Capítulo 1: El acompañante de la muerte
En una mañana normal Zander se preguntaría unas diez veces si la gente estaba consiente de lo bello e importante que era estar vivo. Iba y venía del paraíso y el infierno llevando almas, pero no podía quedarse en ningún lado. Él solo era el acompañante, el consuelo que tendrían esas personas para afrontar que estaban muertos.
Su trabajo no le molestaba, desde siempre había sabido que su existencia era con un solo propósito y lo cumplía lo mejor que podía. Pero a veces se sentía inquieto, tenía un montón de preguntas rondando en su cabeza y parecían no tener respuesta.
Aunque tampoco tenía mucho tiempo para pensar en eso, no contaba con muchos ratos libres y la última vez que tuvo un día sin trabajo fue en su cumpleaños número veinte por que sus hermanos se ofrecieron a trabajar por él. Y se la pasó todo el día sentado en aquel tronco del bosque perdido en sus pensamientos.
El nombre de aquella niña no se le olvidaba, era la única vez en toda su existencia que había interactuado con una persona viva, por que no consideraba a su padre y hermanos como seres vivos, no sabía si él mismo estaba vivo.
Dos años atrás se había decidido a buscarla, pero por el mismo problema con su tiempo no había avanzado nada. Y es que la muerte no para, la vida de las personas llega a su final todos los días y era la cosa más natural que él conocía. Talvez esa niña y la muerte era lo único real que conocía.
Casi nunca se encontraba con sus hermanos, todos tenían mucho trabajo. Eran pocos los momentos en los que los cuatro estaban en el mismo lugar, y justo en esa parte del bosque se estaban observando, uno con apariencia de demonio y los otros tres de ángel.
Su apariencia cambiaba dependiendo del alma que recogieran, si la persona había sido mala sus alas negras se extendían y sus ojos se volvían como dos piedras de carbón encendidas. Si la persona había sido buena su belleza era semejante a la de un ángel, con ojos humanos de diferentes colores, el cabello de cada uno de un color distinto pero normal, alas blancas y cuerpo bien formado. La piel pálida era la única característica que poseían en sus dos formas. Los cuatro llevaban un elegante traje de camisa y saco, negro como demonio y completamente blanco como ángel, sin corbata y zapatos bien lustrados.
Los cuatro tenían muy buena altura, pero de entre todos Thaddeus los pasaba por varios centímetros. Los demás medían al menos uno ochenta según sus cálculos, nunca les había importado eso hasta que su padre, la muerte, anunció que elegiría a su sucesor entre sus hijos.
—Thaddeus—. Kit silbó, sus ojos azules brillando con picardía—. Tengo que reconocer que en tu forma del infierno hasta a mí me asustas, ten piedad de mi alma.
El mayor de los hermanos sonrió mostrando la hilera de dientes puntiagudos, y aunque Kit lo dijera en broma en el fondo todos se sentían intimidados por él.
—Tú no tienes alma Kit—. Zander le aventó una ramita—. Ninguno de nosotros la tiene.
—Pero tú si que eres aguafiestas—. Se quejó—. Por eso no tienes novia.
—Y tú crees que los cinco minutos que te tomó llevar a esa chica a su paraíso cuentan como un noviazgo—. Dax se echó a reír acostado sobre una piedra—. Entre ustedes dos no sé quien es el más patético.
—Cinco minutos pero me besó—. Se cruzó de brazos—. Ustedes solo están celosos por que soy por mucho el más guapo de los cuatro.
—Nosotros nisiquiera sabemos como somos en realidad, cambiamos a cada rato—. Los ojos de Thaddeus se volvieron de un color verde precioso y tomó la apariencia de un chico de unos veinticinco años aunque era mucho mayor, ellos no envejecían más allá de eso—. Además yo si sé quien es el más patético entre los dos.
Zander alzó la mano con una sonrisita de lado, cayendo en lo cínico.
—Tomaré mi título, con su permiso.
Caminó al centro de todos y fingió que le entregaban un trofeo. Kit y Dax le aplaudieron en medio de risas y Thaddeus parecía estar a punto de lanzarse a golpear al menor de sus hermanos en cualquier momento. Pero como siempre, prefirió atacarlo con palabras.
—Que bueno que tú mismo lo reconozcas—. Zander hizo una reverencia—. Estar consiente del problema es el primer paso.
—Mi querido hermano mayor, me lo haz dicho tantas veces que se ha quedado grabado en mi memoria—. Batió sus pestañas.
—Perdona si no puedo evitar hacerte ver lo absurdas que son tus ideas.
—¡Exacto!—. Se aclaró la garganta, preparado para hacer una mala y burlesca imitación de Thaddeus—. Zander, por favor, ¿cómo puedes perder tu tiempo buscando a una chica viva? ¡Sabes muy bien que solo el próximo ángel de la muerte puede elegir una compañera y ese seré yo!—. Thaddeus apretó los puños, sus otros hermanos observaban con atención y admiración a Zander—. Además no entiendo como se te ocurre pensar que vas a encontrarla mientras aún son jóvenes, lo más probable es que te toque acompañarla a su morada final cuando fallezca y te quedes sólo y haciendo el ridículo como siempre—. Terminó.
—Oh hermanito, tú si que tienes valor—. Kit sonrió—. Quiero ser como tú.
—Si quieres estar molesto conmigo por decirte la verdad adelante, solo quiero evitar que sufras cuando papá me elija como su reemplazo y tú tengas que quedarte sólo.
—Tengo dos puntos para exponerte—. Señaló con su dedo alzado—. Yo no busco a Jane como una compañera, ella y yo somos amigos.
—Solo la viste una vez—. Interrumpió Dax, su hermano lo miró con el calor del infierno en sus ojos y se vio obligado a retroceder alzando las manos—. Solo decía, continúa.
—Y segundo—. Volvió su mirada a Thaddeus, siendo consiente del problema que desataría con sus palabras. Aún así adoptó una actitud retadora—. No entiendo que te hace estar tan seguro que serás el próximo ángel de la muerte, papá todavía no elije.
La risa de Thaddeus resonó en todo el bosque y los pájaros salieron volando asustados de los árboles. Kit y Dax se habían quedado en silencio y en shock.
—¿Qué me hace estar tan seguro que seré el próximo ángel de la muerte?—. Se limpió lagrimas de gracia de los ojos—. ¿Te atreves a cuestionarlo siquiera? Mírate tú y luego a mí, no hay punto de comparación.
—Claro, yo soy muy joven y débil para ser el ángel de la muerte—. Asintió—. Pero también están Kit y Dax, ¿acaso no los ves como una competencia?
—Si intentas hacer que tus hermanos mayores peleen te informo que no va a funcionar—. Comenzó a ponerse serio y nervioso, Zander tenía nuevos trucos desde la última vez que se vieron y aún se atrevía a sonreír—. Ellos saben muy bien cual es su papel.
—Que yo sepa todos somos engendros—. Se llevó la mano a la barbilla y fingió pensar unos segundos—. Sip, todos somos engendros Thaddeus, y mientras papá no diga lo contrario tienes que respetarnos a todos como tus iguales.
—¿Qué cosas dices? Yo los respeto como hermanos.
—¿Nos respetas?—. Soltó una risa tan fuerte que tuvo que apoyarse en un árbol para no caerse de espaldas—. Cuéntame otro chiste, si papá no te elije como su reemplazo ya tienes trabajo de comediante.
—¡Es todo! Te acepto las burlas que quieras pero no que digas que no los respeto.
—Tú te burlas de mí cada que me ves por mis ideas de buscar a Jane y hasta te aseguras de restregarme que talvez nunca pueda estar con ella—. Se miraron directo a los ojos, sus dos hermanos se hicieron a un lado por el presentimiento de que pronto empezaría una pelea y no querían quedarse en medio—. ¿Quieres que deje de tratarte como a un idiota? ¡deja de serlo!
—¡No voy a tolerar esto más!
La mano de Thaddeus se alzó y una fuerza mayor empujó a Zander contra los árboles, tirando varios hasta finalmente detenerse en uno más grande y cayendo al suelo. La mueca de arrepentimiento apareció pronto, pero Zander ya se estaba levantando con el rostro enfurecido y el labio sangrandole.
—Hermanito...
—¡Yo tampoco pienso aguantarte más y ahora vas a darte cuenta que no soy débil ante ti!
Se elevó como levitando y arremetió contra él con una velocidad y fuerza que antes solo habían visto en su padre. Lo alzó del suelo y lo usaba como escudo con cada árbol que se metía en su camino. Thaddeus intentaba quitárselo de encima pero solo conseguía darle golpecitos que no le hacían daño.
Los ojos de Zander brillaban rojos y sus dientes puntiagudos se salían de su boca a pesar de estar en su forma angelical. Se detuvo en el aire con el cuerpo de su hermano sangrando y temblando de dolor, y fue solo cuando lo sintió asustado de él que lo soltó.
Cayó al suelo en un ruido sordo mientras Kit corría a abrazar a Zander por la espalda para detenerlo y Dax atendía a Thaddeus. Sanaría en unos segundos pero los sentimientos que ahora tenía hacia el más pequeño de sus hermanos no se irían.
Zander solo reía, volviendo en si mismo.
—¿Ahora me he ganado tu respeto? ¿Dejarás de llamarme idiota por querer encontrar a Jane?
Una a una fueron desapareciendo las heridas del cuerpo de Thaddeus hasta que volvió a la normalidad de su imponente porte, pero con el orgullo herido.
—Tú no eres un engendro ni mi hermano—. La mirada que le dio fue tan dura que Zander se sintió como un niño pequeño portándose mal—. Tú eres un demonio.
Y como si de una broma se tratara, Zander adoptó su forma del infierno y desapareció de ahí en una sombra sin poder decir nada más. Era momento de trabajar.
—Nuestro pequeño hermano ha cambiado desde la última vez que lo vimos—. Kit fue el primero en hablar, el silencio era tan pesado que no lo pudo soportar—. Que te responda ya es tener valor, pero golpearte así...
—Cumplió veinte años, todos sabemos que es la edad en la que nacen nuestros poderes y las emociones están al tope, cualquier cosa que le pase lo afectará más que al resto.
—Como la vez que lloré por que se cortó con ese pedazo de papel—. Recordó Dax—. Acababa de cumplir veinte y me estaba naciendo el atravesar paredes.
—Pero solo tienes ese poder, Thaddeus puede convertirse en animales y yo puedo poseer personas, solo podemos tener uno—. Interrumpió Kit—. Zander acaba de volar sin tener que usar sus alas y la fuerza que tiene es superior a la nuestra a pesar de ser el menor, esos son dos poderes y al único que he visto desarrollar dos es a papá y a...
Kit calló. Entre ellos habían nombres prohibidos de mencionar por acuerdo.
—Tenemos que tener más cuidado con Zander—. Las alas de Thaddeus se desplegaron, cambiando a su forma de ángel, era hora de recoger un alma y llevarla a su buen destino—. No podemos permitir que nos pase lo mismo dos veces.
—Si Zander realmente está tomando ese camino ni los tres juntos seremos suficientes para detenerlo—. Dax se veía más preocupado que asustado—. No quiero que eso pase.
—Tranquilo hermano, la oscuridad no se apoderará de él.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Por que no vamos a dejar que eso pase, de ahora en adelante no buscaremos su furia, hasta que pase este año y esté libre de peligro.
—Yo creo que el tiempo de mantenerlo calmado sin molestarlo ya terminó—. Kit estaba serio, era de las pocas veces que se le veía así—. Vete Thaddeus, hay un alma que te espera, Dax y yo nos encargaremos.
Thaddeus no estaba muy seguro de dejarlos a cargo, ellos no solían tomar las cosas muy enserio. Pero viéndolos ahí pudo confiar, no tenía dudas de que querían a Zander y sabían lo que significaba dejarlo crecer.
—Cuiden al pequeño ó los desaparezco la próxima vez que los vea.
La niebla blanca se arremolinó sobre él y desapareció.
—Idiota—. Dax le soltó un golpe en la cabeza—. ¡¿Cómo nos dejas esta responsabilidad?! ¡apenas sé cuidar de mí mismo!
—Hermano cálmate—. Alzó las manos—. Thaddeus se ha encargado de destruir su relación con Zander y el resentimiento que le tiene por eso es grande, él no hará otra cosa más que provocar su furia aún más. Tú y yo hemos estado con él como hermanos mayores y por eso nos hemos ganado su respeto, solo nosotros podemos asegurarnos de mantenerlo en calma mientras pasa el año crítico.
Dax suspiró y se pasó las manos por la cara.
—Tienes razón, pero, ¿qué vamos a hacer?
—El haber pasado por esto antes nos da el beneficio de la experiencia—. Dax le puso toda su atención—. Tenemos que buscarle un punto de paz.
—Claro, el punto de paz—. Chasqueó los dedos—. Eso le ayudará a mantenerse tranquilo mientras pasa el peligro, estará a salvo.
—El único detalle es que a diferencia de tú y yo, no creo que una cascada ó una casa abandonada fuera de la ciudad le sirva a Zander.
—¿Tú elegiste una casa abandonada?
—No estamos hablando de eso ahora—. Se cruzó de brazos—. Lo importante ahora es encontrar algo que calme a Zander.
—Mejor dicho a alguien.
—¿Qué?
—Piénsalo hermano, ha estado dos años tratando de encontrar a esa chica y el motivo de sus rabietas suele ser ella.
—Y siempre se pelea con Thaddeus por que él no cree que vaya a encontrarla ó se burla de él.
—Exacto, si queremos salvar a Zander de la oscuridad tenemos que ayudarle a encontrar a esa chica.
—Ahora me gusta como estás pensando Dax, pero no va a ser tarea fácil.
—Solo tenemos que darle un poco de tiempo libre para que él la busque sólo, es todo.
—¿Recogeremos las almas que le tocan?
—Ya lo hicimos para su cumpleaños, no es tan difícil.
—Esa vez teníamos a Thaddeus, no es lo mismo dos que tres.
—Hermano mío, tenemos que aprender a hacer las cosas sin nuestro hermano mayor, por eso nos trata como niños.
Dax asumió su forma del infierno.
—Entonces vamos a recoger las almas de Zander para que él pueda buscar a su chica de calma—. Dax asintió, sus alas blancas aparecieron—. ¿Cuándo?
—Mañana, es el día que esa chica venía de campamento con la familia y es probable que esté en el tronco en sus ratos libres esperándola.
—Nunca comprendió que ella no volvería.
—Dijo que se lo prometió—. Se encogió de hombros—. No sé mucho de eso.
—Yo sé que esto va a traernos más problemas que beneficios.
—Kit, cualquier problema que tengamos será menor a perder a Zander, ya está todo dicho.
Desaparecieron entre sombras y niebla blanca.
Zander se sentía mal, sentía culpa y dolor. Estaba más confundido que nunca, las emociones no eran algo que él tuviera todos los días, y preguntarse por que sentía si se suponía que no estaba vivo no era bueno para él.
Caminaba encorvado por los pasillos del hospital, un lugar que solía visitar tanto que ya conocía cada rincón. Le gustaba más recoger almas de ahí, la mayoría se iba en paz y con sus familias cerca. Fuera de ahí podía ser desagradable y violento.
Atravesaba a las personas como un fantasma, los que eran un poco más sensibles alcanzaban a sentir un escalofrío, los demás no notaban que estaba ahí.
Llegó a la habitación donde lo llamaban y abrió la puerta sin esperar aprobación, igual no había a quien pedirla. Las personas del pasillo vieron la puerta abrirse sola pero no le dieron mayor interés.
—Buenas noches—. Saludó.
Una señora reposaba sobre la cama con varias cosas conectadas. Su familia estaba alrededor y una chica sostenía su mano con fuerza.
Esperó pacientemente hasta que el aparato que la monitoreaba emitió el sonido que se sabía de memoria. La familia se puso a llorar con fuerza y la señora se sentó en la cama, dejando su cuerpo frío atrás.
Puso sus ojos en él y suspiró aliviada. Zander le sonrió, sin dientes filosos, solo una dentadura blanca y perfecta.
—Tuvo una buena vida.
—La tuve—. Regresó su vista a su familia—. Aún así duele dejarlos.
—Estarán bien, y usted va a un buen lugar.
—Lo supe en cuanto te vi, parece que si fui una buena persona.
Zander le ofreció su brazo y ella lo tomó sonriente.
—Bella dama, es para mí un honor escoltarla a su nuevo hogar.
Abrió la puerta, pero del otro lado ya no estaba el pasillo del hospital, solo una luz blanca que los dos atravesaron.
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