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Capítulo 25: POV Dareh


Se bebió el champán de un trago y poco a poco fue mareándose más y más. La gente empezó a reírse de ella y por no estar en sus plenas facultades, empezó a reírse también, sin saber de qué.

El slaaf llenaba la copa cada vez que se vaciaba, y ella bebía sin parar. Aquello empezó a tomar un matiz desagradable, pero había llegado a un punto en el que no quería escucharme. Ignoraba por completo todas mis advertencias de que dejase inmediatamente de beber. Su cuerpo no estaba acostumbrado a ingerir ese tipo de sustancias y empezaba a estar demasiado ebria a pesar de la poca cantidad de alcohol inherente en la bebida. La hora de las preguntas no había acabado.

—Ada, ¿Qué pensáis hacer a partir de ahora?— preguntó un curioso— Es decir, vuestro hogar ha sido destruido. ¿Vais a estableceros en Alfa o vais a intentar vivir en la Tierra?

—Puesh la verdad esh que...— por un momento creí que iba a delatarnos y le di un toque por debajo de la mesa— ¡Ay! Dareh, ¿puedesh eshperar? eshtoy hablando con los mayoresh...

La gente empezó a reírse de ella y resoplé exasperado. 

—Como iba diciendo... —tomó aire y empezó a hablar en voz alta— No tengo ni idea. ¡La Tierra shería buena opción! Quizá cerca de un lago, ¿verdad, Dareh?

Me llamó la atención que a pesar de su estado de embriaguez hiciera alusión a nuestro paseo por el lago. Quise hacer de esos momentos algo especial e inolvidable y me gustó saber que lo había conseguido, sin embargo mi alegría duró poco. Las carcajadas de Ada sonaron con más decibelios de los permitidos por la etiqueta y me di cuenta de que estaba apostando con un invitado a que todavía podía beber más copas de sidra.

—¡Así se hace!— dijo otro invitado, rompiendo a reír junto a los demás.

La situación empezó a ser bochornosa, y agradecí cuando las notas de una conocida melodía sonaron. Aproveché para sacar a Ada de allí.

—Ada, ¿vienes a bailar conmigo?

—Claro que shí, Darehtoriansworerg... ¿sabéis que se llama ashí?— dijo poniéndose en pie con dificultad. Lo cierto era que me sorprendió que se acordara de mi nombre completo. Sólo se lo había dicho una vez —Tiene un nombre waro... como todo él... es waro...— entonces me miró y sonrió— pero me gushta ashí.— se dejó caer en mis brazos y se rió de nuevo— porque siempre puedo contar con él... ¿os he dicho ya que esh guapo?

—Creo que debería llevarte a tu departamento para descansar— dije abochornado y cansado de escucharla decir tonterías.

—¡Nooooo! La noche es joven, Darehtoriansworerg. ¡Bailemos!

Me abrazó y empezó a dar vueltas, riendo sin parar. Cierto que estaba ebria, pero me gustaba verla reír tanto. Decidí que podía esperar un poco para ir a descansar. Sí que podíamos divertirnos un rato.

Los invitados se fueron sumando y, poco a poco, casi todas las parejas estaban bailando.

Apoyó su cabeza en mi pecho. Bailábamos completamente desacompasados y no seguíamos el ritmo de la música, pero no importaba. Ella me abrazaba. Estaba pegada a mí, sin pensar en qué dirían los demás, o qué pensaría yo.

—Me gushta escuchar tu corazón, Darehtoriansworerg. Suena muy fuerte... como tú.

Se separó de mi y empezó a pasar las manos por mi pecho y por mis brazos admirada, y tengo que admitir que me puso un poco nervioso. No estaba acostumbrado a ese tipo de confianzas y menos con ella.

—¿Por qué tienesh que sher tan condenadamente perfecto?— dijo de repente. Sonreí incómodo. —¿Lo vesh? Tu shonrisha es perfecta, tush ojos shon... increíblesh, tu pershonalidad esh mava... ma... mavavillosha... Aunque lo intento, no puedo dejar de penshar en ti. ¿Qué me hash hesho? ¿Acasho también tienesh el don de enamorarme y no me lo habíash disho?

Sabía que hablaba bajo los efectos del alcohol y tampoco era la primera vez que me decía que estaba enamorada de mí, pero no podía evitar que las piernas me temblasen. Si ella supiera el efecto que causaba en mí cada vez que me decía algo así, tal vez sería menos despreocupada. 

Subió las manos por mis brazos y hombros hasta rodear mi cuello, para luego tirar de mí y ponerme a su altura. Pasó su mejilla por la mía y cerré los ojos para intentar encontrar el control en algún rincón de mí mismo. Olía a vainilla. Poco a poco se fue alejando, sin dejar que nuestras pieles perdiesen el contacto y se quedó frente a mí, su frente apoyada en la mía y su nariz rozando la mía. Abrí los ojos para mirarla, pero debí haberlos mantenido cerrados. Miré su boca, entreabierta, tan cerca de la mía y, sin saber cómo, me encontré cayendo en el deseo de besar sus labios. Tanto tiempo luchando y al final caí en su dulce trampa. Sin embargo, para mi sorpresa, fui capaz de resistir y me limité a rozar sus suaves labios con los míos. Sus suaves, dulces y cálidos labios...

No quise aprovecharme de ella en aquel estado de embriaguez. Si la besaba, tenía que ser completamente consciente. Me aparté despacio y tras el roce de sus labios percibí una ligera sonrisa que me enloqueció. Maldita sea. Me puse un poco tenso y ella tropezó con mis pies, haciendo que casi se cayera al suelo. Por suerte, la sujeté a tiempo.

—¡Malditos zapatos de m...!— antes de decir un improperio me miró y sonrió —Graciash por shalvarme otra vez, Darehtoriansworerg— se abrazó a mi cuello de nuevo haciéndome cosquillas con la punta de su nariz, me besó en la mejilla y me acarició. Nervioso miré en otra dirección. Maldita sea, me lo estaba poniendo realmente difícil y si no tenía cuidado, esa noche acabaría mal. Bien, pero mal. Bien, porque era lo que llevaba deseando desde que la vi en la fuente del delfín, pero mal porque se salía de todos los parámetros que me había marcado para cumplir la misión. Cero sentimientos.

¡Maldición! No era esto lo que yo quería. 

—De nada— murmuré. Nada de lo que había escrito mi padre en el cuaderno me había preparado para todo lo que estaba sintiendo en mi interior. ¡Y yo no quería que eso ocurriese! Bueno, en realidad sí quería, pero no era el momento. Tenía que tener la cabeza despejada y olvidarme de los sentimientos. Estaba hecho un lío y eso me molestaba mucho.

Styan se abrió paso entre los invitados y se acercó a nosotros interponiéndose entre nosotros dos. En sus ojos brillando la ira y los celos. Suspiré. Esto no estaba resultando nada fácil. 

—Mi turno. No te importa que te la quite, ¿cierto?— dijo mirándome fijamente con rabia contenida.

Ella lo observó  unos segundos confusa, intentando procesar el mensaje que sus oídos acababan de recibir, tras lo cual gritó:

—¡¡Shiiiii!! Voy a bailar con TOOODOSH los invitadosh de la fieshta— exclamó mientras se abrazaba a Styan y se marchaban a otra parte de la pista de baile.

Quizá el momento de pararle los pies estaba llegando. Cada vez que la veía con él mi pecho ardía por causa de los celos y no podía soportarlo. Esa era la razón por la cual intenté evitar dejarme llevar por los sentimientos, pero estaba a medio paso de rendirme. En el hospital se me hizo muy difícil enfrentarme a ellos y más al ver sus miradas de enfado y desconcierto. Me dirigía hacia ellos, cuando Esaú se interpuso en mi camino.

—Está un poco ebria, ¿no?— se rió.

—Sí. Quizá sería mejor llevarla a descansar a un departamento. La gente se ríe de ella.

—Déjala que se divierta, no hará daño a nadie. Si no me equivoco, eso es lo que querían: espectáculo. Además, Styan cuidará de ella ahora.

Eso era lo que más miedo me daba, que Styan cuidase de ella. Visto lo visto, lo consideraba perfectamente capaz de hacer lo que yo no quería hacer. A pesar de que Esaú me hablaba, mi atención estaba completamente puesta en ellos. Styan la agarraba por la cintura y paseaba las manos por su espalda. Le hablaba al oído, pero no pude escucharlos por causa de la música y el murmullo de la gente. Ada sólo se reía. ¿De qué se reirían? Apoyó la cabeza en su pecho y me fijé para leer sus labios. 

"Eres mi mejor amigo y siempre lo serás." Le dijo. Me reí cuando vi la cara de hundido de Styan. Sentí lástima por él.

Cuando la canción acabó y empezó la siguiente, Ada salió corriendo y agarró a Tristan de las manos, quien, nervioso, trató de resistirse, pero no lo consiguió y salió a bailar con ella. Styan se quedó plantado, mirándola y visiblemente disgustado. Me reí para mis adentros. Tal vez por un momento se creyó especial para ella... un momento en el que yo también lo pensé.

—Dareh, ¿me estás escuchando?— dijo Esaú paseando la mirada entre Ada y yo.

—Sí, perdóname. Estoy un poco distraído— respondí.

—Ya te veo— se rió.— Lo que estoy diciendo es que el capitán Hurit nos espera. Se ha encargado de movilizar a los Naewat simpatizantes con la causa, mientras que Verdana será quien guíe a los humanos.

—Bien. Pronto todo habrá acabado— murmuré tan preocupado como aliviado.

Me había pasado media vida preparándome para aquél momento y por fin estaba a las puertas de terminarlo. Sólo un par de pasos más y todo estaría listo para acabar con el maldito Olofson y todas sus redes malvadas de corrupción y crímenes contra la vida.

—Tenemos que entregarle el USB. ¿Crees que podrías escabullirte sin que se den cuenta?

—Será fácil. Ada está siendo un espectáculo lo suficientemente llamativo como para preocuparse por mí.

—Estupendo. Te espera en la zona común.

Miré mi reloj. Ya casi era medianoche.

—¿Cómo le reconoceré?

—Él te reconocerá.

Eché una última mirada a Ada que se reía sin parar de las estúpidas ocurrencias de uno de los invitados mientras Styan intentaba llevársela de vuelta a la mesa para que se sentase y se calmara. Sonreí.

Emprendí el camino hacia la zona común. Miré el mapa que tenía en el dispositivo portátil de mi brazo. No sé qué habría sido de mí sin este cachibache. Me quité el traje y descubrí el uniforme que había estado llevando debajo. Palpé en mis bolsillos y sonreí al percibir que el USB con la clave para ganar estaba ahí.

Seguí caminando y llegué sin dificultad a la zona común. Apenas había gente, sin embargo no había un toque de queda, como en Omega, así que todavía había quienes estaban cenando y paseando. En el centro de la plaza vi una enorme pantalla desde donde se estaba retransmitiendo la cena. Me quedé helado al ver a Ada subida en una mesa y cantando a pleno pulmón las canciones de principios de siglo con un tenedor como micrófono. Los invitados aplaudían entusiasmados, pero Styan se esforzaba inútilmente por bajarla de ahí. Me reí. No tenía remedio.

—Vaya espectáculo están dando esta noche esos burócratas de pacotilla— dijo un joven Naewat a mi lado.— Tú debes de ser Dareh.

—Hurit.

El joven sonrió ampliamente y me extendió la mano para estrecharla.

—Se me hace extraño conocer a un híbrido— sonrió. Su comentario no me sentó muy bien, sin embargo le devolví la sonrisa.

—Me lo dicen a menudo.

—Está bien. ¿Has traído eso?

Miré alrededor para asegurarme de que no llamábamos la atención sobre nadie y se lo di con discreción. Él lo tomó y lo guardó en su bolsillo. Luego miró su reloj y empezó a buscar a alguien alrededor.

—¿Cuándo lo vais a retransmitir?— pregunté.

—Mañana habrá una ceremonia para memorar a las víctimas. Otra parafernalia más. Tenemos a un infiltrado en el equipo de imagen y sonido. Él nos echará un cable.

—Bien. Dile a Bonnie que hemos tenido un contratiempo al llegar. Hemos pasado el día en un calabozo porque uno de nosotros no tenía chip identificativo. 

—¿Cómo es posible? Se le instala a todo el mundo.

—Él es alguien especial— no quería darle muchos detalles, pero parecía más inteligente de lo que creí y sonrió al comprender— Lo que quiero decir es que estamos bajo vigilancia. No sé si esta noche tendremos que pasarla en el calabozo otra vez o si nos cortarán la cabeza por pertenecer a la Rebelión. Creo que sospechan que Tristan pueda venir de la Tierra.

—Por favor, tened precaución. Estamos muy cerca de hundir a esos estafadores y no podemos permitir que haya errores.

—Sí.

Hurit volvió a mirarse el reloj y, de nuevo, hizo un ràpido análisis de la sala, buscando a alguien, pero por la decepción en su expresión, no parecía que lo hubiese encontrado.

—Maldición. Creo que no va a venir.

—¿Quién?— pregunté con curiosidad. Hurit me miró como si estuviese sorprendido de que aún estuviera ahí, pero sonrió.

—Una chica. Una chica preciosa que necesita urgentemente unirse a nuestra causa. Esos malditos estirados... hoy han herido al último corazón bueno.

—Yo me marcho, entonces. También tengo a una chica preciosa esperándome y a la que tengo que salvar de sí misma— señalé a la gran pantalla y Hurit volvió la vista hacia ahí. En ese momento Ada abofeteaba a un invitado que tal vez se había propasado con ella, pero la falta de coordinación producida por la embriaguez hizo que fallase y cayese al suelo. Se puso en pie, comenzó a llorar y se sentó en una silla.

—Ah... vaya...— se aclaró la garganta incómodo mientras observaba la imagen que le devolvía la pantalla.— Está bien. Me tengo que marchar. Nos veremos pronto.

Caminó a paso rápido y se introdujo por un pasillo oscuro que llevaba a los andares inferiores.

 Me encogí de hombros y volví al salón de baile. Miré las imágenes de la fiesta que devolvía mi dispositivo portátil y cuando  Ada dejó de ser el centro de atención, entré a buscarla. Estaba sentada en la misma silla, pero se había quedado dormida sobre la mesa, usando sus brazos como almohada. Me aproximé y la tomé en brazos. El enorme vestido que estaba usando dificultaba que la pudiera agarrar bien. Ella recostó la cabeza sobre mi pecho y salí del salón. Miré hacia atrás y una mujer de pequeña estatura y con el pelo rubio y cogido en la parte de atrás me miraba entrecerrando los ojos. No sabía quién era, pero no me gustaba que me tuviera vigilado de esa manera.

Llegué al departamento que Esaú me había indicado que sería el de Ada y la recosté sobre la cama. Ella se removió y yo me dispuse a salir de allí para dejarla descansar.

—Dareh— la escuché murmurar. —No te vayas, quédate conmigo.

Sonreía, pero sus ojos seguían cerrados, así que no estaba seguro si hablaba dormida o si realmente quería que me quedase. Se hizo a un lado y acarició la cama invitándome a echarme a su lado. Me di la vuelta para marcharme, pero ella volvió a llamarme.

—Vamos, Dareh, que no muerdo. No me hagas pedirlo por favor.

Volví a mirarla y se había incorporado ligeramente, apoyando la cabeza sobre el codo, sin embargo sus ojos estaban cerrados. Su cabello, después de haberse deshecho el peinado que tenía, caía sobre uno de sus hombros lleno de ondulaciones. ¿Cómo era posible que incluso borracha y adormilada me pareciese tan hermosa?

—Ada, ¿estás despierta?

No me contestó, pero unos insistentes golpecitos sobre la cama me indicaron que esperaba que me echase junto a ella. Estuve a punto de irme, pero ¿qué demonios? Ella estaba ebria y yo sólo iba a acostarme a descansar ahí. ¿Qué podía pasar?

Me senté en la cama y lentamente me recosté, mientras escuchaba mi corazón palpitar como loco. No era la primera vez que estaba en una cama con una chica, pero sí era la primera vez que estaba con ella. En seguida me rodeó con sus suaves brazos y suspiró.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por existir.

Recostó la cabeza sobre mi hombro y yo la rodeé con el brazo. Sus hombros estaban descubiertos y los acaricié con la punta de mis dedos. Era suave y olía a vainilla. Si ella supiera que quien debía agradecer cada minuto de su existencia era yo... Le acaricié el pelo y la besé en la frente.

—Sé valiente. Todo esto pasará y seremos felices para siempre. —Con el dedo pulgar retiré el pelo de su frente y la acaricié.

 —¿Por qué no dejas de aprovecharte de ella cuando está dormida?— dijo Styan desde la puerta.

—Ah, eres tú. Hola— dije sonriente ignorando la crispación implícita en su pregunta.

—¿Cómo se encuentra?— preguntó algo más relajado.

—Duerme como un bebé.

—Dareh...— Styan empezó a hablar con dudas—. Sólo quería decirte que me rendiré el día en que ella me diga que no siente nada por mí.

Liberé mi brazo y me senté en la cama. Ella gimió sintiendo el vacío que había dejado, pero no se despertó. Luego miré a Styan, que tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados. Parecía realmente molesto, sin embargo no estaba enfadado. 

—Styan...— empecé a decir, pero él alzó un dedo y me interrumpió.

 —Sé que ella te quiere. Cada día lo veo en sus ojos, pero también sé que hay un vínculo muy fuerte que nos une y que ella lo siente como yo. Por eso no me puedo dar por vencido...

—No tienes que darme explicaciones, Styan— espeté. Él me miró cada vez más enfadado.

—Sólo quería ser sincero contigo, maldito gato. ¿No puedes intentar actuar con un poco de sentimiento y no hundir el dedo en mi llaga? ¿O es que los de tu especie no sabéis lo que es eso?

—Como tú dices, no soy más que un maldito gato. Cosas como los sentimientos son desconocidas para mí.— frustrado salí del departamento dejándolo a solas con ella. Odiaba ver el desprecio en sus ojos. No podía imaginarse hasta qué punto me dolía.


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Bueno, ya es hora de dejar la mente de nuestro pobre Dareh. Lleva muchas cosas por dentro que no terminamos de entender, sin embargo todo se entenderá en su momento (o si no, vaya chapuza de historia, no? jajaja) 

Espero que os haya gustado el capi.

Un saludito a todoooos <3


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