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Capítulo 2

En esos momentos pensar con claridad no estaba dentro de mis planes, nunca antes me había logrado fijar en el cuerpo de un hombre, al menos no así tan definida y detalladamente, pero una parte de mí quiso hacer ojos ciegos ante tal perfección.

Recuperé la compostura, sintiéndome un poco más aliviado después de presenciar aquella escena. Sin embargo, me sentí mal por no haber tocado la puerta y entrar de sopetón ¿pero que esperaban? Tenía muchas cosas en mano y en mi cabeza como para pensar primero en tocar.

—De verdad, no era mi intención interrumpir… ni ver—Mencioné, adentrándome lentamente en la habitación, podía sentir como mis mejillas se tornaba de un sutil rojo carmesí, observé atentamente como Mateo se colocaba su camisa, la cual tenía el logo de alguna banda de música (probablemente rock) y para ser sinceros, no reconocí cual era.  Mateo comenzó a soltar una risa algo suave y hasta cierto punto cautivadora.

¿Aló? ¿Si, hablo con la fábrica de guapos? Pues, se les escapó uno.

Nunca había considerado tener una orientación sexual definida, honestamente, siempre pensé que la belleza es algo de vista, no importa que orientación tengas, cuando alguien tiene una belleza extraordinaria, no lo puedes negar. Seas quien seas.

Por eso, llegar a considerar que Mateo era guapo, no era un problema para mí.

Pero sigamos en lo que estábamos.

—Tranquilo, cosas así pasan cuando compartes habitación. ¿Eres nuevo aquí?

Preguntó, soltando una voz más ronca que antes, asentí a lo que me había dicho y por un momento, me quedé en blanco.

¿Y si se burlaba porque era el nuevo?

¿y si me hacía una iniciación como en esos libros que leí? No me quería unir a una manada y matar gente, no, no, no.

¿o qué tal si era un luchador experto y estaba aquí por tener la necesidad de querer golpear a todo lo que se mueva?

Esas y más preguntas pasaron por mi cabeza. Sí, cuando estoy nervioso me vuelvo alguien paranoico.

Ya basta Adrián, respira hondo y responde ¿Qué es lo peor que puede pasar?

—Sí, acabo de llegar, soy Adrián Solís— Mencioné con rapidez, él me observó de arriba a abajo, sin ser para nada disimulado.

En ese momento lo único que podía pasar por mi mente, era el hecho de saber si estaba perfectamente arreglado y espero que sí, porque si no, diosito me va a tener que llevar a su reino con el próximo lote.

Pensé muchas cosas, desde las mejores hasta las peores, pero Mateo simplemente me extendió la mano de una manera muy amable, tanta que quería derretir mi alma en ese momento.

—Pues bienvenido, Adrián. Aquí nada es lo que parece, y eso lo aprenderás pronto—  le correspondí, tomando su mano con algo de temor, su mano era grande, pero a pesar de eso, era muy suave, algo me decía que él olía perfectamente a vainilla con alguno que otro cítrico mezclado, pensar eso, me hizo sentir un aire fresco y tranquilizador.

—Gracias, supongo que sí— Respondí algo apenado, me dediqué a detallar la habitación y era exactamente lo que pensaba, pero lo que si me sorprendió fue ver cuadros que parecían ser de algún tipo de religión, pero, era algo extraño, por más que buscaba, no recordaba haber visto algo así antes.

No le di muchas vueltas, observé todo el entorno y en efecto, era un lugar cómodo y acogedor. Me imagino que en el edificio de recuperación no se facilitan estas mismas comodidades, lo que hizo que se me erizara un poco la piel.

—¿Y el otro chico?

Pregunté con más pena que antes, quería sacar algún tema de conversación, al ver la expresión de Mateo, comprendí que tal vez la había vuelto a cagar.

¿Era más fácil preguntar "oye, de que banda es la camisa que llevas puesta?"

Pero no, Adrián y su bocota…

Mateo se encogió de hombros.

—Ah, él… solo estaba de paso. Pero entre tu y yo, creo que preferiré tenerte como compañero de cuarto.

No sabía que responder ante aquello ¿Qué se hace cuando un chico extremadamente guapo y que parece tener aires de superioridad, pero es la cosita más amable y tierna de este mundo y te dice algo así?

—Eso espero— y aquí estaba nuevamente mi sonrisa nerviosa. Por favor, que alguien me de un golpe, gracias.

Mateo me observó con atención.

—Oye, estas muy nervioso— Pude notar la preocupación en sus palabras y en su expresión. De la nada mostró una sonrisa tranquilizadora – No te preocupes por lo de antes, si es por eso que estas así. Aquí todos tenemos historias que contar, algunas más visibles que otras.

Por segunda vez en mucho tiempo, sentía que tenía una conversación más fluida con alguien, la primera lógicamente fue con Noe, pero no tenía mucho que decir sobre lo que hablamos. 

Bajé la cabeza y observé mis maletas, había algo que no me hacía confiar del lugar en donde estaba, sentía eso que llaman mala vibra, pero ya no sabía decir si era porque de verdad lo sentía así o era simplemente parte de mi paranoia.

—Supongo que cada quien con sus maletas ¿no?— Intenté bromear, pero, ¿Qué mierda fue lo que dije que ni yo mismo entendí?

—Exacto, y no solo hablo de las maletas— A Mateo pareció darle gracia mi comentario o pena, no sé. Señala las maletas luego de soltar aquella risa —¿Necesitas ayuda con eso?

Lo dudé por un momento, si eran varias y eran algo pesadas, más que nada porque me había traído casi toda la biblioteca de mi habitación. —Me vendría bien, gracias.

¿desde cuando me volví tan educado?

Él me ayudó a desempacar mientras yo acomodaba mi ropa en el estante que me correspondía, por un momento el silencio entre ambos se volvió algo tedioso.

-—Así que ¿Este lugar es algo intenso o no?— Se me ocurrió preguntar para intentar romper el hielo que se había formado tan de repente.

Mentiría si dijera que no estaba algo angustiado por este nuevo inicio o este nuevo estilo de vida, los psiquiátricos siempre han mostrado tener una mala reputación en cuanto al trato con los pacientes, aparte de que es un lugar en el cual encuentras de todo y a todos, y, mezclar eso con una academia tipo internado, no lo hacía sonar mejor.

—Digamos que Hamblert tiene sus momentos. Pero te acostumbrarás, además, no todos los días se recibe un nuevo compañero de cuarto—- Explicó mientras colocaba los libros en el estante.

Mateo, él sí me transmite buena vibra.

Me sentí más tranquilo tras su alegría de ya no sentirse tan solo, o al menos así lo veo yo.

—Bueno, espero no ser una molestia.

Mateo dejó los libros a un lado y de dedicó a mirarme con una sonrisa llena de amabilidad, podía sentir la pesadez de sus ojos verdes, detallé sus pestañas viendo como se movían con lentitud cada vez que parpadea, era algo sin duda alguna hipnotizante.

—Al contrario, creo que vas a traer algo nuevo a este lugar y algo me dice que vamos a resolver muchos misterios juntos.

Sonreí por sus palabras, pero quedé algo confundido al mismo tiempo, por lo que me dediqué a preguntar.

—¿Misterios?

Él me guiñó un ojo y mi única reacción fue sonrojarme, maldita sea.

—Aquí cada rincón es un libro abierto y tal vez algún día tu y yo lleguemos a descubrir más de uno.

Asentí lentamente y una sonrisa boba se escapó de mis labios. Mateo siguió arreglando los libros en el estante, mientras yo me quedé viendo la ropa doblada en la cama.

Sentí que a pesar de todas mis emociones negativas y los desafíos que he tenido que enfrentar a lo largo de mi vida, tal vez solo tal vez haya encontrado un aliado en este lugar lleno de enigmas. 

....

Holaa!
Es un placer enorme volver a publicar un nuevo capítulo de esta obra.

Dentro de un rato estaré publicando el tercer capítulo, la lista de reproducción de canciones y la ficha de personajes.

Espero que cada uno de los personajes sean de su agrado.

Aunque algunos son 🚩🚩🚩
Pero se van acomodando en el camino (eso espero)

Pd: quiero un Mateo en mi vida

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