con dos niños y ya podía sentir el dulce olor de las palomitas con caramelo que solían vender en el subsuelo.

Apenas estaba cayendo el sol y la gente no paraba de entrar. Muchas parejas y familias que querían disfrutar la fecha aquí.

—Diré que tu familia te quiere casar con la heredera de una empresa multimillonaria, así que tuvimos que terminar.

Él también se apoyó contra la barandilla, con sus lentes deslizándose por el puente de su nariz. Me encantaba el color de sus ojos, de un castaño tan claro como su cabello. Con la luz del atardecer que entraba a través de las paredes de cristal, se veían de un tono medio anaranjado, como la miel. No entendía por qué se los tapaba con esos lentes de sol.

—Claro, deja a mis padres como los villanos.

Me tapé los ojos con la mano, frustrada y desesperada. ¿Por qué tenía que ser tan difícil pensar una razón para terminar una relación falsa?

—Ayúdame un poco, Félix.

Él sonrió y un grupo de preadolescentes detrás de nosotros comenzó a reír y cuchichear entre sí. Me pareció oír a una niña decir "pregúntale su número", pero si Félix las escuchó (claro que lo había hecho), no lo demostró. Toda su atención estaba puesta en mí.

—Aunque me guste verte en apuros de vez en cuando, me alegra que finalmente te dejes de esconder en un noviazgo falso. Ahora puedes ir por tu romance de novela.

—Estoy muy ocupada para ese romance ahora. —Deseché el tema con un gesto de la mano—. Volveré a buscar uno cuando regrese a casa.

Lo dije un millón de veces. Vine aquí por mi amistad, no para encontrar amor. Había vivido sin un romance hasta los dieciocho. Un par de meses más no me iban a afectar en absoluto.

—¿No es irónico cómo siempre hablas de querer un romance pero cuando tienes la oportunidad, huyes? —Miró hacia otro lado, aún sonriendo—. Me pregunto qué dirá Erik cuando se entere de que terminamos.

—No se lo digas. —Bajé hasta su escalón y toqué uno de sus hombros—. Aún no he pensado una excusa. En serio.

—No se lo voy a decir. Pero se me puede escapar...

—Hablo en serio. —Lo apunté con un dedo en advertencia—. Prométeme que no le dirás nada a Erik.

La escalera llegó a su fin. Félix dio un paso hacia atrás para tocar suelo firme y me enseñó las palmas de sus manos.

—¡Ya, bueno! Lo prometo.

Pero no dejó de sonreír mientras lo hacía.

Uno creería que Félix estaría en contra de querer emparejarme con Erik, después de esa vez que me encontró llorando en su auto, pero suponía que la posibilidad de hacer de cupido era más fuerte que su lealtad como amigo. Probablemente también tuviera que ver el hecho de que, después de él, jamás volví a tener novio.

¿A lo mejor pensaba que nuestro breve noviazgo me traumatizó y la culpa lo obligaba a querer verme en pareja? Quién sabe.

Una vez afuera, Félix pidió un taxi para ambos e hizo que me dejaran primero a mí antes de seguir hacia su casa. Se suponía que yo debía de ir directo al restaurante, pero me negaba a hacerlo antes de pensar una excusa para mi ruptura, porque no estaba preparada para el hipotético caso de que Erik lo descubriera y me preguntara al respecto.

Me rasqué la cabeza con rabia.

—¡¿Por qué estoy pensando en Erik?!

Tenía cosas más importantes por las que preocuparme, como mi campana. O el hecho de que la campana era una excusa para dejar de pensar en el vacío que sentía desde que había visto mi antigua casa.

—No pienses en eso.

Volví a maquillarme, me acomodé el cabello y fui hacia el restaurante. Cuando finalmente llegué, ya era de noche, pero las calles estaban repletas de personas. Especialmente en las zonas de restaurantes, y el de Erik no era una excepción.

Hacerme camino entre las mesas fue un poco difícil, y más aún porque no dejaba de tropezar con ellas por estar mirando las decoraciones. La última vez que había estado aquí tenía ocho años y todo parecía más grande en ese entonces.

Levanté la cabeza al televisor que estaba en el medio de la sala, contra la pared. Antes no era led, sino uno de caja, pequeño, donde papá solía ponerme las caricaturas para que me sentara a dibujar mientras él hablaba con el padre de Erik.

Recordaba jugar ajedrez con Erik junto a los refrigeradores de helado, comer en las mesas de la cocina y jugar a las escondidas con él cuando el restaurante aún no abría.

Exhalé por la boca.

Qué nostalgia.

Me presenté con la chica de la caja y luego entré en la cocina, donde todo era un caos. Los cocineros iban de un lado a otro, el calor de los hornos era sofocante y Erik parecía estar molestando a Drake en el fondo mientras este último lavaba los platos.

—¡Cuidado!

Uno de los cocineros me rodeó, llevando un plato en cada mano.

—¡Lo siento!

Me apresuré hasta el fondo de la cocina, donde estaban los chicos. Los dos me daban la espalda, por lo que no me habían visto llegar, así que me quedé unos segundos viendo como Drake fregaba y Erik secaba.

En casa, era Erik quien hacía la mayoría de los quehaceres. Especialmente los de la cocina. Por supuesto, siempre trataba de ayudarlo, pero había cosas que él hacía en piloto automático, como lavar los platos luego de cocinar y comer, por lo que esta vista se había vuelto habitual para mí. Verlo de la misma manera, dándome la espalda mientras se ocupaba de secar platos, me llevó de regreso a los desayunos antes de clases y los dedos de mis pies se contrajeron por las ansias.

—Yo no creo que él sea un reptiliano... —reflexionó el rubio—. Pero sí creo que puede ser la reencarnación de la princesa Diana.

Para sorpresa mía, Erik asintió lentamente, como si lo estuviera considerando.

—Puedo verlo. Los dos tienen su encanto.

—¿Quién?

Ambos me miraron por encima de sus hombros. La sonrisa de Drake fue automática al verme, pero Erik tardó un poco más en reaccionar.

—Jungkook, ¿Quién más? —Señaló sus propios rizos dorados—. Bonito peinado.

Toqué mi cabello y sonreí con pena.

—Gracias.

Me había hecho algunas trenzas en el cabello para peinarlas en dos rodetes, uno a cada lado, de los cuales escapaba un poco de pelo. Le había puesto esmero a mi apariencia hoy, mitad por la cita y mitad por mis planes después de la cita. Si iba a meterme a una casa ajena, iba a hacerlo con estilo, con mis pantalones anchos de mil bolsillos y mis camisetas sin hombros.

Drake le dio un codazo a Erik, quien tosió.

—Sí, te ves más linda desde que cortaste con ese enano.

Separé los labios con sorpresa.

¡¿Cómo se había enterado tan rápido?!

Esperen un momento. ¿Qué había dicho sobre Félix?

Le pegué a Erik con mi bolso. Él rió y se protegió con sus brazos.

—¡¿A tí qué te importa si me gustan enanos?! Así los prefiero.

—Sí, claro...¡Ay, ay!

Le pegué una última vez. Drake lo sostenía por los brazos para evitar que se chocara contra la mesada, pero más bien parecía que lo estaba usando de escudo, o reteniéndolo para que yo pudiera seguir golpeándolo.

—Tú sólo estás celoso —dije.

Erik se atragantó con su risa y volvió a toser. Luego, se llevó una mano a la garganta como si le doliera.

—No, yo jamás...

—Claro que sí. Siempre lo fuiste. —Le recordé y me senté en un taburete que había junto a la mesa del lavabo—. Cuando éramos pequeños, te ponía ansioso que fuéramos a distintas escuelas y temías que tuviera otro mejor amigo allá. No has cambiado nada.

Él levantó la mirada al techo sin dejar de tocarse la garganta.

—No recuerdo eso.

—¿No? —insistí—. Siempre me preguntabas quién era mi mejor, para asegurarte de que siguieras siéndolo.

Drake le dio una palmada en la espalda.

—Me gusta ese lado sensible tuyo.

Erik insistió en que él nunca había dicho algo así y que no recordaba nada, pero cuando fingió desinterés a la hora de preguntarme "¿Y tú qué respondías?" Se vio adorablemente preocupado.

Cada una de esas veces le dije que él era mi mejor amigo y el más especial que tenía. Ahora ese era Félix, por lo que podía entender la rivalidad que Erik sentía hacia él. Incluso aunque no recordara todo del pasado, seguía siendo celoso y ansioso. En eso se parecían bastante los dos.

Me llevé las manos detrás de la espalda y me alcé de hombros.

—Seguro lo encuentras en alguna de las cartas.

Hice un recordatorio mental para entregarle las notas que yo tenía de esa época. Tal vez lo hicieran recordar más cosas.

-.-.-.-

Creí que había llegado tan tarde que tal vez Macy ya estuviera en el restaurante, pero no era así, por lo que tuvimos que esperarla un buen rato. Erik debía hacer su trabajo como mesero, por lo que yo me quedé con Drake en la cocina mientras lo ayudaba con los platos y hablábamos de varias cosas.

Resultaba que a Drake le gustan las teorías conspirativas y, si bien ese no era mi fuerte, podía escucharlo con interés. Él no conocía ninguno de los libros que a mí me gustaban, pero luego de un tiempo encontramos un gusto en común: el musical Robinson.

Pasamos la siguiente hora hablando sobre nuestras canciones favoritas y cuando Drake se paraba para explayar sobre algunos temas históricos que se habían tocado en la canción, yo agregaba esos chismes a mi lista mental.

Nos encontrábamos en medio de una discusión sobre qué si el Rey Fernando VI habría estado o no enamorado de Alexander III pese a haber intentado invadir sus tierras cuando Erik nos dio a ambos un apretón en los hombros para llamar nuestra atención.

—Ya están aquí.

No tuvo que explicarnos de quiénes hablaba. Dejamos los platos sobre la mesada y nos empujamos hasta llegar al frente de la cocina, donde nos asomamos por la puerta para mirar hacia el restaurante.

Ya era tarde y estábamos en el horario cercano al cierre, por lo que el número de clientes había disminuído considerablemente. Por esa razón, fue fácil encontrar a Macy y a Galia sentadas en una mesa del centro, pegada a la pared derecha.

No conocía a Galia, pero esta era la primera vez que la veía sin su chaqueta del equipo de fútbol. Llevaba una camiseta sin mangas deportiva azul y unos vaqueros holgados y rasgados. Su cabello borgoña estaba planchado y le llegaba justo por debajo de las orejas. Se había recogido el flequillo del frente con hebillas de colores y me parecía ver que estaba maquillada, aunque no podía estar segura desde tan lejos.

Macy me quitó el aliento.

Su cabello largo, rubio y ondulado estaba recogido en dos coletas altas con moños negros. Llevaba una camiseta deportiva del mismo color y una falda de tenis blanca. Sus medias le llegaban justo por debajo de la rodilla. Estaba segura de que, y sin exagerar, esa era la chica más hermosa que había visto jamás.

Me pregunté por qué estaban las dos vestidas con ropa de deporte, hasta que vi el suelo a sus pies, donde descansaban dos pares de patines que probablemente habían estado usando en su cita. Las dos se veían agitadas, como si hubieran estado patinando hasta hace poco, pero aún así hablaban con energía y entusiasmo. No tenía idea de qué podía estar contándole Galia a Macy, pero la estaba haciendo reír.

—¿Cuándo va a ser mi turno de ser feliz? —murmuré.

Erik me pegó en el hombro y pasó a mi lado para ir a saludar a las chicas y entregarles el menú. Drake, quien tenía prohibido salir de la cocina, se aferró a mi brazo con fuerza y miró con preocupación por encima de mi hombro.

Otra cosa que me sorprendió: Erik siendo simpático con otras personas. Era obvio que debía de aprender a caer bien para trabajar en atención al público, pero aún así me tomó con la guardia baja la imagen de él charlando sonriente con las dos chicas y riendo. Casi me ofendió que fuera así con otras personas y conmigo se reservara su lado más insoportable y pesado.

Regresó unos segundos después, sin los menús, y Drake se colgó de su brazo como si estuviera pasando de liana en liana.

—¿Pudiste escuchar de qué hablaban?

Erik no detuvo su camino hacia la cocina.

—Sí, estaban hablando sobre ir a drogarse y lanzar piedras a la casa del intendente. —A Drake se le fue el aire y Erik le dio una palmada en el cabello para calmarlo—. Estaban hablando de su cita. Fueron a patinar cerca del río.

—¡¿Qué?! ¿El río? Pudieron haberse caído al agua sin querer. ¿Acaso Galia quería matarla? Erik, va a matarla.

Erik pasó los siguientes minutos tranquilizando a su amigo. Yo intenté ayudarlo, con asentimientos de cabeza para reafirmar sus palabras reconfortantes, sin entender por qué a Drake le preocupaba tanto que Macy saliera con esa pelirroja, hasta que Erik dijo:

—Galia no es mala.

—Es maquiavélica —le corrigió Drake. Luego, me miró a los ojos—. Esa loca de remate tenía miedo de que yo le robara a Macy, así que extorsionó a otra chica para que pasara tiempo conmigo con la intención de emparejarnos y así tener "vía libre".

—Oh, no. —Me tapé la boca con la mano—. Pobre chica.

Erik se atragantó con su risa y Drake resopló con un "gracias, Thea" irónico. Su historia sonaba terrible, pero el otro no parecía tomarla en serio.

—Yo habría hecho lo mismo si con eso pudiera impedir que... —su voz se apagó y su sonrisa se congeló cuando reparó en mí, como si hubiera estado a punto de decir algo que yo no debía escuchar. Tragó saliva con fuerza—. Que se acercaran a la persona que me gusta.

Sentí algo feo y hueco en el medio del pecho.

—Tú tampoco eres la persona más sana, Erik —se quejó Drake.

—¿Quién te gusta? —pregunté.

Erik sacudió la cabeza.

—Nadie.

Mentira.

—Estabas pensando en alguien —insistí—. ¿Quién es? Dime.

—No es así.

—Sí.

Él sonrió.

—¿Qué te importa?

¡¿Sonrió!?

Dio media vuelta y regresó al restaurante para seguir trabajando, pero yo no pude, porque su estúpida sonrisa se quedó en mi cabeza el resto de la noche. Él sabía que yo me moría por saber y por esa razón no pensaba decírmelo.

Me quedé pensando en todas las posibilidades. Él había dicho que no tenía novia y que nunca estuvo interesado en tener una, pero eso no significaba que nadie le gustara. A lo mejor no quería nada serio con esa persona. O tal vez no lo veía posible.

Un amor imposible.

Me mordí la uña del pulgar. De repente la ansiosa era yo. Quería saber pero al mismo tiempo, no.

Las chicas continuaron hablando entusiasmadas por el resto de la noche mientras el bar se vaciaba, pero ellas parecían no darse cuenta. Galia la hacía reír todo el tiempo, no sé cómo, pero cada vez que lo conseguía, a ella también se le iluminaba el rostro. Cuando sólo quedaban ellas dos, la mayoría de los empleados se habían ido hace tiempo, dejándonos el bar sólo a nosotros tres. Drake dejó de preocuparse poco a poco, y supongo que tuvo mucho que ver el hecho de que Macy se viera feliz, por cómo se le iba suavizando la expresión cuando la escuchaba reír.

—Deberíamos darles helado —sugirió Drake.

Yo me ofrecí a ir a buscarlos al refrigerador. De camino pasé junto a la sala de descanso y escuché un teléfono vibrar sobre la mesa. Entré y vi en la pantalla el nombre de Sophie. Entonces recordé que hoy era San Valentín y ese tonto estaba perdiendo el tiempo aquí.

Recogí el teléfono y se lo llevé. Cuando Drake leyó el nombre en la pantalla pareció recordar algo y atendió con prisa. Se llevó el teléfono a la oreja y fue hacia la parte trasera de la cocina, pero llegué a escuchar un entusiasta "¡Hola, bebé!" antes de que bajara el tono de voz y ya no pudiera oírlo. Al menos, hasta que, varios segundos después, gritó "¡¿Que estás con quién?!".

Paré la oreja. Drake, aún en el fondo de la cocina, se había enderezado y movía la mano como si estuviera en medio de una discusión. Erik estaba limpiando adelante, así que no pudo impedir que yo espiara la conversación.

—No, no quiero que me pases con él. No, Soph...—Drake suspiró—. Hola, Félix. ¿Cómo estás? Me alegra que te estés divirtiendo. Sí, en realidad, Sophie y yo ya teníamos planes. Pásame con ella, por favor. —Hubo una pausa. Dejé de barrer y me arrimé más cerca de él. Drake seguía dándome la espalda, pero debía de sentir mi presencia—. ¡¿Por qué está él en tu casa?! Dime que lo vas a echar cuando yo llegue. ¡No, no puede quedarse con nosotros! Sólo llevo helado para dos y tú y yo teníamos planes. Me prometiste que íbamos a resolver ese juego de crímenes hoy. —Levantó un brazo—. ¡Estoy yendo! Te lo juro. Estoy en camino. Ya estoy en la moto. El motor está encendido.

Usé mis manos para ampliar el sonido de mi voz.

—Broom, broom.

Drake se giró, me asesinó con la mirada y me indicó que guardara silencio con su dedo índice. Pude oír la risa de Sophie desde el teléfono.

No hablaron mucho más que eso. Él se despidió y le advirtió que se despidiera de Félix. Luego, fue al refrigerador, sacó una caja de bombones helados y dejó un puñado de billetes sobre la mesa antes de salir corriendo por la puerta trasera, con el delantal aún puesto y el casco enganchado en su brazo.

Cuando Erik regresó a la cocina y la encontró vacía a excepción de mí, no necesitó preguntar. Le dije "Félix fue a la casa de Sophie" y él asintió comprendiendo totalmente.

Mientras las chicas comían su postre adelante, nosotros nos sentamos en taburetes en la cocina para comer helados. La rocola estaba encendida y se escuchaba "Be my baby" de The Ronettes por los parlantes, pero aún así hablamos en voz baja para que no pudieran oírnos.

Un poco de chocolate con crema helada era lo que me hacía falta después de un día tan cargado. Cerré los ojos un momento para saborearlo y balanceé mis piernas, contenta.

—¿Estás bien? —preguntó Erik. Abrí los ojos, confundida. Él estaba sentado frente a mí, en otro taburete, pero a diferencia de mí, sus pies si tocaban el suelo y la silla le quedaba bastante pequeña. Su helado estaba por la mitad, su cabello revuelto después de toda una tarde entrando y saliendo de la cocina y su camisa estaba mal acomodada, como si hubiera tirado del cuello para refrescarse—. Por lo de Félix, digo.

Aquí estaba, lo que me había temido: Erik preguntándome por mi ruptura.

—Ah. —Me limpié la boca con el reverso de la mano y miré hacia otro lado—. Sí, no te preocupes.

—No creo que haya ido con Sophie para coquetearle. Ella no lo habría dejado entrar de ser así...

—Ya lo sé.

En realidad, no lo sabía. Jamás le pregunté si le gustaba Sophie, aunque sabía que de ser así, ya me lo habría contado. Estaba segura de que esa visita a su casa tenía más que ver con el hecho de que quería molestar a Drake y de paso matar el aburrimiento.

Lo único que esperaba era que pudiera huir antes de que Drake llegara.

Erik no dijo nada más, pero seguía mirándome, como si esperara a que yo agregara otra cosa, así que terminé suspirando. No quería que se quedara pensando que yo estaba sufriendo por la ruptura. No lo sé. No quería que tuviera esa idea.

—Estoy bien —le prometí—. Funcionamos mejor como amigos que como pareja. Eso es todo.

—Entonces, ¿Él no hizo nada? ¿No es necesario que Drake y yo lo vendamos a la mafia paraguaya?

Me gustaría saber qué tenía que ver la mafia paraguaya con todo esto. Volví a negar, ahora sonriendo con los dientes expuestos.

—No, él es bueno.

Erik bajó la cabeza y buscó mis ojos.

—¿Pero yo más?

Sentí un tirón en la comisura del labio. Me gustaba verlo celoso.

Levanté el brazo y toqué su mejilla. Las puntas de mis dedos rozaron el cabello detrás de su oreja y con un movimiento del pulgar le hice una caricia. Estaba esperando que se apartara, pero no se movió ni apartó la mirada de mis ojos en ningún momento, aún pendiente de mi respuesta. Lo que sí hizo, fue tragar saliva.

—Tú eres el mejor —le aseguré, como hacía cuando éramos pequeños.

—Promételo.

Te lo prometo.

—¡Nos vamos!

Saqué la mano tan rápido que arañé sin querer a Erik en la mejilla. Él se quejó y se tocó en la zona lastimada con una mueca de dolor mientras se ponía de pie. Luego, me vio ofendido, como si el hecho de que lo hubiera arañado, incluso por error, fuera difícil de digerir. Sobre su piel se comenzó a formar una delgada línea rosa.

—Fue sólo un rasguño —me burlé y lo empujé con suavidad fuera de la cocina.

Los dos nos asomamos hacia la mesada donde estaba la caja registradora justo cuando Galia terminaba de ayudar a Macy a colocarse su abrigo. Las dos estaban paradas en la puerta de entrada, con los patines colgados de sus manos. Se veían radiantes e incluso mientras se ayudaban a vestirse, no paraban de hablar. Entonces, nos vieron, y se despidieron con las manos.

—¡Adiós!

Abrieron la puerta y salieron juntas. Nosotros también las saludamos con las manos. Sobre la mesa en la que habían estado comiendo descansaban algunos billetes debajo de un vaso de cristal.

Levanté la cabeza para señalar la propina que habían dejado, cuando mi vista fue hacia el árbol que estaba en la acera, frente al restaurante. En realidad, eran dos árboles, uno al lado del otro, con sus ramas mezclándose entre sí. Uno tenía las hojas de color amarillo y el otro unas flores enormes de color púrpura. Varias de ellas habían caído sobre la nieve y las dos chicas miraban, asombradas, la mezcla en el suelo, sólo para levantar la cabeza y encontrarse con el espectáculo de colores sobre ellas. Las dos se miraron un momento y fue la primera vez en toda la noche que guardaron silencio.

Sentí algo cálido sobre mi rostro y un instante después me di cuenta de que ya no estaba viendo nada. Erik cubría mis ojos con su mano.

—Vamos a darles privacidad.

—¡No es justo!

Intenté quitarme su mano de encima, pero él sólo rió y la dejó en su lugar. He de admitir que no quise usar mi fuerza para apartarlo.

Su mano era suave para alguien que pasaba tanto tiempo limpiando. Olía al jabón líquido de coco que estaba junto al lavabo de la cocina y estaba caliente. Una sólo bastaba para cubrir mis dos ojos con sobra. Dejé mis manos sobre la suya y acaricié su pulgar. Su dedo se movió, como si no se lo hubiera esperado, pero luego volvió a su lugar.

—¿Ya terminaron? —pregunté.

Había querido ver el beso, pero no me quejaba. Esto también estaba bien.

—No, aún no. —murmuró—. Te diré cuándo.

—¿Las estás viendo?

—No. —Guardó silencio un momento—. Te estoy viendo a ti.

Enderecé mi espalda lo mejor que pude, sin soltar su mano.

—Los chicos se equivocan. Tú sí eres un romántico.

Erik se aclaró la garganta. Creí que iba a soltarme, así que me aferré más a él.

—Creo que te estás equivocando de persona.

—En absoluto. —Le pellizqué un dedo jugando—. Para ti es importante. Por eso quieres que tengan su privacidad. Cuando Drake recibió esas cartas de San Valentín, tú te encargaste de esconderlas para que nadie pudiera meter la nariz ahí. Y cuando te pedí que me besaras jugando, te lo tomaste tan en serio. Al final del día, eres un romántico.

—A lo mejor lo soy —admitió—. ¿Pero quién va a creerte?

Me tenía. Él sabía que la gente ya de por sí me veía como alguien que lo defendía no importa qué. Decir que Erik, en realidad, era un chico romántico, sonaría como uno de mis tantos delirios sobre él.

—Te odio.

—No, no lo haces.

Intenté empujarlo jugando y tuve éxito. Él aflojó el agarre de su mano sobre mis ojos y se sostuvo de la mesada. Aproveché su descuido y bajé con mis manos uno de sus dedos para espiar a través de ellos. Estaba riendo, con los ojos entrecerrados y pequeñas arrugas formadas a los costados.

El sonido de su risa era dulce y tonta, como la de un niño. Tanto, que con sólo una pizca quedé empalagada. Y yo siempre odié lo empalagoso, pero él era el único dulce del que nunca me cansaba.

—¡No dije que podías mirar!

Sin dejar de sonreír, me tapó con la otra mano. Yo no me resistí, sino que me aferré a sus manos e intenté respirar con normalidad mientras sentía el calor expandirse por todo mi rostro.

Así que esto se sentía estar enamorada.

-.-.-.-.-.

HOLA MI GENTE LATINO (E HISPANOHABLANTE)

¿Qué les pareció el cap?

¿QUÉ LES PARECIÓ ESE FINAL?

Levanten una mano los que también se enamoraron de Erik, como Thea.

¿Les gustó que fuera tan largo el cap, o preferirian que fuera mas corto (y asi pueda actualizar un poco mas seguido)?

Ok, este capítulo tiene demasiada tela para cortar.

En primer lugar, FÉLIX. Él prometió no contarle a Erik, pero no dijo nada de Drake djakjka Un aplauso para este duende ingenioso que pese a odiar a Erik, está dispuesto a unir a la pareja.

También ¿Thea diciendo que no tiene tiempo para el romance y que lo va a buscar cuando regrese a casa? No, baby, no.

¿Erik burlándose de Thea, Thea golpeándolo con su bolso y después burlándose de Drake? sjkjsa Siento que ya son besties los tres. Amo que Thea y Erik ya confien en el otro como para molestarse y reirse de sus provocaciones. Ahh, y Erik riendo enfrente de ella, qué bello hombre.

Ahora, lo más importante del cap: LAS LESBIANAS. ¡Macy y Galia se besaron debajo del arbol y la nieve!!! Amo que Erik les haya querido dar su privacidad para que ellas tuvieran su momento solas. Y amo que Drake con el paso de la noche terminó aceptando a Galia porque se dio cuenta de que la hacia feliz.

¿Qué más? ¡La venganza de Sophie! JKDSJK ella sabía qué hacer para hacer que Drake se arrepientiera de haber ido. ¿Qué dicen? ¿Escribo un extra desde el punto de vista de Sophie contando qué pasó cuando Drake llego?

BUENO, Y LO ÚLTIMO Y MÁS IMPORTANTE: THEA SE DIO CUENTA!!! Los dos ya se dieron cuenta. Ahora hay que hacer que se besen y se juren amor eterno jsndasmn 

¿Sucederá?

Lo averiguaremos xdxdxd

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Dicho esto, me despido.

bai bai


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