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Capítulo 28: La cueva

A Brayden se le hizo un poco difícil escoger con quien se quedaría, así que terminaron lanzando una moneda y esta dijo que debía quedarse con Alma.

Pasaron el resto del funeral en la que pronto dejaría de ser la habitación de Brayden, hablando de cualquier tontería que se les ocurriera y riendo a carcajadas a pesar de que abajo había un muerto. Las tías a las que apodaron <<las criticonas>> se la pasaron haciendo justo eso, a pesar de saber que la relación de su sobrino con su abuelo era más una cárcel llena de maltratos que un apoyo familiar, y se dijeron entre todos que hacían lo correcto al echarlo de la casa por ser un malagradecido.

Thaddeus se la pasaba mirando de reojo a su alma gemela, y fue algo totalmente inesperado para todos verlo reír tan animado, estaba empezando a tirar su máscara de chico malo al fin.

Jane seguía sin hablarle a Zander, y al contrario de los demás que estaban tan tranquilos juntos, ella solo sentía la necesidad de salir corriendo de ahí porque no podía con la intensidad de su mirada encima, ¿qué esperaba? No es como si ella hubiera metido la pata, él la había abandonado y lo menos que podía hacer para recuperar su confianza era pedirle una disculpa, no mirarla hasta que pensara que su mejor opción era saltar por la ventana.

—¿Podemos hablar de algo serio?—. Preguntó Kit.

—¿Tú con seriedad?—. A Dax se le salió una risita burlona.

Kit comprendía perfectamente el comentario, y hasta se habría reído de no ser porque realmente estaba inquieto.

—Sí hermano mayor, esto me interesa—. Dejaron de lado las bromas y lo escucharon—. Es que el hecho de que ustedes tengan que buscar a los engendros pasados me pone nervioso, no sabemos nada sobre ellos y me preocupa que puedan correr peligro.

—¿No son inofensivos? Ustedes son buenos—. A Mirtha la invadió un mal presentimiento.

—Los engendros son parecidos a los humanos en lo que respecta a personalidad, como podrán ver—. Explicó Dax, señalándose con los demás para hacer incapie en lo diferentes que eran ellos entre sí—. Cada uno es diferente y así como hay engendros buenos también hay malos.

—Pero no pueden hacernos daño, ¿verdad?

—Ellos ya no están sujetos a las leyes de los engendros—. Las palabras abandonaron la boca de Jane con tanta seguridad que hizo parecer que había pasado su vida entera metida en ese mundo—. Podrían hacerlo si quisieran.

—Pero no podemos dar marcha atrás ahora—. Alma negó con la cabeza—. Si no hacemos esto la selección seguirá su curso y los que no queden como ángel de la muerte serán desterrados, nunca podremos volver a verlos.

El ambiente que antes había sido tan ameno se puso tenso, y la preocupación que Kit sentía se extendió a todos los engendros.

—Vamos a seguir con el plan como está—. Dijo Jane con firmeza—. No podemos permitir que todo siga siendo tan injusto, esto debe cambiar y vamos a lograrlo sin importar el riesgo que debamos tomar.

—Por favor piénsenlo un poco—. Suplicó Kit—. Si algo sucede no podremos ayudarlas, papá se enteraría de que tenemos una alianza y nos mataría a todos.

—Entonces vamos a tener que rescatarnos solos—. Jane se encogió de hombros—. Hemos sobrevivido bastante bien hasta ahora sin ustedes, y las calles siempre han sido peligrosas.

—Jane, este es un peligro diferente...

—¿Quién te crees para decirme eso? Me dejaste abandonada cuando sabías que las sombras demonio me acechaban, no te atrevas a sentirte mi salvador—. Se puso de pie—. No porque seamos humanos somos débiles, no nos subestimen.

Zander se encogió en su sitio. Sabía que todo lo que le había dicho era verdad, pero eso no quitaba que se sintiera preocupado y tenía que intentarlo, aunque después de eso no iba a decir nada más, ya le habían dejado claro que no tenía el derecho a opinar.

Mirtha, Alma y Brayden también se pusieron de pie.

—Es verdad, podemos hacer esto sin necesidad de las niñeras—. Alma se quejó.

Dax rodó los ojos, pero no estaba molesto por su fortaleza.

—Iremos juntos a cada búsqueda, somos cuatro humanos contra un engendro—. Brayden se cruzó de brazos.

—Y podemos conseguir gas pimienta y navajas de bolsillo—. Agregó Mirtha—. Conozco a alguien.

—Bien, entonces seguimos con el plan—. Asintieron—. ¿Dónde puede esconderse un engendro desterrado?

En la mañana el grupo de almas gemelas se reunió en la esquina con el conocido de Mirtha que les entregó lo solicitado, lo guardaron en sus mochilas y emprendieron camino sin rumbo.

Seguían sin tener la menor idea de donde podían comenzar a buscar a los engendros, y la cosa se ponía más difícil cuando se tomaba en cuenta que no debían estar juntos porque al ser desterrados no tenían permitido convivir entre ellos. Sin embargo, no iban a rendirse tan fácil, y sin importar cuantas veces tuvieran que salir a caminar sin un destino especificado, no se detendrían hasta encontrar a cada uno de ellos y convencerlos de unirse a ellos para derrocar a su hermano.

—¿Creen que esto funcione?—. Preguntó Alma, después de pasar medio día buscando sin éxito.

—Apenas es el primer día, realmente no esperaba tener una respuesta tan pronto—. Brayden le restó importancia.

—No me refiero a eso—. Aclaró—. Es que lo he estado pensando, y el hecho de que los encontremos no garantiza que vayan a ponerse de nuestro lado, ¿y si le avisan que planeamos hacer algo en su contra?

—No pueden avisarle, tienen prohibido cualquier tipo de contacto y Ángel es quien más cumple esas reglas, si dicen que no lo peor que puede pasar es que peleemos solos—. Explicó Jane.

—Y entonces Zander tendrá que matar a su padre.

Jane dejó de pelar la naranja y una ráfaga de viento frío le apartó el cabello de la cara.

—Zander no es un asesino.

—Si esto no funciona no tendrá opción—. Dijo Mirtha—. Ya escuchaste a sombra James, tiene su plan b y si nosotros no lo conseguimos seguirá el suyo.

—Entonces tenemos que hacer que esto funcione, él no puede matar a su padre.

Se puso de pie de un salto y cuando la vieron caminar no tuvieron más remedio que levantarse de la acera y seguirla. Habían parado afuera del mercado después de comprar un poco de fruta para merienda, pero ahora cada segundo contaba y Jane ya no estaba dispuesta a seguir perdiendo el tiempo, no podía permitir que su Zander fuera acorralado y obligado a hacer algo que él no quería hacer.

Los nervios estaban a flor de piel y la ansiedad crecía, el miedo al fracaso era algo permanente y todo eso formaba un coctel de desesperación que podía olerse a kilómetros de distancia. Jane podía arrancarse el cabello a jalones en cualquier momento, no le gustaba nada cuando no tenía el control de las cosas, pero tampoco iba a permitir que la pusieran como una niña débil que se lanzaba a llorar a la primera, ella iba a encontrar a esos tontos engendros y a llevarlos a pelear con Ángel aunque tuviera que llevarlos a rastras.

Todo estaba bien cuando salió en la mañana con toda la calma y disponibilidad para encontrarlos poco a poco, y ahora estaba algo enojada con Alma por haber mencionado el plan b de sombra James; ahora pesaba sobre sus hombros la responsabilidad de que su plan funcionara, si ella fallaba Zander tendría que matar a su padre, si ella fallaba Zander desaparecería.

Seguía enojada con Zander y no le hablaría hasta que se disculpara por haber huido de ella como si tuviera alguna peligrosa enfermedad contagiosa, pero seguía sintiendo el lazo de alma gemela que no le permitía odiarlo, y la meta era lograr que los engendros fueran libres sin que él tuviera que mancharse las manos con sangre para conseguirlo.

—Jane, tienes que calmarte—. Brayden la detuvo por los hombros—. Sé que estás preocupada porque no quieres que Zander se vea involucrado en la peor parte del plan, pero caminando enojada y sin poner atención no vas a lograr encontrar a sus tíos, tienes que estar atenta y tranquila para no pasar por alto nada.

—Lo sé, pero es que tampoco podremos verlos a menos que ellos decidan mostrarse ante nosotros, de nada sirve que estemos atentos si ellos no quieren que los veamos.

Estaba a punto de llorar, había olvidado ese detalle y ahora que lo recordaba le había caído encima como un balde de agua fría en la madrugada. Brayden la abrazó.

—De nada sirve que te estreses, vamos a estar bien, ¿de acuerdo? Encontraremos una solución.

—Yo... no quise que te pusieras así—. Alma agachó la cabeza—. Solo estaba discutiendo las posibilidades, apenas es el primer día y no hemos salido del centro, es probable que los engendros estén escondidos en alguna cueva en el bosque o así.

—Un engendro no se escondería en el bosque nunca, es territorio de las sombras demonio y tienen un acuerdo que respeta las zonas—. Sorbió por la nariz—. Aunque los chicos lo han estado rompiendo mucho últimamente, tal vez haya una guerra.

—Espera Jane, el bosque no puede ser territorio de las sombras porque los chicos están ahí todo el tiempo, se reúnen ahí cuando tienen un tiempo libre—. Mirtha analizó en voz alta hasta que llegó a una conclusión—. Solo les pertenece de noche.

—¿El engendro vive ahí de día y de noche se va a otro lado?

—No, tal vez las sombras no tienen idea de que está ahí porque no sale de noche.

Los ojos de Jane se abrieron de par en par ante la posibilidad, que sonaba bastante probable porque seguro un engendro desterrado preferiría estar en algún lugar él solo que en medio de la ciudad. Brayden la soltó y ella corrió a abrazarla.

—Amo que seas tan inteligente.

Mirtha rió, y Alma dio un paso al frente.

—¿Qué estamos esperando? Sé exactamente donde hay una cueva en ese bosque, cuando fuimos con Jane la primera vez y me alejé para ir al baño vi una.

—¿Fuiste al baño en el bosque?

—¿Qué querías que hiciera? No iba a aguantar toda la noche, no me juzgues.

Brayden se encogió de hombros.

—Bien, muéstranos donde está la cueva.

Jane siempre se prometía a sí misma que no volvería al bosque y al mismo tiempo cruzaba los dedos en su espalda, porque sabía que era una promesa que nunca podría cumplir porque de una forma u otra terminaría yendo una vez más.

El bosque de noche se había convertido en su peor pesadilla por causa de las sombras demonio que claramente le tenían un odio personal, pero de día solo era el bosque tan bonito que tanto amaba y que tantos recuerdos le traía.

Los árboles se alzaban enormes y majestuosos, dando su sombra fresca a todo aquel que se atrevía a dar un paseo por sus senderos y los animalitos salían de sus escondites como si estuviesen dando la bienvenida.

—Extraño mucho a mi padre—. Dijo, pero su voz no estaba quebrada y no iba a llorar, sonaba tranquila y nostálgica, pero estaba en su zona segura—. A veces llego a casa pensando que estará sentado en el sofá y me preguntará como fue mi día, pero no tardo en darme cuenta que eso nunca más pasará.

Los tres amigos se quedaron sin saber que decir, no esperaban que ese tema fuera sacado a flote y de por si siempre era difícil hablar al respecto.

—Cuando veníamos aquí él siempre decía que era el lugar más hermoso sobre la faz de la tierra, que el aire era tan fresco que al respirar sentirías felicidad y que nada podía salir mal cuando los tres estábamos juntos aquí—. Sonrió con los labios apretados—. Ese mismo día encontré a un niño de aspecto extraño y me fui a jugar con él, no tengo idea de como fue posible que pasara tanto tiempo pero estuve perdida varios días, y terminé haciendo que mi padre odiara este lugar.

Alma se detuvo en seco, y con su dedo índice señaló al frente.

—Ahí está.

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