Capítulo 60 [FINAL]:
Ingrid
Unos días después me encontraba en el despacho de Gorka haciendo el trabajo que le correspondía a él. Sin fumarlo ni beberlo, entró Patri y cerró la puerta tras de ella mientras colocaba tres fotos en mi escritorio —una de Gorka y mía junto a los niños, otra con nuestros amigos y la tercera otra con mi familia.
—¡Tengo que decirte una noticia! —vino saltando como Heidy en la pradera.
—Espero que sea buena, malas ya hemos tenido suficientes —me reí y ella observó toda la oficina, hasta la mía ya que la puerta la dejaba visible porque se encontraba abierta.
—Guau, ¡qué remodelación, una pasada! —se sentó enfrente de mí.
—¿Te gusta? —intenté averiguar.
—Mucho, cuando salga y se incorpore va a flipar —esbozó una sonrisa y se empezó a frotar la barriga.
—¿Cuál es esa gran noticia? —puse énfasis en las dos últimas palabras.
Siguió frotándose la barriga y al ver que no decía nada, me tiró un papel en la cara.
—Oye... —lo cogí después de esquivarlo y lo tiré en la papelera.
—¿Y bien? —erre que erre, ¿acaso le picaba la panza o qué?
—Con lo lista que eres muchas veces, ains... —se revolvió por la silla—. ¡Estoy embarazada! —pegó un saltito de felicidad y se levantó de la silla—, de un mes, voy a ser mamá —me lo comunicó con efusividad.
Feliz me levanté y me abalancé sobre ella —pero con delicadeza, era burra pero en estas situaciones sabía controlarme—. Como era de esperar solté un ruido bien sonoro.
—¡Muchas felicidades, bonita mía! —exclamé abrazándola con fuerzas—, ¿El papi ya lo sabe?
—Sí, estamos la mar de felices. Imagínate, nuestro primer hijo juntos —me contó feliz—. Ya podemos hacer fiestecitas con los niños pero, que sepas que tu pancita algún día debe de crecer.
—Sí, nos juntaremos con los niños y compartiremos tantos momentos que crecerán juntos —me entristeció la idea de tener uno propio, aunque soñara con eso sin él aquí era muy complicado. A Fer no podía ponerlo en esa tesitura sabiendo lo que sentimos el uno por el otro, no era justo para él. Con su dulzura y su trato, logró enamorarme.
—Ey, hermana no te pongas así pronto saldrá y podréis tener todos los niños que queráis, ¡hasta un equipo de futbol o un dos sin tres! —comentó emocionada y empezó a olfatear—. Huelo algo familiar.
—Ojalá... ¿Será el perfume?
—No —me miró la barriga y me alzó la camiseta. De repente se tapó la boca con las manos—. Ayyy, ¡doble bombo!
Enarqué una ceja.
—¿Qué dices?
—¡Estás embarazada! —rebuscó entre lo que llevaba en su bolso y sacó un test de embarazo—. Aquí está, por suerte compré dos por si era necesario.
—Solo estoy hinchada, ¿eh? En breve me tiene que bajar —me arrastró hasta el aseo y cerró la puerta.
—Y una mierda, haz pipí y lo averiguaremos —sacó el test del envoltorio y se levantó la camiseta—. Observa la forma de mi vientre y la tuya, son similares. Estas más gordita, sin ánimo de ofender
—No pienso hacerme la cosa esa —refunfuñé—. Mira tú, lo mismo dijo Gorka.
—¡Ingrid! Si te lo dijo, es por algo —alzó la voz y solo me quedó obedecerla.
—Testaruda —me arrebató el test y empezó a dar botecitos.
—Si es que tengo un olfato, ¡esperas un bebe! ¡Las dos a la vez!
—No —me dio mareo.
—Que sí, ¡mira, qué de esto yo entiendo! —me explicó cómo funcionaba el cacharrito ese.
Me quedé blanca como las nubes del cielo. ¿Embarazada, pero de quién? ¡Joder, esto no se podía complicar más.
—¡Felicidades futura falete! —sacó su test le hizo foto junto al mío, y a nuestras barrigas juntas. Viva el postureo. Después terminaron en instagram—. No estarás sola, compartiremos, voy a ver a mi hombre y se lo cuento —me dio mi test en su cajita, al abrir la puerta nos encontramos a Fer pálido—. ¡Danos la enhorabuena estamos embarazadísimas! —salió del despacho saltando en una pata, ni tiempo le dio a Fer a felicitarla.
Este era de esos momentos en los que deseaba que la tierra me tragase, salí del aseo y lo cerré. A continuación, cuando fui a sentarme, me cogió del brazo y con el otro guardé el test en mi bolso. Bien Ingrid, esperas un hijo y no sabes de quién pero bueno, al menos tienes la tranquilidad que no te va a salir negro.
—Lo que dijo... ¿es verdad? —me preguntó tan confundido cómo lo estaba yo.
—¿Es... —tragó saliva— sabes de quién es?
—De A o B, es decir tuyo o de él pero aún no lo sé... no estuve con nadie más —fui sincera.
Fer me agarró de la cintura y me besó. No hice nada por apartarlo.
—Divórciate y empecemos una vida juntos —me propuso—, vámonos lejos a criarlo donde nadie nos conozca.
—¿Y si resulta no serlo? ¿Qué harás?
—Lo mismo que si lo fuera, cásate conmigo —dijo muy enserio.
—Esperaremos a que nazca y le haremos la prueba, ¿vale? Quiero ser justa y leal para los dos.
—Está bien, pero no me voy a separar de ti en todo el proceso y no acepto un no por respuesta —los ojitos le empezaron a brillar—. Os voy a cuidar, lo prometo.
—Acepto tu trato y estoy segura que lo cumplirás —cogí mi bolso—. Bueno, voy a hacer unas cosas e iré a la cárcel.
—Es verdad, hoy es hora de visita —me acarició la barriga—. Te acompaño.
—Puedo ir en taxi, el coche se lo queda mi padrino.
—Prometí cuidarte y eso es lo que haré así que vamos —me abrió la puerta, salimos y la cerré con llave
Un par de horas después, Fer salió de verlo y yo entré en mi turno. Con el permiso de un agente, me senté al contrario de Gorka.
—¡Viniste! —exclamó ilusionado.
—Si —le sonreí—, ¿cómo estás?
—Feliz de verte, amor.
—Te tengo dos noticias —empecé a romper el hielo.
—Cuéntame —me pidió nervioso.
—He conseguido el permiso para poder verte todos los días.
—¿Enserio? —sus ojitos escondían felicidad.
—Sí, me lo consiguieron Patricia y Alex. Se están portando genial conmigo, ¿sabes? Están esperando un bebé —le conté.
—No jodas, ¿eso es cierto? —abrió los ojos como platos—. Lo que daría porque lo estuvieras tú también.
Aproveché el momento para sacar del bolso mi test y ponérselo ante él.
—Tenías razón el día que me dijiste gordita, estoy de un mes y yo ni lo noté —me dio tanta vergüenza que hasta me sonroje.
Se levantó de golpe y empezó a gritar.
—¡Estamos embarazados! ¡Voy a ser papá!
Todos los presentes nos miraron y nos dieron la enhorabuena.
—Gorka... —De nuevo me puse roja—, todos nos están mirando.
—Que nos miren —le pidió a un celador que le dejase un segundo acariciarme en su presencia y este no se negó. Al contrario, aceptó la petición con una sonrisa.
Gorka me besó y un escalofrió me recorrió en cuerpo después de estar tanto tiempo sin besarlo ni sentirlo. Lentamente, apoyó su mano en mi barriga.
—Hola, pequeñín te prometo que muy pronto estaremos todos juntos —me entusiasmó la idea de verlo tan tierno, tan dulce—. Cuida mucho a mamá
El guardia se acercó y nos miró.
—Siento interrumpir el momento, pero debe de irse señora.
Poco a poco me hizo alejarme de Gorka y solo tuvimos oportunidad de despedirnos con la mano. Salí y me reuní con Fer, por miedo a que lo pasase mal y no hiciera las cosas bien. Le oculté la verdad, ya tan solo nos quedaba esperar. Gracias al permiso pude visitarlo a diario.
Esa fue mi nueva realidad.
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