Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22



Styan se enfrentó al híbrido, que nos miraba enfadado... no, no estaba enfadado. Estaba dolido. De repente, todos mis motivos para odiarle desaparecieron. ¿En qué estaba pensando? No era típico de mí juzgar sin conocer toda la historia, sin embargo no había seguido leyendo el cuaderno para hacerme una idea de lo que quería decir. Por mucho que hubiese herido mi orgullo, yo era más inteligente que eso... o eso creí.

—Demasiado tarde, gatito— dijo Styan poniéndose en pie. Me agarró de la mano y me puso detrás de él, apartada de la mirada del Dareh—, está claro que has perdido...

—¿Estás seguro? ¿Acaso te ha dicho ya que te quiere?— le interrumpió. Esto enfureció más todavía a Styan, pues se dio cuenta de que tenía razón. Es más, yo me di cuenta de que, a pesar de todo, no le había dicho que le quería. No sabía ni lo que yo misma quería.

—Venga ya, pierde con estilo, gato— Styan tenía una ligera sonrisa desafiante, pero los puños tan apretados que los nudillos estaban blancos.

—Lo siento, simplemente no puedo permitir que esto ocurra— Dareh parecía tranquilo y aunque su voz sonaba uniforme, sus ojos transmitían algo más. Dolor. Impotencia. Un sentimiento que me heló el corazón. No lo entendía. ¿Por qué? Si realmente era todo una farsa... ¿Por qué sufría?

—¿Eso es todo? ¿No puedes permitirlo y ya está?— farfullé. Mi determinación y todo mi enfado estaban empezando a colapsar.

En dos zancadas, tan ágiles que apenas percibí su movimiento, se puso delante de nosotros y me agarró del brazo, alejándome de Styan. Me apretó contra su pecho y mi corazón se aceleró al sentir su calidez. Su proximidad hizo que me olvidara de todo lo que acababa de sentir hacía unos minutos, incluido el dolor de mi descubrimiento.

—¡Maldito seas, no voy a permitir que me ganes!— Styan había comenzado a perder los estribos, pero Dareh parecía totalmente calmado.

—Esto no es ninguna competición, Styan. Vamos, tenemos que marcharnos de aquí cuanto antes...

Comenzó a andar sujetándome por los hombros, pero me aparté y me detuve. Él se giró a mirarme exasperado.

—No te entiendo— dije frustrada.

—No trates de entender todo, a veces no se trata de entender, sino de aceptar— me señaló con el dedo de un modo amenazante.

—Eso me suena a dictadura— murmuró Styan.

—Basta de tonterías— espetó empezando a perder la calma. Se giró y se dirigió hacia la habitación de donde había salido.

—Lo he leído...— confesé en un hilo de voz, pero para el agudo oído de Dareh mis palabras no pasaron desapercibidas. Se detuvo sólo un segundo, pero no me miró.

—Espero que hayas conseguido encontrar lo que buscabas— fue su respuesta.

—¡Por supuesto que no!— respondí frustrada. —Pero he leído suficiente para darme cuenta de algunas cosas.

Entonces sí que me gané una mirada de Dareh, aunque hubiera deseado no tener que hacerlo. Parecía decepcionado... pero sobretodo triste.

—¿De qué estáis hablando?— preguntó Styan confuso.

—Nada de tu incumbencia— contestó Dareh sin apartar la mirada de mis ojos.

—Sé cuáles son tus intenciones, pero no pienso dejarme vencer...— Lo dije. Al final lo dije.

—¿Dejarte vencer? ¿Acaso crees que todo esto es un juego? ¡No entiendes nada de nada!— comenzó a alzar la voz mostrando su enfado.

—¡No! ¡Claro que no es un juego! Es una manipulación. Vienes del futuro con una serie de pautas a seguir. Te aseguras de que todo el mundo actúa según lo previsto y luego desapareces.

Esta vez había conseguido captar el cien por cien de la atención de Dareh que se aproximó a mí furioso.

—¿Una manipulación? Más te vale que dejes de hacer tus propias conjeturas porque no haces más que decir tonterías. ¡No sabes de qué estás hablando!

—¡Deja de tratarme como si estuviera loca o no supiera lo que he leído! Puede que me haya enamorado de ti, pero eso no te da derecho a... — dicho eso me tapé la boca con ambas manos y miré a Styan en el momento exacto en que su corazón se rompía en mil pedazos. —Styan...

Esta vez fue él quien, tras empujar a Dareh con el hombro, se introdujo en la habitación. Maldición. No quería haber llegado a aquello. No de ese modo. Tenía que haberme callado, como era mi primer impulso, pero no. Tuve que abrir mi gran boca y herir a todos a mi alrededor. Quise seguirle, pero Dareh me detuvo agarrándome por los hombros.

—Es mejor así. Déjalo.

—¿Cómo va a ser mejor? Acabo de... acabo de...— las palabras colapsaron y no fueron capaces de salir por mi boca. Acababa de besarle y ahora confesaba que estaba enamorada de Dareh. Eso no lo hacían las buenas personas. No lo hacían las buenas amigas.

Comencé a llorar. Me odié por haber herido a mi mejor amigo. Por ser débil, por haber caído en la pequeña trampa de Dareh... y por creer que tendríamos una oportunidad de salvar a aquellas personas. era una ilusa y una tonta. Dareh me abrazó y me sorprendí a mí misma dejándome abrazar.

—Ada, lo que vamos a pasar ahora será duro. Mucho más de lo que hemos pasado hasta ahora. Debemos dejar todos los sentimientos a un lado y confiar los unos en los otros. Independientemente de lo que hayas podido leer en el cuaderno, necesito saber que puedo seguir contando con tu confianza. Para mí no hay nada más importante que eso.

—¿Mi confianza?— alcé la cabeza para mirarle a los ojos y decirle alguna crueldad, pero siguió hablando.

—Escúchame. Este estúpido cuaderno fue escrito por mi padre. No sé exactamente qué parte habrás leído para ponerte así de furiosa, pero él no soy yo, ¿de acuerdo? Y en ningún momento él ha estado o estará dentro de mi mente para saber qué pienso o cómo me siento.

No contesté.

Tristan apareció por el pasillo cansado. Tenía la cara llena de hollín y un aspecto horrible.

—He decidido que me voy con vosotros.

—De acuerdo— contestó Dareh sin pensarlo siquiera.

—¿Qué?— pregunté asombrada mientras me apartaba de sus brazos— ¿No es eso interferir en el pasado?

Dareh me miró exasperado y me ignoró entrando en la habitación. Le seguí junto a Tristan y miré a todo el grupo allí presente. Styan estaba mirando por la ventana inmerso en sus propios pensamientos. Era lógico que no quisiera ni mirarme. Eché de menos a June. Estaba más lejos que nunca de mis dos mejores amigos... Por otra parte, Dana había recuperado la conciencia y estaba sentada en la cama. Tenía una mano en la cabeza, como si de ese modo consiguiera poner sus ideas en marcha.

—¿Estás bien?— pregunté acercándome a ella.

—Sí... pero me duele la cabeza— contestó mientras intentaba ponerse en pie. Me sorprendió que no me lanzara una de sus típicas miradas cargadas de odio. Supuse que ni siquiera se dio cuenta de que era yo la que le había preguntado.

—Es normal que te sientas mal— dijo Tristan mientras se acercaba a tomar su pulso—. Ahora deberías estar muerta como los demás. Es increíble que te hayas recuperado tan pronto. Tal vez deberías guardar un poco más de reposo. No se te ve muy estable.

—Ahora no— insistió Dareh—. Ya tendrá tiempo de seguir descansando cuando lleguemos— su voz sonó grave y sus ojos seguían con aquella mirada triste que me partía el corazón.

—Nos vamos ya. Agarraos los unos a los otros y no os soltéis por nada del mundo— Continuó dando instrucciones, pero su voz era cada vez más tenue.

Un ya conocido cosquilleo, seguido de un vértigo hicieron que me temblasen las piernas. Abrí los ojos, pensando que me caería y me golpearía, del mismo modo que el día que nos marchamos, pero no fue así. Me impresionó ver que todo a mi alrededor había cambiado. Ya no estábamos en el viejo hospital. Las paredes cuidadas y pulcras de una estancia moderna nos rodeaban.

—Esto no es Omega, ¿verdad?— pregunté triste.

—No— Dareh se aproximó a una puerta que había frente a nosotros y asomó la cabeza mirando a ambos lados.

—¿Qué pasó con la gente que había allí?

—Consiguieron evacuar a la mayoría de sus habitantes y a todos los líderes y maestros— Dareh se aproximó a Dana que estaba apoyada sobre Tristan y comprobó su temperatura— Ese día murió muchísima gente inocente. ¿Puedes andar?

La aludida asintió con la cabeza, pero era obvio que no estaba bien. Estaba más pálida de lo normal y tenía unas pronunciadas sombras bajo los ojos. Sus labios estaban resecos y agrietados y apenas podía sostenerse en pie. Sin embargo no protestó y se esforzó por resistir como si no hubiese pasado nada. La admiré mucho más después de aquello.

—¿Dónde estamos?— preguntó Tristan asombrado sin dejar de mirar a su alrededor.

—Bienvenidos a Alfa: la ciudad orbital más grande del sistema solar conocido— dijo Dareh con cierto aire de preponderancia.

—¿Cómo que la más grande?— pregunté asombrada.

Dareh se asomó de nuevo al pasillo y nos hizo gestos para que le siguiésemos. No tenía idea de hacia dónde nos estaba llevando, pero no tenía más remedio que confiar en él, por mucho que me pesara.

—¿Esto es el futuro?— preguntó Tristan, que pasaba las manos por las satinadas paredes.

—No, Tristan. Esto es el presente, nuestro presente y la consecuencia de tus actos— dijo Dana con esfuerzo. El aludido asintió con la cabeza asumiendo la culpa con llaneza.

—¿Dónde está mi hermano? Quiero verlo— se apresuró a preguntar.

—Todo a su tiempo, Tristan. Ahora tenemos algo más importante que hacer. Tenemos que encontrar a Esaú y cambiarnos de ropa.

Me pregunté qué tendría que ver Esaú en todo aquello. Cierto que la última vez que nos vimos me pareció sospechoso que estuviese hablando con Dana y Dareh en su despacho. ¿Acaso él también estaba al corriente de los planes de Dareh?

Le seguimos por un pasillo de un estilo similar al de la habitación en la que habíamos aparecido. Todo muy escueto y sobrio. A pesar de ser una Ciudad Orbital, igual que Omega, no se parecía en nada a ésta. Me sentía completamente desorientada. Dareh andaba muy rápido y con Dana nos resultaba difícil mantener el ritmo.

—Deberíamos llevar a Dana a algún sitio para descansar. No puede moverse a tu ritmo, Dareh...— dijo Tristan, mientras ponía la mano en la frente de Dana—. Tiene mucha fiebre.

—Estoy bien— protestó ella apartando la mano de Tristan de un golpe.

—Yo la llevaré en brazos— se ofreció Styan.

—¡No! Puedo caminar sola...— Styan hizo caso omiso a las protestas de la Naewat que acabó por rendirse y, a causa del malestar que sentía, apoyó su cabeza en el hombro de Styan.

Continuamos caminando hasta que llegamos a un largo pasillo lleno de puertas a ambos lados. De algún modo me recordaba a la zona residencial de mi academia, donde se encontraban los departamentos. Avanzamos hasta que nos detuvimos frente al número 369. Dareh pulsó un botón y un par de minutos después, Esaú apareció frente a nosotros, mirándonos estupefacto. Se asomó a ambos lados y nos dio paso.

—¿Os han seguido?— preguntó nervioso.

—No.

Styan avanzó hasta un pequeño camastro y acostó a Dana en él. Observé el lugar y era exactamente igual que mi departamento, a excepción de que aquél era un poco más grande.

—Perfecto. Me alegro de que estéis de vuelta— Esaú abrazó a Dareh y me quedé más que sorprendida. ¿Qué me había perdido?

—No hay tiempo que perder, Esaú. Dana necesita algo más de tiempo para recuperarse, pero no podemos esperar. Debemos seguir con lo acordado.

—Entiendo... Ella se puede quedar aquí. Estará a salvo, pero no puede quedarse sola... —en seguida me miró para pedirme que me quedase con ella, pero Tristan se ofreció.

—Yo me quedaré. Se supone que no tendría que estar aquí... —Esaú observó unos instantes a Tristan y sonrió.

—Que así sea.

Esaú tenía preparado un uniforme para cada uno de nosotros. ¿Desde hace cuanto que aquello estaba planeado? Nos los enfundamos. Echaba de menos la comodidad de aquella ropa, aunque Tristan se sentía un poco raro. Estiraba del uniforme por todas partes para que no se pegara demasiado a su piel. Me reí.

—Escuchadme, chicos— empezó a decir Esaú—, la academia Omega fue extinguida hace dos días...

—¿Dos días?— interrumpió Styan sorprendido.

—Sí. Ya sabéis que Dareh tiene el talento de poder controlar el vórtice que atraviesa todos los puntos del espacio y tiempo... aunque no estamos aquí para recibir una clase— Esaú se aclaró la garganta. —Lo que quiero decir es que no debéis llamar la atención. Todavía se está haciendo el recuento de los que sobrevivieron a la gran tragedia, así que os instalaréis en las salas comunes con el resto de estudiantes y Naewat.

—¿Qué fue exactamente lo que ocurrió?— pregunté con curiosidad. Esaú tomó aire y lo expulsó lentamente mientras buscaba las palabras correctas.

—Chicos. Hay algunas cosas de las que creíais que no son verdad...

—¿En serio?— Styan soltó una carcajada sarcástica— Cuéntenos algo que no sepamos.

—Quiero decir que... la Tierra no está desierta como os hemos hecho creer todo este tiempo— Esaú miró a Dareh con duda y éste asintió, como si de algún modo le estuviese dando permiso para continuar hablando. —Las ciudades orbitales Alfa y Omega son bases espaciales creadas por una organización gubernamental secreta en las que se experimenta genéticamente con Naewat y humanos para crear la raza perfecta. Eso llevó a los investigadores a darse cuenta que los humanos expuestos a los genes Naewat adquirían ciertas habilidades interesantes. Tu caso, Ada, sorprendió gratamente a todo el mundo...

—Espere, profesor... ¿Está diciendo que somos experimentos genéticos?— preguntó Styan comenzando a enfurecer.

—Sí... bueno... 

—Esto es increíble... ¿Cómo se atreven a jugar con nosotros así?— protestó alzando la voz. 

—Ada— siguió hablando Esaú, esta vez dirigiéndose sólo a mí, que todavía no había sido capaz de reaccionar—, todo esto se hizo demasiado grande porque ellos querían obtener tu don, perfeccionarlo. ¿Sabes lo que sería poder conseguir saber lo que va a ocurrir?

—¿Usted lo sabía?— pregunté todavía intentando hacer conexiones en mi cerebro— ¿Lo sabías tú, Dareh?

Ambos se miraron.

—Ada, lo importante ahora no es quien lo sabía o no— dijo Dareh agarrándome por los hombros para intentar hacerme entrar en razón—. Escúchame, como nosotros, en la Tierra hay otros grupos que saben lo que se hace aquí, y decidieron tomar el camino fácil. En lugar de esperar a una solución mejor, y tras las negativas del gobierno a admitir la existencia del proyecto, destruyeron Omega. Nuestro propósito es desmantelarlo todo pacíficamente. Salvar a todas las personas que, como vosotros, viven engañados... Ada, por favor, mírame.

Le hice caso, pero aunque le miraba, no le veía. Demasiadas cosas empezaron a dar vueltas en mi cabeza. Nada tenía sentido. Nada de lo que había creído una vez era verdad. Todo era una farsa. Miré mis manos y me pregunté si realmente tenía un padre y una madre que me engendraron con amor o no era más que un sujeto de laboratorio a ser investigado. Tenía un nudo en el estómago y aunque quería llorar, mi cuerpo no podía reaccionar. Estaba temblando.

—Ada— Dareh tomó mi rostro entre sus manos, pero me aparté de él y salí corriendo del departamento de Esaú. No sabía a dónde ir, pero me daba igual.

—¡Ada, espera!— escuché la voz  de Esaú detrás de mí, sin embargo no quería mirarles a la cara. A ninguno de ellos. No quería que viesen mi cara de experimento genético.

Fue cuando me encontré sola que empecé a llorar. Las lágrimas me cegaban y no veía por dónde iba, pero ¿qué más daba? Si ni siquiera merecía vivir. Yo sólo era una bazofia humana. Un deshecho creado artificialmente para satisfacer la curiosidad científica de aquellos monstruos. ¿Y June? ¿Había valido la pena su sacrificio? ¿Ella se había convertido en aquél monstruo para nada?

Choqué contra alguien que, en seguida, se disculpó.

—¡Lo siento! ¿Estás bien?

Me sequé las lágrimas y vi al Naewat perplejo que me miraba preocupado. Retrocedí unos pasos. ¿Por qué había un Naewat allí? Miré a mi alrededor y vi una zona común similar a la de mi academia. Incluso había una fuente del delfín. ¿Qué demonios era aquél lugar? ¿Por qué era igual que Omega?

—¿Cómo te llamas?

—¿Qué importa? Ni siquiera merezco tener un nombre.

—Eh, tranquila...— el Naewat me abrazó y acarició mi cabeza y yo, tan necesitada de consuelo, me abracé a él y lloré como una niña pequeña. Me daba igual que fueran los brazos de un desconocido. —Vamos, ningún problema merece unas lágrimas tan amargas. Si tiene solución, no llores, ya se solucionará. Si no la tiene ¿de qué sirve llorar? No arreglas nada con tus lágrimas.

Sonreí sin gana. Tenía toda la razón.

—Mi nombre es Ada— dije mientras me secaba las lágrimas.

—Encantado. Yo soy Hurit. ¿Te apetece tomar algo?

Mi estómago protestó hambriento, pero sólo al pensar en las insípidas papillas, se me quitaban las ganas. Negué con la cabeza enérgicamente.

—Lo único que quiero es dejar de existir en este preciso momento.

—¿Qué te ha pasado que merezca tanta tristeza?

—¿Sabes lo que se siente cuando descubres que tu vida es una mentira? Que nada de lo que has creído saber durante toda tu vida, incluida tu propia existencia, no es más que  una farsa...

—Tú eres... eras de Omega, ¿cierto?— asentí triste— Ya veo. En ese caso, déjame decirte una cosa. —el joven Naewat miró alrededor, asegurándose de que nadie le escuchaba y me susurró al oído— No estás sola. Muchos como tú lo saben y estamos organizando una revuelta para desmantelar toda esta basura. Esta noche, después de la fiesta, tendremos una reunión. Encuéntrame aquí a medianoche—el joven me acarició la mejilla secándome una lágrima y sonrió—. La vida será mucho mejor que esto. Ya lo verás.

Dicho eso, salió corriendo perdiéndose entre el mar de gentes que había allí. Tenía razón. ¿Qué importaba de dónde viniese o cuál fuera mi origen? Lucharía para que mi futuro y el de todos los que eran como yo, fuese brillante, como el sol. Bello como en mis sueños...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro