Capítulo 6: Primer Enfrentamiento.
Gorka sin dejar de mirarla sonrió pícaramente sexy. Le guiño un ojo sin dejar de acariciarla y volvió a cruzar su mirada con la de Ingrid.
— ¿Ya acabaste la inspección muñeca? —le preguntó él.
—¿Perdón? —contestó ella alucinando.
Gorka se empezó a reír de una forma divertida, cada vez la risa se hacía más evidente y característica.
—Ah no se digo, como me has mirado tan dulcemente —dijo con ironía—. Digo... quizás se ha perdido y necesita un GPS.
—¿Pero ¿qué te has creído tu chaval? No eres el centro del mundo ¿Vale? —contestó refunfuñando.
—Si vale por un beso, a mí, si me vale —le sacó la lengua él sin parar de reírse.
La mano de ella tomó velocidad y justo cuando iba a aterrizar en el rostro de Gorka él logró detenerla.
—Tranquila fierecilla, he dicho un beso no que te acuestes conmigo —le sacó la lengua—, así que, si no quieres acabar mal, más te vale que no lo vuelvas a intentar.
Enfadada se soltó de su agarre agresiva.
—¡Ni loca me acuesto contigo subnormal! —le gritó.
—No me levantes la voz, mami —se recochineó de ella.
—No soy tu mami —aclaró Ingrid.
—No, Dios me libre de tener una hija tan maleducada —dijo riéndose.
—¡Que no te rías payaso! —volvió a chillarle.
Gorka empezó a cambiar el rostro y clavó su mirada en los ojos de la muchacha contestona.
—No si no me rio de ti, me rio contigo que es diferente —se burló él—. Por cierto... ¿Cómo te llamas?
—No te importa —dijo con malas pulgas.
El muchacho suspiró levemente.
—Si me dices tu nombre, te digo lo que pasó anoche. Entre tú y yo, ya tu sabes... —dijo con intención de sacarla de sus casillas.
—Ingrid —contestó fría.
—Yo Gorka, gracias por interesarte por mi nombre —dijo con ironía.
Este acercó su mano hacía el cabello de ella y ella le apartó la mano.
—¿Me vas a decir lo que pasó o qué? —le ordenó.
—Eh... a mí me lo dices bien señorita, sino no te digo nada —respondió.
Ingrid suspiró y lo miró con resquemor.
—Está bien.
Gorka la miró esperando respuesta.
—¿Y bien? Estoy esperándote —anunció él.
—Por favor, ¿Puedes decirme lo que ocurrió anoche? —forzó la amabilidad.
—Claro señorita, antes me debes de responder una pregunta —contestó divertido.
—¿Cuál? No estoy para juegos así que ve al grano —dijo Ingrid.
—Tranquila, es básica. ¿Qué edad tienes?
—Tengo 25 años y.. ¿Tú? —le devolvió la pregunta.
—Los mismos que tú, aunque sinceramente yo parezco más joven que tu —bromeó él.
—Muy gracioso. Venga ahora sí ya puedes soltarlo —insistió Ingrid perdiendo la paciencia.
—Una última cosa —contestó el.
El joven empezó a acariciarse el cabello seductor sin dejar de acariciarle cada poro de su piel.
—¿Eres virgen? —le preguntó sonriente.
Ingrid cerró el puño con ganas de estampárselo en todo el jeto que tenía.
—Mira idiota, déjate de tonterías ya ¿Está claro? A ti no te interesa eso —refunfuñó.
—Uy por tu reacción es que sí... —se empezó a reír de nuevo—. Dime, dime, dime si tú quieres andar conmigo, no tiene caso que sea tu amigo. Y si no quieres solo dame un rato baby, pero sin ningún contrató —le cantó.
—Además de ser un cerdo, cantas fatal —dijo enfadada.
Gorka hizo el sonido de un cerdito riéndose.
—Si te sientes sola, llama a cualquier hora. Toda mi vida te la pongo a tus pies. No pidas permiso solo ven conmigo. Te subo al cielo y no te dejo caer —prosiguió con la canción.
—¿Qué te crees la Pantoja? —preguntó ella.
—Soy mucho mejor que la Pantoja nena, ¿No captas mi mensaje subliminal? Podemos pasarlo muy bien.
—Antes me hago monja, me das un asco... —arrugó el rostro.
—No creo que te de tanto cuando te gusta que te toque y que deslice mi mano sobre tu cuerpo semidesnudo —le sacó la lengua.
Ella se paró a observar detenidamente el movimiento de su mano y sin contemplación la apartó.
—¡No me vuelvas a tocar en tu vida asqueroso!
—Sí, sí... disimula ahora. Bien que te gusta, además, aunque seas una monja, yo te convertiría en una monja bien traviesa —se mordió el labio.
—¡No me gusta! ¿Qué pasó anoche? —preguntó con necesidad de saber.
—¿Lo preguntas enserio? No lo niegues, porque para no gustarte no impedías mis caricias.
—No, si te parece voy de broma... —dijo cansándose de la situación.
—¿Aun viéndonos así necesitas un mapamundi para descifrar lo que pasó entre nosotros? —le preguntó el.
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