Capítulo 3
De nuevo me volví a ver en la misma arboleda. Tan bella como me lo pareció la noche anterior. Estaba preparada para todo lo que venía a continuación. Las mariposas volando a mi alrededor, el Naewat... pero él no estaba en el mismo lugar de siempre. Paseé la mirada a mi alrededor y casi me sobresalté al descubrir que estaba a mi lado. No sonreía, pero la intensidad de su mirada consiguió acelerar mi corazón. O tal vez era porque por fin estaba ocurriendo algo diferente. Había llegado el momento del siguiente paso. El momento que había estado esperando desde hacía meses.
Al observarlo más de cerca y sin las cientos de mariposas a nuestro alrededor, percibí algo de lo que no me había dado cuenta hasta ese momento. Entendí por qué ese Naewat era diferente de los demás. Todos ellos tenían el cabello blanco y los ojos de un suave color grisáceo con la pupila alargada, igual que un gato. Sin embargo él tenía una extraña mezcla de azul y verde, y su pupila era redonda como la de cualquier otro humano. ¿Entonces era cierto? ¿Era un híbrido? ¿Cómo era posible?
Me tomó de la mano y, con delicadeza, me llevó hasta un lago en el que nunca antes había reparado. ¿Siempre había estado ahí? Del agua emergió un delfín, que saltó y volvió a zambullirse con un alegre chapoteo. Jamás había visto un delfín vivo y sonreí maravillada. Él también sonrió y entonces, como siempre, habló.
—Te estoy esperando —dijo con voz grave y tan suave que fue casi como una caricia. Entonces me di cuenta. ¡Le había entendido! ¡Había entendido lo que había dicho!
Me desperté sobresaltada y me puse la mano en el pecho, sintiendo cómo latía a toda velocidad. ¿Qué acababa de pasar? El sueño había sido diferente y no quería olvidarlo. Tomé mi tableta y escribí a toda velocidad para no olvidar ningún detalle y poder hablarle de él al profesor Esaú al día siguiente.
Entonces releí lo que había escrito y una idea pasó por mi cabeza. Una idea un poco alocada que podría meterme en problemas. ¿Y si ese sueño significaba que podría encontrar más respuestas en la fuente del delfín? Miré la hora y eran más de las dos de la madrugada. Lo normal sería esperar a que terminase la hora de descanso e investigar por la mañana, sin embargo, con todo el ajetreo del día era imposible encontrar un hueco para investigar en la fuente. Lo mejor era ir en ese momento. Si tenía cuidado nadie se daría cuenta, aunque si me descubrían podría meterme en apuros y ser duramente reprendida. Ni siquiera la influencia del profesor Esaú podría librarme de un castigo ominoso.
Volví a echarme en la cama, pero di varias vueltas. No conseguía volver a dormir por culpa de esa vocecilla interna que trataba de convencerme para ser temeraria. ¿Y si perdía la oportunidad de desvelar el misterio que envolvía a mis sueños desde hacía tanto tiempo? ¿Y si de verdad me estaba esperando allí? Me incorporé de nuevo y di varias vueltas por el departamento mientras sentía que el corazón se me iba a salir del pecho a causa de la adrenalina.
Una pequeña alarma vibró en mi muñeca. Era la pulsera que controlaba mis constantes vitales y se aseguraba de que estábamos sanos. Había detectado que las pulsaciones habían subido hasta ciento diez. Me reí. No podría ocultar este pico de ppm ante Esaú. Él sabría que había pasado algo aunque yo lo negase, así que decidí que lo mejor sería darle una razón para sospechar, ya que de cualquier otra forma, dudaría de mí.
Abrí la puerta del departamento y la leve luz nocturna daba un aire siniestro a los pasillos de la estación espacial que, por lo general, solían estar muy concurridos. No me había puesto zapatos para ser más silenciosa y el frío del suelo metálico me hizo estremecer. Caminé sigilosa, prestando atención a cada sonido a mi alrededor, pero nadie esperaba que una estudiante desobedeciera algo tan básico como el toque de queda. No había ningún tipo de vigilancia y pude llegar sin problema hasta la zona común.
Observé con cautela antes de aventurarme a entrar. No parecía haber nadie. A lo lejos y sin nadie alrededor, me resultó fácil fijar la mirada en la fuente del delfín. A esa hora no salpicaba agua, pero incluso así, se veía hermosa. Tomé aire y lo expulsé lentamente antes de salir del refugio del pasillo de mi departamento. Ya no había vuelta atrás. Había desobedecido por completo. Sorteé las mesas y las sillas y me detuve frente a la fuente. Me incliné y extendí la mano para tocar el agua con la punta de los dedos. Estaba fría. Tomé aire y, aunque mi corazón todavía latía con fuerza, una oleada de paz llenó mi ser. Fue extraño, porque por un momento sentí que se trataba de la calma que precede a una tempestad.
Miré alrededor a la espera de encontrar algo que me indicara por qué estaba allí, pero no veía nada. La zona común, normalmente tan bulliciosa y ruidosa estaba totalmente vacía. La penumbra la hacía parecer más tétrica y me estremecí. A mi alrededor había varios andares que daban al centro de la zona común. Todos ellos llevaban a las habitaciones del estudiantado, a excepción de los de la sección A, que estaban dedicados a las clases.
Fijé la vista con más detenimiento, sintiéndome extrañamente observada, pero no encontraba nada fuera de su lugar. Todo estaba en silencio, hasta que, de repente, éste fue roto por una voz detrás de mí.
—Es muy bonita, ¿verdad? —me sobresalté y di varios pasos hacia atrás espantada. Me metería en un lío si alguien me descubría fuera de mi departamento a aquellas horas.
Me giré, y mis ojos no daban crédito a lo que vieron. Era el peculiar Naewat de mi sueño en persona.
—Tú...— musité. —Eres... de verdad.
Él se rio frunciendo el ceño.
—Sí, creo que sí —se burló palpándose el pecho, como si quisiera asegurarse de que no era un fantasma.
Me quedé mirándolo incrédula, a la espera de que me dijera algo, como en cada sueño que había tenido, pero se limitó a mirar a nuestro alrededor y con despreocupación siguió hablando.
—No deberías estar aquí a esta hora. Podrían llamarte la atención.
Me sentí un poco decepcionada. Nuestro ansiado encuentro no estaba siendo nada del otro mundo. ¿Acaso mis sueños me estaban jugando una mala pasada?
—Pero tú... tú dijiste que me estabas esperando.
—¿Yo? Nunca te había visto. ¿Cómo podría haberte dicho algo así?
Me aclaré la garganta nerviosa. Obviamente no lo había dicho él, sino una representación suya a través de mi sueño. Quizá era algo que me diría en el futuro o... Gruñí frustrada. Sin la guía del profesor Esaú me resultaba difícil recapacitar sobre el significado de mis sueños.
—¿Y qué haces tú aquí? Este tampoco es lugar para ti —dije pensando en el toque de queda, pero él pareció no haber entendido a qué me refería y me miró con el ceño fruncido y un poco molesto.
—Si lo dices porque soy un Naewat, estás equivocada. Tengo tanto derecho como tú de estar en la academia, y eso lo demuestra mi DNA 80% humano.
—O sea, que es cierto. Eres un híbrido.
Se sonrojó ligeramente y se metió las manos en los bolsillos incómodo mientras paseaba la mirada por todos los pasillos que rodeaban la zona común.
—¿Y qué importa eso?
—Pensé que eso no podía existir. Al fin y al cabo, está prohibido relacionarse entre especies.
—No sabes nada, humana. ¿Realmente crees que somos especies diferentes?
—¿No lo somos? —inquirí sorprendida por esa revelación.
—Bueno, podría ser... aunque no del modo que todos creen aquí. Lo que ocurre es que todos esos viejos líderes que os dirigen tienen envidia de que seamos más perfectos y...
—Oh, ¿Ahora te incluyes entre los Naewat? ¿Qué ocurre con tu 80% humano?
De nuevo me miró irritado. De algún modo me gustaba cuando me miraba así. Era diferente del resto de Naewat que había visto hasta ahora. Siempre con sus rostros perfectos e impasibles. Él no. Él era tan... humano, pero tan perfecto a la vez.
—¿Y cómo te llamas?— pregunté deseosa de saber algo más sobre él.
—Mi nombre es Darehtoriansworerg.
—¿Puedes repetirlo?— el híbrido sonrió. Por un momento dudé de si realmente el nombre era complicado o era yo la que me había quedado embobada mirándolo y no lo había escuchado.
—No esperaba que una mente humana limitada pudiera entender mi nombre a la primera. Los humanos me llaman Dareh.
—¿Mente limitada? ¿Qué pasa contigo?— contesté molesta.
Sonrió de nuevo y me miró unos segundos con una intensidad que me resultó difícil de descifrar. Era como si en el fondo él también me reconociese. De forma inesperada, todo mi enfado se apaciguó y observé esa sonrisa tan familiar para mí. Era la que esperaba ver, exactamente igual que la de mi sueño.
—Y tú eres... —siguió indagando.
—Mi nombre es Ada.
—Ada... Ada...— sonrió y se dio un golpe en la mano como si hubiera encontrado la solución de todos los problemas— ¡Ah, ya sé de qué me suena tu nombre! Eres la que ve el futuro.
—Bueno, yo no lo llamaría exactamente ver el futuro... —respondí con modestia.
—No te creas tan importante— añadió mordaz. —¿De qué sirve saber el futuro si no puedes hacer nada por cambiarlo?
Arrugué la nariz con desagrado. ¿Qué diablos pasaba con este muchacho?
—Híbrido, empiezas a resultarme irritante. ¿Por qué me hablas de ese modo?— Lo observé desconcertada esperando una respuesta que no llegaba. Era tan perfecto como mortificante. Una de mis grandes penas era no poder hacer nada para cambiar mis sueños y ver cómo se cumplían siempre, tanto los buenos como los malos y él, sin tapujos, acababa de meter el dedo en mi llaga.
—Lo sé. Soy encantador.
Bufé molesta. Aquella situación era tan inesperada como sorprendente. Jamás hubiera creído que él sería así. Pero no podía darlo por perdido. Había arriesgado mucho yendo hacia allí y no podía desaprovechar la oportunidad.
—Bien, lo que tú digas. Y ahora, dime. ¿Quieres algo de mí?— insistí.
—¿Qué te hace pensar que quiero algo de ti?— negó con la cabeza mientras sonreía con incredulidad.
—He tenido un sueño esta noche. Tú me llevabas hasta un delfín y me dijiste que...
—Vaya. ¿Así que has estado soñando conmigo? —dijo con picardía mientras se cruzaba de brazos. —Espero que no hayas sido muy traviesa.
—¿Qué? ¡No! No son esa clase de... Ah. Olvídalo. Me voy.
—Adiós —dijo con una sonrisa agitando la mano a modo de despedida.
—¡Y espero no volver a verte!
—También ha sido un placer conocerte.
—Adiós.
—Hasta pronto.
—Hasta nunca.
Me di la vuelta para marcharme de allí, pero en el fondo esperaba que él me detuviera. No lo hizo y seguí caminando hasta llegar al corredor que me llevaría de vuelta a mi departamento.
Antes de introducirme en éste, me di la vuelta para mirarlo una última vez. Seguía allí parado, mirando cómo me marchaba y agitó la mano de nuevo. Fruncí el ceño decepcionada. Había puesto muchas expectativas en ese encuentro y había resultado ser un fiasco. ¿De dónde había salido ese muchacho? ¿Y por qué no paraba de atormentarme en sueños si no era más que otro chico cualquiera? No conseguía entender nada, así que decidí que al día siguiente hablaría con el profesor Esaú sobre él. Quizá se alegraría de saber que por fin había conocido al Naewat de mis sueños, en el sentido literal de la palabra, porque en realidad era un idiota de pesadilla.
Llegué al departamento y, frustrada, me eché sobre mi camastro mientras daba vueltas una y otra vez a nuestra conversación. Quizá había algo que me había perdido. Quizá, en realidad, esto había sido sólo un sueño. Quizá había algún significado oculto en su desconcertante actitud. Pero por el momento no podía hacer nada, sólo preguntarme si nos volveríamos a encontrar.
* * *
Aquella mañana no me desperté antes que mi despertador y salté de la cama tan pronto como vi que apenas faltaban diez minutos para comenzar la primera clase.
—Maldita sea... —mascullé mientras me aseaba y me vestía.
Tampoco tendría tiempo de acudir al desayuno y a la charla con el profesor Esaú. Si seguía así, acabaría por recibir otra reprimenda. Salí del departamento con el cabello desordenado todavía y terminando de cerrar la parte superior del uniforme.
Aunque no llegué tarde a la clase de la profesora Simona, a causa del castigo del día anterior, esa mañana tuvimos que hacer un examen de Historia de la Tierra. No tuve problema, pues me sabía el temario mejor que la propia profesora, pero el resto de mis compañeros protestó enérgicamente, entre ellos, Styan.
Fue una mañana cansada, pero no fue hasta el descanso del primer almuerzo que pude comer algo. Me sentía desfallecida, así que, incluso, la papilla me supo buena.
No había podido hablar con June todavía sobre lo ocurrido y aunque no podía esperar a compartirlo con alguien, tenía mis dudas sobre si era buena idea. Estaba segura de que no me juzgaría, pero la haría cómplice de mi pequeño delito.
—Ada, ¿Estás bien?— la voz de mi amiga me sobresaltó más de lo habitual y eso le provocó una carcajada.
—Sí...— murmuré apoyando la frente en la mesa delante de mí.
—No tienes buen aspecto. ¿No has descansado?— preguntó preocupada mientras miraba mi pelo con el ceño fruncido. Se paró detrás de mí y deshizo mi peinado maltrecho e improvisado, volviéndolo a hacer apropiadamente. —Así estás mejor.
—Gracias, June.
—De nada, pero todo tiene su precio. A ver, cuéntame. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué has llegado a clase esta mañana con esa cara de loca y sin desayunar?
—Ah, vaya. ¿Se me nota mucho? —sonreí avergonzada. Ella asintió alzando una ceja. Sabía sin necesidad de decirlo en voz alta, que se sentía ofendida de que yo dudase de su capacidad de leer mis reacciones. Además de que me conocía bien, ese era su talento. Podía percibir las emociones de los demás con facilidad.
Me golpeé las mejillas en un intento inútil de quitarme el cansancio de la cara, pero sólo la hice reír más. No era normal ver a alguien cansado. Nuestro día a día tenía un tiempo para cada cosa y el tiempo de dormir comenzaba a las diez y terminaba a las seis. Cuando se incumplía, los profesores amonestaban e investigaban sobre los hábitos del estudiante. No sería difícil investigar el historial de aperturas de la puerta de mi departamento, y no sólo eso, sino comprobar el posicionamiento de mi pulsera que, como inexperta en escapadas, había llevado puesta todo el tiempo. Descubrirían sin problemas que había abandonado mi estancia.
—Pareces agotada. ¿Otra vez el mismo sueño?— preguntó con una sonrisa pícara. —¿Viste de nuevo al Naewat?
—Pues sí... pero no fue igual que siempre —respondí evasiva. June inclinó la cabeza expectante y una sonrisa iluminó su rostro.
—¿Me estás diciendo que el sueño fue diferente? ¿Conseguiste entender lo que te decía el Naewat?
—De hecho, sí. Lo entendí.
—¡Por todos los fotones del Sol! ¡Llevo esperando este momento desde hace meses! ¿Y qué te dijo?— June me agarró las manos con fuerza esperando mi relato con ansia.
—Pues resultó algo desconcertante, pero... dijo que me estaba esperando.
—¿Te está esperando? ¿Dónde?— su ansia crecía con cada pregunta.
—Por el contexto del sueño, intuí que en la fuente del delfín, aunque él no lo dijo con sus propias palabras y...
—¿Y vas a ir?
—Fui —contesté tímidamente.
—¿Fuiste? —June comprendió lo que implicaba mi respuesta en tiempo pasado y, alarmada, miró alrededor y bajó la voz. —¿Estás loca? No puedes salir de tu departamento durante el toque de queda.
—Lo sé, pero necesitaba ir. Tal vez, si me descubren, el profesor Esaú conseguirá interceder por mí argumentando que tiene que ver con la investigación de mis sueños.
—O tal vez no. Debes ser más cauta, Ada —me reprendió. Sin embargo, la sonrisa volvió a sus labios. —Bueno. ¿Y estaba allí? ¿Le viste? ¿Habló contigo?
—Pues... sí, sí y sí. Todo eso ocurrió, pero fue un poco... decepcionante.
—¿Decepcionante? ¿A qué te refieres?
—Ese Naewat se comportó como un idiota. Me habló mal y se estuvo burlando de mí todo el tiempo.
—¿Me estás diciendo que él se escabulló durante la madrugada para ir a burlarse de ti? No parece tener mucho sentido —June frunció el ceño pensativa.
—Lo sé. Es todo muy raro.
—Pero entonces, ¿Eso fue todo? ¿No dijo nada más?
—No. ¡Te lo dije! Se comportó como un idiota.
—Vaya, ¡Qué inesperado! —se puso el dedo en la barbilla mientras pensaba en lo que le había contado. —¿Crees que se trata del mismo Naewat que han trasladado a nuestra zona?
—Creo que sí.
—Es muy raro. ¿Y por qué lo han trasladado a nuestra zona? Siempre procuran mantenernos separados. ¿Qué tiene de especial?
—Es un híbrido, June. —expliqué. Mi amiga palideció y frunció el ceño. —Según me explicó, su DNA es 80% humano.
—Te estás burlando de mí. ¿Cómo va a ser un híbrido? Para eso debería haber existido una interacción íntima entre un humano y un Naewat... —Al pensarlo, June se ruborizó. —¿Crees que...?
—Es obvio. ¡Él está ahí!
—¿Y en qué se diferencia de un Naewat? Es decir, ¿puedes ver a simple vista que es un híbrido?—se interesó.
—Pues es casi igual que un Naewat. Su cabello es blanco, es alto, musculoso...
—¿Guapo?
—Oh, guapísimo. —Ambas nos reímos algo más animadas por la conversación. —Pero no tenía esa impasible seriedad que tienen todos los Naewat. Incluso yo podía ver cómo se sentía a través de sus gestos. Se enfadó, sonrió, bromeó...
—Me habría gustado verlo.
—También tiene ojos verdes.
—¿Verdes? No puedo imaginar a un Naewat con ojos verdes. Me recordaría demasiado a Styan —se rio.
—Ya le gustaría a él parecerse un poco a...
Un brazo fuerte me agarró por el hombro y la cara de Styan apareció entre June y yo, dándonos un susto terrible, pues hablar de híbridos era algo tabú.
—Buenos días, señoritas. ¿Han descansado bien? —dijo risueño, pero la sonrisa se borró de su cara en cuanto vio que ambas habíamos palidecido del susto. —Por un casual, no tendré la suerte de que estuvierais hablando de mí, ¿verdad?— preguntó guiñándome un ojo. Entonces recordé su declaración de la noche anterior. Lo había olvidado completamente.
—Por supuesto que no— espetó June incómoda.— ¿Por qué habríamos de hacerlo?
Styan malinterpretó la timidez de June y sonrió de nuevo, creyendo que mentíamos.
—Muy bien, señoritas— nos agarró de las manos y las besó. Primero la de June y luego la mía, demorando unos segundos más—. Dejaré que continuéis con vuestra conversación.
June me miró con una sonrisa incrédula, mientras sostenía su mano como si fuese el tesoro más maravilloso del mundo.
—¿Qué le pasa a ese?— preguntó fingiendo con muy poco esfuerzo estar ofendida.
—Nada. Es un idiota y lo sabes.
—¿Ha ocurrido algo que deba saber?— preguntó entrecerrando los ojos. Para mi desgracia, June había percibido un poco de desasosiego en mí y sus sospechas se dispararon sin que pudiera engañarla.
Para mí no era un secreto que June se sentía atraída por Styan, aunque, como buena estudiante, guardaba sus sentimientos para después de la graduación. Me molestaba que desperdiciase esos sentimientos en un mujeriego como él.
—¡No! Sabes que es un pícaro nato y siempre anda con tonterías así. —Miré a mi amiga de soslayo con la esperanza de que se conformase con esa respuesta.
—Cierto.
Suspiró un poco más desanimada y empezó a recoger su bandeja con los restos del almuerzo. Nunca me había hablado en voz alta sobre lo que sentía por Styan, aunque tampoco lo había negado. Llegué a preguntarme si tal vez ella no había visto en él algo especial a causa de su don. De otro modo, ¿Qué podía ver en alguien como él?
Ella era de las pocas chicas a su alrededor que no había sido cortejada por él y empezaba a ser un poco obvio que evitaba hacerlo. No podía imaginar cómo se sentía, pero estaba segura de que debía ser no menos que humillante.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro