Capítulo 27: Coqueteos que matan.
Ingrid se miró en el espejo y cuando logró tranquilizarse. Gorka volvió a entrar con una botella de agua, se la puso a su alcance.
—Cógela, es agua y no veneno —se la ofreció.
Ingrid cogió la botella y la estampó en el suelo.
—¡No quiero agua, lo que quiero es que te vayas y me dejes tranquila!
—¿Pero no tenías sed? —le recordó.
—¡Ya no! —le volvió a chillar.
Gorka se quedó mirando la botella y la cogió, sin decir nada volvió a salir del baño y guardó la botella. Acto seguido la muchacha se retocó el pelo y salió también.
En ese momento vio a Gorka de pie mirando fijamente al suelo mientras intentaba arreglar quien sabe que cosa.
—Vayámonos —le comunicó.
—¿A dónde?
—A comer y luego a ver a los niños, durante la comida seguiremos hablando —explicó sin mirarla a los ojos.
Gorka se dirigió hacia la puerta y la abrió. Salió y esperó a que detrás de él saliese ella para cerrarla. En silencio, ambos se dirigieron hacía la salida sin responder nada a nadie. Gorka la cogió de la mano y ni siquiera dio explicación de que ya iban a abandonar el lugar. Entraron en el coche y lo puso en marcha.
—¿Qué quieres comer?
—Matarratas —contestó seca.
Gorka suspiró y sin volver a insistir se dirigió hasta un bar normal que se encontraba a unas manzanas de la empresa. Aparcó, abandonó el coche y le abrió la puerta del coche. Ingrid se bajó desanimada mientras Gorka cerraba el coche, sin tocarla le hizo un gesto para que lo siguiera y así hizo ella. Unos minutos después, se sentaron en una mesa y se miraron.
—Como aún no se lo que te gusta, te he traído aquí para que comas a tu gusto. Tampoco quiero llevarte a un restaurante fino y que no te guste nada de lo que sirvan —le aclaró.
Ingrid no respondió, se limitó a coger el tenedor y a jugar con el. Un camarero se acercó y les dio las cartas, ambos empezaron a mirarlas.
—Qué detalle —dijo en voz baja en tono de burla.
Gorka la miró de reojo pero evitó intervenir, no quería discutir de nuevo en un lugar público. Miraron la carta del bar.
—¿Ya saben lo que van a pedir? —dijo un camarero mientras se acercaban con una nota en la mano.
—Sí —dijo Gorka.
—¿Y la señorita? —miró el camarero a Ingrid y le sacó la lengua.
Gesto que no le gustó nada a Gorka de presenciar, ella se percató y le devolvió la mirada coqueta.
—Si.
—Soy todo oídos —intentó flirtear con la chiquilla.
—Una ensalada césar y una botella de agua, si puede ser del tiempo —contestó.
—¿Y de postre? Aquí si quieren algo, hay que pedirlo con antelación ya que todo es casero y se hace en el día —intentó sacar conversación el camarero.
Gorka tosió fulminándolo con la mirada pero ni ella ni el camarero le hicieron caso.
—¿Tu número de teléfono podría ser? Tu dirección de casa también me sirve —se mordió el labio Ingrid.
—Por supuesto —lo anotó en un trozo de papel y se lo dio—. Ahora dime el postre y ya le tomo nota a su hermano.
Gorka pegó un fuerte pisotón en el suelo y lo miró con furia. Ingrid con una sonrisa, puso sobre la mesa la notita con los datos.
"¿Su hermano? ¿De qué va este? Me parece increíble que ella se atreva a ligar con otro enfrente mía, cuando debería hacerlo conmigo", se gritó a sí mismo.
—El postre.. lo dejo a tu elección —se acarició el pelo y intentó no reírse al decir que Gorka era su hermano, sabía que eso le iba a molestar mucho.
—Está bien, bonita.
El camarero miró a Gorka.
—¿Qué desea el señor? —le preguntó.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro