Koga buscaba más pistas sobre el paradero de la persona a la que había traicionado, quien fue su mentor y amigo, solo por ambición. Taimaru por otro lado, se encontraba en su casa pensando en que no podía confiar en nadie y por el momento solo tenía a Yasha, quien tenía un aire familiar, como si lo conociera desde siempre. Pero no quería poner su vida en riego así que sin mucho afán, comenzó a fabricar un nuevo disfraz. Este constaría de una peluca de cabello rojizo y ojos azules, ropa casual y lentes de lectura. En un bolso llevaría todo lo que necesitaba su plan para buscar más pistas cercanas al lugar en donde fue atacado. Todo le hacía sospechar ya que el día que fue atacado, era como si lo estuvieran esperando y eso aumentaba sus sospechas de un traidor en la agencia donde trabajaba. Taimaru debía montar una trampa por lo que le pagó a un hombre similar físicamente con la apariencia que tenía esa noche para que fuera a un centro comercial y comiera en un restaurante, este llevaría vendajes en las mismas zonas donde fue herido mientras que él vigilaría que su presa llegara en una tienda cercana.
―Vamos, muerde el cebo. ―Murmuró Taimaru concentrado en su actual tarea y objetivos, todo desde su posición. Llevaba varios días planeando todo, Taimaru había buscado a una persona que se asemejara a él y se trataba de un drogadicto que solo quería el dinero para sí. Y con el disfraz correcto y en un lugar publico, Tai había puesto una excelente trampa y solo faltaba su presa. ―Espero que esto de resultados, me estoy exponiendo mucho en este lugar.
Mientras Taimaru vigilaba, un hombre de fornida apariencia y aparentemente pretencioso, se acercó para coquetearle descaradamente.
―Oye, guapo, ¿No quieres que te invite un trago?.
―Que sea un helado, no me gustan mucho la bebidas alcohólicas y quizá lleguemos a algo más tarde.
―Está bien para mí, acompáñame.
Para Taimaru, aquel hombre había sido una perfecta cuartada para pasar desapercibido y poner mejor vista de aquel hombre disfrazado. Mientras escuchaba a aquel hombre jactarse de sus bienes, tenia muchas ganas de llamar a Yasha pero no quería poner su vida en peligro por su culpa.
A las afueras del centro comercial en el que Taimaru había colocado su trampa, se encontraba Koga esperando a uno de sus hombres para lograra su acometido de deshacerse de Taimaru y ser mejor que él en la agencia. Koga había sido apodado como «el lobo» y llevaba un par de años en la agencia, siendo instruido por Taimaru y siendo solo su sombra. Él deseaba la fama y gloria que su mentor tenía, incluso tenía una habilidad de rastreo única pero Tai era mejor y eso lo mantenía muy molesto porque no podía superarlo por más que se esforzara. Cuando Naraku se acercó con la idea de ganancias y fama, terminó aceptando.
―Aquí está la foto del idiota que quiero que mates, él usa un disfraz lo conozco muy bien está en el restaurante, el la mesa del exterior. Mátalo y te daré una buena cantidad de dinero. ―Ordenó a su subordinado.
Shinta al reunirse con su jefe y cuando este le entregó una fotografía del hombre al que debía matar, notó que era bien parecido, «Qué lástima, será un desperdicio» pensó al ver la imagen del atractivo hombre al que mataría. Tras dar la orden, Koga se retiró a un lugar seguro para observar el espectáculo. Sin duda quería deshacerse de Taimaru y ganar el respeto de Naraku le había prometido.
Fuera del lugar, en el área de comida, Tai comía su helado y charlaba con el chico para usarlo de coartada, vigilaba al hombre que comía y al que no le importaba mucho su vida dado que estaba feliz por la dosis de droga que le había prometido, aunque no sabía lo que le pasaría a continuación en ese lugar.
Después de recibir las instrucciones, Shinta se dirigió al lugar para hacer su trabajo, todo de manera discreta y mezclándose entre la multitud. Cuando se acercó al hombre que devoraba sus alimentos, ajeno a su alrededor, sacó de su bolsillo una navaja afilada para hacer que entre la multitud fuera difícil detectarlo. Se acercó al hombre y mientras este seguía absorto y la multitud metida en sus asuntos, le cortó la garganta de un tajo, solo viendo como la sangre salía a chorros. Una vez todos empezaron a gritar al ver como el supuesto Tai se ahoga con su propia sangre, Shinta se deslizó entre la conmoción deseando que nadie lo hubiera visto hacer ese movimiento que manejaba a la perfección.
En el local junto al restaurante, Taimaru se encontraba aburrido de escuchar al chico cuando noto a Shinta, lo conocía pero no por ser una amenaza, sino porque era solo un peón más pero no sabía quien era su jefe. Al ver con aquel hombre que contrató era asesinado y las personas corrían para salir del lugar prefirió ocultarse detrás de una pared, esperando que el jefe llegara. Después de todo, el hombre del cual no escuchó el nombre, había huido ante la conmoción.
―Vamos, maldito, aparece. ―Luego de unos minutos, Taimaru estaba molesto pero para su sorpresa, apareció Koga.
Vio como Koga pateó el cadáver al darse cuenta del engaño y un extraño sentimiento de ira y tristeza se anudó en su garganta. Él era a quien consideraba su amigo, uno de los pocos que en los que había confiado y terminó siendo quien lo quería muerto. Al escuchar que la policía pronto llegaría, Taimaru decidió irse del lugar.
―Koga, ¿por qué tú, mi amigo?.
Taimaru se sintió devastado al saber la verdad, quería saber que motivo tendría Koga para matarlo. La tristeza y desolación que sentía y la amarga mezcla de sentimientos, le hizo derramar amargas lagrimas y terminó caminando sin rumbo con su mente revuelta, todavía debía investigar más. El clima afuera amenazaba con llover y Tai caminó hacia una plaza cercana, tenía que sentarse y pensar muy bien cuales serían sus próximos movimientos y averiguar si había uno o más traidores.
En otro lugar y luego de la partida de Taimaru, Yasha había vuelto a la rutina. Atender heridos, ejercer su profesión y seguir cuidándose de sus pacientes con malas intenciones. La monotonía de su rutina había regresado, la soledad interminable y el miedo a que su único amigo terminara herido nuevamente, justo como lo conoció, aumentó también. Yasha siguió con su vida como estaba seguro que Tai lo había hecho. Aunque, desde que supo que Naraku y su mano derecha eran los hombres que Tai buscaba, hizo que empezara a indagar acerca de quien eran en realidad. Investigó en sus ratos libres y esperó encontrar alguna información referente al tipo llamado Koga que había entregado a Taimaru en bandeja de plata. Ya fuera en noticias viejas y demás, se mantuvo al tanto de la situación y deseando en silencio que Tai estuviera a salvo.
Mientras tanto, en una plaza de la ciudad, Yasha caminaba despreocupadamente, quien al sentirse solo, había decidido salir y caminar para despejarse, para ver gente a su alrededor. Ya habían pasado varios días desde la última vez que había visto a Taimaru y aún pensaba en él, quizá porque no llegaron a despedirse. Mientras Yasha caminaba absorto en su mente, escuchó el rugir del cielo, las nubes grises amenazaban con iniciar una lluvia torrencial y quizá esa era la razón por la cual había elegido salir. Después de todo, fue en una ocasión así en la que se encontró con una casualidad que terminó cambiando su vida para bien, de manera inconsciente, deseaba que volviera a repetirse ese encuentro. La lluvia finalmente comenzó, las personas se movían en todas direcciones buscando protegerse. Yasha simplemente se detuvo, alzó la mirada al cielo y cerró los ojos, sintiendo la lluvia fría caerle encima como la realidad a la que se había acostumbrado. «¿Estarás bien? ¿Haz estado yendo con un profesional para que te atienda las heridas?». Al abrir los ojos, Yasha vio un relámpago que en un segundo había iluminado el oscuro cielo, pero en ese mismo tiempo se desvaneció para dejar ver la oscuridad nuevamente, eso le recordó a Tai.
Estando perdido en sus pensamientos, a Taimaru no le preocupaba mojarse con la lluvia y nunca le preocupó pues sentía que lavaba todas sus penas. Estaba intranquilo, no sabía si ir con Jaken y Rin quienes habían sido como su familia o quedarse solo, no sabía quien más estaba detrás de su vida. Pero en realidad, extrañaba mucho a Yasha y al levantar su cabeza, como si se tratara de una alucinación, Yasha caminaba frente a él. Taimaru mordió sus labios para evitar llamarlo, sabía algo acerca de lo que pasaba pero no era toda la historia y alguien más estaba tras de su cabeza. No podía arriesgarlo.
―Puedo notar que está afligido, pero no puedo acercarme. Al menos no todavía. ―Taimaru se levantó, sabiendo que Yasha no lo reconocería y procedió a irse en la dirección contraria, con un leve cojeo producto de que la herida de su pierna aun le molestaba, tras una última mirada a Yasha, se marchó.
Luego de ese momento, Yasha decidió marcharse a su solitario hogar y volver a apegarse a la vida que tenía antes de haber conocido a Taimaru y el rayo de esperanza que había traído con él.
Mientras que en el hotel de Naraku, la molestia lo invadía puesto habían engañado a Koga y la persona que había matado era un simple drogadicto.
―Te lo dije, maldito idiota. Sabía que te iban a engañar, solo espero que no te haya visto o sabrá que tú eres el traidor. ―Reclamó el hombre de ojos rubí, después de haber recibido la noticia de que aquel hombre muerto no era el apodado Camaleón.
―Fui cuidadoso con mi trabajo y no dejé cabos sueltos.
―Pues más te vale, ese hombre es una amenaza para mí y para mis negocios.
Luego de un par de días de investigar más, Taimaru decidió buscar ayuda, pero solo podía confiar en Yasha, así que en una tarde lluviosa, llegó a la casa del mismo y tocó la puerta con la esperanza de ser atendido, tenia tantas ganas de verlo.
―Espero y me reconozca con esta ropa. ―Murmuró para sí.
Dentro de la casa y con la lluvia cayendo, Yasha terminó tumbado en un sofá con un libro de Medicina en sus manos, repasando algunos temas. Ya había pasado mucho tiempo desde que había visto a Taimaru, no sabía nada de él y si estaba con bien, le preocupaba por alguna razón. Mientras leía, escuchó que alguien llamaba a la puerta. Se calzó, con desconfianza se acercó y abrió. Había un hombre parado frente a él. Claramente su aspecto no era conocido, lo miró atentamente y sin decir nada. No lo conocía de vista, pero de alguna forma, sentía que lo hacía y le pareció extraño.
―El Camaleón nunca se presenta con la misma apariencia a los lugares a los que va. ―Susurró y la sorpresa se pintó en su rostro.
Al ver que Yasha abrió la puerta, Taimaru alzó su mirada y sonrió de medio lado.
―Exacto, jamás me presento con la misma apariencia en el mismo lugar dos veces. ¿Y que tal me veo de cabello rojo y pecas?. ―Con las manos en su bolsillos y un poco empapado por la lluvia, Taimaru no pudo evitar sonreír pese a todo lo que le estaba afectando. ―Espero no ser una molestia, pero he descubierto algo terrible y necesitaba alguien con quien hablar.
Ante las palabras dichas, Yasha supo que no había alucinado producto de su interminable soledad. Su sonrisa que parecía haberse apagado, volvió.
―En verdad eres tú. ―Su expresión volvió a la normalidad. ―Aunque el rojo te sienta bien, debo admitir que extraño al verdadero Taimaru.―Luego de esas palabras, le indicó que pasara para resguardarse de la lluvia.―Nos conocimos bajo la lluvia y nos reencontramos en la misma situación, ¿no te parece irónico?. ―Comentó antes de que volviera la seriedad. ―Pero ya te lo dije, no eres molestia y puedes contar conmigo para lo que sea.
Al ver que Yasha le indicó pasar, Taimaru ingresó a la casa y se quitó la chaqueta mojada para entrar en calor. Ya podría contarle a Yasha lo que había descubierto.
―Traje algo de comer, espero que te guste la comida china. ―Dijo Taimaru entregando lo que traía en las manos. Al saber que estaba en un lugar seguro, se quitó la peluca dejando ver su cabello, al igual que sus lentes de contactos para dejar ver sus ojos también. ―Descubrí quien es el traidor y la verdad eso me tiene muy devastado. Creo no puedo confiar en nadie, solo confío en ti, mi mejor amigo.
Cuando Taimaru entró y le entregó la comida, Yasha la colocó en un lugar adecuado. Y después de tanto tiempo, Taimaru regresó, el verdadero Tai.
―Descubrí que mi aprendiz me traicionó y no sé qué hacer ahora.
Taimaru estaba tan triste que no pudo evitar dejar que sus lagrimas amargas fluyeran libres. Sus sollozos leves también se presentaron, a pesar de que él era fuerte, estaba tan dolido que necesitaba la calidez y confianza de un amigo, necesitaba un gran abrazo y que le dijeran que todo estaría bien, aunque fuera una rotunda mentira.
―¿Podrías abrazarme?. ―Susurró Taimaru a la única persona en quien confiaba ciegamente.
―Empieza por tranquilizarte, yo estoy aquí para ti. ―Contestó.
Yasha, al ver como las lágrimas empezaban a deslizarse por las mejillas de Tai, sintió unas inmensas ganas de matar al llamado Koga con sus propias manos. Las ganas de abrazarlo y refugiarlo de la maldad del mundo también aparecieron pero se reprimió. Pero, cuando Tai se lo pidió, no dudó en estrecharlo en sus brazos y acariciar su cabello con tal de demostrarle que estaba ahí para él. Lo abrazó para permitirle romperse en sus brazos, para que liberara el dolor de su corazón y volviera el Tai que tanto había extrañado.
Continuará...
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