26. Somos tan cliché
Abandoné el hospital luego de lo sucedido con Danny cuando la doctora Hilyard fue reportada como desaparecida y encontraron al jefe de emergencias muerto. Con eso confirmamos el hecho de que eran parte de los sacrificios, pues estaban siguiendo parte del patrón de Deaton. Curadores, esos eran los siguientes en ser sacrificados. Por lo que teníamos conocimiento ya iban dos de tres, pues Danny no parecía tener conexión alguna a ser un curador.
Scott decidió volver a casa con Stiles, ya que alegué que tenía un par de recados que hacer antes de dirigirme a mi 'hogar', pero era una mentira. Yo no iba a hacer recados, mucho menos cuando era ya de noche y la mayoría de los lugares se encontraban cerrados. No, yo me dirigía hacia otro lugar, uno al que me aterraba ir.
Estaba de camino al loft de Derek.
Apreté el volante del vehículo con fuerzas y me cuestioné a mí misma si estaba haciendo lo correcto. Una parte de mí me estaba reclamando que estaba dejando mi dignidad y mi orgullo por los suelos, mientras que la otra me impulsaba a continuar mi camino y enfrentarlo.
Ahora que conocía la verdadera razón por la que Derek me había pedido que me alejara de él, sentía que debíamos aclarar las cosas. En especial cuando fui causante de su casi muerte. Ya era un hecho de que estaba vivo, había encontrado el número de Peter en algún lugar y le había llamado para asegurarme de ese hecho.
Aunque la persona que me dijo con exactitud que Derek estaba vivo fue Cora y ella parecía odiar a un cien por ciento de la humanidad, no importaba. Solo venía a verlo, a aclarar que no había sido mi intención que casi muriera y tampoco fue estuvieran a punto de matarlo por mi culpa, porque él no puede unirse a la manada de alfas al no poder matarme.
Detuve el auto frente al edificio y subí hasta el último piso donde se encontraba el loft de Derek. Mi corazón latía de forma ruidosa, martilleando dentro de mi caja torácica como si buscara salirse de su lugar en cualquier momento. Mis manos sudaban y las restregué contra mi pantalón en un intento de evitar que siguieran sudando. Dejé salir una corta respiración de mis labios antes de estirar mis manos para abrir la puerta del loft.
En mi mente se reprodujeron los recuerdos de la última vez que estuve en el loft cuando Derek rompió mi corazón, cuando nos rompimos mutuamente y nos llevó a un desastre más grande. Él había intentado de matar a Deucalion por mí y casi lo pierdo en el proceso. Yo no quería que eso volviese a ocurrir. No quería que más personas se pusieran en peligro a cuenta de protegerme.
Reuniendo hasta la más mínima pizca de osadía de mi cuerpo, abrí la puerta del loft y mi corazón se detuvo al ver a Derek frente a la mesa de madera. Sus ojos verdes se clavaron en los míos y casi dejé de respirar, quedándome completamente inmóvil en medio del loft sin saber cómo reaccionar ante su mirada. Aclaré mi garganta y desvié mi mirada de él.
Él estaba bien.
— Así que es cierto —murmuré—. Sigues con vida.
— No deberías estar aquí —fue lo que dijo.
— Porque Deucalion quiere que me mates, lo sé —le dejé saber. Derek frunció su ceño, ladeando un poco su cabeza—. Payton me dijo cuando todos creíamos que tú estabas, ya sabes, muerto.
Lo escuché suspirar y lo vi caminar hacia mí con lentitud. Cada paso lo veía en cámara lenta, creando una presión en mi pecho que me impedía respirar con naturalidad. Tenía miedo. Me aterraba volver a salir de este lugar con el corazón roto porque no estaba segura de si podría soportarlo o de si lo podría llegar a perdonar.
Las oportunidades para mí estaban limitadas, era algo que siempre había sido de esa forma. Permitía que las personas me fallaran una vez, máximo dos o tres, pero nada más. Mi orgullo no toleraba mucho.
— Y aun así sigues aquí —habló, deteniéndose justo frente a mí. Estaba tan cerca que si estiraba mis manos unos centímetros sería capaz de tocarlo—. ¿Por qué?
Casi me reí de forma irónica cuando hizo esa pregunta.
— Porque no puedo mantenerme alejada de ti, Derek. ¿No es obvio? Incluso la noche del centro comercial. No sabía que ibas a estar allí y debí haberme marchado al verte, pero me quedé. Cuando te vi cerca del borde peleando con Ennis, me volvió completamente loca y quise ayudarte. Pero tú también caíste —mi voz se quebró un poco al recordar cuando creí que Derek había muerto por mi culpa—. L-Lo siento.
Derek se quedó en silencio unos segundos y lo próximo que sentí fueron sus brazos rodear mi figura, apretujándome contra su pecho. Una sensación de calidez se esparció por todo mi cuerpo al estar tan cerca de él. Me sentía protegida, en paz, como si sus brazos fuesen el hogar que me había estado faltando durante todos estos meses.
— No quiero estar lejos de ti, Scarlett, pero tengo que hacerlo porque no podría tolerarlo —dijo.
Me alejé unos centímetros de su pecho para poder mirarlo a los ojos.
— ¿Tolerar qué?
— Matar a alguien que quiero —susurró.
Sus palabras me dejaron estática.
A alguien que quiero.
¿Acaso Derek estaba confesando que me quería? Mi corazón había dado un vuelco con la pronunciación de esas palabras. Me había dejado inmóvil, perpleja, incapaz de pronunciar una sola palabra en respuesta.
Entonces fue cuando noté algo extraño en el loft. Con mis sentidos agudizados pude ser capaz de sentir los rastros del aura de otra persona. Ya no se encontraba presente, pero sí había estado en el loft. No era Cora, ni ninguno de los betas de Derek. Tampoco era de los alfas. Había sido alguien más.
— ¿Quién más estuvo aquí, Derek? —pregunté, dando unos cuantos pasos hacia atrás para alejarme de él.
— ¿Qué?
— Alguien más estuvo aquí contigo, puedo sentirlo. —Derek se quedó en silencio y eso me alarmó de sobremanera. En mi mente solo apareció un nombre—. Fue Jennifer, ¿no es así? Ella estuvo aquí.
— Sí, ella me ayudó a llegar aquí —informó sin dar más detalles al respecto.
Un sentimiento extraño se acumuló en mi pecho. Era amargo, me hacía tener ganas de ir a la escuela en estos momentos y quemarle el rostro entero. Detuve mis pensamientos antes de que pudiese continuar imaginando una escena demasiado violenta. Primordialmente porque no me gustaba el sentimiento que estaba comenzando a reconocer. Estaba celosa.
— Oh —articulé sin saber qué decir y no sonar tan celosa porque, aunque me doliese, Derek y yo ya no estábamos en una relación—. Tengo que irme. No te preocupes, Derek. Voy a mantenerme alejada de ti si es lo que quieres.
Giré sobre mis talones, pero sus manos me detuvieron, agarrándome del hombro para hacerme voltear.
— Nada sucedió entre nosotros si es lo que piensas —dijo.
Apreté mi mandíbula y cerré mis manos en fuertes puños.
— No tienes por qué darme explicaciones —mascullé.
Podía sentir el calor comenzando a emanar de mi cuerpo y enfoqué mi mente en mantener el control, en no dejarme dominar por mis celos. Pensar que ella pudo haber tenido sus manos sobre Derek, que él pudo haberle correspondido...solo me hacía enfurecer.
— Estaba buscándote a ti cuando me encontré con ella —comenzó a relatar. Mis dientes casi rechinaron cuando volví a apretar mi mandíbula—. Estaba herido, así que ella me ayudó a llegar aquí.
— Lo noté. No tienes que seguir explicando.
— Creo que ella se llevó la idea errónea —continuó y cerré mis ojos porque tenía miedo de escuchar lo que seguía—. Me besó.
— Derek, detente, por favor —pedí. Sus palabras me dolían. Mucho.
Él agarró mi mano y llevó mis dedos a su cuello, justo en el lugar donde podía sentir su pulso. No podía comprender sus movimientos en un principio, pero luego la realización me golpeó de repente. Derek estaba intentando demostrar que no mentía con lo que iba a decirme. Yo no era mujer lobo, así que no podría escuchar los latidos de su corazón, pero sí podía sentirlos. El palpitar constante de su corazón bajo mis dedos.
— La detuve. No tengo por qué mentirte, Scarlett. La honestidad forma parte de mí porque siempre estoy rodeado de hombres lobos que pueden saber cuándo miento —explicó.
Relamí mis labios y dejé caer mi mano a un lado de mi cuerpo, rompiendo el contacto entre nuestras pieles. En ningún momento su pulso se alteró, seguía siendo constante y calmado a pesar de lo tensa que estaba la situación.
— ¿Por qué me estás dando explicaciones, Derek? —pregunté—. ¿Por qué la detuviste? Estar con ella podría ser mucho más sencillo que interesarte por mí.
Derek llevó sus manos a mi rostro y ahuecó mis mejillas. Sus pulgares rozaron mi piel con cariño, haciendo que mis piernas casi se debilitaran ante la mirada de sus ojos verdes. Expresaban un debate interno, como si sus sentimientos quisieran derrumbar los enormes muros que él se había encargado de construir con el pasar de los años.
— ¿No me escuchaste antes? —Antes de darme la oportunidad de preguntar qué se suponía que hubiese escuchado, Derek abrió sus labios nuevamente para hablar—. Te quiero, Scarlett.
Dejé de respirar, literalmente. No encontraba cómo llevar el aire a mis pulmones o cómo salir de mi shock al escuchar que esas palabras salieron de los labios de Derek. Había sido su voz profunda la que me había confesado que me quería. En mi mente su voz hizo eco y repitió muchísimas veces esas tres palabras: te quiero, Scarlett.
Derek me quería. Me lo había confesado y se encontraba mirándome a los ojos esperando una reacción de mi parte, pero me encontraba incapaz de pronunciar palabra alguna. Estaba abrumada por la confesión, pero era en un buen sentido de la palabra. Ni siquiera sabía si eso hacía sentido. Solo era consciente de lo mucho que quería besarlo en esos momentos.
Y eso hice.
Envolví mis manos en su cuello y me incliné, pegando mis labios a los suyos. Derek respondió a mi beso de forma inmediata y sin dudarlo dos veces. En un principio fue un beso suave, delicado y con movimientos lentos, cargados de un nuevo sentimiento entre nosotros: amor. Según el pasar de los segundos, nuestro beso comenzó a tornarse más desesperado y ansioso. Buscábamos devorarnos y sacar lo más que pudiésemos del otro. Deseábamos sentirnos, demostrarnos nuestro amor y que nos queríamos.
Abrí mis labios un poco y Derek profundizó el beso al deslizar su lengua entre ellos. Una corriente eléctrica recorrió mi columna vertebral y gemí de forma apenas audible para un humano normal, pero Derek era un hombre lobo; un alfa. Estaba clarísimo que me había escuchado. Lo supe por la forma en la que sus dedos apretaron mis caderas y me pegó aún más a él, si es que eso era posible. Nos apartamos unos centímetros, recuperando el aliento, pero nos quedamos con nuestras frentes unidas.
— También te quiero, Derek —confesé en un susurro, rozando mi nariz con la de él.
Derek sonrió.
— Es bueno saberlo —murmuró.
Solté una ligera carcajada.
— No dejes que se te suba a la cabeza —advertí.
Volvió a besarme y me dejé llevar por la adicción a sus labios, a su forma única de besar. Aparté todo pensamiento de mi mente que no tuviese que ver con Derek. Quería disfrutar del momento, de sus labios, de sus caricias, de él en general.
Sus manos subían y bajaban de mi cintura a mis caderas y también a mis brazos. Tocaban, exploraban y se trasladaban de un lugar a otro, incapaces de mantenerse quietas en un solo lugar. Las mías jugueteaban con su cabello, bajaban a su cuello y también tocaban su pecho, dejándose llevar por la situación y aventurando por sí mismas. No existía timidez en mis actos, ¿por qué debía de haberla? No sería la primera vez que tocaba a Derek.
En medio de nuestra sesión de besos que estaba comenzando a agitarse, Derek agarró mi cintura con ambas manos y me alzó, colocándome sobre la mesa de madera. Rodeé sus caderas con mis piernas y Derek pasó sus manos por mis muslos cubiertos por la tela de mi pantalón.
— ¿Dónde está Cora? —pregunté con interés.
— No te preocupes por ella. No está en el loft —respondió.
— Bien —dije, mordiendo su labio inferior y tiré ligeramente de él en una forma que había descubierto que le gustaba.
Me quitó mi chaqueta y la dejó caer en el suelo del loft, teniendo más acceso a mi piel. Despegamos nuestros labios cuando Derek comenzó a depositar besos en mi cuello y también succionó en un punto sensible de este. Luego me sacó la camisa por mi cabeza y sus manos bajaron por mi espalda hasta que chocaron con el metal del arma que tenía. Se apartó de mí, frunciendo su ceño.
— ¿Por qué sigues teniendo esa pistola? —preguntó.
Reí al ver su reacción, saqué el arma de mi pantalón y la dejé sobre la mesa.
— Es solo un por si acaso —le recordé.
— No me gustan las armas.
Besé sus labios.
— Algún día te enseñaré a usarlas —prometí, divertida.
— Tengo estas —dijo, enseñándome sus garras.
Jadeé un poco al escuchar su voz enronquecer en cada segundo que pasaba. Unimos nuestros labios nuevamente de forma desesperada. El ambiente se sentía más caliente, pesado y deseoso. Mi cuerpo temblaba de expectación al sentir sus manos recorrer mi piel, tentándola. Sus labios bajaron por mi cuello, mordió mis clavículas y mi hombro. De mis labios salieron unos cuantos gemidos.
Pero no le iba a dejar tener toda la diversión.
Mordí su cuello y luego succioné en la piel sensible. Derek cerró sus ojos y echó su cabeza ligeramente hacia atrás, permitiéndome más acceso a su piel. Quité su camisa con rapidez, teniendo su torso desnudo completamente a mi disposición. Deslicé mis uñas por su espalda y luego bajé mis manos por sus pectorales, continuando su camino por su duro abdomen hasta terminar en el borde de su pantalón. Mis dedos se anclaron en su cinturón para desabrocharlo.
— ¿Ansiosa? —cuestionó, arqueando una de sus cejas de forma divertida.
Fijé mis ojos en los de él y noté que sus pupilas se encontraban más dilatadas y sus irises oscurecidos. Él deseaba eso tanto como yo y podía demostrárselo. Pegué mi pelvis a la suya y Derek casi suelta un gruñido ante la fricción entre nuestros cuerpos. En especial en esa zona de él que podía sentir a la perfección.
— No más que tú —le guiñé un ojo y mi sonrisa se hizo aún más presente en mi rostro—. Derek, ¿podrías decirlo de nuevo?
Un pequeño rubor subió a mis mejillas e hice todo lo posible por intentar controlarlo. Era increíble que no me cohibiera tocarlo o que él me tocara a mí, pero sí lo hacía pedirle que pronunciara las palabras que tanto deseaba escuchar. Aquellas que me paraban el corazón para luego hacerlo latir desbocado.
— ¿Decir qué?
Oh, Dios.
No podía descifrar si Derek realmente no sabía a lo que me estaba refiriendo o simplemente disfrutaba de incomodarme. Me miraba directamente a los ojos, cejas elevadas mientras esperaba mi respuesta.
— Ya sabes...lo que dijiste antes —murmuré.
— ¿Qué estás ansiosa? —sugirió. Rodé los ojos—. ¿Quizás que tengo mis garras para defenderme? —Lo miré seria, aunque la realidad era que me divertía ver este lado más juguetón de Derek que jamás pensé ver. Él siempre había sido tan serio. Me besó de forma corta y sus dedos se dirigieron a mi espalda para desabrochar mi sostén—. Te quiero.
* * *
Apoyé mi cabeza en el pecho de Derek mientras él acariciaba mi cabello con cuidado. La calidez y la paz que sentía eran inexplicables, era como si todo el mundo a nuestro alrededor se hubiese detenido por completo y solo existiéramos nosotros en nuestra propia burbuja. No eran necesarias las palabras porque ninguno quería arruinar el momento con nuestras propias dudas, con mis dudas.
Después de lo que había sucedido entre nosotros, me había puesto mi ropa interior, pero me había quedado con una de las camisas de Derek, y nos acostamos en la cama solo disfrutando de la compañía del otro en medio de la noche. Las sábanas olían a él, todo olía a él de hecho, y me sentía embriagada en medio de la habitación. Su camisa, sus sábanas, su camisa y tener a la fuente del olor junto a mí. Me sentía como una borracha feliz.
Sí, me había convertido en alguien realmente patética como para tener este tipo de pensamientos respecto a Derek, pero no podía controlarlo. Estaba fuera de mi poder.
— Quién diría que serías el tipo de chica que le gusta acurrucarse —comentó Derek con un toque de diversión.
Rodé mis ojos.
— Cállate. Recuerda que ahora sí te puedo mandar a la cárcel —mencioné.
No era ilegal estar con Derek en general, pues la ley no podía prohibirnos estar en una relación con una persona. Sin embargo, sí era ilegal mantener relaciones sexuales con una menor de edad y, lamentablemente, yo seguía teniendo diecisiete años durante los próximos cinco meses.
— Técnicamente ya me enviaste a la cárcel una vez —me recordó.
— Eso fue culpa de Scott y Stiles. Yo creía en tu inocencia —defendí a mi antiguo yo—. Además, te acusaron de asesinato, no por mantener una relación inapropiada con una menor de edad.
Ahora fue Derek quien rodó sus ojos.
— Sí sabes que nuestra diferencia de edad es solo de cinco años y unos meses, ¿verdad?
— Claro que lo sé —dije. Como si eso fuese posible de olvidar, pensé con sarcasmo—. Derek —lo llamé en un pequeño susurro.
— ¿Sí?
Titubeé un segundo entre si hacer mi pregunta o no. No quería arruinar las cosas, pero al mismo tiempo no podía continuar quedándome con la incertidumbre de lo que estaba sucediendo. Simplemente no podía actuar como si todo se hubiese arreglado así porque sí y asumir que todo estaría bien cuando ni siquiera habíamos aclarado las cosas.
— ¿Qué sucederá con nosotros ahora? —pregunté.
Derek suspiró.
— Supongo que ya ninguno poder mantenerse alejado el uno del otro, estamos juntos, ¿no? —respondió, agarrando una de mis manos para entrelazar nuestros dedos—. Si quieres y estás dispuesta a perdonarme —añadió.
Alcé mi cabeza de su pecho para poder observarlo a los ojos.
— ¿Perdonarte?
— Sí, por haber roto tu corazón anteriormente.
— Te perdoné hace mucho tiempo, Derek. Solo no vuelvas a hacerlo porque no soy de las que da oportunidades ilimitadas —advertí. Derek me miró con un rastro de sonrisa en sus labios—. ¿Qué?
Pasó uno de sus dedos por mi brazo cubierto por su camisa y lo miré con una ceja arqueada.
— Me gusta mi camisa en ti —admitió.
Me reí.
— Somos tan cliché —dije, rodando mis ojos—. Quién diría que debajo de esa máscara de gran-hombre-lobo-alfa se ocultaba este Derek tan...cachorro.
Derek se colocó sobre mí, apoyando sus manos a ambos lados de mi cabeza sobre el colchón para evitar aplastarme con su peso, y me besó.
— Sacas lo peor de mí —se excusó. Lo pellizqué con mis dedos—. Y lo mejor también —aseguró.
Esta vez lo besé yo.
Sus manos fueron al borde de la camisa que me llegaba casi hasta la mitad del muslo y lo agarraron. Jugueteó con él unos segundos antes de quitármela por la cabeza.
— Pensé que te gustaba cómo me quedaba tu camisa —tenté.
Derek depositó un beso en mi cuello.
— Me gustas sin ella también —murmuró.
Atrapé sus labios en un beso desesperado y, por segunda vez en la noche, me dejé llevar por las caricias de Derek.
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NO PUEDO EVITAR PUBLICAR COMO LOCA LOS CAPS DERETT!
ÁMENME
MÁTENME
O LO QUE SEA.
(preferiblemente la primera porque no quiero morir todavía)
¿DERETT ESTÁ DE VUELTA? 7w7r Un reencuentro apropiado 🌚
CHAU Y HASTA LA PRÓXIMA.
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