SEIS
Como lo había imaginado, sería estúpido gastar dinero en un hotel, por lo que cada beatle decidió quedarse en su propia casa. Paul me llevó a la suya. Una vaga memoria se cruzaba de aquel hogar de ladrillos idéntica a las casas vecinas.
–Es la casa de mis padres, pero también va a estar mi hermano. Espero que no te moleste.
–¿Qué hubieras hecho si me molestaba?– pregunté justo cuando el auto se detenía frente a la casa. No respondió, solo sonrió y me dio un beso casto.
Habíamos dejado primero a John por su casa, donde su esposa, su bebé y su madre lo esperaban, nosotros seríamos los segundos en el recorrido, y supongo que luego dejarían a Ringo en su casa y finalmente a George. Fue una pena que nosotros hayamos sido los segundos, hubiera querido ir a la casa de Ringo y podríamos pasar por mi antigua casa.
Me habría encantado vivir en Liverpool. Era una ciudad grande pero tranquila, lo que mi familia necesitaba, sin embargo por el trabajo de papá nunca nos quedábamos permanentemente en un solo lugar, siempre debía ganar más y viajar. Vivimos en varios condados de Inglaterra y una vez vivimos en Dublín y otra temporada más extraña aún, vivimos en Vienna. Londres término siendo nuestro último destino. Y aún así, siendo Londres nuestro destino más duradero, nunca me acostumbre a ningún hogar.
Paul había tenido una vida tranquila y ahora que era famoso probablemente la había perdido, pero incluso en esos pocos días tendría la tranquilidad de su hogar. Podría decir que envidiaba más eso que su dinero o su fama. Después del altercado en la estación entendí que su fama para mi nunca sería envidiable.
No había durado mucho después de que Paul timbrara la puerta y un hombre más bajo que él abriera sonriendo. Se abrazaron instantáneamente, y pude distinguir de su variedad de cálidos saludos que su nombre era Mike.
–Ella es Josephine. Mi ...– Paul apartó la vista de Mike. Compartimos miradas que parecieron eternas. Él también tuvo las mismas dudas que yo. ¿Qué somos?–... chica. Jo.– lo último lo dijo con un tono de duda. Sabía que se preguntaba si eso sonaba bien, y en mi opinión no lo hacía. Enseguida recompuso su tono animado.– Jo, él es mi hermano Mike.
Él parecía ser el menos incómodo de los tres, y estiró su mano con una sonrisa.– Un gusto conocerte, Josephine.
–Igualmente.– estreché su mano.– Y Jo está bien.
–Jo.– Se corrigió y sonreí de lado.– Pero por favor, pasen. Deben estar congelándose, ahí afuera.
Al entrar pude observar una cálida sala de estar; las paredes beige estaban llenas de fotografías antiguas y pinturas pequeñas de flores y paisajes.
En la sala le esperaba una pareja mayor, el hombre de poco cabello y la mujer tenía unos enormes lentes. Nuestra introducción poco difirió de la de Mike en la entrada. Los padres de Paul, quienes se presentaron como Jim y Ángela, eran a simple vista amables y agradables.
Nos ofrecieron sándwiches de jamón y queso con jugo de naranja. Nos preguntaron cómo estuvo el viaje, y a Paul sobre la gira. Después fue tiempo para que me preguntaran cómo había conocido a Paul, dónde vivía, y en qué trabajaba.
Mis respuestas fueron cortas. En una fiesta, en Londres, y ahora con los Beatles.
–¿Ahora con los Beatles?
–Si. Soy su estilista...
–Entonces ayudas a arreglar a Paulie y su cara de niña.– bromeó Mike despeinando a su hermano. Él solo removió la mano de Mike con brusquedad y rodó los ojos.
–No, pero esa es la idea.– respondí alzándome de hombros.
–Deberíamos recostarnos unas horas antes del concierto; estamos cansados del viaje.– explicó Paul buscando al fin una excusa para estar los dos solos.
–Si, por supuesto.– dijo el padre de Paul levantándose de la mesa y recogiendo los platos y vasos. La mamá de Paul lo ayudó y yo solo sonreí a Paul mientras él tomaba mi mano para llevarme a algún lugar a descansar.
Cuando nos disponíamos a subir por las escaleras con las maletas en mano, el mismo padre de Paul nos detuvo.– De hecho, Paul... ¿podría hablar contigo un momento?– Enseguida se dirigió a mi tratando de calmar mi preocupación notoria en mi ceño fruncido.– No te preocupes, solo será un minuto. Mike te ayudará con tu maleta.
El recién nombrado sorprendido por su mención abrió los ojos pero reaccionó rápido y recogió el equipaje de Paul y luego el mío. "Tranquila, soy un tipo fuerte. Puedo con ambos." Fue lo que dijo rehusándose a que lo ayudara con mi maleta. Subimos las escaleras en silencio y tal vez eso ayudó a que escuchara "¿Quién es ella? ¿Qué pasó con Jane?" de parte de Jim, el papá de Paul. "Las cosas con Jane se complicaron..." escuché a Paul decir con una voz distorsionada porque ya nos encontrábamos en el segundo piso.
Mike carraspeó incómodo sabiendo que yo era consciente de la conversación de abajo.– Esta es la habitación de Paul. Si quieres ahí– señaló la habitación vecina con su cabeza debido a que tenía las manos ocupadas,– está mi antigua habitación. Aunque supongo que dormirás aquí, ¿no?.
–¿Tu ya no vives aquí?– pregunté evadiendo su pregunta. Todo apuntaba a que era la otra, la amante de Paul o algo por el estilo. Nuestra informalidad de repente ya no era tan divertida como lo había previsto.
–No, solo estoy de visita por la llegada de Paul.– Una vez que dejó las maletas al frente del closet se enderezó y me dio una sonrisa simple.– Bien, creo que me iré. Te veo en el concierto.
–¿Toda tu familia va a al concierto?
–No, solo yo iré.
–Entonces te veré allá.
Mike abandonó la habitación y yo me desplomé en la cama quitándome los zapatos con los pies, realmente estaba exhausta tan solo por el viaje en el tren.
Estando al fin sola empecé a imaginarme la razón por la que estaba aquí.
Había oído de la tal Jane, y una chica con flequillo que salía en los periódicos junto a Paul, aparecía en mi mente. La probabilidad de que Paul la estuviera engañando conmigo era posible, pero analizándolo mejor, ¿por qué Paul me invitaría a una gira completa en la cual no me podría esconder fácilmente? Yo estaba decidida a ocultarme de las cámaras porque nunca me gustó ser el centro de atención, pero eso era un tema independiente de Paul.
Debía preguntar a Paul, de una manera disimulada que sucedía con Jane. No quería ser la tercera persona en una relación, prefería quedarme en Inglaterra ahora antes que descubrir en Paris o cualquier otra ciudad que estaba estancada con un mentiroso mujeriego.
Antes de que pudiera seguir torturándome con mis pensamientos, la puerta se abrió revelando a Paul, quién, al verme, sonrió.
–¿Qué fue eso?– pregunté una vez que cerró la puerta.
–¿Qué cosa?– disimuló en vano su obvio conocimiento sobre lo que hablaba.
–Tú sabes.– suspiro cansado desabrochándose algunos botones de su camisa y quitándose los zapatos.– No di una buena impresión a tu familia, ¿no?
–¿Qué dices?– se rió acostándose a mi lado y abrazándome. Me dio un beso rápido. Sonreí un segundo porque la verdad me gustaba estar así con Paul, en el fondo disfrutaba estar sus brazos y apreciar de cerca su cara. Pero mi rostro volvió a su seriedad habitual, tal vez eso no lo cambiaría nunca.
Se me ocurrió una idea, tal vez loca, pero sabía que podía funcionar. Me levanté de la posición en la que estábamos y me senté encima de él.
–Wow, no sabía que iríamos tan rápido.
–Vas a creer que estoy loca.– rodé los ojos.
–No importa, creo que me agrada.
Rodé los ojos, era predecible que el gustara.– Mírame a los ojos y dime que no tienes novia.
Me miró confundido con los ojos entrecerrados.– ¿Qué...?
–Mírame a los ojos y dime la verdad.– exigí.
Rodó los ojos y luego los abrió bien fastidiado.– No, ya no tengo novia.
Ahora yo escudriñé hacia sus ojos. Honestamente, había perdido mi habilidad para ver si alguien decía la verdad o no, yo solía ser una experta en esto, ahora Paul era igual de misterioso que el resto de personas.
–Claro, a menos de que tú quieras.– Está vez me regaló una de sus sonrisas coquetas. Bufé divertida. Me bajé de él y estaba dispuesta a recostarme a su lado.– No, espera.– Me tomó suavemente de las caderas regresándome a mi posición anterior.– Sabes, todavía nos queda...– Miro su reloj.– Dos horas y media para hacer lo que queramos. Y ya no estamos en el tren...
–Claro, ahora puedo dormir porque ayer en la noche un tipo solo quería conversar conmigo hasta la madrugada.– Asentí aguantando la risa al ver la expresión de protesta de Paul.
–Eso suena bien, pero tenía en mente otra cosa...
Reí negando.– Solo ponle cerrojo a la puerta y quítate la camisa.
Se enderezó y empezó a quitarse la camisa enseguida.– Ya lo había hecho cuando entré.
Holaaa. Volví y ya me gradué!!!
(Voy a presumir que me gradúe en todas las historias que publiqué jeje)
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