FOREVER
1
Seijuuro abre los ojos y lo primero que escucha es un latido. Se siente cálido, un sonido rítmico muy familiar, que lo remonta a días frescos, arena bajo las plantas de sus pies, viento de las praderas, olor del verano y el sol calentando sus pieles bajo las montañas.
Todas esas sensaciones son recuerdos que le ayudaron a superar los días oscuros, los días de guerra, de sangre, dolor y soledad sin Kouki. Días en los que Seijuuro no fue mas que un dios tirano, un demonio que arrasaba sociedades. Con Seijuuro siendo un nómada, siempre buscando porque ¿A dónde podía ir si su amor no había sido suficiente? Porque su poder no había salvado a quien amaba.
Le mataba en cada respiración el recuerdo de su debilidad, el recuerdo de días cálidos y sonrisas de amor. La sangre en sus manos cubrió el dolor pero; al final, Kouki siempre estaba al final.
—¿En que estas pensando Sei?—
Pero Seijuuro no quiere abrir los ojos, no cuando sabe que el alcance de lo que ha hecho y no ha hecho pueden transformar sus pensamientos en visiones que le harán hacer mas mal que bien. Entonces siente las lagrimas en su espalda, dándose cuenda de que no supo en que momento se sento en la cama.
—Aun sigo aquí Sei, no me he ido a ningún lado—
Seijuuro usa toda su fuerza para darse la vuelta en la cama, lanzándose contra el castaño, apretándolo contras su cuerpo, besándolo con ambos anegados en lágrimas, sonriendo, riendo, llorando. Hasta que exhaustos se quedan de lado, viéndose fijamente aun con las mejillas sonrojadas y rastros de lágrimas en las mejillas.
—Si... sigues aquí— dice por fin —Yo te doy todo de mi...—
—Y yo te daré todo de mi— recibe como respuesta de su amado Kouki.
2
—¿Te sientes mejor? — le dice Yukio a Ryota cuando entra a la habitación que comparten en su departamento
—No... aun quiero su cabeza sobre una bandeja en mis manos—
Yukio deja la taza humeante de te a un lado del rubio, sabiendo que este se enfriara sin ser tocado. Lo abraza, lo atrae a sus brazos mientras tuerce los ojos porque odia la estatura inconveniente de su pareja, ya que no puede tenerle como quisiera.
Ve el álbum de fotos extendido en el vidrio, sonriendo por las imágenes que ahí se le presentan.
—Llevamos muchos años cuidándolo, incluso desde antes de que lo supiera— le recuerda el pelinegro
—Lo se Yukio-cchi, lo sé pero...—
—Kouki ha encontrado su camino en esta vida... mas bien; su destino lo a encontrado por fin ¿No crees que merece ese amor que se le fue negado antes? —
Yukio suelta al rubio, agachándose entre sus piernas para tomar las manos de este, delinea su piel en círculos, haciendo que por fin le vea a los ojos, encontrándose con un aluvión de lagrimas que no paran.
Yukio sabe lo que siente Ryota porque siente exactamente lo mismo, son como un par de padres dejando ir a su único hijo. Kouki; el Kouki del pasado, les había dado cabida a un par de rechazados, Yukio, era un conejo rechazado por su grupo al haber nacido enano a pesar de ser un macho, Ryota; habiendo sido un imponente huargo albino, fue rechazado debido a su negativa a comer carne de conejo irónicamente. Ambos cuidados por un bondadoso Kouki, ambos siendo respetados, tratados de igual a igual por una ninfa ciega de bajo poder.
Le agradecieron con compañía, con amor mutuo, con valor al intentar salvar su vida. Cuando fueron recompensados con renacimiento, lo único que imploraron fue nacer fuertes, para en una nueva vida ser quienes protegiesen a Kouki.
Entonces cuando se reencontraron, después de amarse lo que sus vidas pasadas no les permitieron, se dieron a la tarea de dar con Kouki, de vigilar y cuidar cada paso, de cimentar sus fuerzas, para evitar que cualquier mal le dañara incluido a el mismo.
Yukio ve las fotos, muchas tomadas desde lejos por el rubio, algunas mal enfocadas, con manchas rojas por sus dedos, ve esas que están demasiado cerca, cuando creían que iban a ser descubiertos.
—Kouki ya creció...— le dice a su rubio —Y esta vez su amor, su amor... floreció como debía de ser la primera vez, ¿Podrás dejarlo ir?—
Para ese momento Ryota ve a Yukio a los ojos, dándose cuenta de las lagrimas que caen por sus mejillas, de su ceño fruncido por el dolor. Sabe que también sufre, no porque fuera a perder la comunicación con el castaño de la noche a la mañana, sino porque sabe que ya no lo protegerá como antes, ya no acudirá a sus llamados cuando tiene miedo por las tormentas, cuando las pesadillas le causen fiebre, cuando llore porque no sabe el porque sus padres no lo aman, o el porque de sentir que no encajaba en el mundo.
Ryota está seguro que al igual que él, Yukio seguirá siendo un pilar de amor y protección para Kouki, que si este llamaba por las noches solo para escucharlos ellos contestaran, que si necesita consuelo o tristeza acudirá a ellos, que Kouki no va a dejarlos de lado, que siempre estarán a su lado con los brazos abiertos.
Que Kouki estará para ellos y ellos para Kouki.
—¡Lo dejare estar con ese entre semana! ¡Los fines son nuestros! — dice
Yukio sonríe, sabiendo que hay un largo camino y aunque parezca que dejan ir al castaño, este siempre estará en sus almas y corazones. Como aquella primera vez que los recibiera con los brazos abiertos.
3
Kouki siempre pensó que las nubes se sentían como algodón sobre sus pies, pero se decepciona cuando al caminar entre ellas no sean más que niebla tibia ambarina, una que cambia de color con la luz del sol o la oscuridad.
Mientras camina no puede evitar desviar la mirada ante el alboroto que está organizando su amigo rubio, por la avergonzada mirada de Yukio; un claro "trágame tierra" toda regla.
Ryota está llorando a moco tendido, siendo sostenido a penas de la cintura por el pelinegro. Recuerda cuando se reencontraron, el llanto, los abrazos, las palabras sobre sus miedos a perderlo. Y Kouki lloro también, porque sintió sus sentimientos, porque les juro nunca dejarlos.
Y luego vino también las risas, por la forma en la que se veían los dos al acosar a Seijuuro, por la forma en la que intentaban verse amenazantes siendo un lio de lágrimas, sonrojos y voces roncas.
Kouki los veía como antaño; aunque en ese tiempo en realidad no podía verlos, pero imaginaba a un pequeño conejo de pelaje grisáceo, dando patadas con fuerza en la tierra lleno de ira, saltando alrededor de Seijuuro o a Ryota, levantando la pata en un intento de orinar al pelirrojo, o cuando sabia enterraba sus botas.
Ya no son esos tiempos pero son tan parecidos. Y eso hace derretir su corazón.
Entonces de nuevo, esta vez ve al frente, mientras sus pies se mueven de un lado a otro, un paso a la vez.
Ve caras conocidas y desconocidas, ve cosas que jamás pensó que vería. El de cabellos verde que sabe fue quien salvo su vida, el dios asesinado que revivió solo para arreglar su destino, el pícaro demonio que revolotea junto a un dios que resulta ser el amor de su vida.
Lo saludan y sonríen, en una paz que sabe con certeza no será opacada con nada.
Demonios, ángeles, dioses de alto rango, seres de sangres mixtas, un dios caído con fuerza del cielo, pero levantado como una potestad del infierno.
Su dios, su demonio, su ángel, su todo. Seijuuro.
One step closer
Un paso mas...
Kouki le sonríe y aguanta las lágrimas, no quiere arruinar el gran trabajo de Reo ocultando sus ojeras y las marcas que ha dejado Seijuuro su piel.
I have died everyday waiting for you
He muerto todos los días esperando por ti
Darling don't be afraid
Cariño, no tengas miedo
Yo te he amado
For a thousand years
Durante mil años
I'll love you for a thousand more
Y te amare por mil años mas
Sus manos sudan, pero no duda en extenderlas cuando Seijuuro se lo pide, no duda en dejar ir el miedo cuando sus frentes se unen, viendo el brillo de esos ojos que emulan el sol y el fuego. Sabiendo que ambos han esperado por tanto tiempo.
Todo el dolor, todo ha desaparecido para ambos. Solo ven la belleza del uno y del otro. No ponen atención a lo que Reo dice, no ven mas que sus rostros, no escuchan mas que sus corazones latiendo unidos como debió ser siempre.
El rito milenario que unía dioses se ha adaptado a una nueva era, una era en la que reinara quien antes fue un ser feerico débil de luz apagada; gobernara quien antes fue un dios en todo su esplendor que cayo al infierno por amor.
Alas negras imponente brotan desde la espalda de Seijuuro, alas blancas inmaculadas desde la de Kouki.
Un puñado de plumas son arrancadas de cada una, mismas que son entregadas unas a Ryota y Yukio, otras a Midorima y Kuroko. Estas son unidas a las contrarias, quedando su unión grabada en las alas contrarias.
Sus frentes siguen unidas, sus manos también. El dolor no fue mas que un soplo de promesas eternas, extendiéndolas en su largo y ancho, revoloteándolas ante los presentes, haciéndoles ver la unión en sus colores intercambiados.
—El tiempo me devolvió as ti Sei— le dice Kouki
—No ...— le responde Seijuuro —Te arrebate al destino, porque nunca dude que de nuevo te encontraría—
Los vítores rompen su burbuja, viendo como la luz del sol ya no esta en el horizonte, remplazada por la luz de una aurora boreal de tonos lilas, rojos y azulados.
Cruzan el cielo cuando levantan el vuelo, tomados de las manos, llenos de una esperanza de amor que llegara en sus futuros, con dificultades y quizá un poco de dolor, pero nada que no puedan resolver ellos mismos, porque ahora y para siempre, estarán lado a lado.
I have loved you
Yo te he amado
For a thousand years
Durante mil años
I'll love you for a thousand more
Y te amare por mil años mas
FIN
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