Capítulo 11: Odio y valor.
Ingrid se deshizo del agarre de Gorka y lo observó detenidamente, el joven se percató de que lo estaba mirando y le sonrió.
—¿Algo que decir? —le preguntó con curiosidad.
La muchacha reaccionó y clavó su mirada de odio encima de él.
—¡Jamás en la vida había odiado a alguien tanto como a ti! —elevó la voz.
Gorka le dedicó media sonrisa.
—Bueno, al menos algo despierto en ti. Te dejo dos minutos para que te pienses lo que te he propuesto, pero que sepas, que ya está decidido.
—Nada está decidido —le miró.
—Sí lo está. Si deseas puedo comentarte más detalles, sino atente a las consecuencias.
—Nunca seré tuya, ¿Está claro? —afirmó.
El odioso muchachito empezó a carcajearse y tras quedarse a gusto finalizó con una risa vencedora.
—Ya veremos muñeca, nunca digas nunca ni digas de esta agua no beberé. Tiempo al tiempo.
***
Ingrid
No puedo creerme lo que estoy viviendo. ¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho yo de malo? Por más que intento encontrar una respuesta no la veo.
No se cómo he ido a acabar bajo el agarre de este asesino. No dudo en sus alcances, si mató a toda esa gente que no me hará a mí. ¡Estoy malditamente metida en una encrucijada en la que no puedo salir!
Tengo que ser fuerte, aunque no quiera, él no va a poder conmigo ni voy a caer en sus juegos. Nunca va a tocar a mi familia, si por ellos tengo que sacrificarme lo haré unos días y en cuanto tenga oportunidad huiré. No se imagina lo que le espera, esa niña que vivía en mi murió gracias a él pero que no se crea que se va a quedar de rositas.
Lo odio, lo odio con todas mis fuerzas y le voy a hacer la vida cachitos. Ni el mejor jugador podrá armar el rompecabezas que voy a destruir. Eres tú o soy yo, te aseguro que no voy a ser yo quien sea derrotado.
Me duele en el alma decirle lo que me ordenó, pero si así va a estar mi familia bien, estoy dispuesta a lo que sea. Aunque sea lo último que haga en esta vida, jamás me va a vencer, antes lo mato con mis propias manos o lo hundo en la cárcel.
Traté de aguantarme las lágrimas y posé mi mirada encima de él, enseguida noté como este no paraba de mirarme con esa risita tan estúpida que le pienso borrar cuando menos se lo espere.
El infierno no es el que dice que voy a vivir yo sino el que va a vivir el junto a mí. Te odio a morir.
***
—He tomado una decisión —comentó Ingrid.
—¿Cuál? —preguntó Gorka.
—Te la diré si me contestas a una serie de preguntas —dijo seria.
Gorka asintió y le hizo un gesto para que empezara.
—Te complaceré en esto, ya que tú has hecho anteriormente lo mismo. Te escucho —dijo complaciente.
—¿Dónde están los niños? Si has sido capaz de hacerles algo te juro que no voy a tener piedad contigo.
—Tranquila, están en un orfanato privado mío cerca de aquí. Te llevaré a verlos para que corrobores lo que te estoy diciendo. Están en buenas condiciones y bien cuidados. No hace falta que me amenaces —anunció.
— Ok —contestó seca.
—¿Algo más? —preguntó Gorka.
—Por supuesto, no he terminado todavía.
—Continua, por favor —expresó.
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