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Capítulo 6

—Así que eso pasó —dijo al lobo. Ambos estaban sentados en la entrada de la carpintería. La pantera suspiró al acabar de hablar y se levantó —. Tengo que acabar con lo que pasa, esos hijos de puta no me dejaran en paz —el lobo se levanta igual y toma su hombro.

 —Estoy contigo —al escuchar eso la pantera no pudo evitar sonreír y luego abrazar a su mejor amigo.

Samanta se despide de su padre y sube a la patrulla de Max como copiloto. El canino aceleró y se dispuso a ir a la comisaría.

En el trascurso del viaje, ninguno de los dos hablaba, preferían el silencio que había en el lugar. Este no duro mucho, ya que una coneja de pelaje blanco se atravesó en el camino obligando al lobo a detenerse. 

—Ayuda —suplicó ella—. Tienen que ayudarme, mi novio esta en problemas. 

El instinto de la pantera le decía que no debían confiar en ella, pero el lobo no sintió lo mismo, y bajó rápidamente de la patrulla para ayudar a la coneja.

La pantera baja también de la patrulla y examina con la mirada a la coneja. Pelaje blanco, ojos violeta, cabello castaño, parecía tintado, y se nota un tatuaje de una cruz en su brazo. Max toma la radio, pero antes que pudiera pedir refuerzos es jalado por la coneja.

—Rápido, no hay tiempo —dijo con un tono de suplica para que la siguieran. 

El lobo la sigue sin decir nada más, le parecía que ella en serio estaba preocupada, y noto miedo en su mirada. Mas sin embargo, Samanta no creía tanto, y dudaba mucho. Sin mas remedio siguió al lobo y la coneja.

El lugar donde estaban corriendo era un callejón. Dos edificios eran lo que rodeaba este, y al final solo había un gran muro de unos tres metros junto con un basurero de color verde en muy mal estado.

Al llegar el lobo vio un cuerpo al lado del basurero, parecía un ciervo muy mal herido, o muerto. La pantera al verlo se detuvo. 

—Hay que llamar a una ambulancia —le gritó el lobo que se acercaba corriendo a lo que parecía un cadáver. 

—Si, para ustedes —susurró la coneja y saco una glock 17, pero Samanta logró escuchar. Esta velozmente se da la vuelta y ve a la coneja con el arma. Su amigo estaba en peligro, y no permitiría que lo dañaran. Se lanzó contra la Coneja y la tiró al suelo. La pantera era más fuerte, y al ser más pesada podía forcejear con la contraria para mantenerla en el suelo.

El lobo, al sentir el ruido se voltea y ve como la pantera y la coneja forcejeaban. Sin pensarlo iba a ir a ayudar a su amiga, pero justo cuando dio el primer paso fue tacleado por otra coneja por la espalda. Esta de pelaje negro, cabello azul y ojos violeta. Max intento levantarse rápido, y aunque la coneja de pelaje negro tratara de que no lo hiciera, el lobo fue más fuerte.

A unos metros la pantera había logrado quitarle el arma a la coneja de pelo castaño y la lanzó lejos. La coneja puso sus dos pies en el abdomen de Samanta y con fuerza la separó de ella. La felina se levantó igual que la coneja. Ambas se pusieron en guardia.

—Si que eres una molestia —dijo la coneja—. Te matare. 

—Eso ya lo veremos —respondió Samanta. 

La coneja lanza el primer golpe, pero Samanta da un paso atrás y el puñetazo falla. La felina rápidamente responde con un gancho derecho. La coneja lo esquiva moviendo su torso hacia un lado y responde velozmente con un golpe bajo acertando en el vientre de Samanta. La pantera da un paso hacia atrás arqueando su espalda hacia delante y pone ambas manos en su vientre para recuperar el aire. La contraria lo aprovecha y acierta un gancho en la cabeza de Samanta. Esta queda levemente aturdida, pero no cae. Al ver que otro golpe venia hacia ella, esta vez de la izquierda puso ambos brazos para protegerse y estos reciben el daño.

El lobo esquivaba hábilmente los golpes que la coneja de cabello azul. La coneja lanzaba golpes con sus puños pero no acertaba. La rabia que le daba eso hacía que cada vez fuera más rápida al golpear, eso complicaba al canino. Ella en un rápido movimiento con sus patas logró pisar al lobo, y con esto hacer que se concentrara en su pie para que desprotegiera su cabeza. Así pasó, y la de pelaje negro acertó un fuerte golpe en el hocico del canino. Ahora molesto el lobo dejó de solo esquivar y empezó a lanzar golpes. La coneja era más rápida, y esquivaba todo lo que el canino intentara, hasta que ya cansado abrió sus brazos y embistió a la coneja haciendo que se golpeara la espalda contra una pared.

Samanta recibe una patada en el costado de su torso y esto le hace dar un par de pasos hacia un lado. Gruñe con rabia y lanza un puño a la cara de la coneja, pero esta lo esquiva arqueando su espalda hacia atrás, da un salto para poner sus manos en el suelo, así dándole una fuerte patada en el mentón a la pantera, y con el impulso vuelve a estar de pie. La felina se toma el mentón y se soba, tratando de calmar el dolor. El golpe la había atontado, pero vuelve a estar bien unos segundos después, y se pone de nuevo en guardia. Respiraba agitada y esperaba el golpe de la contraria, para así tratar de adivinar su siguiente movimiento y sorprenderla. La coneja de pelaje blanco también estaba en guardia, pero mantenía una sonrisa maliciosa. La mirada de la felina era molesta, quería borrar esa sonrisa de la cara de la coneja.

El lobo soltó a la coneja al escucharla gemir con dolor por el golpe. Esta cayó al suelo sentada. Max sonrió pero cuando iba a sacar las esposas para arrestarla fue embestido por el zorro que antes estaba en la patrulla, dejándolo en el suelo, y el zorro sobre él. Se escuchó una leve risa de el zorro y se levantó este. Max rápidamente se puso boca arriba para ver al zorro. Se puso en guardia. El zorro no esperó y atacó primero, lanzando varios golpes al aire que eran esquivados por el lobo.

La coneja de pelaje blanco peleaba ágilmente con la pantera, pero ella no se quedaba atrás esquivando y lanzando golpes Inesperados. Por mala fortuna de Samanta ahora la otra coneja estaba libre, y fue a ayudar a su compañera. Dos contra uno, una clara desventaja para la felina, que aunque estuviera así, seguiría peleando. Desde muy pequeña lo sabe, y ahora lo confirma, para vivir bien, hay que ganárselo. Tomó aire para relajarse, tenia a dos conejas entrenadas para matar frente a ella, la fuerza no seria una opción muy fiable. Sentía como la sangre pasaba por sus labios, y ese sabor agrio que tiene, algunas gotas se mezclaban con el sudor y caían al suelo. No era la única, el pelaje de la coneja blanca tenia partes que se hacía rojizo, y a la coneja negra se le notaban algunas heridas menores, de las 3 era la que menos tenia heridas visibles pero aun así no estaba en su cien por ciento.

Ambas coneja se lanzaron contra la pantera, ésta intentaba esquivar los golpes pero le era difícil, y recibía uno que otro de vecen cuando. Lanzó un codazo y le dio a la coneja negra, se puso detrás de ella, y eso hizo que la blanca le diera a su compañera, desestabilizándola, y al final por un empujón de Samanta cayera al suelo, sacándola de combate por un tiempo. La coneja aun en pie le lanzó un puñetazo a la cara, pero Samanta tomo su antebrazo para mantenerlo fuera de su destino. Intento lo mismo con su otro brazo, pero tuvo el mismo resultado. Sam vio como la coneja la miraba a los ojos, y aprovechó eso para darle un fuerte cabezazo en la nariz. La coneja dio varios pasos atrás atontada, y sintiéndose mareada. La felina le dio un fuerte gancho en el mentón que hizo que volara un poco y cayera inconsciente al suelo. La alegría no le duro mucho, ya que la coneja de pelaje negro aprovechando que Samanta ahora se estaba tomando un respiro, se lanzó contra ella y con su antebrazo le dio un fuerte golpe en la nuca, lo que la hizo caer boca abajo. La pantera ahora estaba muy débil, y al intentar levantarse una patada de la coneja la hizo caer de nuevo al suelo. 

El lobo ya cansado de esquivar y al darse cuenta que el zorro no se cubría, no dudó y en un descuido esquivó el golpe del zorro que le venía a la cara agachándose, y dándole un fuerte golpe en el vientre. El zorro dio un paso atrás y puso sus brazos cubriendo su zona afectada, y luego recibió un golpe en el mentón que lo lanzó más atrás. Estaba muy aturdido, y el lobo oficial le dio un fuerte golpe en su mejilla para dejarlo fuera de combate. 

Max miró a su amiga al estar ya libre de amenazas, y vio que la coneja sacaba de su pierna una pistola, igual a la que tenía su compañera. Le apuntaba a la cabeza a la pantera. No dejaría que le hicieran daño, dejó de verla muchos años, y ahora que volvía no la vería morir. Sacó su arma, una 9mm glock 17 de color negro. 

—Manos arriba — gritó, esperanzado de que la coneja dejara a su amiga, pero ella solo se encogió de hombros, como si no le importara 

—Adiós, gatita —puso su dedo en el gatillo. 

Sam sentía lo mismo que la última vez que estuvo en una situación similar, pánico. Sus ojos estaban cerrados, esperando el disparo que sellaría su final, y en su mente recordaba esos momentos buenos que había tenido durante su vida. El disparo sonó, pero no venía del arma de la coneja, provenía del arma del lobo. Este volvió a salvarle la vida, quitando la de alguien más. La pantera esperaba que la coneja cayera, pero lo único que escuchó fue el arma caer y un gran gemido de dolor. Al poder verla se dio cuenta que la bala le había dado en el brazo, el cual tenía el arma. La sangre no se hizo esperar, y un hilo de sangre salía de su herida. Pasaron unos segundos donde ella trataba de resistir el dolor, pero al final lo que hizo fue tratar de tomar de nuevo el arma. La pantera reaccionó a tiempo y la tomó primero que ella. Le apunto y la coneja sonrió con malicia 

—mátame —dijo, su voz era suave y débil, y de sus ojos salían leves lágrimas por el dolor. Samanta se negó y esperó que Max le pusiera las esposas. 

Más patrullas llegaron al lugar, igual que 2 ambulancias, una donde iría el zorro y en la otra ambas conejas. Los policías siguieron las ambulancias para hacer sus respectivos procesos. El lobo, junto con una chita se quedaron con Samanta, la cual estaba sentada en el capo de la patrulla siendo curada por la chica. La chita era pelaje dorado con manchas negras, desde la parte delantera de su cuello hasta su vientre y patas era un poco más claras, de ojos color miel y vestida con un traje de paramedico de color celeste. 

—Estarás bien, pero tu cuerpo deberá descansar —dijo la chita guardando las cosas que había usado para curar a la pantera. Después de un rato la chita se va dejando al canino policía y la chica felina solos. 

—Gracias —murmuró la chica. 

—¿Por? —preguntó el oficial. 

—Salvarme... —la felina miró a su salvador—. Otra vez.

—Lo haría una y mil veces más —sonrió igual que la felina y ambos se abrazaron. Unos segundos después se separaron sonrojados —. Debes descansar, vamos a mi apartamento, ¿sí? —la pantera se sonrojo mucho y rió bajo, lo pensó unos segundos y luego aceptó 

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