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11. El problema de Scarlett

Cuando mis padres vuelven de la conferencia tienen cara de pocos amigos y me ordenan sentarme con ellos en la sala. Se nota a kilómetros sus caras de pocos amigos, cosa que me asusta de sobremanera. Pocas eran las veces que me miran de ese modo.

Sé desde ese instante que nada bueno me espera. Tengo la ligera sospecha de que la maestra encargada del periódico escolar fue la que habló con ellos y que tampoco dijo cosas muy lindas de mí. No me agrada para nada la idea porque ella lo primero que recomendaría sería un psicólogo para que me deje en claro que los hombres lobos no son reales.

Si tan solo ella supiera...

—¿Les dijeron que soy una súper estudiante que hace todo de la manera correcta y mi GPA es mejor que la mayoría de los estudiantes? —pregunto tratando de ser optimista, una sonrisa forzada en mi rostro me hace sentir estúpida.

Sé por sus caras que eso no fue lo que les dijeron, pero vamos, tenía que intentarlo.

Mi padre saca un ejemplar del periódico escolar de esta semana y señala el nombre de la persona que lo ha estado escribiendo desde que me suspendieron. No obstante, mis ojos se fijan en otra cosa y no puedo evitar hacer una mueca. Puedo notar el primer error en el título del periódico.

Han caído muy bajo en el periódico sin mí.

—¿Ves algo extraño? —inquiere mi padre con el rostro serio.

—¿Que «éxito» lleva tilde y no se la pusieron? —menciono, encogiendo mis hombros. Trato de evitar el tema a toda costa.

Mi padre gruñe por lo bajo y suelta una maldición entre dientes. Yo también suelto una maldición, pero lo suficientemente baja para que no me escuchen. De hecho, ambos somos tan parecidos que maldecimos por lo bajo para que mamá no nos dé el sermón del año. Nos regañaría a ambos.

—¿Dónde has estado realmente en las pasadas semanas?

—Fuera —murmuro en respuesta.

Maldita sea, ahora se me pegan las cosas de Stiles. Bueno, yo siempre he sido sarcástica. No debo culpar a Stiles por ello. Sin embargo, ha salido más a flote desde que estoy juntándome con él.

Son malas influencias para mí.

—Dije «¿dónde?» porque estoy seguro de que no ha sido a buscar información para tus artículos. ¿Cuándo pensabas contarnos que estás suspendida hasta nuevo aviso? —interroga, alzando sus cejas para darle más énfasis al asunto.

Encojo mis hombros por enésima vez.

—Un día que no era hoy ni mañana —respondo.

Mi padre suspira ruidosamente y mi madre pasa una mano por su espalda para calmarlo. Está enfadado, eso lo sé. Lo puedo notar en su semblante serio.

—Queremos una respuesta, Scar —pide mi madre, sus ojos se ven suplicantes. Creo que no quiere ver a la fiera salir.

Por «la fiera» me refiero a mi padre. Cuando se molesta es mejor huir.

Aprieto mis labios en una fina línea y tamborileo mis dedos en mis muslos. Es como un pequeño tic nervioso.

—¿Quieren una respuesta? No la hay. He estado afuera, tengo amigos últimamente. Amigos reales, salgo con ellos —a desenterrar cadáveres, visitar la morgue, a evitar que un hombre lobo muera envenenado por acónito, a hospitales donde mueren personas atacadas, a gasolineras donde cazadores rompen cristales—. ¿Hay algo malo en eso? Mantengo mi promedio y, que yo sepa, eso es lo que ustedes quieren. Sí, ya no hago nada para el periódico, pero estoy siendo normal.

Sí, normal cuando uno de tus amigos es un hombre lobo que su alfa quiere matar con él. Dios, está completamente jodida esta situación.

Al llegar a la escuela las personas me pasan por el lado con miradas curiosas. Llevo fuera un par de días y hasta ahora vengo a venir a la escuela. Este lugar no puede ser más cotilla. Ya había rumores de que había contraído una grave infección y estaba muriendo en el hospital.

También son bastante creativos.

Llego al salón que me toca y me siento en la fila continua a Stiles y Scott. Son los asientos libres que quedan. Según lo que me dijo Scott, su mejor amigo no le estaba hablando por algo que ocurrió en la conferencia.

Aparentemente, tampoco me habla a mí. Como si yo tuviera culpa de lo que ha sucedido. ¡Ni siquiera estuve en la escuela cuando sucedió!

—Si te hablara diría que eres un idiota por confiar en él —escucho decir a Stiles y no puedo evitar rodar los ojos. Infantil—. Pero obviamente no te hablo.

Scott voltea a verme, pidiéndome ayuda con la mirada. Levanto mis manos en señal de que prefiero mantenerme fuera de sus asuntos matrimoniales y encojo mis hombros.

—Si le hablara le diría que también es un idiota por no confiar en ti con eso, pero como no lo hago —comento, imitando el tono de Stiles con un toque de burla y amargura. Sigo molesta por lo de Lydia en cierto modo.

Stiles gira a verme con el ceño fruncido.

—¿Tú sabes que le pidió ayuda y no me dijiste nada?

Miro a Scott.

—Dile a Stiles que tal vez Lydia pudiera habérselo dicho. Digo, al fin y al cabo, ella sigue siendo más importante que su amiga —espeto, haciendo énfasis en mi título.

Sueno patética.

El timbre suena y Stiles se gira, mirando hacia el frente como si realmente fuera a prestar atención a la clase. Unos segundos después mira a Scott.

—¿Qué dijo Derek?

Scott sonríe, estando bastante aliviado con haber recuperado a su mejor amigo. Me alegro por ello porque Scott necesita todo el apoyo que pueda recibir. No debe ser fácil su situación.

Por mi parte, enfoco mi vista en la clase y me concentro en prestar atención. Alguien en esta amistad debe tener los apuntes suficientes para que los tres pasemos las clases.

Ya sueno como la mamá de los tres.

Por el resto de la clase presto atención, escuchando palabra por palabra al profesor y haciendo apuntes cuando es necesario. Scott y Stiles cuchichean a mi lado, pero evito hacerles caso. Debo concentrarme en ser la mamá de los tres. Si no los cuido yo, ¿quién lo hará?

Definitivamente no puedo imaginarme a Stiles con un delantal rosa en la cocina, mientras ayuda a Scott con su tarea de matemáticas.

Mi mente se va a lugares extraños a veces.

Cuando termina la clase, Scott me hala con ellos fuera. Ni siquiera puedo cerrar bien mi mochila y casi me como el suelo al ser arrastrada por mi mejor amigo. Él no piensa dejarme atrás con las cosas, aunque ya yo las sé, lo cual no hace mucho sentido. Tengo la ligera teoría de que quiere que le hable a Stiles.

—¿Quiere que te metas en tu lado animal y te enfades? —pregunta Stiles, caminando junto a nosotros.

—Sí.

—De acuerdo, corrígeme si no tengo razón, pero cada vez que te enojas tratas de matar a alguien —dice—. Y ese alguien usualmente soy yo.

—Debería de intentarlo de nuevo —murmuro, rodando los ojos.

Stiles me mira con el ceño fruncido y yo lo hago con los ojos entrecerrados. Luego mira a Scott sin entender.

—¿Cuál es su problema? —cuestiona, señalándome.

Tú eres mi problema, quiero responderle. Muerdo mi lengua para no hacerlo porque no quiero sonar patética y porque la realidad es que tampoco es como si él estuviera haciendo un esfuerzo por hablarme. Sigue teniendo esa actitud infantil donde utiliza a Scott como mensajero.

—Pregúntale tú —suelta, resoplando un poco. Toda la situación lo está exasperando—. Volviendo al tema, lo sé. Eso es a lo que se refiere cuando dice que no sabe si puede enseñarme —manifiesta Scott—. Tengo que aprender a controlarlo.

—¿Cómo va a hacerlo? —cuestiona Stiles.

No lo sabe.

Nadie lo hace.

Paro en seco cuando recuerdo algo importante. Un detalle que hemos pasado por alto. Es en ese momento que puedo imaginar que tengo una bombilla encendida sobre mi cabeza como hacen en las caricaturas. Alcanzo mi mochila y saco el cuaderno donde mantengo todo lo que sé sobre hombres lobos. Busco en las páginas y leo con rapidez.

Se transforman cuando su pulso se acelera.

Cuando su pulso se acelera... ¡Ya sé!

—Para enseñarte yo mismo —escucho decir a Stiles.

—Bueno, vas a necesitar de mí si planeas hacerlo —anuncio, sosteniendo el cuaderno.

Yo sé cómo vamos a enseñarle.

Nos encontramos sentados en la cafetería mientras Scott se tapa con un gran libro para que Allison no lo vea. Dios, este chico puede ser estúpido a veces. Lo quiero, pero a veces se pasa. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre que ese es un buen escondite? Parece un loco acosador tratando de evitar que lo vean.

—¿Ya idearon un plan? —pregunta.

Stiles come una manzana mientras yo escribo en el cuaderno. Sí, estamos utilizando mi cuaderno para ayudar a Scott. Espero que funcione porque de otra, tendrá que alejarse de Allison.

En mi interior, no quiero que eso ocurra porque son tiernos juntos. Allison lo hace feliz y me alegra que él tenga una motivación para lidiar con toda esta situación.

—Está en proceso —respondo, apenas levantando la mirada del cuaderno.

—¿Significa que ya no se odian y Stiles no me odia?

Frunzo mi ceño y dejo de escribir por un segundo.

—No —contesta Stiles—. Pero tu mierda ha infiltrado mi vida, así que ahora tengo que hacer algo al respecto.

Bien, no dijo nada respecto a nosotros.

Ruedo los ojos ante mi pensamiento, como si hubiese un nosotros.

—Además, soy definitivamente un mejor Yoda que Derek —añade.

—Bien, sí, enséñenme —pide Scott.

—Sí, seré tu Yoda.

—Sí, sé mi Yoda —accede Scott, siguiéndole el juego.

Yo estoy observando la conversación confundida. No estoy entendiendo mucho de lo que se referían con Yoda.

¿Acaso es un tipo de lenguaje extraño?

—¿Qué es un Yoda? —pregunto, sintiéndome avergonzada de mi propia ignorancia.

Stiles me mira boquiabierto.

Creo que dije algo malo.

—¿Es en serio? ¿Nunca has visto Star Wars? —niego—. ¿Nunca? —Vuelvo a negar—. ¡Es un pecado nunca haber visto Star Wars! —exclama.

—¿Sabes qué? Todavía te odio —mascullo haciendo una mueca.

—Y yo odio a Scott.

—Esto es un círculo vicioso —murmura el hombre lobo.

Allison me detiene en medio del pasillo cuando estoy por encontrarme con Stiles y Scott en el campo de Lacrosse.

Bueno, de hecho, yo no pensaba ir a entrenar a Scott porque no quería terminar devorada en caso de que algo saliera mal. Sin embargo, ver a Allison de esa manera es peor que ir a entrenar a Scott. Es totalmente incómodo verla desesperada por saber si Scott está enojada con ella o si ella ha hecho algo mal.

Nena, no soy la persona indicada para que le preguntes eso.

Dios, ¿cómo le dices a una chica que su novio es un hombre lobo y su familia los caza?

—Scarlett, debes saber algo. Ustedes se pasan juntos todo el tiempo son como los tres mosqueteros —alega, haciendo un pequeño mohín.

Muerdo mi labio inferior y maldigo mentalmente por enésima vez en el día. Pobre chica. Inhalo y suelto el aire con lentitud. Tal vez puedo servir de amiga por una vez en mi vida.

Solo tal vez.

—No lo sé, Allison. Tal vez está en su periodo mental, los chicos son así. No hay cómo entenderlos —digo, esbozando una sonrisa.

Allison ríe un poco cuando dije lo de periodo mental. Bien, al menos la hice reír un poco.

Ella es una buena chica, tampoco se merece que Scott la ignore. Sí, entiendo que él quiera protegerla, pero tiene que haber otra forma. Por eso tenemos que entrenarlo lo suficiente.

—Sí, tal vez tengas razón —murmura, asintiendo levemente.

Se convierten cuando su pulso se acelera.

Tal vez no es de estar calmado todo el tiempo porque eso es imposible. En algún momento él va a enfadarse. Quizá lo que deben buscar es algo que lo haga calmarse, como un ancla.

—Eres la mejor, Allison —comento, antes de alejarme de ella. Volteo para verla con una sonrisa. Ella está confundida y no la culpo—. Te veo en clase.

Cuando estamos entrando al aula empujo a Allison para que llegue a sentarse detrás de Scott antes de que Stiles pueda hacerlo. Scott me dedica una mirada alarmada, como si se preguntara porqué demonios le he hecho eso. Mientras que Stiles me mira con los ojos entrecerrados, matándome en su mente unas quinientas veces. En respuesta, esbozo una sonrisa burlona al mismo tiempo que me siento detrás de él en el asiento libre que queda. Inmediatamente voltea a mirarme.

—¿Cuál es tu problema? —pregunta—. Sabes que él no puede acercarse a ella.

Ruedo los ojos. —Cambio de planes —anuncio, encogiendo los hombros.

—No puedes cambiar de planes así porque sí. Tú no mandas, somos un equipo —informa, señalándonos con su dedo índice.

¿Perdona?

Yo fui la que tuvo la idea de robar el maldito aparato para medir las pulsaciones. Básicamente, fue mi idea y sé que lo del campo de lacrosse no funcionó o de otra no hubiesen hecho la jugadita de no dejar a Allison sentarse detrás de Scott.

—Vas a tener que confiarme en esta.

Finstock llama la atención de todos nosotros y, por alguna razón, sé que algo no va a ir muy bien. Es Finstock por amor a Dios, él es como un maestro frustrado en esta escuela. De hecho, solo lo es.

—Empecemos con un resumen rápido de la lectura de anoche —comienza a decir. Greenberg levanta la mano—. Greenberg, baja la mano. Todos saben que lo leíste. ¿Qué tal...McCall?

Mi amigo levanta la mirada para poder observar a Finstock. El pánico reflejado en su rostro.

—¿Qué?

—La lectura —Bobby se apoya del escritorio y mira a McCall como si fuese un idiota por no haber leído.

Juro que me dan ganas de pararme y decirle Finstock que trate de mantener un balance entre dos vidas a ver si le da tiempo de leer algo para las clases. Sin embargo, eso no ayudaría en nada. En lugar, aprieto mis manos en el pupitre, aguantando mis ganas de actuar en defensa de mi amigo.

—¿La lectura de anoche? —pregunta Scott.

Esto va a terminar muy mal.

—¿Qué tal la lectura de La dirección de Gettysburg? —habla Bobby—. Eso fue sarcasmo —la clase ríe—. ¿Sabes lo que significa "sarcasmo", McCall?

—Mucho —menciona Scott, mirándonos a Stiles y a mí.

Oh vamos, ni siquiera somos tan sarcásticos, pero es un orgullo que lo diga. Tal vez le pediré que me firme un certificado de que tengo estudios en sarcasmo profesional.

—¿Hiciste la lectura o no?

Scott se mueve de manera incómoda en su asiento. Parece que no sabe ni cómo decir que no lo ha hecho.

—Creo que se me olvidó —responde en voz baja.

—Buen trabajo, McCall. —Es sarcasmo puro—. No es como si no tuvieras ya un suspenso en esta clase —comenta y se acerca a él—. Vamos, amigo. Sabes que no puedo dejarte en el equipo si suspendes. ¿Qué tal si haces un resumen de la lectura de la noche anterior?

Stiles me codea.

—Mira —susurra, enseñándome cómo las pulsaciones de Scott comienzan a aumentar.

—No —contesta Scott entre dientes.

—¿Qué tal de la noche anterior a esa? —Scott baja la cabeza—. ¿Qué tal si haces un resumen de algo que hayas leído alguna vez en toda tu vida? —Mi amigo trata de responder, pero Bobby continúa—. ¿No? ¿Un blog? ¿Qué tal la parte de atrás de una caja de cereales? ¿No? ¿Qué tal la advertencia de solo adultos de tu página web favorita que visitas cada noche? ¿Nada? Gracias, McCall, gracias. —Golpea el escritorio—. ¡Gracias, McCall! ¡Gracias por extinguir la última pizca de esperanza que tengo en su generación!

Para este punto, yo soy la que estoy molesta. No puedo controlarlo ya. Siento la ira subir por mi cuerpo, quemándome desde los pies a la cabeza. El calor de mis mejillas me indica que estoy demasiado enfadada.

Golpeo el pupitre y me pongo de pie antes de que Finstock pueda continuar hablando. Bobby me mira sorprendido y yo miro de reojo cómo Scott comienza a calmarse porque Allison le agarra la mano.

Bien.

Ahora me toca a mí.

—¿Puedes parar? Ser un maestro no te da el derecho de humillar públicamente a un estudiante. Sí, tal vez no leyó la lectura que asignaste. ¿Y? Eso no significa que puedas venir y restregarle en cara algo que debe ser privado como su nota en la clase. Es ilegal hacerlo.

—¿Y cómo podrías saberlo?

—De la misma manera que usted sabe que sale un aviso de "solo para adultos" en ese tipo de páginas —respondo, haciendo un gesto con mis manos que indica que es un hombre que gusta de autosatisfacerse y toda la clase suelta un "uuh".

Finstock se queda unos segundos, perplejo, pero se recupera con rapidez, carraspeando para recomponer su postura firme.

—¿Sabe qué, Brann? Tendrás castigo el resto de la semana —anuncia—. ¿Por qué no la próxima también? Tal vez así aprendas a cerrar la boca como tu amiguito McCall.

—Mi placer —comento con sarcasmo.

Sin embargo, me siento orgullosa de mí misma por alguna razón. Stiles me choca el puño con complicidad y una sonrisa se asoma en mi rostro. Sí, definitivamente me siento orgullosa.

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