Capítulo 47:
Gorka
En menos de lo que cantaba un gallo, llegamos a la Pasionne Prohibita. Entramos con naturalidad y fuimos saludando a toda aquella persona que se cruzaba por nuestro paso. Entramos en mi despacho, Ingrid me siguió.
—¿Puedes cerrar la puerta, porfa? —le pedí educadamente a Ingrid.
Ella sin decir nada, cerró la puerta y se sentó en la silla que estaba justo enfrente de mí —también se dejó el bolso a un lado de mi escritorio—. Me percaté en las paredes y vi orgulloso como estaban colocados los cuadros de nuestra sesión de fotos.
—Sublime —sonreí y cogí mi portátil. Ella ante mi comentario, observó también los cuadros y me miró.
—Quedaron bonitos —admitió.
—Cariño, esa no es la palabra perfecta para describirlo —encendí el ordenador y empecé a teclearlo buscando el análisis DAFO de este mes—. Me pregunto si ya habrán terminado tu despacho.
—¿Qué tal si entro y miro? —se quedó pensativa y se acarició con la yema de los dedos la barbilla—, aunque la verdad no tendré constancia si lo habrán arreglado ya que nunca puse un pie dentro.
—Dame un segundo —levanté el teléfono y le marqué a Belinda—. Belinda, ¿puede ocupar ya mi mujer el despacho o aún no está disponible? —Belinda me comentó que efectivamente, estaba arreglado y listo para su uso—. Perfecto, muchas gracias —colgué el teléfono y levanté la mirada.
—Entra si quieres, me ha dicho que ya lo tienes —sonreí.
Ingrid se levantó de la silla y con ansias abrió la puerta de su despacho. A simple vista, vi que todo estaba cambiado y sin haber entrado podía asegurar que había quedado de diez no, de cien como mínimo. Al ver que no entraba, me levanté y la cogí por detrás. Con la ayuda de mi cuerpo, la empujé hasta que estuvimos dentro.
—Vaya —añadió sorprendida—, es tal y como me lo había imaginado —hizo una breve pausa—. Pero... le falta algo.
—¿El qué? Las fotos de la sesión también están en el tuyo —comenté.
—No me refiero a eso —se dio la vuelta y me miró—. Necesito un cuadro —dejó saber.
Ingrid se acercó al escritorio y lo empezó a acariciar, se giró de nuevo y se sentó en el borde quedando en frente de mí. Lentamente me acerqué a ella y la miré con curiosidad.
—¿Un cuadro? ¿Para qué? —señalé un cuadro que tenía en el escritorio—. Ahí tienes uno con una foto nuestra.
—Lo quiero para ponerlo con una foto de mi familia, así lo veré cada vez que esté sentada aquí —miró su despacho detallándolo más de la cuenta—. Ah, necesito saber otra cosa... ¿a qué me voy a dedicar cuando esté aquí?
—Pero... a lo mejor es peligroso —dudé por si alguien veía la foto, no podía dejar que nadie que no fuese conocido supiese quien es la familia de mi futura esposa.
—¿Por qué? —enarcó una ceja y me pareció que estaba tan graciosa.
—Esta noche te lo cuento todo, te lo prometo pero no es recomendable que la pongas —me quedé pensativo—. Aunque bueno, si solo entra el personal de aquí. No pasará nada —medité.
—¿Qué tendría que pasar? —se interesó en el asunto.
—Luego te lo explico, pero más que nada es por tu seguridad —bostecé del cansancio que me acababa de entrar—. Ves esto es lo que pasa cuando me das una noche loca.
—¿Solo sabes pensar con el pene? —me dejó caer su pregunta—. Espero que si lo hagas.
—No, pero ya tengo ganas de repetir y te aseguro —crucé los dedos de mis dos manos— que no me importaría hacerte ahora mismo el amor encima de tu recién estrenada mesa —le guiñé un ojo—. No me importaría estrenarla contigo. Para tu información, mi corazón también piensa en ti de forma sentimental.
—No sabía que un polvo te había vuelto tan cursi —se rió por lo bajo.
—De normal lo soy y mucho, lo que pasa es que no me dejas demostrártelo —me pegué a ella.
—¿Cuándo podré hacer el tour por la empresa? —noté las ganas que tenía de explorar cada rincón.
—Cuando quieras, por cierto... volviendo a lo de antes —carraspeé un instante—. ¿A qué te gustaría dedicarte? Había pensado en enseñarte todo lo que hago yo y que me eches una mano, ¿has dado contabilidad?
—Sí, estaría bien el ayudarte pero me da curiosidad hacer otra cosa.
—¿Cuál? —me interesé en saber sus gustos.
—Me gustaría estar en el área de producción de los perfumes y aparte quiero conocer el que saldrá en la fiesta esa que me has dicho del aniversario —enseguida le noté las ganas que tenía de aprender—. Y bueno, me gustaría hacer el tour ahora mismo.
—¿Qué te parece si te enseño el manejo de la empresa y ya haces el recorrido? —planteé una alternativa.
—Venga, vale —conseguí que aceptara.
—Pues vamos a mi mesa —la cogí de la cintura y volvimos a entrar en el mío —después de cerrar el suyo.
Nos sentamos cada uno en nuestro lugar y puse el portátil en una posición en la que los dos podíamos contemplarlo.
—Empecemos —le enseñé un gráfico.
—Obsérvalo y luego te voy explicando —tomé la iniciativa.
Ella lo observó, así que yo empecé a explicarle cómo funcionaban todos los departamentos y quién estaba a cargo de cada uno.
—Digamos que yo soy quien lleva la dirección general y el resto depende de mis órdenes y de mi supervisión —continué explicándole—. Las áreas de la empresa, siempre serán indispensables, puesto que las actividades más importantes que se desempeñan para alcanzar los objetivos, son precisamente, planteadas y llevadas a cabo por cada departamento.
Generalmente una empresa está formada por al menos 5 a 6 áreas funcionales básicas: Dirección general, administración y recursos humanos, producción, finanzas y contabilidad, publicidad y mercadotecnia e informática, pero puede estar formada por muchas más. El número de áreas de la empresa dependerá del tamaño de la organización, en nuestro caso se trata de una empresa grande. Si fuésemos dueños de una pequeña empresa las áreas funcionales se simplifican y se integran unas dentro de las otras.
—Continúa —cogió una libretita que le di y empezó a hacer apuntes.
—Bueno, pues ahora te voy a explicar en qué consiste cada sector —tecleé en el ordenador y le abrí un archivo en pdf—. En primer lugar, encontramos la dirección general: Es un área considerada la cabeza de la empresa. Establece los objetivos y la dirige hacia ellos. Está relacionada con el resto de áreas funcionales, ya que es quien las controla.
»En segundo lugar, verás el auxiliar administrativo, es la persona encargada de auxiliar a dirección general y ser el filtro de información con mayor importancia o urgencia, además es el vínculo entre la dirección y los demás departamentos.
»En tercer lugar, está Administración y recursos humanos, es la parte que se hace cargo de las contrataciones, hasta la aplicación de campañas en el recurso humano. Por lo general es el emprendedor o empresario quien se encarga de esta área funcional.
»En cuarto lugar, la producción que tiene como objetivo la consecución de los bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades de mercado, detectadas por el área de mercadotecnia o comercial.
»En quinto lugar, finanzas y contabilidad: este departamento tendrá en cuenta todos los movimientos de dinero, tanto dentro como fuera de la empresa, además realiza el cálculo de pagos para los empleados que el departamento de recursos se encarga de llevar acabo el pago o en algunas ocasiones, también este departamento lo realiza sí se trata de depósito en banco.
»En sexto lugar, podrás ver el área de publicidad y mercadotecnia, se encarga de realizar las investigación en el mercado, determinar cuál será el siguiente producto o mantenimiento de producto para llegar a una negociación en el mercado, además, se encarga de mantener vínculos con el departamento de producción para que éste lleve a buen puerto los resultados obtenidos en la investigación. Por otro lado, se encargará de realizar el mercadeo de los productos, posicionar en el mercado y presentar al mismo por medio de la publicidad —hice una pequeña pausa y la miré—. Por el momento, ¿tienes alguna duda o vas bien?
—Voy bien, puedes continuar —me hizo saber.
Indagué en una carpeta y le enseñé un gráfico de cómo se desarrollaba un ejemplo del área funcional de un departamento de Mercadotecnia:
—Y por último, está el área de informática. Se encarga de mantener siempre en buen estado el funcionamiento técnico y tecnológico de la empresa, para evitar que aquellas tareas que se realizan por medio de un servidor computacional esté en mal estado y no se lleven a cabo los objetivos de la empresa —abrí YouTube en el navegador y le puse un video para que lo entendiera todo mejor.
—Bien, ¿cuándo podré adentrarme en la elaboración de los perfumes? —antes de que me lo preguntase, tenía seguro que me iba a preguntar por eso. Si es que soy mejor que el genio de Aladdín
—Ahora mismo llamo y que te lleven a mirar el área de producción, poco a poco irás conociendo al resto del personal —alcé el teléfono y ordené que alguien de esa área viniese, luego colgué y dejé el teléfono a un lado—. Hecho, ¿te ves capaz de llevar la empresa si un día me fuese de viaje de negocios?
—Sí, totalmente —admitió—. Al principio parece mucha información pero una vez le coja todo el truquillo será pan comido. —Como me gusta su seguridad.
—Es cuestión de practica —le sonreí.
En ese momento entró sin tocar Alexander e Ingrid se levantó para prepararse.
—Hola pareja —nos saludó y se puso al lado de ella—. Tengo muy buenas noticias.
—Hola —le saludó Ingrid.
—Hola, hermano —me acomodé mejor en el asiento.
—Ingrid, necesito que firmes aquí —sacó tres papeles y se los ofreció junto a un boli. Cuando consiguió la firma, guardó los papeles y se sentó.
De repente se escuchó como alguien tocaba la puerta e incité a quien quisiera que fuese a que pasase. Gema me hizo caso y abrió la puerta, nos saludó a todos con la mano.
—Disculpe señor, Bruno está liado con unos detalles de la última tanda pero en su lugar vine yo —avisó a Gorka.
—No hay problema —negué con la cabeza e hice que Ingrid se acercara—. Te presento a Ingrid, mi futura esposa y ella es una trabajadora del área de producción.
—Encantada, señora —asintió Gema.
—Encantada —Ingrid le ofreció la mano en modo de saludo y mi empleada se la dio de forma cordial.
—Hazle un tour por toda la empresa y llévala a producción, explícale todo lo que necesite —le ordené—. Todo lo que quiera saber, se lo explicas. Ella también es la jefa de esto y necesita conocer cada detalle de la fábrica.
—Así será —miró a Ingrid—. Acompáñeme, señorita.
Ingrid sonrió y se acercó hasta la puerta junto a Gema.
—Pórtate bien —la miré con una mirada amenazadora.
—Lo haré, amor —se acercó a mí y me dio un beso en el moflete.
Las dos salieron y tras cerrar la puerta, Alexander se empezó a descojonar.
—Aún no le has dicho que lo sabemos, ¿a qué no? —me preguntó risueño.
—No, pero lo haré —saqué dos copas y las serví con vino. Una se la cedí a él y la otra me la quedé para mí.
—No te tardes mucho, no vaya a sacarte los ojos —cogió su copa y me lo agradeció con una sonrisa—. Por cierto, hoy estás radiante.
—Tranquilo, todo llega en esta vida —me tapé la boca para bostezar y le di un sorbo a mi copa—. Anoche hicimos el amor.
—No jodas, ¿no la habrás obligado, verdad? —se alarmó porque me conocía bien y sabía que era capaz de eso si me enfadaba.
—No, ella se me insinuó y bueno, nos dejamos llevar —espeté con una sonrisa de felicidad.
—Estas feliz, no cabe duda —su tono se apaciguó.
—Mucho, me dio más fuerza para luchar por ella —me estiré en mi asiento—. Quiero conquistarla y formar una familia con ella.
—Lo sé —se bebió otro sorbo más largo con cierta incomodidad.
—Aunque a veces me desconcierta —le relaté como surgió todo anoche y lo que ocurrió antes de ir a la empresa.
—Quizás está confundida y no sabe cómo actuar —la excusó.
—No sé, le di más libertad —me acabé el contenido lentamente—. ¿No ves qué se fue con Gema y no llamé a Fer para que fuese con ella? O, yo que sé no la hice ir con ningún guardaespaldas. En la empresa no le pasará nada, hay cámaras de seguridad por todos lados
—En el fondo sabes que no se irá, amigo —reconoció y yo le di la razón.
—Estoy seguro de ello, y bueno... —miré por encima los papeles que trajo—. ¿Qué le hiciste firmar?
—Firma tú aquí y te lo diré —me acercó un documento, lo firmé y se lo di. Él lo guardo todo en un maletín que llevaba consigo mismo.
—Suéltalo —imité la voz de la chiquita de frozen con una melodía que acabó siendo digna de un camionero borracho.
Alex se carcajeó de mí y tomó aire antes de empezar a hablar.
—Felicidades —me felicitó y yo me quedé a cuadros.
—¿Por qué me felicitas? Si no es mi cumpleaños —le dije rayado.
—Te acabas de convertir en un hombre casado —musitó pero no sonrió.
—¿Qué? —me levanté de un sobresalto—. ¿Conseguiste el papel del cura para casarnos?
—Eso es, os he engañado como a dos tontos —ahora sí que se lo carcajeó y sino fuese porque no era gay. Le hubiese estampado un beso en todos los morros—. Ese papel os declara marido y mujer.
Me levanté lleno de la felicidad, estiré de él y lo abracé una vez estábamos de pie.
—Me acabas de hacer el hombre más feliz de la faz de la tierra.
—Ahora ya sabes lo que tienes que hacer —me abrazó—. Cuídala y hazla feliz, aunque cuando se entere quiera matarnos a los dos.
—Podremos con eso —me desternillé como un crio de cinco años.
—Eso espero —se terminó de reír también.
—¿Y dónde dejaste a Patri?
—Fue a agilizar unos trámites —me comentó—, también fue a mover lo de la adopción y si tiene suerte pronto podréis estar firmando los papeles.
—Eso la hará muy feliz —susurré lleno de esperanza—. ¿Tienes un rato?
—Claro, puedo quedarme una hora más o menos —contestó Alex.
—Pues sentémonos y hablemos —nos sentamos y al poco tiempo entró Fer.
—Toc, toc —hizo que tocaba la puerta con un puño—, ¿se puede?
—Sí, pasa y únete a nosotros —le ofreció Gorka.
—Estamos de celebración —añadió Alex.
Entró y cerró la puerta, más adelante se sentó al lado de Alex y lo saludó con la mano.
—Cuanto tiempo, tío —sonrió Fer.
—Ya ves, hace tiempo que no nos veíamos a ver si quedamos un día para tomar algo —le propuso Alex y con esto desviaron el hilo de la conversación.
—Eso está hecho, ¿dónde tienes a la fiera? —me cuestionó Fer.
—En producción cotilleando, no te he llamado porque está dentro del edificio —le conté, saqué otra copa y nos serví una a cada uno.
Me levanté y abrí la puerta del otro despacho para que lo viesen.
—¿Qué os parece? Ya está listo para que comience a currar a mi vera —cuando terminaron de verlo desde lejos, me volví a sentar.
—Le habrá encantado —me miró Fer.
—Muy elegante, si —dio su opinión Alex.
—Sí, era lo que ella quería solo le falta la foto de su familia —suspiré.
—¿No será peligroso? —intervino Fer otra vez.
—Sí, pero como le dije... si nadie entra nadie lo puede ver —me quedé pesando—. Ahora que caigo, no le puse cámaras dentro.
—Ni lo hagas joder, déjale espacio y privacidad —se quejó Alex—. Sino la vas a asfixiar y eso no te conviene.
—Verdad, por cierto... la noticia es que —dejé la frase inacabada.
—¿Qué? —nos miró Fer—. Va ostias, decirlo ya.
—Gorka es un hombre casado
Empezamos a parlotear de nuestras cosas y se nos fue el santo al cielo. Estar entre amigos era lo más, Fer y Alex eran los mejores amigos que me habían podido tocar.
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