Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 24


—¿Qué estás diciendo, Ada? ¡Claro que lo conoces! Es el presidente de...

—Es Olofson— murmuró Tristan con la mirada fija en el anciano que hablaba con alguien sentado a su lado ajeno a nuestros recelos.

—¿Olofson? ¿El maldito científico que envenenó a June?— empecé a sentir que me faltaba el aire. Quise levantarme y estrangular a esa cucaracha, pero sentí la mano de Esaú, que había tomado asiento a mi lado, sobre mi hombro.

—Tranquila, Ada. Todo a su tiempo. Créeme, él pagará por sus pecados, pero no aquí ni ahora.

Mi respiración estaba acelerada y me sentía mareada. El maldito corpiño del vestido estaba demasiado apretado y me costaba llenar los pulmones de aire.

El hombre que estaba sentado junto al viejo Olofson se puso en pie y sonrió. Era bastante rollizo, lo cual me llevó a deducir que en Alfa no seguían la dieta de papilla y zumos que nos obligaban a tragar. Usaba una especie de kimono rojo y dorado y un sombrero extraño. Era ridículo, pero había más de una persona luciendo modelos similares, así que supuse que fuera de Omega, se seguían modas que desconocía.

—Bienvenidos a todos— empezó diciendo con una voz demasiado aguda para un hombre—, y en especial a éstos héroes, en honor a los cuales, celebramos hoy. Para quienes no me conocen, mi nombre es consejero Piqué, Robert Piqué, y en nombre de la presidencia de la ciudad orbital, de la Asociación y de los dirigentes Naewat, os doy la bienvenida. Hemos sabido que fue una terrible tragedia y lamentamos todas las pérdidas que ha podido ocasionar.

Cuando dijo eso pensé en June. ¿Quién pagaría por su sacrificio? Malditos falsos embusteros... La cabeza empezó a darme vueltas y alrededor de mis ojos veía una especie de sombra. Si no me tranquilizaba acabaría por desmayarme allí mismo por culpa del maldito corpiño que comprimía mis pulmones sin permitirme la cantidad de oxígeno necesaria para un normal funcionamiento de mis capacidades.

—Necesito aire...

—Tranquila— susurró Esaú poniendo su mano sobre la mía.

—Ahora, mis queridos camaradas, disfrutemos de este delicioso banquete en su honor, y en honor de todas las víctimas que hoy no están con nosotros.

El hombre agarró una copa llena de un líquido dorado y burbujeante y todos los demás le imitaron. Nosotros hicimos lo mismo. Bebió y en seguida tomó asiento junto a Olofson.

Una serie de slaafs empezaron a servirnos comida. Había uno por cada comensal, así que el servicio fue muy rápido. Una vez servida la comida, se pararon detrás de cada uno a la espera de poder cubrir cualquier necesidad.

Miré mi plato, blanco y pulcro, con algo de comida en el centro y mi estómago se resintió hambriento. No sabía qué era, pero olía de maravilla y, obviamente, no se trataba de la vomitiva papilla. Agarré un tenedor cualquiera sin pensar en los malditos protocolos y empecé a comer.

—Esto parece la última comida de un condenado a muerte— susurró Tristan forzándose a sonreír.

—No vamos a morir, Tristan— le reprendí enfadada por su falta de optimismo.

—Era solo un comentario que esperaba que fuera gracioso— se encogió de hombros—, pero supongo que ya no tengo ni ganas de reír.

De nuevo las miradas de preocupación me inquietaron. Algo que yo no sabía estaba ocurriendo y no me lo contaban.

—Nos encantaría escuchar cómo fue que conseguisteis escapar de la gran tragedia— dijo un hombre sentado a mi lado—. Ha tenido que ser muy emocionante.

—Sí, supongo— contesté nerviosa al ver cómo fijaba sus arrugados ojos en mi escote.

—¿Los gatos lo pusieron difícil?— preguntó una señora sentada al lado de Styan— He escuchado que comenzaron una revuelta en Omega.

—En realidad no tuvimos oportunidad de enfrentarnos con ellos— contestó Dareh molesto por la impertinencia de la mujer.

—¿Habéis perdido a alguien en el camino?— preguntó otro hombre dos sillas más hacia la izquierda. El recuerdo de June me hizo enfurecer y de nuevo comencé a hiperventilar.

—Perdimos a muchos buenos amigos— contestó Dareh triste lanzándome una rápida mirada—, sin embargo hemos encontrado a otros muchos.

—Ah, eso es fantástico— sonrió el hombre. —Soy periodista en el Orbital Planet y me encantaría haceros una entrevista más adelante para incluirla en la página.

—Quizá más adelante, señor Wallace— interrumpió Esaú—, estos jóvenes acaban de vivir una experiencia traumática y no creo que deseen rememorar esos instantes tan pronto.

—¡Sí, por supuesto, lo entiendo!

—¿Y qué hay del joven híbrido?— preguntó una mujer de apariencia más joven, pero aún así madura. —Nunca en la vida había conocido a un ejemplar tan atractivo.

—¡A mí no me importaría perderme por el espacio si es con él!— se rió otra invitada sentada al lado de la anterior.

—Pues a mí no me importaría hacer muchas cosas con él— se rió de nuevo la primera.

Él sonrió educadamente. Ciertamente Dareh estaba guapísimo con aquel atuendo. Sus bonitos ojos verdes y rasgados llamaban la atención, por no hablar de su deslumbrante sonrisa. Sentí una punzada de celos al ver cómo Dareh sonrió a las mujeres que coqueteaban sin parar.

Estaba deseando que aquel show acabase. No tenía ganas de contestar las estúpidas preguntas de gente estúpida y mentirosa con ropas estúpidas y vidas estúpidas. Estaba a punto de perder los estribos y levantarme de allí para salir corriendo.

—Ada, y con tanto chico guapo, ¿no has decidido emparejarte con alguno?— preguntó otra mujer indiscreta.

Empecé a sentir cómo el calor invadía mis mejillas. Me puse roja en extremo, tanto que incluso Styan y Dareh sonrieron.

—No he tenido tiempo de pensar en esas cosas— contesté cortésmente.

—Es una pena. Se han estado haciendo apuestas por aquí— dijo Olofson, provocando las risitas de los que, imaginé, se dieron por aludidos—. La mayoría ha apostado por Dareh, aunque Styan ha quedado el segundo por poco. Y sorprendentemente, ha habido algunos arriesgados que han apostado por el joven Tristan.

Éste se removió incómodo en su silla.

—Sólo el tiempo lo dirá— contesté deseando que la tierra me tragase.

—¿Ni siquiera ha habido besos?— preguntó la misma mujer de antes—. ¡Yo no habría perdido el tiempo!

Tomé aire profundamente intentando buscar la paciencia en los recovecos de mi ser, pero cada vez era más escasa y me costaba más trabajo encontrarla. Mis mejillas se enrojecieron de nuevo al evocar aquellos momentos y eso hizo que la gente aplaudiese y riese complacida.

—¡¡Ahora sí que hablamos!!— dijo otro hombre.

—Entonces sí hay perspectivas... ¿Quién será el afortunado?— dijo el hombre sentado frente a mí.

—Mejor dicho, la afortunada es ella— le contestó una mujer entre carcajadas.

—No hay que despreciar la belleza de esta joven— insistió el hombre, ya entradito en años—. Sin el uniforme de la astro-academia, con ese vestido tan bonito parece una bella flor.

—Cualquiera con un poco de maquillaje y un buen escote te parecería bella, viejo verde— contestó la mujer a su lado.

La mesa entera rompió en carcajadas, pero a mí no me hizo ninguna gracia. Puse la mano sobre mi pecho tratando de ocultarme de las miradas lascivas de los hombres frente a mí ¿Cuánto iba a durar aquella tortura?

—Mis queridos amigos, estáis agobiando a los héroes con vuestras preguntas— interrumpió Olofson con una sonrisa maquiavélica. —Dejadlos comer y disfrutad de la comida.

Era la primera vez que agradecía un comentario del presidente en mucho tiempo. La gente volvió a levantar sus copas en nuestro honor y siguieron bebiendo.

Cogí mi copa para oler lo que había en ella, pero el olor me desagradó hasta el extremo que aparté inmediatamente la copa asqueada.

—¿No te gusta el champán?— preguntó el hombre sentado frente a mí.

—Nunca lo he probado.

—Eres demasiado joven. Es normal. Vamos, pruébalo, seguro que te encanta— insistió el hombre.

Tímidamente acerqué la copa a mis labios, pero Dareh agarró mi mano.

—No tienes que hacerlo si no quieres. En exceso puede producir consecuencias penosas.

—No seas aguafiestas. ¡Déjala disfrutar de la vida!— exclamó el hombre alegre.

Dareh no apartó la mirada de mis ojos, y yo continué acercando la copa a mis labios. Debo admitir que lo hice un poco para desafiarle. Estaba cansada de obedecer cada palabra suya, y no pensé que podría ocurrir nada. De hecho, no habría probado ni una gota de haber sabido lo que ocurriría. Empecé a beber y sentí que las burbujas me hacían cosquillas en el paladar. Fue una sensación extraña, pero a la vez agradable. El hombre frente a mí sonrió ampliamente complacido.

—¿Quieres más, guapa?

—No... estoy bien...— antes de poder seguir hablando, el camarero detrás de mí volvió a llenar mi copa.

—Vamos, bebe. Verás cómo te sientes mejor con cada vaso.

Bajo la presión de las miradas a mi alrededor volví a beber, esta vez más despacio para poder saborear aquella bebida burbujeante. Tenía un sabor dulce, a la vez que amargo. Estaba buenísima. Las burbujas me hacían cosquillas por toda la boca, y cuando la copa se quedó vacía, me supo a poco. Antes de que mi mano se despegara de la copa al dejarla en la mesa, el camarero volvió a llenarla.

Poco a poco empecé a sentir que todo a mi alrededor daba vueltas y los problemas empezaron a ser menos graves. ¡Aquel brebaje hacía milagros!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro