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Capítulo 1

Samanta se encontraba acostada en una hamaca dentro de lo que parecía un establo. Dormía con un sombrero de paja tapando su cara para que los rayos tempraneros del sol no le molestaran. Su sueño fue interrumpido por una pequeña familia de conejos, que gritaron todos "feliz cumpleaños". La pantera se levantó casi de un brinco y miro a la familia. Una pareja de conejos de mediana edad, junto a otro conejo adolescente de unos 16 años y dos conejitas de pelaje blanco de unos 8 años. Las dos cachorras tenían un pastel de crema azul con detalles blancos con el nombre de "Samanta" y dos velas que formaban el número 21.

— Muchas gracias —dijo la pantera mientras sonreía—. No sé... No sé que decir —se sonrojaba por el buen trato que le estaban dando. Después de todo ella no es de la familia, y nunca aceptara entrar en ella. Sí, era muy linda y agradable, pero ella pensaba que no merecía ese trato.

—Eres de la familia —decía alegre el conejo mayor de pelaje gris con blanco y ojos azules se acercándose a la pantera sonriendo —. Y vamos a celebrar tu cumpleaños —al escuchar eso la pantera se sonrojo muy apenada, no quería nada de esos tratos tan amables, sentía que no se lo merecía.

—Vamos Sam, sopla las velas —dijeron las gemelas muy alegres mientras sonreían. 

—Jeje, las quiero niñas —dijo Sam y sopló las velas del pastel. 

—¿Qué pediste? —preguntó una de las pequeñas mirando con sus ojos azules iguales a los de su padre a la pantera. Ella río y negó 

—No puedo decirte, sino no se cumplirá —dijo esta riendo un poco.

Al terminar de comer el pastel Sam se levantó y salio a ver el campo de zanahorias de la granja. Vestida con un overol azul oscuro y su sombrero de paja se arrodillo y empezó a sembrar algunas semillas para las zanahorias junto a una regadora para el agua.

El sol estaba sobre ella, era medio día después de todo y la pantera solo se sentó cansada. Su pelaje negro no la ayudaba. Suspiró y vio como alguien le acercaba un vaso de agua. Ella vio al conejo adolescente darle el vaso sonriendo 

—Te hace falta —dijo el conejo. Ella agarró el vaso y tomó dando las gracias.

La pantera entraba a la granja al escuchar como la llamaban para almorzar. Se sentó en el comedor para comer. Escuchaba a la coneja mayor hablar por teléfono. Tal vez uno de sus hijos, uno de los 10 que ya se fueron de la granja. Rió leve al recordar cuando llegó aquí. Un conejo de 12 años la vio durmiendo bajo un puente mientras se arropaba con una pequeña sabana que había empacado. Le dijo que sus padres no lo permitirían, pero tenían un establo donde podía dormir y estar calentita. Se había dormido en una hamaca, donde hasta ahora a dormido. Se sacudió la cabeza para olvidar ese recuerdo y acabó de comer.

Al llegar a la sala con las dos gemelas vio que ambas veían la TV. Un programa infantil sobre cachorros que son héroes o algo así. Sam no le puso mucha importancia y se sentó en el sofá junto a las dos pequeñas.

La llegada de la madre de la familia fue inesperada y agarró el control de la TV cambiando el canal y haciendo que ambas gemelas bajaran las orejas. La pantera miro a la coneja mayor y esta solo miraba la TV. Suspiró y miró que iba a colocar, pero una de las pequeñas empezó a jugar con su cola. La pantera la miró por un momento. Los ojos café claros de su madre y llenos de inocencia al jugar con la cola de una pantera le hicieron sonreír. Amaba a esas pequeñas

La coneja mayor puso las noticias, donde se mostraba a un ciervo con traje diciendo algunas cosas. La noticia era sobre una explosión en la cárcel de la capital. Según la información un convicto exploto por culpa de una bomba. Algo raro a decir verdad. La coneja solo siguió hablando por teléfono y no dejaba de ver la TV, estaba asombrada por la noticia.

Sam se alejó un poco de allí y volvió al trabajo, sí, volvió al huerto de zanahorias.

Sacaba las zanahorias listas de la tierra y las ponía en una cesta mientras tarareaba una canción. Sus gustos musicales no eran normales por aquí en la granja. Ella era de los barrios bajos, allí se escuchaba mucho el rap y trap, musica que se considera urbana. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por el conejo adolescente. La pantera le miro sonriendo. 

—¿Qué pasa Alex? —pregunto esta. 

—¿Puedes acompañarme al mercado? —dijo el conejo —. A mamá no le gusta que vaya sólo. 

—Pero tienes 16, deberías poder ir sólo ya ¿no? —río la pantera un poco.

—No te burles — pide el conejo con sonrojo. 

—Bien, voy a cambiarme y voy.

En el mercado estaba el conejo en una tienda de videojuegos. Miraba un catálogo lleno de estos. La pantera fuera de la tienda miraba como algunos de los conejos más cachorros jugaban en los juegos mecánicos y demás. Algo llamó su atención, un coyote caminaba mirando todo. Después de todo no es normal ver carnívoros en el pueblo, y Samanta era una de las depredadoras más conocidas del lugar. Sam fue interrumpida por la voz de Alex. Este tenía una bolsa con algunos videojuegos. La pantera miró al conejo y sonrió empezando a caminar.

Faltaba poco para llegar a la granja, y la pantera estaba pendiente a cualquier cosa rara. Ver el coyote buscando algo le parecía muy extraño, y tal vez tramaba algo. Podía ser que sí, lo hiciera, pero no tenia que ser malo para ellos. Aunque claro, es mejor prevenir, que lamentar. La calle por la que iban estaba vacía, no había nadie cerca, y eso dejaba más preocupada a la pantera.

Al llegar a una esquina donde había una tienda de ropa deportiva, la pantera miró uno de los espejos que se veían desde afuera. El reflejo de ambos se mostraba perfectamente, pero había algo raro. La pantera se fijo en eso y vio como el coyote que estaba antes venía siguiéndolos. Miro a Alex seria 

—Ve a casa, y no hables con nadie — dijo la pantera con frialdad. 

—¿Qué? ¿Por qué? —el conejo estaba muy confundido.

—Solo hazme caso —respondió la pantera. El conejo solo asintió y corrió a su casa. La pantera miro que el conejo se iba y al volver a ver el espejo el coyote aun estaba ahí. Tratando de pasar desapercibido con un periódico sentado en una banca. «Eso solo funciona en película, idiota.» pensaba Samanta y caminó hacia el lado contrario al conejo.

Caminó casi medio kilómetro y aún estaba detrás de ella. La pantera entró a un callejón y al llegar al final se detuvo. El coyote también entró y miro a la pantera. 

—¿Qué quieres? —preguntó ella sin mirarlo.

—Tú deberías saberlo —respondió este

—¿Por qué lo haría? No sé quien eres.

—Pues dan buena pasta por ti —dijo y sacó un cuchillo de la parte de atrás del pantalón. Samanta aun sin mirarlo sabia que tenia un arma, y debía salir rápido. Esta vio una escalera de incendio y sin pensarlo fue a ella. El coyote le siguió pero al llegar la pantera pone una pata en la escalera con la que se apoya y salta pasando sobre este con una mortal hacia atrás. El coyote solo la veía pasar sobre él sorprendido. Al aterrizar mostró sus garras y se lanzó contra el coyote dejándole una cortada en su mejilla y un golpe en su vientre. Este por el golpe soltó el arma blanca y cayó al suelo de rodillas. La pantera agarró el cuchillo y se acercó a su atacante. El filo del cuchillo contra la piel del cuello del coyote, una batalla que ganaría el cuchillo y el coyote lo sabia. 

—¿Por qué querías matarme? —preguntó la pantera.

—Yo no quiero hacerlo — respondió —. Ellos me tentaron, dijeron que si lo hacia me pagarían muy bien. }

—¿A qué te refieres con "ellos"?

—The bad cribes. 

—¿Qué? —rápidamente abrió los ojos sorprendida recordando quienes eran. Una banda criminal reconocida por el trafico de drogas y asesinatos bien trabajados. Se guardó el cuchillo y saltó al coyote. Estaba muy confundida ¿Por qué querían verla muerta? Se preguntaba mientras veía como el coyote se iba rápidamente. Decidió dejarlo ir y volver a donde vivía.

La noche caía y la pantera no dejaba de pensar en lo que había pasado. Acostada en su hamaca mirando el techo pensando en alguna causa por la cual querían matarla. Se levantó y tocó la puerta de la granja. La coneja mayor abrió la puerta y la invito a pasar. La noche era fría, así que pensó que quería un poco de calor. La pantera solo preguntó por Alex y luego fue a su habitación.

Tomó el portátil de el chico y lo encendió. Se sentó en la cama y lo puso en sus piernas. Buscaba la información de la banda en internet y encontró un texto de un periodista en una pagina de blogs

«La banda conocida como "the bad cribes" es una de las más peligrosas de la ciudad. De su jefe no se conoce mucho, solo que puede ser despiadado y vengativo. La banda es conocida por el tráfico de drogas en toda la ciudad, igual su jefe tiene varias parcelas en el pueblo cercano donde cosechan las plantaciones que necesitan. La policía ha tratado de encontrar sus parcelas pero son camufladas con otras plantaciones de verduras y demás. Los que trabajan para ellos tienen que prometer no hablar sobre eso o sino podrían morir. Según los informes de policía la banda es muy peligrosa e integrantes de esta tienen una gran recompensa.»

—¿Qué haces aquí? —dijo el conejo dueño de la computadora. La pantera la cerró de inmediato y volteó a ver al conejo, este estaba envuelto en una toalla y su pelaje estaba mojado. Acababa de salir de la ducha. La pantera se sonrojó y de inmediato salió del cuarto saliendo con la computadora. El conejo la detuvo y le preguntó porqué se llevaba eso, pero esta no respondió y se fue a la sala.

La pantera estaba sentada en la sala aun investigando sobre la banda. Una de las conejitas le dio una manta y la otra una taza de café caliente. La pantera les sonrió y les dio las gracias.

Samanta encontraba y leía informes y noticias de la banda. Encontró una noticia de hace 6 años, le llamó la atención y entró a la pagina. Era un texto largo, pero encontró una foto que hizo que abriera los ojos sorprendida y asustada.

«Se encontraron dos cuerpos de leopardo y un jaguar en un callejón. El jaguar aun era menor de edad, y ambos leopardos eran integrantes de la banda "the bad cribes»

La pantera miraba la foto con los ojos cristalizados. El chico que había amado estaba allí tirado como la ultima vez que lo vio. Se limpio y siguió leyendo

«Algunos que dicen ser testigos comentan que vieron salir a una pantera negra junto a un lobo de pelaje gris salir del callejón después de oír algunos disparos.»

La pantera sintió que algo en su pecho se quebraba viendo la foto de ella y su anterior mejor amigo en la noticia. Rápidamente trato de buscar sus redes sociales pero no recordaba nada de ellas. Habían muchos con ese nombre, y no encontraba ninguno que se pareciera a él. Suspiro frustrada y se limpio las lágrimas. Tenia que buscar si su amigo estaba bien.

La pantera había quedado dormida en el sofá de la sala con una manta y la computadora a un lado. En la mañana una de las conejitas la vio y fue con ella. La movió un poco y la despertó. La pantera solo la miro y le dio el buenos días. La coneja mayor le invitó a desayunar y esta no se negó.

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