~Unico capítulo~
Nota: Este one-shot se plantea con el escenario después de los acontecimientos ocurridos en "Alone at sea". No tiene nada que ver con la historia original de Steven Universe.
Narra Lapislázuli
Al volver a tierra firme con Steven y su padre a salvo tuve que retirarme; no sin antes disculparme con aquel dulce niño... El único que tenía fe en mi y me miraba con cariño.
Traté de regresar al granero, me sentía extraña, necesitaba pensar, pero apenas pisé el suelo se aproximó a mí una voz.
—¡Lázuli! —escuché a Peridot para luego mirarla correr torpemente hacia mí.
«Lo que menos necesitaba era esto», pensé. Así que solamente me dediqué a verla en espera de sus palabras, y ella al parecer lo entendió
—Necesito que charlemos —fue lo único que me dijo.
—Peridot, no estoy para una charla ahora. —Me di la vuelta tratando de evadirla pero ella tomó mi muñeca con ambas manos.
—¡Por favor, te lo suplico!
La sensación de ese tacto ajeno no me era muy agradable por los acontecimientos que aún seguían frescos en mi memoria, de manera que alejé mi brazo con un movimiento brusco.
—Mira, sé que será muy difícil que tú y yo podamos ser amigas, pero ya me cansé de todos los momentos incómodos al estar aquí las dos. Solo te pido que me des una oportunidad, no de acercarme a ti, eso sería muy repentino, sino que aunque sea me respondas cuando te pregunto algo. —Su voz era triste y la pena en su rostro me hacían ver lo sincero de su confesión, aunque desgraciadamente no causaba ningún efecto en mí.
El anhelo, el vacío... Estaba ansiosa sin poder alcanzar aquello que tanto necesitaba pero, ¿qué es lo que quería?, ¿qué estoy buscando?
La extraño...
Me temblaban las manos, mi cuerpo se estremecía, por mi mente paseaban pensamientos relacionados a Malachite; a Jasper.
Quería tener a alguien "incondicional" para mi, ser de nuevo una. Poder cargarle a alguien más el dolor en lugar de solo encargarme por mi misma. Tenía esas ansias de fusionarme con un deseo infinitamente indescriptible; destruir a alguien y que esa misma persona me corrompa.
—¿Lázuli? —resonó la voz de Peridot volviéndome a la situación actual.
—Peridot. —Di un paso firme y la miré fijamente, incliné un poco mi torso para poder tomarla de los hombros haciendo que me mirara confundida y asustada—. Fusiónate conmigo —solté sin titubear y segura en ese momento.
—¿¡Qué!? —gritó para después hablar alto y en un estado de alteración— ¿De qué rayos hablas? Primero me odias con todo tu ser, no me diriges la palabra, me ignoras, ¡y ahora de la nada quieres fusionarte conmigo! ¡No lo entiendo!
—Tú dijiste que querías que nuestra relación prosperara. Este es el mejor paso para iniciar —hablé sin despegar mi mirada de la suya.
Necesitaba hacerlo ahora, aliviar esta sensación que me tenía desesperada.
Lo meditó unos segundos y finalmente dijo—: Está bien.
Sabía que no estaba segura de ello, podía notarlo en toda su expresión.
Así fue como ambas nos separamos y entablamos un baile improvisado; movimientos lentos y coordinados inicialmente, hasta que la luz nos envolvió. Estaba a punto de suceder, casi lográbamos formar una fusión, pero algo salió mal... Por un momento que me pareció fugaz aunque certero, sentí miedo e inseguridad. Repentinamente caí hacia el suelo disparada lejos de Peridot, quien rápidamente se arrastró retrocediendo.
—¿¡Qué fue eso!? ¡¿Por qué tú —Estaba totalmente en estado de pánico mirándome como si fuera un... —¡Monstruo! ¡Eres un monstruo!
Sus palabras perforaron muy profundo en mi. Me levanté con la mirada baja, las cosas estaban bastante claras. Desplegué mis alas con la intensión de partir.
—¡Lázuli! ¡Lo siento! Yo no quería decir eso. Es solo que —Peridot habló llamando mi atención.
—Está bien, Peridot —le interrumpí para después dirigirle una pequeña sonrisa —, no es tu culpa, ella tenía razón. —Aquello último lo dije en un tono mucho más bajo.
Despegué del piso y volé en busca de una dirección.
—¡Lázuli, espera! —escuché otra vez a mi compañera, pero yo ya no daría marcha atrás, estaba hecho.
Volé sobre el océano con la esperanza de obtener una señal. Seguí el rumbo que más o menos recordaba haber seguido en el bote del padre de Steven y me dirigí hacia dónde posiblemente calculaba que Jasper se hallaba.
Pasé un buen rato en búsqueda. Mis nervios incrementaban en vez de disminuir, me encontraba inexplicablemente impaciente y tenía un golpeteo interno que no paraba. No podía controlarme, así que sin rendirme seguí buscando.
Al pasar del tiempo llegué a una isla. No era como aquella donde desatamos la pelea contra las Gemas de Cristal, ésta se veía diferente a simple vista. Seguí sobrevolando la vegetación, hasta que una especie de sensación electrizante me hizo parar, había llegado, lo sentía, estaba aquí. Descendí y las plantas de mis pies tocaron la arena; miré atentamente a mí alrededor en espera de algún movimiento. No tuvo que ser muy largo ya que Jasper no tardó en hacerse presente a través de la vegetación.
—Te estaba esperando. —Noté como una curva altanera se formaba en su rostro.
Me quedé en la misma posición, ya estaba aquí, pero no me movía. No estaba segura de mi hablar, una pequeña pero insistente parte se abría camino dentro de mi y me alentaba a escapar, pero otra...
—¿Qué sucede Lapis? ¿Por qué rayos me lanzaste por los aires? —me cuestionó mientras se acercaba lentamente.
Yo seguía sin poder decir algo, solamente desvié la mirada.
—Sé que puedes hablar, dime, ¿por qué no accediste a mi propuesta? —Su tono de voz no se sentía como siempre solía ser; despiadado y engreído.
—¡No lo hice, porque no está bien! —fue lo que solté sin pensar demasiado. Fue allí donde mis ojos se abrieron. Estaba cegada por un sentimiento cautivador, no obstante, la dulce mirada de él me estaba dando resistencia— ¡Steven tiene razón, esto es incorrecto!, ¡ya no tengo porque estar contigo! ¡Malachite se ha ido! —grité, por supuesto que la respuesta de Jasper no tardó.
—Steven. —El desprecio podía notarse simplemente en como lo pronunciaba— ¿Esa imitación de Rose Cuarzo? Lapis, escúchame, ¡seamos Malachite de nuevo!
—¡No! ¡Fue un error haber venido aquí!
Traté de despegar y a tan solo poco de mi fallido despegue sentí la presión sobre mi tobillo, siendo que Jasper me regresaba al piso golpeándome contra de este. No tardó en levantarme bruscamente agarrando mi muñeca sin ningún cuidado, importándole poco mi quejido de dolor. Me trataba como una basura, como si de cualquier objeto se tratase
—Si fue un error ¿por qué estás aquí? —Sonaba bastante agresiva, aunque me negaba a decirle la verdad —¿Tú también lo sientes no es así?
—¡¿Sentir que?! —exclamé con los ojos cerrados. No podía verla, sabía exactamente de que hablaba.
—Tú entiendes a qué me refiero, eres igual que yo en ese aspecto, quieres más, sabes que Malachite es nuestra oportunidad de ser imparables, tú estabas igual de consiente que yo ese día. ¿Pudiste sentirlo, no es así? El poder, las nuevas habilidades...
—¡Cállate! ¡No sigas! —le interrumpí.
Ella tomó mi mentón con su otra mano libre. Pensé que sería como aquella ocasión, que quería intimidarme, maltratarme; pero lo que obtuve a cambio fue algo que jamás hubiera esperado. Jasper estaba juntando nuestros labios en una conexión estimulante; sentía como sensaciones extrañas me invadían, un simple roce íntimo y lo estático de la situación hicieron sentir como un detonando en mi interior. Mi contraria me tomó de la cintura poniéndome a la altura de su rostro sin despegar aquel contacto que había iniciado, y por alguna razón no podía detenerla, era algo que yo pedía con mucha desesperación, quizá era lo que requería y no sabía. Con mis manos tomé su rostro y empecé a seguirle el paso en aquel juego que ya no era simplemente quieto, sino que iba transformándose en un frenesí placentero. Un momento donde la oscuridad acarreaba un sentimiento peligroso, las sensaciones se apreciaban sin necesidad de mirar al otro.
De un momento a otro mis ojos volvieron a la realidad. Jasper me observaba sonriente.
—No puedes mentirme a mí. Sé que deseas lo mismo que yo, por eso me buscaste, y aquí estas, no puedes escapar de lo que sientes Lapis, estás atada a mí, tú y yo estamos en este miserable planeta juntas, ¿lo recuerdas? —su voz ya no era intimidante, pero tampoco calmada.
—Tú me intoxicaste de tus pensamientos repulsivos. —Pasé mis manos de su rostro hacia su cabellera tirando de esta con algo de fuerza, aunque ella nunca demostró dolor—. ¡Tú me contaminaste!
—Y tú me hiciste cambiar a mí la idea que tenía acerca de la fusión, tú me corrompiste de igual manera, y TÚ sola te encadenaste a mí —habló dedicándome una mirada profunda.
Era cierto. Yo había sido quien nos encerró juntas, yo soy la mala aquí. Le hice daño a varios, incluyendo a Jasper. No había mejor palabra para definirme, monstruo.
Sentí como aquellas manos desaparecían de mi cintura y como mis rodillas rozaban aquella superficie rasposa.
—Tienes razón. —Miré hacia abajo con abatimiento constante, la culpa me estaba aplastando al momento. Busqué fuerzas y me levanté aprisionando con mis brazos su cuello; volví a sellar nuestros labios y a juntar nuestros rostros en una cercanía asfixiante. Ella solamente posó una mano en mi cadera, con su fuerza era más que suficiente para poder tenerme a su manera.
Nos encontrábamos arrebatándonos las fuerzas en una acción desesperada, nos buscábamos repetidamente la una a la otra. Era como una adicción; ya no podíamos estar lejos, Malachite nos había encadenado de por vida. Ahora la necesitaba, todo de ella, su cercanía, su asquerosa presencia, sus maltratos hacia mí, su voz, su calor y boca.
Al separarnos estábamos jadeantes pero llenas de fuerza y energía para seguir.
Usando la distracción de mi compañera, aproveché mi poder para atraer el océano a nuestra posición, colándose lento bajo nuestros pies. Nos levanté en una torre, no muy alta, solo lo suficiente para abarcar una altura bastante peligrosa. Mirando de reojo pude ver que había una zona muy rocosa en la isla, perfecto para lo que estaba a punto de realizar.
Con un simple movimiento de mi mano la estabilidad de la torre se desvaneció. Hice que se derrumbara de golpe inclinándose a donde nuestras gemas serían perfectamente destruidas con aquella velocidad de impacto.
Durante nuestra caída Jasper me tomó del cuello haciendo que la mirara.
—¿Qué demonios estás haciendo? —me cuestionó alto y presionó más fuerte.
—Tú y yo estamos encadenadas, es cierto —hablé con algo de dificultad pero con una sonrisa triunfal—, no puedo vivir sin ti, y por eso, ¡es hora de que esto se termine! —grité.
—Lapis, tú no quieres esto. ¡Piensa! ¡Volver a ser fuertes e indestructibles!, piensa en que es lo que realmente deseas, ¡el poder absoluto, juntas! —Su rostro se tornó en locura.
Juntas...
Esa palabra me descolocaba. Tal vez era el miedo de estar sola, de ser juzgada, maltratada por cualquiera... Ya no podía, por más que intentara negarlo o detenerlo, en mi mente lo que quería estaba más que claro.
Desplegué mis alas desviándonos en trayectoria del océano.
—¡Recuerda esto, Jasper! ¡Yo te destruiré y robaré tu libertad, no hay vuelta atrás! —Sabía que esto no era lo correcto, era enfermizo y dañino.
—Eso no importa, porqué tú y yo, ya somos una —habló con una gran sonrisa.
Su rostro volvió a acercarse a mi sin permiso.
Al entrar al agua la luz empezaba a envolvernos, nuestra unión era permanente, estábamos juntas por siempre. Al fin había llenado ese vacío. No existía ningún tipo de amor, ni siquiera una alianza se podía llamar; una necesidad inexplicable, una conexión tan profunda que no es entendible como era posible. Estábamos atadas al odio, desprecio hacia la otra, y a pesar de eso nos necesitábamos, nuestra lejanía ya era una tortura, y el deseo era el mismo.
Desde las profundidades del océano emergía aquella abominación, que surgía de una bestia y un monstruo, nuestro castigo, en una condena eterna.
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[Corregido]
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