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Akihiko

    La luz en su habitación se le hizo insoportable cuando intentó abrir los ojos ardidos y llorosos.
El ruido afuera ya no era un problema, puesto que su nuevo apartamento nunca fue silencioso, aunque el entorno era como estar parado en una autopista.
No sabe qué lo despertó de sus pesadillas, tal vez esa voz que decía:
_ Levántate y ve al doctor si te sientes mal! Si lo necesitas, te daré dinero, pero no soy tu enfermero..._

Su teléfono parpadeó un par de veces.

Lo revisó sin ninguna expectativa. No era como si alguien estuviera preocupado por comunicarse con él. Ya eran varios días de su convalecencia y ningún alma se había enterado de ello.

El chat de la banda tenía varios mensajes pendientes con la conversación casual y cotidiana de los chicos a la que no había prestado atención por la fiebre

_Jueves, 2:35 pm

Chat de Given🥁

Haruki: Hola todos,
recuerden, ensayo hoy a las 6: pm.
Mafuyu: ok
Uenoyama:ok
U: podemos ir a comer después?
M: Quiero comer carne asada
H: Está bien, entonces ensayamos una hora antes. Pero lleguen temprano!
M: está bien
U 👍🏻
H: Akihiko?
U: Kaji SAN?
M: no responde
H: ?
U: K A J I  S A A A N!   Te perderás una carne asada?
H: Bueno... quedemos en cuanto Akihiko responda. Debo irme a trabajar

Chat Haruki

H: ¿Akihiko?

H:¿ ! ?

H: ¿viste el chat del grupo?

H: 😶

H: Espero que estes bien. llámame
cuando puedas.

    Akihiko suspiró pensativo. En realidad quería verlos y hacer música un rato. Pero la cabeza aún le dolía demasiado, su secreción nasal ya era insoportable, al nivel de romperse las fosas nasales con los pañuelos desechables y ni hablar de la desesperante tos que no cedía a su jarabe para el resfrío.
Miró el desorden a su alrededor, sin fuerzas para limpiar el bote de basura siquiera, aunque pensó en tocar un rato el violín al menos, pero el simple hecho de pensar en el ruido agudo le quitaba las ganas.

Rodó en su colchón un poco y luego tomó aire para levantarse. El reloj marcaba más de  las dos de la tarde. Eso le sorprendió un poco, él creyó que recién era de mañana.

El cuerpo le pesaba más de la cuenta y todos los músculos le dolían. La garganta era una oda de glóbulos blancos perdiendo la batalla. 
Hacer gárgaras con enjuague aliviaba, pero solo después de pasar por un dolor insoportable.
Solo un baño tibio ayudó a relajar el cuerpo y calmar la fiebre. Sin embargo salir de él e ir a vestirse ya no fue tan agradable.

    Solo encontró la motivación de hacerlo por el hueco en su estómago,  sin ánimos de cocinar nada, optó por tragar una sopa instantánea, no porque tuviera realmente hambre, sino porque sentía un extraño alivio que el caldo caliente le raspaba la garganta.

Su celular volvió a vibrar, cosa extraña.

A: ¿Alo?
Su propia voz le pareció extraña. No se había dado cuenta que estaba afónico, no hablaba con nadie desde hace días. Desde que el resfrío lo obligó a enclaustrarse en su cama.

H: Akihiko? ¿Eres tú?
A: qué pasa...?
H: DIABLOS! estás enfermo? Qué le pasa a tu voz?
A: resfriado... COF COF
H: ¿Te sientes mal? ¿Por qué no lo dijiste?
¡Cancelaré el ensayo!

A: no... no. Estoy mejor. Estaré ahí a las 5pm.
H: ¿seguro?
A: si
H: ¿Estás cuidándote? ¿Tienes medicinas?
A: sii
H: está bien. Abrígate, el cambio de estación tiene a todos enfermos.
A: Nos vemos.
H: Nos vemos... Abrígate bien.

    Realmente se le escuchaba mal. Se sintió un poco avergonzado de su voz, de que su amigo le escuchara tan mal. Así que lo mejor era ser cortante en ese momento. Sin embargo, le habría encantado contarle a alguien lo enfermo que estaba y lo mal que se sentía. Aunque los peores días ya habían pasado, le habría gustado que alguien al menos escuchara sus quejas, y nadie mejor para eso que Haruki.
Cerró los ojos con ardor y trató de imaginar cómo sería si le hubiera dicho todo eso a Haruki. Le gustó pensar en lo preocupado que estaría, en como iría , a pesar de sus negativas, a buscarlo  y en todos los cuidados que le habría dado. Incluso la comida que le prepararía.

Eso le abrió el apetito. La sopa instantánea ni siquiera fue agradable. Y en su casa no había casi nada para comer. Y cocinar no era una opción.
Tomó el jarabe para la tos y bebió lo poco que quedaba en el frasco. Dos aspirinas y trato de llevar su cuerpo afuera.

Adormecido por la fiebre y el jarabe se quedó un rato sentado sin pensar en nada más que realmente quería un poco de alivio humano.

    Después de un rato logró vestirse para salir, tomó una camisa de manga larga, jeans, su chaqueta, guantes y lentes oscuros y una gorra.
Salió de su apartamento pero a los pocos minutos sintió deseos de volver a la cama.
Dudaba de sus piernas y parecía imposible que la cabeza le doliera aún mas. Pero había quedado de ir. Y necesitaba un poco la compañía de sus amigos.

No tuvo fuerzas para sacar su moto. Ni las ganas. Además habría sido un poco irresponsable manejar así. Cubrió su cara con su mascarilla negra y caminó al metro.

    Unos minutos más tarde, luchaba por no quedarse dormido en el asiento del vagón del metro. Miraba a la gente, pero le parecían monigotes sin rostro. Todo era lento y borroso.

-me hubiera quedado en mi cama...- suspiró, pero ya estaba cerca, quizá sólo saludaría y regresaría a su casa.

Camino al estudio realmente le pesaban las piernas y no podía evitar el cansancio, aunque el lugar estaba bastante cerca, el trayecto se le hacía interminable.
Hasta que al fin dio vuelta en la acera y debajo del rótulo  del estudio, divisó la imagen de un hombre fumando en el muro de la entrada.

   Tomó aire y caminó hacia él lo más rápido que sus piernas lo permitieron. Aparentando no tener todos sus síntomas de moribundo.

Siempre encontrarse con él era una bocanada de vida.
No podía recordar a nadie que fuera capaz de cambiar toda su expresión corporal por el simple hecho de verlo.

Y lo mejor es que este chico miope lo hacía cuando ya estaba lo suficientemente cerca para no perderse esa expresión en su cara frente a frente. .

A: Qué hay...(!)
H: AKIHIKO! Aki...hi...ko...(?)

La hermosa sonrisa no duró mucho. Haruki lo conocía tan bien que bastó verlo dar unos poco tumbos para saber que aquel tipo no estaba en su mejor momento.

H: ¿Estás bien?
A:pseee...
H: no parece... estás pálido como un papel... y esas ojeras!

¿En serio Haruki podía ver sus ojeras a través de los lentes oscuros?

Akihiko se recostó en la pared muy cerca de su amigo.
Debilitado y sudoroso, apoyó la cabeza en el hombro de Haruki, quien sin pensar en los códigos de espacio personal, le sacó los lentes para confirmar lo mal que se veía Akihiko. Quien no pudo evitar trastabillar un poco por el asombro.

H: Hey ¿ tienes fiebre?

Akihiko balbuceaba con voz ronca algunas incoherencias, pero en realidad quería decir "me siento pésimo". Haruki le tocaba la cara con las palmas, preocupado pasaba de sus mejillas a la frente.
Sin que Akihiko se moviera le cerró el zíper de la jacket hasta el cuello, lo tomó de los hombros y lo sentó en su lugar en el muro. Y cuál si fuera un niño le ordenó:

H: Tú quédate aquí. ¡Ni hablar de que entres a ese aire acondicionado!
A: P-Pero...  y el ensayo?
H: No, necesitas descansar.
A: Estoy harto de estar en la cama... al menos podemos ir a comer?

Haruki lo miró con ternura casi maternal.
H: Tú espera aquí.

    Unos pocos minutos después salió con su bajo en la espalda y arrastró a Akihiko del brazo hasta el parqueo.

H: Qué suerte que traje mi auto. Anoche trabajé con un grupo de Take Chan y pensaba llevarles las cosas hoy.

Abrió la puerta del copiloto y comenzó a sacar algunos implementos del Backline de la noche anterior y ponerlos apilados en desorden en los asientos traseros ya ocupados por instrumentos.

Akihiko entró en el auto y se acurrucó en el asiento, mientras Haruki cerraba la puerta con cuidado. El hombre se movía como si fuera una emergencia llevar a Akihiko a un lugar más cómodo. 

Akihiko intentaba disimular sus males conversando, pero su voz era un desastre.

A: ¿Y los chicos?
H: Mafuyu estaba feliz porque Ue lo llevará a comer más temprano. Ya ensayaremos otro día. Cuando tú estés mejor.
H: Y ya mejor no hables. Me duele escuchar esa voz tuya.

Akihiko respondió con un ataque de tos y su cabeza entre las piernas ya casi en posición fetal desde su asiento.

H: Dios! ¿Hace cuánto que estás así?
A: Creo... dos semanas.

Haruki frunció el ceño. Pero no dijo nada. Contuvo el aire un rato y suspiró:
H: Haré una pequeña parada. Trata de no dormirte.

Puso la calefacción del auto y salió. Akihiko reconoció el parqueo de la tienda de conveniencia cerca de la casa de Haruki. Recostó la cabeza en la puerta y esperó a que volviera. La idea de que le traería un té y algo de comer se le hizo muy agradable.

    Al poco rato el bajista regresó con algunas bolsas de compras. Las puso en el desordenado asiento trasero, sacó una botella, unas pastillas de chupar  y las ofreció a su compañero

H: Toma esto. Es un té de Jin Zen.
A: Gracias... está tibio.
H: Sí, debe saber a orina..lo siento, pero no puedes tomar nada frío.
A: No importa, igual no le siento el gusto a nada.

Haruki lo miró con esa expresión tan suya cuando algo no está bien. Encendió el auto y siguieron su camino. Al poco rato ya estaban subiendo las gradas del edificio donde vive el bajista.

    Tres pisos de escaleras parecían una eternidad.
Akihiko intentaba apresurarse, pero ya su cuerpo le pasaba factura por todo el esfuerzo.

Haruki caminaba detrás de él. Intentando aparentar calma. Pero en realidad le aterraba que el baterista se desmayara antes de llegar a la puerta.

Al fin llegaron y el enfermo se tomó tiempo en sacarse los zapatos y la chaqueta. Tiempo que usó Haruki para dejar las compras en la mesa  y al fin regresar al lado de Akihiko para ayudarlo a dejarse caer en el sofá.

A: Lo siento, no debí venir...
H: Shhh... solo necesitas un poco de medicina y comer algo. Te sentirás mejor.
Le decía mientras le acercaba unos analgésicos y una botella de té.

H: El doctor de la farmacia me dijo que esto te hará bien.
A: Gracias. Solo necesito que este dolor se calme. 
Akihiko se retorcía con las manos en la cabeza.

Haruki trajo una manta y una almohada y acomodó al  tembloroso Akihiko en el sofá.

Luego se fue a la cocina y empezó a hacer una sopa para su amigo. De vez en cuando interrumpía su faena de revisar la carne o las verduras al vapor por mirar de qué manera podía hacer la existencia del enfermo más llevadera. .

   Le sacó los lentes y los guantes. Y le puso paños de agua fría en la frente. Puso sus pies helados en agua caliente con algunas hierbas y le dio a tomar sorbos de té caliente con miel y menta.

Akihiko sentía que todo aquello era celestial. Y su cuerpo agradecido respondía a los cuidados que tanto necesitaba.
Poco a poco la fiebre disminuyó y Akihiko sintió que podía tomarse un minuto para cerrar los ojos y tal vez luego podría ayudar en la cocina.

    Entre sueños le pareció escuchar la voz de Haruki como una suave melodía.

H: Oye... despierta. Tienes que comer algo.

Ese llamado lo despertó aturdido. No estaba en su departamento y ya su cabeza no se  sentía como que iba a estallar. Miró a Haruki acercarle la mesita con un delicioso plato de ramen enfrente suyo y algunas lágrimas rodaron en sus mejillas, lo que no era raro puesto que tenía los ojos llorosos y podía disimular su alegría al comprobar que no era otro sueño febril.

A: No tenías que tomarte tanto trabajo. Creí que iríamos a McDonalds.
H: jaja Sí claro... y ahora estarías desmayado en el metro camino a tu casa.  

Akihiko se miró a sí mismo. Tenía puestos unos acogedores calcetines, un pañuelito frío en la frente y la cobija a cuadros de Haruki que se sentía muy esponjosa y cálida. Realmente era tan acogedor estar ahí. Incluso Haruki había apagado casi todas las luces como si supiera que molestaban en sus ojos.

Después de la cena, Haruki aún tenía más cosas para mimarlo: Un postre de manzana caliente con miel y jengibre, que Akihiko solo había probado de niño.

Estaba a punto de contárselo a Haruki cuando este se sentó a su lado mirándolo fijamente mientras acercaba el termómetro a su frente,
H: Ya casi no tienes fiebre, eso es bueno, Pero.. por favor... Quédate aquí esta noche. ¿Puedes?

Akihiko lo miró sorprendido. Bajó la cabeza un momento,
A: No quiero abusar de tu amabilidad...
H: Puedo llevarte a casa, si quieres irte, pero creo que ahí no ... te estas cuidando bien.

Akihiko sabía lo que Haruki quiso decir en realidad.
"No hay nadie que te cuide... como yo"

Que Haruki lo amaba era evidente, pero aún no podía decirle que era correspondido. Aún había cosas que debía arreglar y ser digno de este hombre. Por no podía decirle que ahora vivía solo y que estaba haciendo su mayor esfuerzo por merecer ese hermoso corazón.
Pero tampoco tenía fuerzas para rechazar lo que tanto necesitaba, solo un poco de su compañía. No quería causarle problemas ni que entrara en gastos. Pero no podía evitar necesitarlo cerca.

A: Sí quiero quedarme. Pero no quiero que te preocupes, ni que trabajes tanto por mi culpa.
H: No es tu culpa estar enfermo. Regresarás cuando te sientas mejor.
A: Está bien. Te lo compensaré, lo prometo... COF COF

Haruki lo miró aliviado y sonrió un poco. Pero Akihiko no pudo mantener sus ojos en él. De hacerlo habría traspasado la línea y aún sin fuerzas lo habría tomado en sus brazos sin soltarlo nunca.

    Luego de comer, Haruki se fue a su cuarto, por lo que Akihiko aprovechó para lavar los platos y ordenar el poco desorden que causaban sus remedios caseros, no sin provocar que su anfitrión lo regañara por abandonar el sofá:

H: Deja eso! Eres muy mal paciente!
Ve a cambiarte en el baño. Usa todo lo que necesites.

Ahí estaban algunas cosas que dejó "olvidadas" la vez que se quedó a vivir un tiempo ahí... sus pants negros, su vieja camiseta doblada y planchada, como nueva y un cepillo de dientes en su caja.

Al poco rato salió del baño en sus actuales pijamas  y para su sorpresa Haruki lo esperaba afuera como un soldado.

H: En realidad... No puedes dormir aquí.
A: ¿Q-QUEE?
H: ... En la sala. No es lógico. Dormirás en mi cama y yo en el sofá.
A: De ninguna manera! No.. no permitiré eso! COF COF
H: ¿Ves? Tengo razón.

Y tomándolo del brazo lo llevó a su cuarto.
Akihiko despotricaba y maldecía,  pero quedó mudo cuando vio cómo había preparado todo para él.

Solo una pequeña lámpara encendida sobre la mesa de noche, un frasco de jarabe de menta, analgésicos y un ungüento para el cuerpo, algo para la fiebre, unas velas de eucalipto y el vaporizador encendido con menta y aloe.

A: No juegas limpio. Nakayama!

Haruki dejó escapar una carcajada. Todo eso era justo por lo que cualquier enfermo constipado mataría por tener durante la noche. Poder respirar y no sentir el pecho apretado ni la nariz y la garganta cerradas

H: Vamos... ya acuéstate.

Akihiko ni siquiera intentó negarse. Solo una noche de sueño, sin sentir que la vida es miserable cuando estas enfermo. Podía darse ese lujo a costa de la persona que amaba. ¿Y cómo no hacerlo? Además de parecer un ángel físicamente, Haruki hacía milagros con sus manos y encima sonreía. Gracias a Dios que no tenía fuerzas para abalanzarse sobre él y terminar con meses de deseos frustrados.

Cuando Haruki regresó le regaló esa linda sonrisa al verlo dentro del edredón como "Niño bueno", se sentó en la cama y se aseguró de arroparlo y acomodar un poco la almohada.

H: Buen chico...
A: No sé qué decir. ¡Al fin respiro!. Gracias por todo lo que haces por mí (Suspiró) Realmente desde que era un niño, nadie me ha cuidado tanto...
H: Oh! Vamos. No es nada... mereces mucho más...
Digo.. enm, como cualquiera... que esté enferm... tu estas.... Estás enfermo.

Visiblemente sonrojado por su casi confesión, soltó una verborrea de indicaciones medicinales.

H: Te... dejo la botella de agua, esto te lo tomas ahora y la siguiente dosis es dentro de cinco horas y el jarabe es cada vez que te dé un ataque de tos. El vaporizador se apagará cuando se acabe el agua. Este té ayudará a que duermas más relajado... Y NO puedes levantarte!, Únicamente si vas al baño, entonces cúbrete con este cobertor que te dejo aquí...

A: Y... ese ...?
Señaló el ungüento con su sonrisa torcida en forma picarona.
No podía dejar de coquetearle ni siquiera estando moribundo. .

Un nervioso Haruki tomó el cilindro y vertió un poco en su mano, y luego frotó detrás del cuello del enfermo, apenas la zona donde la camiseta dejaba ver piel... y con las mejillas ardidas refunfuñó:

H: Es para ... lo mismo... todo es para el resfrío. Pásalo así por tu...  pecho y ya...
A: ¡Ah! se siente tan bien.

Que las manos suaves de Haruki resbalaran por su cuello realmente era un placer demasiado inesperado y peligroso...
A: ¡Ya! Gracias, eres un gran enfermero...   yo puedo con eso ... vete a descansar. ¡Por favor!

H: Si... pero si te sientes mal o quieres algo. Avísame ¿si?

A: Si. Ya vete. El efecto del vaporizador te hará mal si sales después de un rato.

H: Es cierto. Me voy. Buenas noches. Descansa.

A: ¡Haruki ! siempre me salvas. Gracias.

    Haruki salió y cerró la puerta. Sintiéndose un poco aliviado de tenerlo abrigado en su cama y con sus cuidados. Haruki era un chico de familia convencional, sus padres y sus hermanas le habían enseñado a cuidar de sus seres queridos cuando enferman y a ser protegido y mimado si era él quien caía en cama.

Pensaba en cómo sería la vida de Akihiko, mientras se daba a la tarea de activar la alarma para dentro de cinco horas.

Ese "Gracias" con un intento de sonrisa en medio de tanta soledad lo había sacado de sí. No podía evitar sentir rabia y tristeza a la vez.

H: ¿Cómo es que esa persona no lo cuida? Dios sabe que daría lo que fuera porque él sea feliz.
Si fuera yo...

Un recuerdo lo trajo a su realidad.
Pero yo no le gusto... ni siquiera esa vez ... no soy a quien él quiere.

Pero de inmediato se auto reprendió. No era quien para juzgar si había sido o no elegido para estar a su lado. Pero al menos podía conformarse con ofrecerle lo poco que tenía y cuidarlo como un buen amigo. Al menos eso aún podía hacerlo.

Mientras Akihiko se iba quedando dormido, soñando que era a él a quien se aferraba y no a su almohada, la fiebre regresaba lentamente a su cuerpo.

    El sonido de la alarma despertó al bajista que dormía intranquilo, por lo que no necesitó despabilarse demasiado. Se levantó de inmediato y muy sigilosamente entró a la habitación.

Akihiko temblaba entre sudor febril y pesadillas. La mano de Haruki lo trajo de nuevo al mundo, donde lo esperaba con agua y medicamentos.

H: Estás empapado, te traeré otra camiseta.

De prisa Haruki sacó de arriba de su ropero una camiseta sin usar.

H: Verás... mi hermana me compra cosas que no uso. Esta camiseta es muy grande para mí. Seguro podrás usarla.

De alguna manera le sacaba la camiseta mojada y luchaba por sustituirla por otra seca, todo en el menor tiempo posible.
Después de tomar las medicinas, Akihiko fue al baño con el cobertor que Akihiko insistió en ponerle en la espalda.
Al llegar al baño se miró al espejo y se rió de sí mismo,
¿Cómo es que Haruki puede estar enamorado de este anciano decrépito de 22 años? 

De regreso con su "futuro novio" este ya había cambiado las sábanas y en cuanto lo tubo cerca lo volvió a meter a la cama como a un niño pequeño.
Para Akihiko era como si un ángel lo esperaba para cuidarlo y lo salvara de sus miedos febriles y sus desoladoras pesadillas,

H: ¿Estás más cómodo ahora?
A: Quédate conmigo...
H:... pero, es que...
A: Por favor. Prometo no molestarte

Haruki lo miró fijamente. Le dolía en el alma darse cuenta que este hombre, que podía tener a cualquiera a sus pies, en realidad estaba tan solitario y desvalido en este momento.

H: Está bien. me quedaré hasta que te duermas.

.

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