Capítulo 43: Sin duda, impresionante.
Ingrid guardó la tarjeta de crédito y le sonrió a la chica que le cobró, la misma que los recibió al entrar. Unos segundos después, dirigió la vista hacía Fer y se limitó a responder al comentario de ella.
—Parece un poco ido, ¿verdad? —soltó una leve sonrisa pero él nada que reaccionaba.
—Sí, si él se quedó pasmado. No me imagino como se quedará su marido —sonrió—, no se imagina la suerte que tiene de tenerla junto a él.
Ingrid tosió y ella la miró expectante.
—¿Dije algo malo? —le preguntó ella apenada con temor a haber metido la pata—, disculpeme de verdad.
—Tranquila, no se disculpe. No dijo nada malo -respondió sincera la exuberante mujer en la que se había convertido de un momento a otro—. En verdad, no tengo marido —aclaró.
La muchacha la miró apenada sin entender ni lo más mínimo, miró a Fer con esperanzas de buscar una respuesta.
—¿Él no será su novio o amante? —se le escapó y de golpe se empezó a ruborizar.
—No, es mi guardaespaldas —mintió en cierta manera por no decir que era la persona que la vigilara porque estaba bajo la prisión del desgraciado de Gorka, el mismo que le estaba arruinando la vida sin sentido. En esos momentos lo que más deseaba era chillar y pedir auxilio para escapar del cautiverio en el que estaba metida, pero era consciente de que no podía. Al menos no ahora, la venganza acababa de empezar y ahora que logró tener cierto poder no la iba a desaprovechar.
—Ah —se quedó perpleja la chica—, pues es muy guapo.
—Sí, no está nada mal —Ingrid le siguió el rollo mientras lo miraba de arriba a abajo. En cierto modo tenía que reconocer que sí, Fer era sumamente atractivo. ¿Podría planear algo con él? ¿Estaría dispuesto a ayudarla en la venganza que tenía en mente?—, aunque sinceramente mi chico está mejor —le comentó sin pensar a la empleada y esta la miró confundida.
—¿Su chico?
—Esto..en realidad —tragó saliva sin saber que decir—, tengo pareja —mintió de nuevo para no meter la pata y así seguirle el juego a "su verdugo"—. Pronto nos vamos a casar.
A la recepcionista se le cambió la expresión del rostro alivida.
—¿Enserio?
—Sí —intentó fingir emoción aunque la boda, aún podría no celebrarse. ¿Sería capaz de arruinarla? ¿Entraría eso en uno de sus planes?
—Muchas felicidades señorita.
—Muchas gracias —forzó una sonrisa de agradecimiento.
—Si deseas ver vestidos de novia, tenemos catálogos y vestidos de prueba —le ofreció sonriente.
—Bueno saberlo, vendré en otra ocasión —se puso delante de Fer y le dio un codazo.
Fer reaccionó con un quejido y la miró. Cogió todas las bolsas fuertemente y cuando iba a abrir el pico Ingrid y la mujer se quedaron un poco asombradas ante el comentario.
—Está preciosa, digna de una protagonista de la mejor telenovela de todos los tiempos —sin soltar nada le dio una vueltecita a Ingrid mientras no le quitaba los ojos de encima.
—Tarde pero reaccionó —cuchicheó—. Pasen buen día.
—¿Vamos estatua de la libertad? —intentó evitar el comentario de él para no sonrojarse.
—Si, las damas primero —Fer se adelantó y le abrió la puerta sin dejar de mirarla, cualquiera pensaría que estaría completamente loco por ella.
Ingrid sintiéndose orgullosa y con un as bajo la manga se dirigió hasta la puerta. Antes de salir, se giró para volver a despedirse con un leve movimiento con la mano. Un instante después salió y Fer la acompañó cerrando detrás de él la puerta de la tienda.
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