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16. Despedida apropiada

Volví a marcar el número de Derek y, al igual que las pasadas seis veces, me mandó al buzón. Gruñí con coraje, lanzando el teléfono sobre mi cama, pero este rebotó tres veces y cayó al suelo por el otro lado de la cama.

Fantástico.

Me senté en el borde de la cama y pasé mis manos por mi cabello. Payton me había convencido de no ir directamente al loft de Derek al salir de la escuela, pero me estaba arrepintiendo de haberle hecho caso porque Derek no estaba respondiendo su teléfono y eso ya me estaba sacando de quicio. Necesitaba saber que se encontraba bien, aunque por mi milagrosa recuperación puedo saber que sí lo estaba.

 Tal vez estaba siendo un poco exagerada al actuar de esta forma, pero ¡demonios! Estaba preocupada por él. 

— ¿Qué te hizo ese pobre teléfono? —preguntó Payton apareciendo en el marco de la puerta de mi cuarto.

Solté un suspiro de frustración y me eché hacia atrás, recostándome en la cama y dejando mis pies tocando el suelo. Permití que el ruido de las gotas de lluvia impactando contra mi ventana me relajaran o que al menos hicieran el intento. La tensión estaba acumulada en mi cuerpo a tal grado donde dudaba que fuese posible relajarme. 

— No es el teléfono, sino la persona a la que estoy llamando —le dejé saber.

— ¿Problemas en el paraíso? —cuestionó, caminando hasta el escritorio para sentarse en la silla y comenzar a dar vueltas, exasperándome un poco más de lo que pensaba, aunque eso fuese algo que Payton hacía todo el tiempo. Casi era automático, ni siquiera lo pensaba antes de sentarse en mi silla y comenzar a dar vueltas.

¿Estaba teniendo problemas en el paraíso con Derek? Lo dudaba. Principalmente porque nada entre nosotros ha sido un paraíso. Estábamos juntos, pero al mismo tiempo actuábamos como si no lo estuviésemos. Quizá porque se nos hacía difícil tener una relación cuando teníamos tantos líos sobrenaturales. Sin embargo, eso no quitaba mis sentimientos por él o los de él por mí porque, aunque Derek no lo hiciera tan obvio, en sus pequeños actos demostraba que le importaba.

Me preocupaba mucho que no estuviese respondiendo mis llamadas después de lo sucedido el día de hoy. Sabía que algo le había ocurrido. No importaba lo mucho que quisiera quitarme esa idea de la cabeza. Fue tan parecido a lo que había ocurrido con Scott la noche del rave. Alguien lo había herido gravemente, aunque parecía haber sido solo un elemento de tortura que duró bastante porque así mismo como había aparecido el dolor, se había ido de mi cuerpo sin dar previo aviso.

— No, sí, no lo sé —confesé.

El teléfono de Payton emitió un pitido y levanté mi cabeza de la cama para poder ver su expresión. Ella estaba mirando la pantalla como si no pudiese creer lo que estaba viendo o leyendo, si asumo que se trataba de un mensaje.

— Derek botó a Isaac del loft —murmuró.

— ¿Qué? —La palabra salió de mis labios de forma abrupta.

¿Por qué demonios Derek sacaría a Isaac del loft? El pobre chico no tenía lugar al que ir. Tampoco yo podía ofrecerle un lugar en mi casa porque la habitación de huéspedes estaba ocupada por Payton y no importaba lo mucho que me agradara Isaac, no los pondría a vivir juntos.

— No lo entiendo. Scarlett, ¿qué le digo? No soy buena con palabras y...Isaac no tiene adónde ir —dijo Payton de forma desesperada.

Me senté en mi cama, mirando la ventana y pensando en las opciones que podía ofrecerle a Isaac. No podía ver hacia fuera porque la lluvia caía con demasiada presión. Era prácticamente una tormenta de lo mucho que se encontraba lloviendo. No me sorprendería si comenzaran a dar avisos de inundaciones. Dios, Derek no pudo haber elegido peor momento para botar a Isaac. ¿Acaso no pudo haber esperado a que la lluvia pasara?

— Dile que vaya a casa de Scott —dije, levantándome y caminé hacia la esquina donde había dejado mis botas.

Me las puse y busqué mi chaqueta, pasándome la tela por los brazos hasta cerrarla. Payton me dirigió una mirada confusa.

— ¿Estás segura de que a Scott no le molestará? —preguntó.

Encogí mis hombros.

Primero, es Scott McCall de quien hablamos. Segundo, él es la persona más solidaria que he conocido en mi vida. Tercero, realmente no tengo un tercer argumento que dar, simplemente no me importa que a Scott le molesta. Isaac necesita un lugar donde quedarse.

— Si le molesta, qué pena —mascullé, cogiendo mis llaves del auto, las cuales se encontraban sobre el escritorio. Payton agarró mi mano, deteniendo mis actos.

— ¿Qué estás haciendo? —preguntó.

— Tengo que saber qué demonios está ocurriendo con Derek porque esto no es normal —avisé.

— Scarlett, no creo que sea recomendable que salgas con este diluvio.

Rodé mis ojos.

— Si Derek puede botar a Isaac del loft sin importarle la lluvia, le importará muy poco que yo salga de mi casa con este clima —farfullé, saliendo de mi habitación dando grandes zancadas.

Al fondo del pasillo pude ver a mi madre apresurarse por entrar a su habitación, evitando encontrarse con mi mirada. No tuve tiempo de sentirme mal al respecto porque, para comenzar, ya me estaba acostumbrando y en estos momomentos tenía otras cosas en la mente. No me creía que Derek pudiera ser tan cruel como para hacer un acto tan atroz.

Él siempre se había preocupado por Isaac desde que le ofreció la mordida. Se había encargado de sacarlo de la cárcel, de ofrecerle un lugar donde quedarse, lo ayudó a saber cómo defenderse y también lo mantuvo consigo durante todos estos meses. ¿Por qué tomar una decisión tan apresurada ahora?

A menos que lo que haya sucedido hoy lo hubiese impulsado a hacerlo.

* * *

Las gotas de lluvia habían empapado mi cuerpo en los segundos que me tomó cruzar la calle desde el lugar donde aparqué el auto hasta entrar al edificio de Derek. Subí los pisos con tanta rapidez que ni me di cuenta de lo rápido que estaba dando los pasos. Simplemente tenía mi mente enfocada en hablar con Derek. Abrí la puerta del loft y lo primero que mis ojos se encontraron fue la figura de Derek Hale de pie frente al ventanal.

En una de las columnas pude ver trozos de vidrio, los cuales seguramente pertenecieron a un vaso antes de que lo lanzaran. ¿Derek le había lanzado un vaso a Isaac?

— No deberías estar aquí —habló Derek, sin siquiera voltear a mirarme, su tono frío me hizo detener mis pasos.

— Sí, hay muchas cosas que no debería hacer, pero siempre las hago de todos modos —repliqué, la molestia fue palpable en mis palabras—. Derek, ¿podrías mirarme mientras te hablo?

Derek volteó a verme, las manos metidas en sus bolsillos y pude notar lo mucho que estaba conteniéndose a sí mismo.

— ¿Qué?

— ¿Qué? ¿Solo qué? Derek, he estado llamándote por horas y lo único que vengo a saber de ti es que has echado a Isaac en medio de este diluvio —dije.

Él apretó sus labios en una fina línea y volvió su vista hacia el ventanal, acto que me enfadó mucho más. Me estaba evitando por completo y ni siquiera se dignaba a enfrentarme. ¿Qué demonios había ocurrido para hacerlo cambiar de parecer tan rápido?

Caminé los metros que me faltaban para quedar frente a él y agarré su brazo, obligándolo a mirarme. En sus ojos pude ver el debate mental en el que se encontraba, eso sin contar la infelicidad que rondaba en ellos. Él no estaba contento con lo que había tenido que hacer y mi pecho se contrajo.

— Scarlett...—Mi nombre fue pronunciado en un tono de advertencia.

— ¿Qué sucedió, Derek? —pregunté en voz baja, en un tono cauteloso como si me aterrara escuchar su respuesta. De hecho, sí lo hacía. Me aterraba salir con un corazón roto de este loft.

— Lo mejor para ambos será que te mantengas alejada de mí —comenzó a decir, evadiendo por completo mi pregunta.

Un nudo se posó en mi garganta y dejé de tocar su brazo, dejándolo caer a un lado de mi cuerpo. Ahí estaban las palabras que tanto me aterraba escuchar, pero que me encontraba escuchando de todos modos. Apreté mis labios y bajé mi mirada hacia mis propias manos, controlando las lágrimas que comenzaban a quemar mis ojos.

— ¿Estás haciendo esto porque es lo que realmente quieres o porque piensas que así podrás protegerme de lo que sea que te hayan hecho los alfas hoy? —solté de forma cortante y fría, tanto que me sorprendió a mí misma que mi voz no sonara ahogada, débil y rota como pensaba que sonaría.

Derek extravió su mirada, clavándola nuevamente en el ventanal. Se le estaba dificultando las cosas. Quizá con Isaac pudo haber actuado frío, echándolo del loft, pero conmigo iba a necesitar poner más empeño porque no me marcharía sin tener una buena excusa de su parte. Me rehusaba a creer que lo que teníamos iba a terminar así porque sí sin una razón de por medio.

Y había un millón de factores que podían ser la causa de que Derek estuviese pidiéndome que me mantuviese alejada de él, pero solo una me parecía lo suficientemente contundente.

¿La edad? Eso no había sido un problema. Nunca lo fue, ni siquiera cuando lo hablamos la primera vez que me besó. Él había dejado en claro que no le había molestado que yo fuese menor que él, aunque la diferencia de edad no fuese tanta.

¿Que lo enfrentara cuando nadie más lo hacía? Tampoco había sido un problema anteriormente. Incluso antes de besarme Derek había visto cómo me gustaba intervenir cuando se estaba haciendo algo mal.

Me inclinaba más por el hecho de que hubiese una manada de alfas intentando que él se deshiciera de su manada. Yo no formaba parte de ella, ni siquiera había hecho un movimiento de querer pertenecer a ella porque me gustaba ser independiente. No quería a un alfa dándome órdenes, ni nada por el estilo. Si estaba con Derek era para ser iguales, para estar a su lado, aunque eso significara que de vez en cuando tuviese que resaltarle lo que no era correcto.

— Scarlett, no hagas esto más difícil —pidió Derek en un susurro.

Pude sentir las lágrimas amenazar con salir de mis ojos, pero reuní todas mis fuerzas por no dejarlas salir.

— No tiene por qué ser difícil, Derek. Simplemente puedes dejar de alejarme de ti —traté de razonar con él—. No voy a salir herida.

— Ese es el problema, Scarlett. Ya estuviste herida por mi culpa porque te permití acercarte demasiado a mí. Pudiste haber muerto hoy, ¿sabes?

¿Cómo Derek sabía lo que me había sucedido?

Isaac.

Tenía que haber sido él. No existía otra persona que supiera al respecto y pudiera hablar con Derek al mismo tiempo. Payton no lo hubiese hecho y Scott tampoco. Ellos habían estado conmigo la mayoría del tiempo.

Resoplé con molestia.

— No te des tanto crédito, Hale. Sabes que eso pudo haberme pasado con cualquiera, oh, espera, ya me sucedió con alguien mucho antes que contigo —hablé en un tono irónico.

Me di la vuelta, clavando mis dientes en mi labio inferior con suficiente fuerza como para mantenerme en control.

— No lo entiendes. Cada vez que dejo a alguien acercarse a mí, salen heridos. No quiero que eso ocurra contigo también.

Es irónico que sea él mismo quien me esté hiriendo al tener esta conversación donde cada palabra se clava en mi pecho como un puñal. Mi corazón se estrujaba, protestaba y me dolía. No era capaz de describir lo mucho que lo hacía.

¿Cómo era posible que tus propios sentimientos pudiesen doler?

Si alguien me hubiese advertido que este sería el precio de comenzar a querer a alguien, jamás hubiese intentado acercarme porque duele. Demonios, ni siquiera podía comprender lo que las protagonistas de los libros que solía leer describían cada vez que tenían un corazón roto, hasta este momento en el que lo estoy sintiendo en carne propia. Y lo peor es que él no lo está haciendo con intención de herirme, sino te protegerme de las amenazas que constantemente lo rodean.

— No, tú eres quien no lo entiende, Derek. No importa si estamos juntos o no, eso no va a eliminar el hecho de que como quiera una manada de alfas esté tras mi trasero. Eso no va a hacer que las amenazas sean menos o que por obra de arte voy a pasar a segundo plano en el mundo sobrenatural. Pues te tengo noticias, todo va a seguir ahí, los alfas saben quién soy y me estaban persiguiendo desde antes de que tomáramos la decisión de aceptar lo que estábamos teniendo.

No sabía cómo me las había arreglado para pronunciar tantas palabras de corridas sin estallar en llanto. Cada palabra había quemado mi garganta y sentía que no podía respirar porque mis propios sentimientos me estaban asfixiando. Casi pude oír mi corazón quebrarse, estaba segura de que Derek lo había escuchado porque se encontraba mirándome sin saber qué hacer.

El debate en sus ojos se había intensificado. Extendió su mano un poco y luego la cerró en un puño, llevándola a su cabeza. Las gotas de lluvia bajaban por mi piel, pero no sentía frío. No estoy segura de que pudiese sentir algo más que tristeza.

— Lo siento —fue lo que dijo ante mis palabras.

Mi barbilla tembló y tuve que tomar una respiración entrecortada, intentando controlarme. Comencé a caminar lejos de él, pero sin dirigirme hacia la puerta porque no quería marcharme. Todavía no quería hacerlo. Sin embargo, sí necesitaba alejarme un poco de él hasta estar en una distancia donde su olor no me embriagara.

Sentí sus manos en mis hombros y me tensé bajo su toque. No quería que me tocara, pero al mismo tiempo tampoco quería que me dejara ir. Mi mente se encontraba hecha un desastre donde no sabía qué hacer ni cómo reaccionar.

¿Por qué me permití a mí misma acercarme tanto a él? Me aferré a él, convirtiéndolo en mi ancla sin siquiera saberlo. Cada vez que perdía el control, siempre lo buscaba a él. La primera vez que mis ojos cambiaron de color, fui a verlo, Derek me enseñó a controlarme, me hizo darme cuenta de que no soy un monstruo.

Incluso en mis peores momentos —luego de la muerte de mi padre— solo a él le permití acercarse.

Y ahora Derek era quien me estaba alejando de él mismo.

— Derek —pronunciar su nombre fue más difícil de lo que pensé—, no me hagas alejarme de ti —pedí, casi suplicando.

Temblé cuando Derek me pegó a su pecho, abrazándome por la espalda y depositó un beso en mi hombro.

— Es la única forma que conozco para protegerte —dijo.

— Así que...¿esto es todo? ¿Así es como piensas despedirte de mí? Después de todo lo que hemos pasado, ¿así va a terminar?

Lo escuché suspirar.

— No quiero que termine —habló.

— ¿Pero? —cuestioné sabiendo que siempre había uno.

— Pero lo de hoy fue nada en comparación con lo que ellos van a hacer. Si no me uno a ellos, me van a matar y no quiero que...—se detuvo a sí mismo.

Cerré mis ojos, odiándome a mí misma por lo que estaba a punto de hacer. Me di la vuelta, aún sin abrir mis ojos y envolví mis manos en su cuello, jalándolo hacia mí. Sus labios impactaron contra los míos y casi gemió ante mi repentina acción.

Mi cuerpo se estremeció, nuestros labios moviéndose a un ritmo desesperado, sabiendo que esta era una despedida. Me pegué más a él, sus manos aferrándose en mis caderas con fuerza. Abandoné su cuello unos segundos para quitarme la chaqueta, dejando la tela caer al suelo.

— Si esta es una despedida, quiero una apropiada —dije, volviendo a conectar nuestros labios.

Derek dudó durante un segundo, sus manos temiendo tocar otros lugares que no había tocado antes. Mi cuerpo era incapaz de sentir, pero en mi alma lo sentía todo. Sentía cada toque, cada movimiento de sus labios, cuando profundizó el beso y su lengua se abrió paso en mi boca, haciéndome temblar. Era un beso rudo, desesperado y anhelante. Sus manos bajaron a mi cintura y me alzó, por lo que envolví mis piernas alrededor de sus caderas, presionándome contra él.

Gemí cuando me depositó sobre la mesa de madera en medio del loft. Las manos de Derek se dirigieron a mi trasero y lo apretaron levemente, pero con fuerza suficiente como para hacerme soltar un jadeo. Desconectamos nuestros labios y eché mi cabeza hacia el lado, dándole el acceso suficiente a mi cuello, donde sus labios descendieron por mi piel, besaron y torturaron mientras sus dientes mordieron la piel sensible.

Empujé fuera de mi mente que esto era una despedida y me dejé llevar por completo. Era como si hubiese apagado en mi cabeza el interruptor que me permitía pensar en que esto no volvería a ocurrir y que tendría que alejarme de él, que esto era el final de algo que acababa de comenzar.

Presioné mis caderas contra las suyas y un gruñido se escapó de los labios de Derek cuando se produjo la fricción entre nuestros cuerpos. Sus dedos jugaron con el borde de mi camisa y en cuestión de segundos, me la sacó por la cabeza. Sus ojos bajaron a la parte de mi cuerpo cubierta solamente con un sostén negro, pero no me permití a mí misma sentirme avergonzada por la forma en la que me miraba. Al contrario a lo que siempre había leído, su mirada oscurecida y sus pupilas dilatadas me hicieron sentir deseada y, en cierto modo, poderosa.

El calor emanaba de nuestros cuerpos, pero me sentía en desventaja porque ya había perdido dos prendas de ropa, mientras que él seguía completamente vestido. Le quité la camisa con tanta destreza que me sorprendí de mí misma. Mis manos trazaron su torso entero, bajando desde sus pectorales hasta sus abdominales, explorando de una forma que jamás lo habían hecho.

Derek se tensaba bajo mi toque, pero no de una mala forma. Cerró sus ojos, disfrutando de la sensación que le producían mis caricias y soltó un suspiro anhelante. Sostuvo mis manos, las llevó a sus labios y las besó antes de volver a tomar posesión de mi boca, atacándola con ferocidad. Me pegó a él, sus manos en mi trasero nuevamente, y me alzó de la mesa, mis piernas alrededor de sus caderas, mientras nos dirigía a ambos a ciegas hasta su cama.

Mi espalda chocó con el colchón, pero en ningún momento nuestros labios se separaron. Derek apoyó su peso colocando sus codos a ambos lados de mi cuerpo para no aplastarme. Nos apartamos unos segundos y Derek escondió su cabeza en mi cuello, besándome desde la curva de este, bajando por mis hombros hasta el valle de mis pechos.

La sensación de calidez se esparció por mi cuerpo, haciéndome estremecer, temblar y necesitar más. Quería sentirlo todo con él.

— Derek —susurré su nombre.

Mordí mi labio, reprimiendo mis propios gemidos de placer que recorría mi cuerpo y se esparcía con lentitud por cada centímetro de mi piel. Lo aparté de su entretenimiento y mis dientes tiraron de su labio. En un movimiento, cambié la posición de nuestros cuerpos, quedando sobre él. Derek gruñó, inconforme con dejarme tomar el control por un rato, pero volví a besarlo, moviendo mis caderas en pequeños círculos lentos, creando una fricción al frotar mi propia excitación contra la suya.

Ese acto le arrebató un gemido y puedo jurar que fue la cosa más excitante que ha salido de sus labios.

Se sentó en la cama, dejándome a  horcajadas sobre su regazo y sus dedos se dirigieron a mi espalda, desabrochando mi sostén. Besó el camino de la tela apartándose de mi piel y esta vez sentí mis mejillas encenderse al sentirme expuesta frente a sus ojos.

— Hermosa —murmuró, volviendo a besarme, desconectándome del mundo, relajándome cuando sentí su tacto en mis senos. Jadeé de sorpresa y una sensación agradable recorrió mi cuerpo.

Volvió a dejarme en la cama y sus dedos se detuvieron en el botón de mi pantalón, dudando un segundo, buscando la aprobación en mi mirada. Asentí ligeramente y Derek desabotonó mi pantalón, bajándolos por mis piernas, dejándome solamente en la fina tela de mi ropa interior.

Las puntas de sus dedos rozaron mis muslos, erizándome la piel que tocaba y apretaron mi carne a su gusto, arrebatándome más gemidos y jadeos de lo que había pensado que sería capaz de pronunciar, casi sintiéndome avergonzada de los sonidos que emitía. Subieron y bajaron con lentitud, acercándose a solo centímetros del vértice entre mis piernas, pero sin llegar a él por completo. Solo torturaba, tentaba, exploraba mi cuerpo y analizaba mis reacciones ante su toque.

Debería estar nerviosa por lo que pasaría entre nosotros, quizá hasta preocupada, pero mi mente se había nublado hasta tal punto donde no podía ser capaz de ver algo más fuera de sus ojos verdes. Estaba experimentando un cúmulo de nuevas sensaciones.

— Derek —me detuve a mí misma, impidiendo que las palabras salieran de mis labios. Él detuvo sus movimientos y me miró con un deje de preocupación—. Continúa, por favor —dije, aunque esas no eran las palabras que había frenado.

No, aquellas eran mucho más peligrosas porque aquellas palabras eran un 'te quiero'. 

___________________

*Thalía huye antes de que la maten con antorchas y desaparece por un mes* 

Quisiera decir que lo siento por cortar la escena ahí. Porque no, chorro de mentes perversas, no leerán detalles sucios de cómo Derek abrió la cámara de los secretos de Scarlett. 

Dedicación del cap a @Biancanaria con su comentario: "Normal que esté exhausta de tantos sacrificios que hace, perra se nace no se hace." Creo que es la descripción más gráfica de Jennifer cuando dice que está cansada xD 

Preguntas: ¿Se esperaban que Derek 'dejara' a Scarlett para protegerla? No lo odien tanto, en el próximo cap entenderán más lo que influyó a su decisión. ¿Esperaban que Scarlett tomase la iniciativa a la hora de dar ese siguiente paso? ¿Una despedida agridulce? ¿Cómo creen que reaccione Scarlett luego de esto? 

Chau y hasta la próxima. ¡Los amo! ♥ 

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