Ingrid se cruzó de brazos.

—¿Y porqué no me cuentas todo ya? ¿Porqué tanto misterio? —le preguntó sin estar conforme.

—Porqué no todo es agradable, lo sabrás todo a su debido tiempo —contestó él.

—No me gusta tanto secretismo, que lo sepas —miró a su alrededor.

—Ya mi no me gusta que no me complazcas en lo que necesito dulcecito —la miró tierno.

—Que sea la última vez que me llamas dulcecito... en tu boca suena empachoso —soltó sin pensarlo bien.

—Te diré de la forma que yo quiera chulita, además.. de qué te quejas si a las mujeres os gusta que os traten como princesitas de cuento.

—Yo no soy ninguna princesita de cuento, para que te enteres payaso —alzó la voz—.Y mucho menos la tuya. 

—Princesa, dulcecito, amor mío, bombon...—empezó a enumerar calificativos para cabrearla.

—Cállate, no sigas. Guardate esas tonterias para las guarras que se te insinúan —dijo con repugnancia—. Conmigo no te sirve, ¿es que no te enteras o cuantas veces te lo tengo que repetir?

—Bajala voz muñeca.. —hizo un movimiento con las manos para que bajara el tono de su voz.

—¿Con esa si te acostaste? ¿O aún no ha caido?

—¿Con quién? —enarcó una ceja.

—Con tu secretaria —contestó.

—¿Quieres saber la verdad?

Ingrid asintió curiosa.

—Más de una vez —soltó tan pancho—. ¿Porqué te interesa tanto? No te importa con cuantas me haya acostado antes. Lo que realmente te importa es con quién me acueste a partir de ahora.

—No me interesa tu vida sexual —dijo mientras se acariciaba la cara.

—Pues debería de interesarte —miró unos papeles.

—Ahora que lo dices, eso es un punto del cual quiero hablar.

—Habla —le dio paso mientras firmaba los documentos y los metía en una carpeta. La cerró y la guardó en uno de los cajones del escritorio.

—Ante todos haremos el papel de novios o esposos, lo que te de a ti la gana pero esto será una relación liberal. ¿Ok? —comentó segura.

—¿Una relación liberal? —se empezó a reír.

—Si, tu puedes acostarte con quien quieras y yo igual —dijo con todo su descaro Ingrid.

Gorka se levantó y la cogió de tal forma que la dejó frente a él de pie. Rodeó sus manos en el cuello de ella apretandolo bastante fuerte. Ella puso resistencia pero el la tenía lo suficientemente bloqueada.

—Ni muerto, ¿me has escuchado? —la amenazó con los ojos llenos de furia.

—No estoy sorda, ¡suéltame ya! —gritó muy fuerte con la esperanza de que alguien entrara.

—Como te atrevas a faltarme el respeto siéndome infiel.. te lo juro.. me lo vas a pagar muy caro —dijo sin dejar de soltarla.

—Déjame maldito animal —le escupió en el rostro mientras chillaba.

Gorka la soltó bruscamente y la estampó contra la pared.

—No lo vuelvas a hacer más....

—No te tengo miedo, quieras o no voy a hacer lo que me de la gana y con quien me de la gana. Tu no eres mi dueño —chilló ella.

Gorka volvió a sentarse en su silla para tranquilizarse. Cogió de una mesita un vaso de ron y se lo bebió de un trago. En cambio, Ingrid no entendía el porque nadie llegaba a socorrerla y así dar fin al cautiverio que estaba sometida.

—Piénsatelo dos veces antes —la amenazó de nuevo—. Ah, y si piensas que pordar grititos te van a venir a socorrer, estas muy equivocada. Mi despacho está insonorizado reina. Siéntate si no quieres que pierda la paciencia.

Ingrid al borde del colapso se sentó con ganas de liarse a mamporros con él.

—Como me entere yo que te metes en la cama con alguno de aquí, te juro por mi familia entera que te mato. ¿Me has escuchado? —esta vez le gritó él.

—La muerte seguro que será mejor medicina que compartir mi vida contigo —trató de no llorar, se le cayó una lágrima.

A Gorka esas palabras se le clavaron en el corazón como un puñal. Perdió a su familia y ahora no podía perderla a ella también.