
Capítulo 17: Las almas se conectan
Dax aterrizó en el árbol y observó a Jane lo poco que las ventanas le permitían. La noche estaba muy tranquila, no la había visto llorar pero sí quedarse varios minutos con la mirada perdida, hasta que su madre aparecía y captaba su atención.
Las palabras de Kit se habían quedado bien grabadas en su mente, y no podía ignorarlas por que parecía que su cerebro las había puesto en repetición eterna hasta que se volviera loco. Su hermano tenía razón, Zander era afortunado, y también le daba envidia por que quería sentir lo mismo.
En su vida había tenido amor, lo había comprendido después de soltar aquellas palabras en el cementerio. Él sabía lo que era el amor, amaba a su madre, a sus hermanos y hasta a su padre, por imposible que pareciera. Pero no sabía lo que era el amor romántico, quería desvelarse todas las noches pensando en la chica que amaba y sonreír de repente cuando su sonrisa apareciera en sus pensamientos, quería entregarle su corazón a alguien sin importar el riesgo de salir lastimado, para alguien en su condición hasta eso era un privilegio.
Cerca de las ocho de la noche llevaba ya unas cuatro horas sentado en el árbol, comenzaba a aburrirse y a arrepentirse de no haber llevado algo de comer. Casi siempre estaba pegado a Kit, y ahora que estaban separados sentía su ausencia divertida y alocada, aunque nunca lo iba a admitir en voz alta.
—Estoy tan aburrido que casi deseo que aparezcan esa patéticas sombras, solo para tener algo que hacer.
Una señora pasó por la acera cargando a un pequeño chihuahua en brazos. El perro dirigió su mirada directo a él y en un intento de entretenerse le sonrió mostrando sus afilados colmillos. El animal empezó a ladrarle como loco y la señora buscó la razón, pero como cualquier humano normal no pudo mirarlo y su carcajada hizo enfadar más a la mascota.
—Dios mío—. Se persignó—. El diablo anda suelto, ¡el diablo anda suelto!
Dax nunca había visto a una señora correr tan rápido. En otro momento se habría sentido mal y seguido su norma de comportamiento formal e intachable, pero estaba tan sediento de distracción que no se molestó en contener la carcajada.
En eso estaba cuando escuchó el ruido de un auto acercándose por la calle y el olor de los amigos de Jane entró en sus fosas nasales. Se calló de inmediato y puso atención.
—Ya les dije, Jane está rara—. Dijo Mirtha. Se sabía bien sus nombres, ya antes los había seguido y con sus hermanos los habían investigado un poco—. ¿Creen que sea una buena idea entrar? Talvez quiera estar sola.
Las dos chicas se veían diferentes, sabía que Alma cambiaba su cabello de vez en cuando y esta vez lo llevaba de un llamativo rojo cereza, lo comparó con una paleta. Mirtha lo tenía unos tonos más claros y un mechón del mismo rojo se escondía en medio de los demás intentando pasar desapercibido, pero eso no era posible a los ojos de un engendro.
—No lo tenían así en la tarde, debieron cambiarlo en este tiempo.
Ya no estaba aburrido, toda su atención estaba puesta en Alma y su hermoso cabello, había algo en ella que lo llamaba y no había tenido tiempo de notar por estar concentrado en Jane. La forma en la que se reía e impulsaba a sus amigos a entrar lo hizo sonreír, tanto que dejó de mirar a Jane por la ventana, la vista estaba más interesante afuera.
—Cuando uno está triste necesita distraerse, y no hay mejor forma de hacerlo que con pizza, películas y amigos—. Le contestó a Mirtha—. No tiene que decirnos nada, ni siquiera vamos a preguntarle. Vamos a actuar como si nada estuviera pasando y si quiere hablar la escucharemos, sin presiones.
Estuvieron de acuerdo, sacaron del auto la caja con la pizza y Brayden la cargó, Alma y Mirtha se encargaron de las bebidas. Apenas pudieron tocar la puerta por toda la carga.
—Hola señora Wood—. Saludaron al unísono.
—Hola chicos—. Les sonrió—. ¿Pijamada?
—Así es—. Alma sonrió—. Tenemos todo lo esencial.
Se hizo a un lado y los dejó pasar. Los segundos en los que Alma estuvo fuera de su campo de visión fueron eternos, deseó estar dentro de la casa con ellos solo para poder seguir viéndola. Lo que estaba sintiendo era demasiado fuerte, ni siquiera la conocía más allá de lo que había visto cuando la seguía por Jane, nunca habían cruzado palabra, pero estaba en ese árbol pidiéndole a todo el que escuchara que se parara cerca de una ventana el resto de la noche.
—¿Qué me está pasando?
Su confusión tuvo que ponerse en pausa, Alma pasó frente a la ventana con una preciosa sonrisa dibujada en su rostro. Dax la vio en cámara lenta y con el viento moviendo su suave cabello de azúcar. Ella se detuvo, miró a la ventana y sus ojos se encontraron, algo hizo clic y lo supo en el instante.
—Por Dios, nuestras almas acaban de conectarse.
Dentro de la casa Alma llevaba ya varios segundos mirando por la ventana sin reaccionar. Brayden se acercó y la tomó por los hombros.
—¿Estás bien? No me digas que empezarás igual que Jane.
No estaba segura de lo que había visto, solo había sido atraída hacia la ventana y después tuvo una sensación cálida de paz y felicidad en el pecho, pero su cabeza estaba en blanco. Por que claro, ella como humana no podía ver a un engendro si esté no decidía presentarse ante ella, lo había visto en su forma humana pero eso no era suficiente, tenía que revelarle su verdadera naturaleza para que fuera capaz de sentirlo y mirarlo en la forma que fuera.
—No sé que me pasó—. Admitió—. Fue muy raro, como si alguien estuviera afuera y debiera salir.
—Eso es preocupante—. Cerro la ventana, Dax maldijo por perder su maravillosa visión—. Mejor vayamos a la sala, ya pusieron la película.
Asintió, todo volvió a la normalidad.
Dax casi se cae del árbol por la pataleta que armó. Decir que estaba enojado era poco, y el objetivo de su furia era el pobre Brayden.
—¡¿Quién le dio permiso a ese tonto de cerrar la puta ventana?!
Su grito provocó que todos los perros del vecindario se pusieran a ladrar descontrolados. Su presencia no era bien recibida.
—Dax, ¿qué es ese vocabulario? Pareces pandillero—. Se regañó a sí mismo—. Se un caballero.
La misma señora abrió su ventana y gritó:
—¡Vete demonio! ¡sal de este pacífico lugar! ¡te reprendo!
Dax sopló un mechón de cabello de su cara.
—¿Demonio? Reconozco que se me fue la lengua, pero a ese nivel no llego.
Había perdido el único acceso que tenía para saber que estaba pasando adentro, así que solo le quedaba sentarse en calma y esperar que llegara la mañana para retirarse. De día Jane estaría a salvo, las sombras ó demonios solo atacaban en la noche por que es cuando más fuertes son, necesitaban oscuridad.
Tendría bastante tiempo para pensar con claridad que haría, por que ahora que estaba seguro de haber encontrado el alma que complementaba a la suya no quería perderla, no era justo. Antes la idea de pasar el resto de sus días solo no le quitaba el sueño, superarlo sin tener idea de quien era su alma gemela era sencillo. Pero ahora la tenía tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, que comprendió la agonía de sus antepasados perdedores. Y tendría que acostumbrarse a ello, por que ni intentándolo con todas sus fuerzas lograría ser el ángel de la muerte. Estaba condenado.
Se recostó sobre el árbol y se permitió cerrar los ojos un momento para reproducir la risa e imagen de Alma sonriendo. Esa sería una larga noche.
Cuando el despertador sonó Mirtha ya tenía despierta unos diez minutos. Durante la noche había descubierto un libro buenísimo y ahora se encontraba en el estado ansioso de la obsesión, necesitaba saber que pasaría después y eso le había impedido dormir tranquila. Cuando se metía en ese mundo era difícil sacarla, fantaseaba y se emocionaba demasiado, por esa razón se sorprendió cuando se descubrió parada frente a la ventana, lejos de su celular y su lectura.
—¿Cómo llegué aquí?—. Murmuró.
Tenía sus lentes de lectura puestos, normalmente no los necesitaba para ver bien pero casi siempre los llevaba por que era raro el día que no estaba leyendo. Se acomodó el cabello atrás de las orejas y entrecerró los ojos hacia el exterior fuera de la casa, había visto a Alma mirar la ventana de la sala de forma extraña y ahora ella también estaba frente a una sin razón alguna, la única diferencia era que estaba en el cuarto de Jane.
Se fue acercando poco a poco hasta que estuvo casi pegada, la abrió y buscó algo extraño. Ni siquiera sabía que estaba haciendo, solo sentía una necesidad insaciable por saber que había allá y la había llamado.
De pronto, sus ojos se abrieron en grande por la sorpresa y el miedo, Dax y Kit, que recién llegaba al árbol para hacerle compañía a su hermano, notaron la mirada fija de ella sobre ellos y se asustaron.
—¿Podrá vernos?
—¿Enserio preguntas eso? ¡es obvio que sí! ¡¿no ves cómo está de asustada?!
—¡Anoche no podía verme!
—¡Pues ahora sí!
Mirtha retrocedió unos pasos y se cubrió la boca con las manos, fue entonces cuando sus ojos y los de Kit se conectaron por un instante, y todo se perdió. El miedo desapareció de la expresión de Mirtha, la calma llegó al rostro de Kit. El momento solo se vio interrumpido por el despertador que sonó unos segundos después y la desconectó de su mirada, los demás se levantaron y ella pareció olvidar todo lo que había pasado, pero se veía mucho más feliz y animada, tanto que ni siquiera le hizo caso a su celular y bajó directo a desayunar con sus amigos.
Dax miró a su hermanito sonriendo con picardía, al menos ya no era el único cuya alma se había conectado a una chica de ese grupo de amigas, al parecer les estaba gustando el ejemplo de Zander. Kit sacudió la cabeza para salir de su ensoñación, igual ya había perdido de vista a la chica que le quitaría el sueño de ahí en adelante, y volteó a verlo.
—¿Qué?
Dax movió sus cejas, sin borrar la picardía de su rostro. Era de las pocas veces que dejaba su expresión neutra y lo estaba disfrutando. No dejaba de sentirse sorprendido por que las almas gemelas de tres de ellos estaban en el mismo entorno, siendo mejores amigas, y le dio curiosidad donde estaría la de Thaddeus, ¿estaría cerca también?
—Tu alma se conectó con la suya—. Cantó, sacando ventaja de que Kit desconocía el hecho de que él también había unido la suya a Alma—. Kit y Mirtha se fueron a pasear...
—¡No!—. Lo calló, con las mejillas encendidas en rojo—. Mi alma no se conectó, yo no tendré una compañera.
El ambiente volvió a la seriedad. Dax suspiró.
—Querido hermano, lamento informarte que en ningún lado dice que tu alma no puede buscar a su otra mitad si no eres el ángel de la muerte, vivir lejos de ella es parte del castigo si no consigues el puesto.
—Entonces... ¿realmente acabo de encontrar a mi otra mitad?
Dax se tomó su tiempo para contestarle, ya había sentido en carne propia lo difícil que era darse cuenta que la había perdido sin tenerla nunca.
—Sí.
—¿Y nunca podré estar con ella?
Otra pausa.
—No.
No escondieron la tristeza que sentían, siempre habían sido el soporte del otro, por eso terminaron abrazándose y soltando pequeñas lagrimas rojas en silencio.
—Alma es la mía—. Confesó.
—Los que no seremos ángeles de la muerte encontramos a nuestra alma gemela y el que tendrá el puesto aún no—. Soltó una risita sin humor—. Estamos jodidos.
—Hermanito, ya nacimos jodidos.
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