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30. Marcada por el fuego

No me podía mover.

Cuando Peter sacó sus garras de mi cuello, Payton me sostuvo para que no me cayese de la silla y mi mano se dirigió hacia la parte donde habían estado las garras del tío de mi novio unos segundos atrás. No estaba segura de cómo él lo había logrado, pero todos los recuerdos estaban flotando por mi cabeza, asfixiándome.

Toda mi vida había sido una maldita mentira. Mi madre era la mentirosa principal en esa obra de teatro a la que llamaba vida. Mi casa había sido el teatro, mi madre la actriz principal, y mi padre y yo solo habíamos sido peones en su juego. Me revolcaba el estómago pensar que ella había quitado esas memorias de mi mente solo para su propia conveniencia, para no alterar la forma en la que estaban transcurriendo las cosas.

Sin embargo, había algo que no me cuadraba del todo. ¿Cómo yo había podido adquirir mis poderes si la sangre Brann no corría por mis venas? Era imposible que pudiese haberlos heredados porque no estaba en mis genes. Alexander Brann no había sido mi padre biológico y murió viviendo una mentira.

Se sacrificó a sí mismo por una persona que al final no era su hija.

— Scarlett —me llamó Payton, intentando capturar mi atención.

— ¿Cómo nuestra familia adquiere sus poderes? ¿Por qué es solo uno por generación? —demandé saber, ignorando por completo las miradas confusas de Stiles y Cora, las cuales se encontraban posadas en mí.

Agarré a Payton de los brazos en medio de mi desesperación por saber. ¿Cómo yo había podido ser condenada a esta maldita vida si no era mi derecho? Payton me miró con los ojos abiertos como platos sin comprender a qué venía mi arrebato. Sabía que yo había visto algo que me había dejado en ese estado, pero no podía comprender qué.

— Es una marca, Scarlett. El primer hijo de la generación es quien la recibe una semana después de nacer, una mezcla de ceniza y fuego llamada Brander. Significa 'marcada por el fuego' —explicó—. Como tú fuiste la mayor en nuestra generación, fuiste tú la elegida para recibir la marca en la que se trasmite una pequeña porción de poder. Es casi como una semilla, va creciendo poco a poco como una chispa hasta que llega a su máximo estado a los dieciocho años o, como en tu caso, cuando un alfa activó tus poderes.

Apreté mis labios en una fina línea y gimoteé.

Comprendí las palabras de Deucalion al decir que ellos no me querían, que algo no cuadraba conmigo. Ellos eran mis abuelos y lo que no cuadraba conmigo era que realmente yo no merecía tal poder. Yo no era merecedora del legado de la familia porque no tenía su sangre corriendo por mis venas. Se suponía que sería Payton.

Todo este tiempo, la verdadera heredera del poder de mi familia había sido Payton y no yo. Ese había sido el secreto que mi madre había estado guardando todo este tiempo. Tal vez es hasta la verdadera razón por la que me odia tanto, aunque en realidad esto solo me da más razones para guardarle rencor a mi propia madre. Si ella solo hubiese admitido la verdad, Gerard no me hubiese condenado a un destino que no me pertenecía.

— Payton, ¿qué sucede si el poder se le pasa a una persona que no lo merecía?

Era un nuevo temor que se había apoderado de mi cuerpo. De alguna manera, pensar que tenía algo que no me correspondía por derecho, me asustaba más que las mentiras que mi madre me había estado diciendo durante diecisiete años de vida.

Existía una razón oculta por la que Deucalion me estaba buscando, una que estaba lejos de mis manos y que no sería capaz de adivinarlo por mi cuenta. Ahora comprendía muchas cosas que no había estado entendiendo antes. Siempre estuvieron frente a mis ojos y jamás me di cuenta de ello.

Payton me miró estando confusa durante unos segundos. En sus ojos pude ver el desconcierto estando presente y la forma en la que intentaba interpretar mis palabras. Buscaba una respuesta adecuada o tal vez ella tampoco conocía la respuesta de mi pregunta.

— Es...no, simplemente nunca ha sucedido. Es imposible —balbuceó.

Su respuesta me preocupó.

— Responde la pregunta, Payton —exigí.

Mi prima relamió sus labios y pasó sus manos por su cabello.

— Son solo leyendas, Scarlett. Nunca ha sucedido —intentó hacerme olvidar el tema, pero era imposible que lo hiciera. No cuando yo conocía mi nueva realidad.

— Dime.

La escuché suspirar.

— En el clan de los Salamander no existen alfas. Principalmente porque no son muchos. Un elemental de fuego por generación entrenado por el elemental anterior. Ahora mismo solo existes tú. —Hizo una pausa en la que dudó antes de continuar hablando—. Sin embargo, cuando una persona que no tiene sangre Brann obtiene el poder, dicen que su poder se triplica. Es un poder agresivo, anhelante y destructor, y dicen que esa persona puede llegar a convertirse en un alfa de su elemento. El primer alfa elemental.

Parpadeé, intentando procesar sus palabras, pero se me dificultó la tarea. Era demasiada información para procesar en un solo día. Todo era demasiado. Me sentía atrapada dentro del loft, como si las paredes se estuviesen haciendo cada vez más cercanas a mí y me estuviesen cerrando cada salida.

Necesitaba escapar de ahí.

Intenté lograr que mis pulmones recibiesen el oxígeno que necesitaban completamente en vano. Entre más respiraba, más sentía que no podía respirar. La verdad me estaba asfixiando. El poder me estaba ahogando, me estaba volviendo prisionera del mundo sobrenatural. No había salida.

Entendí entonces la razón por la que Deucalion había estado haciendo todo eso. Yo fui su primer experimento. Como Booth me había mencionado, Deucalion había escuchado las historias de mi familia y eso significaba que conocía esa leyenda. Cuando me encontré con él siendo niña, él sabía que yo no portaba la misma sangre que mi familia, que yo no era una Brann, pero que sí portaba una marca invisible de ceniza y fuego. Él quería condenarme a mi destino, ver si era cierto y desde que descubrió que mis poderes habían despertado, le pagó a alguien para que me siguiera.

— Scarlett, ¿qué fue lo que viste en tus recuerdos? —Me preguntó Payton.

Mordí mi labio y negué con mi cabeza.

Si pronunciaba las palabras se harían realidad.

— Pregúntenle a Peter si quieren saber —murmuré, huyendo fuera del loft.

Con cada paso que daba sentía que estaba caminando en puñales. Me dolía demasiado. Mi padre...Mi padre murió por culpa de todas estas mentiras que mi propia madre había estado construyendo desde el inicio. Le había estado mintiendo respecto a mí; su hija.

No importaba lo mucho que unos resultados de una prueba dijeran que yo no era su hija, él siempre sería mi padre. Aquel que veló por mí, me crió, me enseñó mucho de lo que sé y siempre me tuvo bajo su cuidado. Incluso hasta en su último respiro, lo dio todo por mí.

Sequé las lágrimas que habían salido de mis ojos y tomé una respiración profunda, intentando calmarme.

Entonces decidí lo que iba a hacer esta noche. Iría a buscar a Derek porque la realidad era que Peter nos había dado todas las pistas sobre dónde se encontraba. A pesar de lo frío y seco que Derek pueda aparentar ser, siempre se refugia en lugares que significan algo para él. Primero fue en la casa Hale, aquel que le recordaba la razón por la que volvió a Beacon Hills, la razón por la que no se permitía confiar en las personas con facilidad. Peter mencionó que su lugar favorito para estar con Paige era la destilería abandonada de Beacon Hills. Si mis instintos de Sherlock no estaban tan mal, ese era el lugar donde Derek se encontraría.

* * *

Detuve el auto cerca de la destilería y me preparé a mí misma mentalmente para cómo actuar alrededor de Derek. Podría ser mi pareja y la persona de la que estaba perdidamente enamorada, pero me aterraba de sobremanera la forma en la que él podría encontrarse emocionalmente luego de lo sucedido con Boyd. Matar a alguien sí te oscurece una parte de tu alma, en especial si fuiste forzado a hacerlo. Boyd era un miembro de su manada y Derek no era como los otros alfas, él no sentía alivio al matar a sus betas.

Metí mis manos en los bolsillos traseros de mi pantalón mientras me dirigía al interior de la destilería sintiendo mi corazón martillear con fuerza contra mi esternón. Entré a la arquitectura opaca y vieja, casi cayéndose en cantos, y pude localizar a Derek de pie mirando hacia una parte en específico: el espiral que Ennis había hecho con sus garras en el zinc.

Derek volteó a mirarme, frunciendo su ceño ligeramente mientras metía sus manos en los bolsillos de su pantalón. Él había sentido mi presencia en el lugar, aunque era bastante obvia y yo no había hecho el más mínimo esfuerzo en ocultar mi esencia. Quería que él supiese que estaba allí.

— ¿Cómo me encontraste? —preguntó. No lo hizo de forma descortés o cortante, sino todo lo contrario. Su tono fue suave y cuidadoso, un poco sorprendido por verme, aunque a su vez se le veía aliviado.

Esbocé una sonrisa cálida mientras caminaba unos cuantos metros para quedar justo frente a él. Derek estiró sus brazos y agarró mis manos para acercarme a su cuerpo, rodeándome con su calidez y afecto. Hundí mi rostro en su cuello e inhalé su olor embriagante.

— Siempre sé cómo encontrarte —respondí chasqueando mi lengua con un toque de diversión—. ¿Acaso alguna vez dudaste de mis capacidades detectivescas? —cuestioné, alejando un poco mi cabeza de él para que pudiese ver que estaba arqueando una de mis cejas.

Derek esbozó una pequeña sonrisa que marcó los hoyuelos en sus mejillas. Él no sonreía tanto, pero cuando lo hacía podía deslumbrar a cualquiera con ella. Era malditamente hermoso verlo sonreír, en especial cuando se tenía en cuenta que él estaba pasando por un mal momento. Saber que pude hacerlo sonreír me hizo sentir mejor conmigo misma y con todo el drama que estaba ocurriendo en mi vida.

— Jamás dudaría de ellas —aseguró—. Pero en serio, ¿cómo supiste de este lugar?

— Eh, puede que haya visitado a Peter para que hiciera el ritual de las garras en el cuello para poder acceder a unas memorias y nos contó lo sucedido con Paige —solté de forma tan rápida y sin respirar o pausar entre las palabras que dudé por un segundo que Derek hubiese sido capaz de comprenderme.

Sin embargo, por la forma en la que hundió su entrecejo y borró su sonrisa, supe que me había entendido a la perfección. No estaba contento con lo que había hecho, de eso no me cabía duda alguna.

— ¿Hiciste qué?

— No repito mis palabras —me apresuré en decir, levantando mis manos en un gesto de inocencia. Derek me dedicó una mala mirada y suspiré, dándome por vencida—. Sabía que era peligroso, Derek, pero necesitaba saber lo que mi madre había ocultado todos estos años. Ella me quitó unas memorias, bueno, no ella realmente, tu madre lo hizo cuando a Payton la mordieron. Aparentemente tu madre le debía un favor a la mía y eso fue lo que le pidió.

Derek lucía confundido con mis palabras, incluso sorprendido por la información. Si Talia había cumplido su palabra, entonces Derek tampoco se acordaba de haberme ayudado hace siete años.

— ¿Cuál era ese secreto que tu madre no quería que supieses? —Se atrevió a preguntar.

Mordí mi labio inferior porque era difícil decirlo. Todavía sentía que si decía las palabras en voz alta, aunque la información estuviese presente en mis memorias, entonces se haría realidad. Todo caería sobre mí como un balde de agua fría y no estaba segura de cómo reaccionaría ante esa presión. Sin embargo, de lo que sí estaba segura era de que tenía a mi ancla conmigo. Si llegaba a perder el control de algún modo, Derek sería capaz de ayudarme a recuperarlo.

— No soy...—hice una pausa—....una Brann. Mi papá, aquel a quien asesiné, no era mi padre biológico.

Derek abrió sus ojos por la sorpresa que lo invadió cuando le confesé mi nueva realidad. Hizo el intento de decir algo, pero estaba completamente sin palabras. La realidad era que ninguno de los dos éramos buenos a la hora de reconfortar a alguien de forma hablada. Pocas veces hablábamos cuando el otro se sentía abatido, pero sí nos dejábamos saber que podíamos ser el soporte del otro.

— Scarlett...—lo frené antes de que pudiese decir algo al respecto.

— No digas nada, por favor. Solo abrázame —pedí.

Derek obedeció sin rechistar. Me apretujó entre sus brazos y yo lo rodeé con los míos, hundiendo mi rostro en la curva entre su hombro y su cuello. Aspiré su olor dejando que me embriagase una vez más y me relajara. Derek me hacía sentir como en casa.

Nos quedamos en esa posición durante unos minutos larguísimos donde permitimos que el silencio y la noche nos rodearan. Nuestros cuerpos entrelazados, nuestras almas unidas y nuestros corazones latiendo a la par. Derek y yo no éramos una pareja de muchas palabras, sino que éramos más de expresarnos por medio de nuestros actos.

— ¿Qué harás ahora? —preguntó, rompiendo el silencio.

Dejé que un suspiro saliera de mis labios.

No me había planteado o siquiera pensado en lo que haría. No sabía si podría mirar a mi madre a los ojos o si pudiese considerar pedirle una explicación a todo lo ocurrido. Realmente no sabía absolutamente nada sobre lo que sucedería con mi vida. Pero lo manejaría poco a poco y a mi modo. El tiempo me daría la respuesta y, aunque esta probablemente no me gustara, tendría que aceptarla y vivir con ello del mismo modo en el que he estado viviendo desde que toda mi vida se fue al caño.

— Todavía no he pensado en ello —admití—. Cuéntame sobre Paige.

Derek lució sorprendido con mi petición y por un segundo pensé que había metido la pata al pedirle saber más sobre ella.

— ¿Estás segura?

Asentí.

— Será refrescante saber que al menos has tenido una novia que no es una asesina —intenté bromear.

— No es gracioso, Scarlett —reclamó, dedicándome una mala mirada porque a Derek no le gustaba que me refiriera a mí misma de ese modo. Le sonreí y besé sus labios de forma corta, sin darle oportunidad de responder—. Paige era, en cierto modo, un poco como tú.

Alcé mis cejas porque no era la respuesta que estaba esperando escuchar de sus labios.

— ¿En qué sentido? —me interesé.

— A ella le gustaba retarme también.

Entonces me contó cada detalle sobre Paige. Sobre la forma en la que ella solía detestarlo en un principio. Me hizo la historia de cómo él se había comportado como un idiota narcisista y egocéntrico que formaba parte del equipo de baloncesto y había logrado sacarla de quicio antes de saber su nombre. También me habló de la forma en la que todo había cambiado y se había enamorado de ella.

Y yo lo escuché atentamente con una pequeña sonrisa en mi rostro. Me llenaba de emoción saber que en un pasado Derek había sido una persona completamente alegre y pura, sin ningún tipo de dolor o responsabilidades como las de ahora. Solo un adolescente despreocupado. Sin embargo, contrario a lo que había pensado en el pasado, no me sentía celosa de Paige ni de su suerte de haber conocido a ese Derek.

Me había enamorado del hombre en el que él se había convertido a través del tiempo. Adoraba su humor de perros —broma completamente intencional—, la forma en la que siempre intentaba aparentar ser alguien serio e intimidante cuando en realidad era alguien dulce y de buen corazón, y también su manera de preocuparse por las personas, aunque no lo demostrase tanto. Eran pequeños detalles que me habían hecho quererlo y perderme completamente por él sin poder evitarlo.

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Y ustedes pensando que era algo genético jsjsjsjsjsj. #MaldadPura

¿Ahora qué piensan?

Chau y hasta la próxima ❤️

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