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3

Qué fácil es para las personas buenas el querer.

Hoseok lo sabía. Lo supo desde que YoonGi se fue de su casa: lo quería.

Lo conoció en un día y ya lo quería.

-Hoseok, hijo, hoy tenemos una cena muy importante con los colaboradores de la compañía. Necesitamos que comiences a arreglarte apenas llegues a casa después de clases.-su madre se dio el tiempo de hablarle.

-Por supuesto.- respondió con pesadez.

Intentó sonar emocionado, en verdad lo intentó.

-Y más te vale que no te permitas mostrar ese ridículo problema tuyo.- su padre se apareció y habló con un tono disgustado.

-¡Kwan!- su madre agrandó los ojos mirando a su esposo.- Hoseok no tiene problema alguno.

Vaya, su madre estaba peor. Simplemente ella no quería creer que su único hijo no esté completamente sano.

Hoseok aún no sabía que tenía una fobia. Lo llamaba "un problema ridículo" como solía hacerlo su padre.

Todo lo que estaba ocurriendo lo estaba estresando en demasía.

-Padres, haré lo que quieran. Pero ahora necesito irme a la escuela.-se levantó de la mesa en la que estaban tomando desayuno.

-Está bien.

Esperó que le dijeran "que te vaya bien" como solían hacerlo hace cinco años. Llevaba esperándolo desde entonces. Pero nada, quizá ya era hora de dejar de ilusionarse con cosas que en el fondo sabe que no van a ocurrir.

Su limusina salió de la cochera y se dirigió hacia donde él estaba.

-Buenos días, Esteban.- saludó apenas se subió al vehículo.

-Buenos días, joven Jung.

El transcurso fue demasiado silencioso, como siempre, y, como siempre, Hoseok se dedicó a mirar hacia la ventana e imaginar la vida que desearía tener: su vida de hace cinco años.

Al llegar a la escuela, notó que Suga apenas iba ingresando al lugar.

-¡YoonGi!- sonrió mientras se acercaba.

-Oh, Hobie, ¿cómo estás?

Seamos sinceros, casi nadie dice la verdad a esa pregunta.

-Muy bien.- mintió.

-Eso es bueno.

El salón que estaba más cerca era el de Hoseok, así que Suga lo acompañó hacia allí.

-Que te vaya bien.- le sonrió.

J-hope se quedó en transe por unos segundos.

Al fin le habían dedicado esa frase después de cinco años, y un chico que apenas conoció el día anterior.

-Gracias. Igualmente- el menor le respondió con el mismo gesto.

Y, por una extraña razón, todo le estaba saliendo completamente bien.

Llegó la hora de salida y se reencontraron en el patio central de su escuela.

-¿Qué tal te fue ayer? ¿tus padres ya estaban en tu casa?- le cuestionó Hoseok al mayor.

-Bien. Llegué justo a tiempo, la verdad.-rio.

-Eso un alivio. Imagínate que te hayan visto llegar a esa hora.

-Les hubiera dicho la verdad. Vamos, ya tengo diecisiete años y no tengo porqué negar al lindo de Jung Hoseok.

El menor bajó la mirada.

¿Hace cuánto no le hacían un cumplido?

-Hey, ¿estás bien?- le preguntó.

-Por supuesto que estoy bien. Estoy más que bien.-levantó su rostro sonriendo.-solo... me acordé de algo del pasado. No te preocupes.

No puedes ir a mi casa, ¿sabes? no quiero que sepan que tengo a un amigo que detesta a las multitudes. Sí, me avergüenzas. Eres muy raro, no lo puedes negar.

Hoseok cerró sus ojos con fuerza al hundirse en el triste recuerdo. Pero se levantó de su asiento al instante para hablar.

-Vamos a comprar comida. Yo invito.- ofreció al mayor.

-Gracias. Justo tenía hambre.

Llegaron a la cafetería de la escuela y pidieron dos porciones de pastel con un milkshake de fresa para Hoseok y de chocolate para YoonGi.

¿Problema? El lugar tenía a demasiada gente a la vista de Hoseok.

El menor se limitó a maldecir por lo bajo.

-Esto es una completa delicia.- al parecer su amigo le estaba hablando.- hey, Hobie, ¿qué sucede? ¿estás bien?

-Por supuesto.- respondió con voz temblorosa.

Muchas personas. Muchas miradas. Muchas voces. Muchas respiraciones. Muchos movimientos. Mucho ruido.

Sus ojos se cristalizaron. Hoseok quería salir corriendo de allí y echarse a llorar por ser tan ridículamente enfermo.

-No, no estás bien. Hoseok, necesitas salir a tomar aire. ¿Qué te sucede? Me estás asustando, por Dios.- el mayor hablaba rápidamente al ver el estado en el que estaba

Y es que quizá J-hope no se daba cuenta de lo que le estaba pasando. Su rostro estaba lleno de una capa de sudor, su cuerpo no dejaba de temblar y el color de su piel se hizo realmente pálida.

-Acompáñame.- el mayor se levantó de su asiento y le habló.- ¿puedes caminar?

La mirada que le dedicó Hoseok pareció decirlo todo: no se sentía capaz de siquiera moverse. Se encontraba realmente aterrado.

YoonGi dio un suspiro y lo cargó al estilo princesa, para luego salir con el menor en brazos. Lo sentó cuidadosamente en una de las bancas del patio para luego ubicarse a su lado.

-¿Te traigo algo? ¿te sientes mejor?

Hoseok comenzaba a sentirse más tranquilo y poco después volvía a la normalidad.

-Es... un problema que tengo hace unos años. Ignóralo.

-Hobie, lo que acabas de tener fue un ataque de ansiedad. ¿Cómo quieres que lo ignore?

-Es un problema ridículo. Créeme que no quieres saber más.

Suga solo atinó a suspirar con preocupación.

-Está bien. Pero sabes que cuentas conmigo para todo, ¿sí?

El menor asintió, aún sin asimilar lo que había sucedido.

YoonGi pareció unir algunos pensamientos y quizo intentar algo.

-Traeré las cosas que dejamos en la cafetería. Comeremos aquí, ¿eso está bien?

Hoseok volvió a asentir.

Y así lo hicieron: terminaron de comer en las bancas del patio de la escuela y luego tuvieron que separarse para regresar a sus respectivos salones.

-Que te vaya bien, Hobie.- Yoongi agitó su mano mientras caminaba hacia atrás mirando hacia adelante.

-Igual, Suga...- J-hope imitó la acción para luego dar la vuelta y dirigirse a su salón.

Voteó la cabeza para verlo una vez más y se dio cuenta de que el mayor caminaba tecleando algo en su celular, pero no le tomó mucha atención. Y es que si de algo no se dio cuenta, fue que YoonGi escribía "Fobia a las multitudes" en el buscador de su celular.

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