—Hola, qué bonita eres ¿Cómo te llamas?
—Sakâri, Jeon Sakâri.
«Oh, con que... Jeon…»
—¿Quieres jugar conmigo, Sakâri?
La niña observó al extraño hombre y dudó en responder. No conocía a ese lobo, nunca lo había visto en el pueblo y sus padres la habían educado para que ella se alejara de gente extraña. Así que, simplemente guardó silencio esperando que se fuera y la dejara seguir jugando con la nieve.
—Dime, Sakâri ¿Te gustan las muñecas?
Había tocado un tema que sabía de antemano que a la cachorra le atraería.
Sí, hizo ella, moviendo su cabeza, la nena comenzaba a ceder frente al hombre de piel canela.
—Si vienes conmigo te regalaré una. ¿Qué otras cosas te gustan, bonita?
—Me gusta el caramelo que hace mi papá Jimin.
Al tipo se le hizo agua la boca al escuchar el nombre de Jimin seguido de la palabra caramelo. “Jimin y caramelo” en la misma frase hizo que le estallaran las hormonas en el estómago y cuando se acercó a la cachorra con una mirada de peligrosa lascivia, Jungkook llegó por ella. Como por arte de magia, Uxmal se hizo humo.
Los TanGban habían ultimado detalles para proporcionar seguridad a los visitantes, lo que no previeron, es que estando las puertas de su aldea abiertas a toda la comunidad lycan e híbrida, el peligro podía filtrarse con total facilidad. Y claro, se filtró.
—¿Con quién hablabas, Sakâri?
—No sé quién era, pá, no lo conozco.
—No hables con extraños, hija, ya hemos hablado de eso.
—Él me habló, papá, no yo.
El tema no sé extendió mucho más y Jungkook cargó en brazos a su niña hasta la botica de Jimin donde el omega se encontraba creando píldoras para Almendra, ya que se avecinaba su celo y era imperioso que la Omega no oliera fuerte habiendo tantos lobos de otras manadas dando vueltas. Más aún teniendo en cuenta que ella era una Omega sin marca de un Alfa. Ese miedo perseguía a Trigal día a día, el temor de que ella fuera reclamada por un Alfa era un maldito pensamiento que le saqueaba las entrañas.
Jimin no solo se encargaría de los supresores, también había mandado a hacer con el curtidor de la aldea, un collar antimordidas de cuero y hebillas, con el que intentaría mantener colmillos intrusos lejos del cuello de la loba albina.
El Enigma a su lado, quién ya había regresado a sus colores rojos, observaba cada paso que su padre hacía con una curiosidad insaciable. Jimin lo sentaba en una sillita que Jungkook había tallado con esmero a partir de robusta madera de cedro, la madera de su olor, y Bruma había cocido el asiento con una suave seda que la abuela Qaammat había traído de regalo para sus nietos. En conjunto, la sillita no solo era un objeto funcional, sino también una obra de arte que combinaba la destreza artesanal con la calidez de los materiales empleados.
Mientras Jimin con dos dedos formaba las pequeñas perlas supresoras, Jungkook llegó con Sakâri.
—¡Hola mis amores! —expresó el Alfa con un grito.
Jeongguk pataleó en la sillita y Jungkook corrió a levantarlo y comerlo a besos.
—¡Jungkook, no malcríes al niño! Se quejó Jimin— ahora cuando te vayas no querrá volver a la silla.
—¡Pues entonces no me iré y los malcriaré todo el día! —besaba el cuello del bebé que olía a cielos, provocandole carcajadas.
Jimin sin dejar de hacer lo que hacía, sonrió.
Jungkook se acercó a su omega y con su brazo libre, rodeó su cintura y lo acercó a él.
Hizo lo mismo que había hecho con el bebé, besó el cuello de su hombre pero con intenciones lujuriosas. Hundió su nariz en el cuello de Jimin y rasgó con sus dientes a la glándula omega que parecía haber entrado en éxtasis al tener al Alfa tan cerca de ella. Jimin sintió que se le subía la sangre a lugares donde no debería y gimió bajito. Ellos interactuando así con sus hijos alrededor no parecía una buena idea.
—Jungkook, no hagas eso.
—¿Qué no haga qué? —Sonó sarcástico sin dejar de lamer el cuello del rojo.
Jimin se acercó a su oído y le secreteó…
—¿Quieres que me muera? No puedo hacer todo lo que estás provocando en mí ahora, Koo, están los niños y has hecho que me moje.
Grrr gruñó el alfa.
—¿Estás mojado, mi nene?
—¡Jungkook! —Impuso distancia y se retiró moviendo sus caderas tentando lo que sabía no podía tener, al menos no en ese momento.
Jungkook lo observó de arriba a abajo y lo desnudó con la mirada, deseaba correr a su lado y someterlo a sus instintos animales. Pero él Enigma hizo no, con su dedito y puso fin a la situación fogosa.
Jimin sorprendido y divertido, soltó una carcajada cantarina que resonó por todo el lugar. Su risa, siempre, era como la dosis de alegría necesaria para Jungkook que amaba ver cuando sus ojos desaparecían en unas tiernas media lunitas.
El omega retomó lo que hacía antes del fallido ataque erótico del Alfa.
—Ven mi princesa —Le habló a Sakari— ¿quieres formar perlitas con papi?
La niña aplaudió y él la sentó en la mesa y le entregó pedacitos de pasta para que ella jugara.
—Hoy conocí un lobo extraño —soltó ella de la nada.
A Jimin no le llamó la atención, en la aldea pululaba gente desconocida.
—Quiso regalarme una muñeca.
A Jimin, la masa se le resbaló de las manos y a Jungkook casi se le resbala el bebé.
—¿Cómo qué quiso regalarte una muñeca?
—Me preguntó si me gustaban las muñecas y que si iba con él me regalaría una.
Eso sí que era raro, ningún adulto que no guarde malas intenciones anda por allí ofreciendo juguetes a las niñas
Jimin miró a Jungkook con preocupación. Jungkook interrogó a la niña hasta el agobio.
Necesitaba información, él mismo se encargaría de encontrar a ese lobo. Si un pervertido se había filtrado, él y sus lobos vigías lo encontrarían. No podía perder ni un solo segundo, los lobitos estaban en peligro, eso pensaba él, porque no tenía ninguna forma de saber que ningún otro niño o niña estaba en peligro, solamente los suyos.
Salió disparado para reunir fuerzas. Jimin por instinto, cerró con llaves la puerta de la botica y llevó a sus hijitos al lado del fuego. No quería asustarlos pero eso era algo que obviamente para el Enigma no pasaría desapercibido. Ellos hicieron conexión y al revés de lo que ocurriría normalmente en estos casos, en el que el omega intentaría tranquilizar a sus niños con feromonas de calma, el bebe fue quién emitió su perfume de fruta y leche para serenar a su papá. Y se quedaron dormidos los tres, despertaron cuando Jungkook regresó un par de horas después.
—Tenemos todo bajo control, Jimin, mis mejores hombres están advertidos.
—¡A Diosa Luna, gracias! —exclamó Jimin— Debo llevar los supresores y el collar a Almendra, tú lleva a Sakari y a Jeongguk a casa.
Salieron, cada cual tomó un rumbo distinto, Jungkook hacia su hogar y Jimin hacia el de Trigal. Todo el camino, el rojo tuvo la sensación de que alguien lo seguía, se detuvo más de una vez para mirar sobre su hombro pero nunca vio nada raro. En un momento sintió que alguien corría hacia él y su corazón latió fuerte, pero se tranquilizó al escuchar la risa sonora de Sakâri cuando Jungkook lo alcanzó.
—Iremos contigo, amor.
Los planes de quién se encontraba a oscuras tras las sombras se vieron frustrados y su mano sangró cuando las uñas se le hundieron en carne propia al cerrar su puño con violencia.
Las puertas de la aldea seguirían abiertas por unos días más, él debía actuar rápido.
Sobre el título del capítulo 4:
Luna de la Hierba
En diversas culturas llaman a la luna llena de abril, Luna de la Hierba que brota, luna del huevo y luna del pescado.
Los nativos americanos de Norteamérica la llaman luna rosa por una especie de flor silvestre que florece pronto.
Miren el collar antimordidas que Jimin hizo hacer para Almendra...
¡¡Hola!! Se viene el drama. 💔💔💔
Un poquito no más...
Si ya leyeron el capítulo 3, regresen y vean la ilustración del Enigma azabache, que acabo se subir...
Espero que les esté gustando la historia.
I purple U muchoooo 💜
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¿Ya vieron los capítulos de Are you sure?
Estoy en las nubes. ¡Qué hermosos!
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