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Capítulo 3.

Después de unos días, Yasha empezó a acostumbrarse a la presencia de Tai en su casa. Ya no era raro dar un «Buenos días» y ser respondido, descubrió que eso era agradable. A pesar de tener un inquilino, siguió trabajando en su profesión sin interrupciones. Visitaba a los pacientes que tenía y atendía las llamadas importantes, algunas buenas y otras malas, pero ese era un tema aparte. Sin embargo, Yasha no dejó de pensar en el nombre que Tai había mencionado días atrás y sentía que lo tenía en la punta de la lengua, porque estaba seguro que lo conocía de algún lado. Pero no entró mucho en detalles, de igual forma eran asuntos que no le concernían. Más al ver que Tai estaba empeñado en buscar la manera de volver a donde pertenecía y dar caza a la cabeza del traidor que le había tendido la trampa.

Ya habían pasado varios días desde que Yasha le había salvado la vida a Taimaru y a este le agradaba estar con el chico y mucho, pero no podía dejar de pensar en que alguien lo quería muerto y debía acabar con ese asunto para poder vivir un poco más tranquilo. Sus heridas ya habían sanado un poco y debía volver a casa, Tai no podía estar más tiempo con esa apariencia. Pero al menos solo Yasha lo había visto y no pretendía hacerle daño, si el traidor daba con su paradero, la vida de Yasha corría peligro también, incluso más de lo ya habitual y eso no es lo que él quería.

Mientras Yasha llenaba algunos documentos, recibió una llamada importante y decidió contestarla, era uno de esos tipos que necesitaban ayuda médica para sus hombres que seguramente habían sido heridos en algún atentado criminal. 

―De acuerdo, iré para allá. No hace falta que envíes a nadie, tengo mis propios medios. ―Contestó al hombre tras la bocina. ―Solo cubran la herida, voy en camino. 

Yasha debía atender a la mano derecha de un conocido criminal que había sido herido por alguien a quien no le concernía saber y debía ayudarlo. Claramente sabía que si no iba, su cabeza sería la que rodaría. Yasha simplemente tomó su maletín y decidió comunicarle la noticia con urgencia a Tai para así poder marcharse, aquellas personas no eran del tipo que podrían esperar a que le apeteciera llegar y menos, siendo tan peligrosas.

Taimaru se encontraba desayunando cuando Yasha recibió aquella llamada, otro trabajo según supuso. Supo también que aprovecharía para irse sin causar problemas ya que odiaba las despedidas. 

―Has recibido mucho trabajo estos días y eso es bueno, aunque deberías de ser cuidadoso con quien trabajas ya que no sabes cuando querrán dejar de ser agradecidos. Si no mírame a mí. ―Comentó Taimaru y sonrió de medio lado, le había tomado aprecio a Yasha pero debía terminar con muchos asuntos pendientes y aún debía salir de lugar donde se estaba ocultando.

Yasha sintió las palabras de Tai algo lejanas pero ignoró esa sensación por su prisa. 

 ―Mi deber es atender a quien lo necesita, sin importar si es la escoria de la sociedad. Créeme que me he topado con ciertos casos pero no ha habido nada que no pueda manejar. ―Respondió. ―Pero eso no es importante.―Tener con quien hablar en su interminable soledad había sido gratificante, pero una extraña sensación que lo obligaba a quedarse estaba volviéndose difícil de ignorar. ―Tengo que marcharme, el deber llama. ―Se despidió. ―Nos vemos luego. 

 Sin saber por qué esa frase le sonó extraña, Yasha decidió marcharse para cumplir su deber.

―Hasta luego.  ―Susurró Taimaru. 

Cuando Yasha se marchó, Taimaru terminó su desayuno y arregló su ropa, usó una pintura para su cabello de color negro. Si bien sabía se esta se caería con el agua y solo sería un instante, la necesitaba al igual que uno lentes de contacto para ocultar sus dorados ojos. También se hizo con unas gafas para disimular un poco más y una ropa sencilla que le ayudaría a pasar desapercibido.

―Espero que no se moleste por que me fui sin despedirme, le dejaré una nota. 

Tai se fue de la casa pero antes dejó una nota con una linda letra: «Gracias por haberme ayudado, pero mientras no me sienta seguro, no puedo arriesgar tu vida también...». Dejó la nota en un lugar que Yasha podría ver y se fue a una de sus casas más secretas para armar un plan e investigar más sobre el traidor.

Con el presentimiento de que algo andaba mal, Yasha simplemente terminó por llegar hacia su destino: un hotel de mala muerte ubicado en los suburbios y del cual ya había visitado antes. En el lugar se ocultaban los hombres de un temido y buscado criminal del que realmente no le interesaba que hacía y que ya había atendido antes. Como Yasha lo previó, el lugar estaba rodeado de camionetas de aspecto dudoso y ostentoso. No se sorprendió ante eso, ya se había acostumbrado. Cuando se acercó, fue rodeado y tuvo armas de diferentes calibres apuntando a su cabeza, eso tampoco lo sorprendió. Con la mirada cargada de imponencia, se presentó. Tal parecía que habían sustituido a la seguridad del lugar.

―Soy el médico que fue solicitado. ―Su voz seria y su expresión ya carente de emoción, hizo dudar a quienes lo rodeaban. ―Entre más tiempo pase aquí, menos esperanza tiene su jefe y créanme, lo lamentaran. 

Después de pensarlo, los guardias le permitieron el acceso y Yasha terminó por ir a la habitación asignada. Luego de un rato, Yasha siguió con su encomienda siendo vigilado por varios hombres armados. Atendió debidamente a aquel peliblanco que había resultado herido en-quien-sabe-qué y mostró la valía de su nombre ante eso. Con dedicación se esforzó para que ese hombre se recuperara y así poder hacer que su cabeza se conservara en su lugar, solo así podría salir de ahí y recibir una cálida bienvenida en casa.Paño tras paño, venda tras venda, terminó por cerrar las heridas de bala que ese hombre de sádica apariencia tenía producto de su trabajo malintencionado. La presión por ser observado estaba irritando a Yasha, pero debía esperar a que el amo y señor de esos hombres apareciera para poder retirarse después de esos momentos llenos de tensión.

Pero, dentro de aquel hotel de mala muerte, también se encontraba uno de los más famosos contrabandistas de drogas. Era alguien quien siempre era un charlatán y arrogante, pero ese día en particular no parecía estar de buen humor.

―¡Maldito inútil, te di una sola orden y no pudiste cumplirla! ¡Yo lo quería con vida, al menos herido! ¿¡Acaso no sabes los problemas que tu error me va a provocar!?.

―Lo siento, jefe pero fue más astuto que yo y escapo. Y aunque estaba herido de gravedad, todavía no encontramos su cuerpo. Mis hombres todavía lo están buscando.

 ―Más te vale por que si él sigue con vida, tú date por muerto, inútil. ―Advirtió el hombre de ojos rubí. ―¿Ya llegó el médico que solicite?.

―Sí, ya llegó jefe.

―Al menos eso hiciste bien, si no me fueras tan útil, créeme que ya te hubiera matado. Necesito la cabeza del Camaleón, él es una amenaza para mi negocio.

Al recibir la noticia que su mano derecha ya había sido curado, Naraku Yato, el jefe,  procedió a entrar en la habitación en donde se encontraba el médico y sin mucho esperar le ordenó a Koga, uno de sus hombres, que le diera su paga por los servicios cumplidos.

―¿Otra vez metiéndote con prostitutas, Hakudoshi? La próxima vez te dejaré morir, no por ser mi mano derecha tienes inmunidad. ―Observó a Yasha y se acercó curioso. ―¿De casualidad no has atendido a un chico de cabello negro y ojos verdes, con múltiples heridas de bala? Lo estoy buscando, el muy maldito me robó dinero y es un gran mentiroso. Si es que lo ves, avísame y tendrás una gran recompensa. ― Agregó sin titubeos y su mirada se enfocó en Koga quien entregaba el dinero a Yasha e iba tras él. ―¿Y a donde vas ahora, inútil?.

―A la agencia, quizás Jaken ya sepa algo del Camaleón. Ellos son como padre e hijo y aunque no confía mucho en mí, me lo va a decir.

―Eso espero, vuelve con resultados. No te molestes en volver o ten por seguro que te mataré. ―Ante sus palabras, un aterrado Koga afirmó y se marchó, ser un traidor no era nada fácil y saber filtrar información no era una garantía de que estuviera siempre a salvo en sus trabajos. ―¿Como debo curar sus heridas y que tan graves fueron? No puedo darme el lujo de perder a mi Contador ahora. ―Se dirigió al médico, con su mirada fría. Una vez que obtuviera respuestas, le daría la orden de que se fuera del lugar.

Ante la voz de mando del líder, Yasha sintió un ligero estremecimiento que no demostró. Mantuvo la mirada neutra a la espera de su libertad. Pero, las palabras dichas por ese par de hombres recién ingresados, le hizo desear volver a casa para contarle todo a Tai. Estaba ante el hombre que quería muerto a Tai y el mismo que lo traicionó. No obstante, no podía dejar que la seguridad de Tai y la suya corrieran riesgo, no podría enfrentarlo al ser un simple médico sin conocimiento en defensa personal y sin contar que estaba rodeado de hombres armados hasta los dientes. 

―En este papel están los medicamentos que necesitará y las dosis exactas, también las rutinas y cuidados que debe tener. Mis honorarios también se especifican ahí. ―Luego de sus palabras cortantes, le entregó un papel con todo lo mencionado anteriormente. En verdad Yasha aguantó las ganas de saltarle encima al moreno de ojos azules y partirle la cara, solo por ser causante del dolor de Tai. Una vez más, se repitió que no podía hacer tal cosa.  ―Lo siento, he atendido a decenas de pacientes pero ninguno con esas características juntas. ―Contestó, casi se mordió la lengua de la ira contenida. 

―De acuerdo, pero una cosa te advierto, él es un experto del disfraz. Y si quieres seguir vivo, cuídate porque es demasiado astuto. ―Mencionó dándole la paga y ordenó a los guardias que lo escoltaran a la salida para que estuviera seguro. ―Y otra cosa, creo que no es necesario recordarte que nada de lo ocurrido aquí se debe mencionar. 

Yasha recibió su pago sin demostrar la ira que lo carcomía, disfrazando todo su odio en una fachada impasible.

 ―La confidencialidad es parte de mi trabajo, confíe en que nada de lo que sucedió en este lugar, será mencionado. ―Respondió. 

Ante la respuesta, Naraku mandó a uno de sus guardias por las medicinas y regresó a sus ocupaciones. Después de eso, Yasha caminó seguido de su escolta hacia su auto, deseando llegar lo más rápido posible a su hogar y darle la nueva a Tai. Y lo hizo, al subir y acelerar, siguió con su misiva de llegar y ayudar a Tai aunque fuera un poco en su misión. Luego de una eterna hora más, Yasha llegó a su hogar. Ni bien entró, buscó rápidamente a Tai sin dejar de repetir su nombre con insistencia. Pasados unos minutos, tristemente se dio cuenta que el lugar estaba tan solitario como acostumbraba. Temeroso de que algún peligro le haya pasado a Tai, decidió buscar algún indicio de lo ocurrido. No en tardó encontrar una nota con perfecta caligrafía.«Gracias por haberme ayudado, pero mientras no me sienta seguro, no puedo arriesgar tu vida también. Taimaru».Una dolorosa punzada dio justo en su corazón, Yasha se dio cuenta de que nuevamente estaba solo. Tai, ahora Taimaru, se había marchado y seguramente, para no volver. Había sido bello mientras duró.

Ya lejos del lugar, Taimaru se encontraba a salvo en una de sus casas organizando sus ideas para encontrar al traidor y aunque quería enfocar toda su energía en ello, no podía dejar de pensar en Yasha y lo grosero que había sido al no despedirse de él.

Continuará...

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