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Cap. 47


Se sentó junto a la ventana, con una taza de café.

Miró por la ventana, antes de beber.

Estaba triste, y desanimado.

No le gustaba sentirse así, pero era la única emoción que sentía últimamente.

No le gustaba desperdiciar su tiempo.

Quería que todo volviera a ser como antes.

Quería que el sol volviera a brillar con intensidad frente a ellos.

Tomó su libro, y comenzó a leer.

Eso le despejaba la mente cuando se sentía mal.

No le gustaba pensar que el tiempo pasaba.

Y el seguía en soledad.

Sentarse junto a la ventana le hacía sentir mejor, podía mirar a la gente caminar y los automóviles pasar.

Lo lograban distraer.

Dejó en libro en la pequeña mesa a su lado, dejando en pausa su lectura.

No se podía concentrar.

Todo le daba vueltas en la cabeza.

¿Cuánto tiempo había pasado ya?

Miró el calendario, y se sintió peor.

Dos meses.

El tiempo se había cumplido.

¿Debía seguir esperando a JiMin?

Ya no sabía, su mente estaba confundida.

Se terminó su café, y se levantó del sofá.

Necesitaba salir a respirar aire fresco.

Buscó alguna chaqueta para ponerse, además de algunos zapatos.

Tomó sus llaves, y salió del departamento.

No sabía donde ir, solo quería distraerse de sus tristes pensamientos.

Salió del edificio, y caminó sin rumbo.

No quería hacerle caso al menor, no quería dejar de esperarlo.

Pero parecía que debía empezar a hacerlo.

JiMin no había aparecido, JiMin no llegaba.

JiMin no llegaría.

No quería creerlo, pero era lo único que le decía su cerebro.

Esperar le hacía daño, pero dejar de hacerlo le dolería más.

No sabía que pensar, todo era muy complicado.



Todo iba muy despacio para él.

Miraba su teléfono, buscando una distracción.

Se estaba poniendo nervioso.

Sentía que no llegaría nunca, y eso más nervioso lo ponía.

Solo quería bajarse, y correr a casa.

A casa.

Su nueva casa.

No sabía si llamarla así era lo correcto, pero era lo que más le parecía.

Llevaba sus cosas con él, listo para empezar una nueva vida, si se le podía llamar así.

No sabía que pasaría cuando él llegara.

Se había demorado más de lo esperado.

Y no porque él quisiera, los días se pasaron demasiado rápido para su gusto.

Y solo deseaba que él lo siguiera esperando, aunque el tiempo ya había pasado.

Quería que lo abrazara, que lo contuviera y quería volver a dormir con él. A compartir todo el día, a sentir su amor siempre, a reír juntos.

Simplemente quería estar con el mayor.



El viento corría libremente, refrescándolo en parte.

Caminar le hacía bien, servía para que soltara energías.

Y dejar de pensar tanto por algunos momentos.

Caminaba y caminaba, cada vez sintiéndose mejor.

Incluso se compró otro café, y lo bebía lentamente.

Claro, no podía evitar pensar en JiMin.

Y en donde estaría en ese momento.

Suspiró, y decidió volver a casa.

No tenía nada más que hacer.

Botó el envase de café en el primer basurero que vio, y siguió caminando.

Miraba el cielo de vez en cuando, y le pedía consejos al sol. Esperando encontrar la respuesta correcta a sus pensamientos.



Cuando salió del tren, se sintió libre.

Tomó sus maletas con más fuerza, y comenzó a caminar más rápido.

Los nervios le subieron, las piernas le temblaban suavemente, pero lograba no darle importancia.

Evadió a toda la gente de la estación, sin importarle si llegaba a empujar a alguien, tenía cosas más importantes que hacer.

Salió a la calle, y espero por un taxi. Cuando este llegó, se subió rápidamente, dando la dirección del lugar donde se dirigía.

Se encontraba nervioso, y con muchas ganas de llegar.

Quería ver a YoonGi, y demostrarle que estaba listo para empezar otra vez.

Aunque tenía miedo de que YoonGi hubiera cumplido la promesa, y hubiera dejado de esperarlo.

Si YoonGi había hecho eso, JiMin no sabría como reaccionar.

No pensó que se demoraría tanto en aclarar su mente de una vez por todas.

Miraba las calles intentando distraerse, pero no lo conseguía. YoonGi era lo único que rondaba por su cabeza.

YoonGi, y unas ganas tremendas de abrazarlo, como si no lo hubiera visto en años.

Mientras más se acercaba al lugar, más ansioso se ponía.

Movía su pierna y su brazo, en un intento de calmarse.

Intento que claramente no funcionó.

Detuvo el taxi en la esquina de la calle, y decidió caminar hasta el departamento.

Caminó, pasando algunas tiendas que habían en el lugar.

Caminó, pero se detuvo en seco al ver a YoonGi caminando frente a él.

Su sonrisa creció en su rostro.

Por fin veía a YoonGi otra vez.

Caminaba mientras miraba sus zapatos.

Era una mala costumbre, pero seguía haciéndolo.

Como si algo le avergonzara y no pudiera mantener la cabeza en alto.

Aunque no tenía nada para avergonzarse.

Pasó por la cafetería, y recordó muchas cosas.

Recordó las veces que solía ir ahí con JiMin, y las últimas conversaciones que tuvieron en ese lugar.

Todo para poder arreglar los problemas.

Comenzó a buscar las llaves del departamento.

Las sacó, y comenzó a jugar con el llavero, buscando alguna manera de divertirse el poco camino que le quedaba hasta su casa.

Estaba frente a la puerta principal del edificio.

Iba a entrar, hasta que una voz lo detuvo.

-¡Yoon!

Levantó la cabeza, con bastante sorpresa.

Se giró, y vio a la persona que lo llamaba.

JiMin estaba de pie, a unos metros de distancia.

Con sus maletas a sus lados.

Entonces lo supo, había hecho lo correcto al esperar.

Sonrió, y se acercó al menor con una sonrisa.

Lo abrazó, y lo levantó del suelo unos centímetros, sintiendo como el menor lo abrazaba con fuerza también.

Se quedaron abrazados el tiempo que quisieron, sin importarles si las personas los miraban raro.

Ellos eran felices.

-Lo siento por demorarme más de lo que te dije- El primero en hablar fue el menor -Pero tenía dudas que aclarar conmigo mismo, y el tiempo pasó muy rápido.

-No importa, ahora estás aquí, y yo nunca te dejé de esperar.

-Tenía miedo de que lo hubieras hecho, estaba tan nervioso.

-No podía dejar de esperarte, si sabes que solo te amo a ti.

Se separaron unos centímetros, pero no del todo.

-Extrañaba tanto verte.

-Ya estoy aquí, y no me iré nunca más.

-Yo tampoco me iré, nos quedaremos juntos para siempre.

-Hasta que la muerte nos separe.

Ambos soltaron una pequeña risa, antes de besarse.

Estaban a un paso de comenzar una nueva vida, sin mentiras ni engaños.

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