Capítulo 7. Llorando por los recuerdos.
Perspectiva de Brendon.
Me desperté temprano, era lunes y tenía que ir a la escuela, pero no tenía ganas de ir, había soñado con él así que desperté deprimido; hoy como otros días me quedaría en mi cama sentado pensando en él, pues quería recodar cuando todo era plena felicidad.
Recordé cuando nos conocimos, era el primer día de la segunda semana del primer semestre en la preparatoria, yo estaba sentado con mi laptop en una de las mesas de la cafetería, esperando por mi café mientras escribía un ensayo para la clase de lengua, y el estaba a una mesa al lado, sentado en medio de sus dos amigos, hablando con ellos mientras comían comida chatarra, de pronto empezaron a lanzarme cacahuates, algo inmaduro de su parte, decidí ignorarlos y seguir con mi ensayo pero sus risas no me dejaban concentrar, al llegar una linda mesera con mi café, me levanté con mi laptop y fui hasta la mesa de ellos.
-¡Oh no, aquí viene el popular!- dijo él y todos rieron
-Hola- dije tímidamente, algo raro en mi ya que yo nunca me ponía nervioso al hablar con alguien
-¿Qué quieres?- dijo en tono cortante mientras sus amigos me observaban atentamente
-¿Puedo sentarme con ustedes? para ser sincero me encuentro muy aburrido y solo, y me pareció que ustedes saben como divertirse- dije está vez en forma segura
-¿Te parecemos salidos de un circo como para...- trató de decir él pero fue interrumpido por su amigo
-Claro, toma asiento- dijo su amigo sonriendo
-¿Pero qué haces?- preguntó él algo molesto en tono bajo para que no pudiera escucharlo pero si pude
-Podríamos burlarnos de él- dijo su amigo refiriéndose a mi sonriendo tímidamente
-O podría hacerlos cambiar de parecer sobre mi- dije volteando una silla de la mesa donde anteriormente estaba sentado hacia la mesa de ellos -Mucho gusto, mi nombre es Brendon- le extendí la mano al joven que me había permitido sentarme junto a ellos
-Yo soy Spencer- dijo él con una sincera sonrisa, luego le extendí la mano a él pero se cruzó de brazos así que le extendí la mano a el joven a su lado
-Yo soy Brent- dijo el joven al que todo le parecía indiferente y sólo estaba con ellos para reírse de las cosas que decían, después volví a extenderle la mano a él
-Sólo siéntate- dijo en forma cortante y yo obedecí -Mi nombre es Ryan- dijo aún cruzado de brazos
-¿Puedo decirles algo?- pregunté
-Claro- respondió el tal Spencer, el cual me parecía agradable
-No me parecen del tipo de muchachos rudos que...- fui interrumpido
-No lo somos, sólo que tú pareces muy molestable- dijo Ryan lanzándome está vez una papita a la cara
-...No pueden verse intimidantes, en especial tú Ryan, tienes una carita muy adorable- dije acariciando su mejilla a lo que el respondió sorprendido y me dio un manotazo
Tomé un trago de mi café mientras observaba su reacción con mucha atención, sus amigos se reían de él mientras le echaban burla conmigo, él mantenía su cabeza agachada escondiendo el notorio rubor de sus mejillas y una leve sonrisa, contraria a la mía que era muy amplia y un poco pícara.
Esa noche pensé en él, desde que entré siempre llame un poco la atención, era extraño ser popular desde el primer día de clases, la gente me conocía y me trataba bien, como si fuera alguien muy interesante y divertido, en especial después de que gané un concurso de música que se hizo en la preparatoria el viernes de la primera semana de clases, gané por mi limpia interpretación de Chopin en él piano, pero a él no le parecía importante, él no me trataba como los demás y eso llamó mi atención.
A finales del primer parcial Spencer se había vuelto uno de mis mejores amigos, a Ryan yo le caía mal y prefería estar con Brent al cual yo le era indiferente pero no me importaba porque yo no era lo único que le parecía así, tenía un claro desinterés por la escuela.
Para finales del segundo parcial Ryan ya me trataba como su amigo y Brent se juntaba muy poco con nosotros.
Y para la mitad del tercer parcial en frente de casi todos en la escuela con un micrófono en mano decidí declararle mi amor a Ryan, no esperaba una respuesta afirmativa, las posibilidades de que me rechazará eran del 99% pero aún así se hizo mi novio; recuerdo su cara toda sonrojada, el pequeño y tímido "si" que pronunció y la forma en que grite en el micrófono: ¡Dijo que sí! ¡Dijo que sí! luego de eso me acerqué a él, él bajó su mirada avergonzado y yo lo tomé de la barbilla para besar sus dulces labios, haciéndome sentir increíble.
Recordé todas las veces que salimos, recordé su risa, las veces que cantábamos juntos mientras conducíamos por la carretera para ir a cualquier lugar con buena vista en los fines de semana.
También recordé la primera vez que él me hizo sentir lleno, esa vez que dejamos nuestros corazones jóvenes latir fuerte una hermosa noche con un cielo estrellado y lamentablemente eso me llevó a otro recuerdo, el día en que me dirigí a su casa para invitarlo a salir de picnic conmigo, eran vacaciones de invierno, era la tarde y el clima estaba templado, había pasado una hora entera exprimiendo naranjas para hacer jugo y haciendo pequeños sandwiches de crema de maní y mermelada cortados en forma de corazón, (podía ser todo un rarito romántico cuando se trataba de Ryan) después de eso me dirigí a su casa y subí por las escaleras
-Ah... Jon Walker... ah... hazme tuyo...- escuché del otro lado de la puerta, pero no podía creerlo quería pensar que había una explicación lógica para eso.
Abrí la puerta, era cierto lo que pensaba, el tal Jon Walker había convertido a mi Romeo en su Julieta, los encontré en pleno acto, ambos me voltearon a ver y siguieron con lo suyo, incluso Jon me hizo una seña para que cerrara la puerta, estaba destrozado, azoté la puerta y me fui de allí con lágrimas en los ojos, Ryan ni siquiera se molestó en seguirme, llegué a mi casa y lloré mientras me llenaba de sandwiches, a partir de ese día mi corazón había dejado de latir.
Dejé de recordar y empecé a llorar, decidí que era mejor ir a la escuela para distraerme, vi la hora, era tarde, había faltado ya a las tres primeras clases, me bañé, vestí y arreglé rápido, en vez de irme en mi coche quise irme en el autobús ya que no tenía ganas de manejar, aunque no se tardó mucho en llegar, ya no lograba entrar a la cuarta clase pues ya iba a la mitad, así que decidí ir a la sala de música y quedarme allí tocando en el piano algunas de las canción favoritas de Ryan y mías, las que soliamos cantar juntos.
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